espectáculos | 3
| Domingo 3 De marzo De 2013
La última tentación de Andrés Calamaro
internet. En la semana que pasó, el músico subió más de cien
temas-mash ups a Internet, mezclando autores y estilos
En una de sus últimas presentaciones en vivo, en Los Angeles Viene de tapa
“Ahora que Internext es el nuevo concepto de Ciudad, y los discos no son redondos y planos, como su nombre (disco) lo presupone, volvemos, pues, al ALBUM como colección de tracks, títulos y el RECORD, presentando una grabación plural”, escribió Calamaro anticipando su hemorragia musical. Entre muchas otras cosas, con su sola irrupción, Internet cambió la forma de editar música y la relación entre el músico y el oyente. Andrés Calamaro fue uno de los primeros en comprenderlo. Desde aquellas canciones para descargar gratis en “Camisetas para todos”
(la primera página dedicada al músico que comenzó a regalar sus canciones en 2002 y que, luego de una década, cerró finalmente el año pasado), pasando por Radio Salmón Vaticano (sección que armó en 2003 en su propia página), hasta su actual sitio en SoundCloud (https://soundcloud.com/ak-25), el músico ofreció en la Red un par de millares de demos, covers, versiones, canciones inéditas y, ahora, mash ups. No tan sencillo “El mixtape mash up method no es tan sencillo como pinchar discos”, explicó el músico sobre su última tentación. “Buscamos el loop
archivo
molecular, siempre instrumentales o los compases instrumentales de una grabaciones (cantada); después armamos el loop, muchas veces con más de un segmento, que componemos manualmente, hasta dar con una toma live (grabada en directo a un estereo de audio, sin sincronias)”. Desde allí entonces, Calamaro proclama el irrespeto al copyright y los derechos. Culto y apasionado por el problema legal que instauró Internet, el músico supo ubicarse en contra de la piratería, pero a favor del intercambio de música gratuita con el consentimiento de las partes. “Me gusta el download pero si no hay voluntad de ambas
partes, no se LLAMA AMOR , SE LLAMA VIOLACIÓN”, disparó años atrás al respecto. Calamaro parece no solo haber escuchado con atención la música de Prince, sino que también parece seguir de cerca los movimientos del músico de Mineápolis desde su “emancipación” de Warner, cuando a fines de la década del noventa se consagró como pionero entre sus pares al utilizar la Red para difundir su prolífica obra (aunque por estos días Prince se ubique en el otro extremo y polemice con sus fans por quererles cobrar dos dólares por un videoclip de una canción). ¿Significa esto que Calamaro abandonó el concepto álbum por completo? No. De hecho, a principios de año adelantó en su cuenta de Twitter: “Dispuse de 370 grabaciones streaming en SoundCloud desde el año pasado, aunque guardo las canciones nuevas para un LP”. Y recientemente, consultado por su “excesivo” proyecto en SoundCloud, el músico escribió para el sitio español Efe-Eme: “No sé qué clase de proyecto es éste, sobre la marcha va tomando formas, formando y deformándose. Una cuantas canciones las tengo apartadas para otra naturaleza de grabación, y sus descartes. Seamos justos recordando que, desde el sector de la opinión, se exigió un cambio de mentalidad y formatos cuando la ley SOPA [argentina] y Sinde [española], la caída del millonario mega-algo. Ya sabrán de cuándo estoy hablando: a los músicos nos llamaron vagos, se restó valor al derecho del trabajador autor, nos exigieron que reformulemos el “negocio”. ¡A los músicos! Una auténtica locura… Sin embargo, respondí. De la nada encontré este Soundcloud, y uso como herramienta el “puntocom” y el Tweety para difundir la existencia de música sin precio, ya que (hasta ahora) no recibí apoyo alguno de televisoras, radios, revistas ni periódicos (dedicados, en mi país, a desacreditarme y embarrar mi persona, con noticias de índole rosa-amarillo). Cantidad es calidad, escuché decir a Enrique Morente”. Desde que el salmón es salmón, le gusta nadar contra la corriente. Aunque en estos tiempos digitales, habrá que decir que este pescado rabioso parece moverse en dirección correcta. ß
opinión
Hacia un cancionero del siglo XXI Ernesto Martelli —LA NACIÓN—
T
he Beatles, Caetano Veloso, Amy Winehouse y Piazzolla. La nueva e incontinente producción musical de Andrés Calamaro, gratuita, disponible online, tiene un punto de partida: la gran obsesión del compositor de canciones en español por conciliar la métrica musical de ritmos extranjeros, con una lírica rica y propia. Pero estos collages, estos experimentos caseros que Calamaro publica (hace públicos) desde su alias A$K tienen un valor extra: con la pérdida de Luis Alberto Spinetta, el género musical conocido como “rock nacional” (que hace tiempo no es sinónimo de música joven hecha en la Argentina) parece haber quedado suspendido en un limbo creativo y productivo, como si el silencio fuera el mejor modo de homenajear el talento perdido de uno de sus máximos referentes. Sin Gustavo Cerati y Charly García, con Fito celebrando los 20 años de su mayor éxito, el año del fallecimiento de Spinetta no dejó obras trascendentes de los principales compositores. Y ahí, casi desde la clandestinidad, como queriendo alejarse, ya separado, del incómodo lugar mediático de “novio de participante del Bailando”, reaparece Calamaro, regalando, compartiendo sus ejercicios de trasnoche, sacudiendo de actualidad el panorama desde una plataforma digital para melómanos de nueva generación (soundcloud), bocetando sus teorías sobre la canción perfecta con fragmentos de artistas de los últimos 50 años de música negra, blanca y latina. Su gesto, descontrolado y provocador, agita una escena que parece vivir
una crisis que va más allá de la industria discográfica. La vocación por narrar críticamente los tiempos que corren parece abandonada, anestesiada, coptada. Muchos prefieren el silencio. Entre festivales internacionales y giras con sponsors (privados u oficiales), sólo Tan Biónica ha logrado ganarse un lugar: la vocación de “melodymaker” de Chano Charpentier le permitió un impacto en la audiencia cosechando críticas. Mientras tanto, Calamaro se vuelve “pirata” para traernos un compendio de su propio canon del siglo XX y se muestra dispuesto a licuarlo en la mezcla con el recurso de “cortar y pegar” que el hip hop y la electrónica hicieron propio como método de composición. La búsqueda es genuina, actual, urgente. El año pasado, el pionero LittoNebbia, a 45 años de “La balsa” (sí, 45 años de la composición inaugural) decidía sumergirse en el underground colaborando con Los Reyes del Falsete. También en 2012, otro icono de la canción rioplatense, Jorge Drexler(ganador del primer Oscar por una composición en español) decidió lanzar no un álbum sino una “app”: las canciones son versos que el oyente puede seleccionar y combinar del modo que quiere. Babasónicos, siempre inquietos, siempre autorreferenciales, bucearon en su propio archivo y a diez años de Jessico, capturaron la esencia del momento en el que la canción pop se transformó en la médula de su curiosidad compositiva. Es que mientras se encamina a celebrar su medio siglo de vida, el rock local trata de encontrar la fórmula que le permita recuperar conexión emocional, vitalidad, vigencia. ß