La desnutrición es una patología que impacta en todo el organismo de la persona, originada en un balance negativo entre los nutrientes aportados y los que realmente necesita. Esta alimentación no balanceada perjudica el desarrollo físico y mental, provocando notorias consecuencias como: fatiga, mareo, pérdida de peso y la fuerte predisposición a infecciones, como así también condicionando su rendimiento intelectual, llevando en muchos casos a la desnutrición crónica y ocasionando daños perjudiciales de por vida. De acuerdo a investigaciones realizadas, se ha detectado en Argentina, un problema serio de desnutrición: · · · · ·
El 20% de los niños argentinos pasa hambre. Tres niños mueren cada día a causa de enfermedades relacionadas con la desnutrición. 8.500.000 niños están en la miseria. Siete de cada diez chicos no cubren sus necesidades básicas. 4.400.000 se encuentran debajo de la línea de pobreza, son indigentes.
Decimos que la iglesia atraviesa por un problema similar. Es notable ver la falta de crecimiento y madurez espiritual o un crecimiento insano, sin el desarrollo y ejercicio de sus dones. Esto se observa tanto en el cuerpo de ancianos como en los miembros. Dice Pablo a Timoteo: “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido” 1 Ti. 4:6. ¿De qué manera un ministro es nutrido? CON LA PALABRA DE DIOS La lectura de las Sagradas Escrituras es imprescindible. “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación…” 1 P. 2:2. Así como la leche materna es indispensable para el recién nacido, pues contiene todas las vitaminas y proteínas para el bebé, lo es también la Palabra de Dios para el recién nacido espiritualmente. Después de un período, la leche sola, no sustenta. Es necesario agregar alimento sólido. En la vida cristiana sucede lo mismo; por eso es la exhortación del escritor a los hebreos: “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” He. 5:11-14.
Comienza la nueva vida en Cristo, con lectura diaria, pero con el correr de los días, no es suficiente. Es necesario escudriñar, meditar y ocuparse en las Escrituras. Se necesita renovada fuerza para cumplir la voluntad de Dios. La nutrición nos permite discernir lo bueno de lo malo. Podemos juzgar lo que conviene y lo que no conviene. Cuando un hijo de Dios pregunta, ¿por qué no puedo ir allá; o por qué no puedo hacer esto o aquello; o por qué no puedo vestirme de esta manera, está evidenciando falta de madurez, DESNUTRICIÓN y en tal caso no se le puede administrar alimento sólido, sino líquido, leche. Dice la Biblia: · · · · ·
“Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura…” 1 Ti.4:13. “Escudriñad las Escrituras…” Jn.5:39. “…en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche”. Sal. 1:2. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía…” Ap.1:3. “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos”. 1 Ti.4:15.
Leer y escudriñar, examinar y meditar, estar ocupados en las Sagradas Escrituras, eso es nutrirse saludablemente. Contar con buenos libros nos ayuda a tener una dieta bien equilibrada que nos hace crecer entera y completamente; según nos enseña el apóstol Pablo en 2 Ti. 3:14-17. “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Cuando la persona, con el correr de los años, todavía tiene comportamiento de niño es un problema serio; dice 1 Co.3:1-4. “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?...” La enseñanza a la iglesia de Éfeso es fundamental para la vida del hijo de Dios, y es la siguiente: la nutrición espiritual no se alcanza solamente por un esfuerzo personal, sino que Dios ha designado un lugar y es la iglesia, donde él ha dotado a personas con dones especiales, para un crecimiento colectivo, equitativo y nutritivo. Leamos el pasaje: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” Ef. 4:11-16. Por lo que hemos expuesto, vemos dos razones por las cuales existe desnutrición. Aparte del descuido personal está el de la iglesia. Ella es el lugar que Dios escogió para congregar a su pueblo y edificarlo. Como en los días de Hageo, hoy también cada uno corre a lo suyo, y la casa de Dios
está abandonada. David decía: “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos” Sal.122:1. ¿CÓMO SE CORRIGE ESTE MAL? Comencemos con una dieta nivelada de: · Oración. · Lectura de la Palabra. · Asistencia participativa a la iglesia. “Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová” Lm. 3:40. “Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel” Ez. 3:3. “Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida” Job 23:12. Amén. Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.