El cómic como profecía de los tiempos oscuros Las

pasaba la hostia, de mano en mano, porque era imposible alcanzar al cura que la repartía. O Jazmín, una filipina envuelta en una capa de lluvia de plástico que ...
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enfoques

| Domingo 25 De enero De 2015

planetario

En Filipinas, una multitud de fieles hecha de pequeñas historias elisabetta piqué

CORRESPONSAL EN ITALIA

ROMA.– No importa si fueron seis o siete millones los que participaron en la histórica misa del Papa en Manila el domingo pasado. Tampoco importa si Francisco superó el récord que había marcado Juan Pablo II en otra misa en el mismo lugar, hace 20 años, en una Jornada Mundial de la Juventud en la que había reunido entre 4 y 5 millones de personas, una cifra superior a la población de Roma. Lo único que importa es que nunca vi algo así. Verdadera fe, devoción, silencio absoluto, recogimiento, felicidad, pese a las horas de espera y la lluvia. Como dijo el Papa, no eran “sonrisas pintadas” las de los filipinos, eran au-

ténticas. Inolvidable ese océano de gente que la hora de la comunión se pasaba la hostia, de mano en mano, porque era imposible alcanzar al cura que la repartía. O Jazmín, una filipina envuelta en una capa de lluvia de plástico que, al enterarse de que viajaba junto al Papa, en su mismo avión, me pidió que le entregara una humilde caja de plástico con un rosario y una cartita (cosa que pude cumplir). Una amiga de ella, desprovista de algo para mandarle a “Lolo Kiko” (el “abuelo Pancho”, como lo llamaban los filipinos), me dio un pequeñísimo postit fucsia donde escribió en inglés: “Querido Francisco, gracias por venir a Filipinas”.ß

Río piensa cómo facilitar la llegada de turistas para las Olimpíadas alberto armendáriz

CORRESPONSAL EN BRASIL

RÍO DE JANEIRO.– Entusiasmadas con los más de un millón de visitantes extranjeros que Brasil recibió para el Mundial de fútbol del año pasado, las autoridades ya están pensando en cómo impulsar el turismo el próximo año, ya que Río de Janeiro será sede de los Juegos Olímpicos, del 5 al 21 de agosto. El ministro de Turismo, Vinicius Lages, y el alcalde de Río, Eduardo Paes, ya anunciaron esta semana su proyecto de un “Pasaporte Olímpico”, que facilite la obtención de visas para los ciudadanos de países que las necesitan para ingresar en Brasil, principalmente de Estados Unidos y varias naciones de Asia. “Pensamos que se debe

conceder, por un período limitado, la posibilidad de obtener visas más rápidamente para profesionales y turistas”, destacó Lages, cuya iniciativa tendrá que ser aprobada antes por el Ministerio de Relaciones Exteriores. También se estudia volver a implementar el “Brasil Pass”, un bono de pasajes aéreos internos que permitiría a los visitantes viajar más barato dentro de Brasil y así conocer más sitios del país. Esta modalidad ya había sido usada con bastante éxito durante la Copa América de 1989, pero no se volvió a implantar ni para la Copa de Confederaciones en 2013 ni para el Mundial del año pasado. La expectativa es que las Olímpíadas traigan unos 6,5 millones de turistas a Brasil en 2016.ß

La 2 puente aéreo

El país en vilo, la Presidenta en Facebook Martín Rodríguez Yebra

—CORRESPONSAL EN ESPAñA—

S

i la muerte del fiscal Alberto Nisman fue un despiadado mensaje mafioso, el gobierno de Cristina Kirchner colaboró desde el primer minuto para que el miedo se esparciera viralmente hacia toda la sociedad. Por impericia, desequilibrio emocional o simple desidia institucional, la Presidenta y sus colaboradores agigantaron con cada actuación, con cada discurso, con cada post de Facebook el desamparo de una población resignada a convivir con la violencia. Nisman apareció sin vida sobre un charco de sangre después de denunciar penalmente a la Presidenta. ¿Qué otra cosa podría esperarse que no fuera la inmediata sospecha hacia el Gobierno? A contramano de toda lógica, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, se entrometió en la “escena del crimen” (palabras de él) y dilucidó el misterio en un par de horas sobre la base de verdades perecederas. “Todos los caminos conducen al suicidio”, sentenció. Con el país en vilo, Cristina Kirchner renunció a ponerse al frente de una tragedia de enorme repercusión mundial. Se negó incluso a enviar condolencias a la familia del fiscal, con lo que superó en frialdad al encargado de negocios de Irán, cuyo Estado fue señalado como responsable del atentado contra la AMIA. El diplomático sí verbalizó el pésame a los Nisman. La Presidenta escribió en Facebook sus meditaciones sobre el caso, teñidas de ideas conspirativas, cambiantes con los días pero coincidentes en el espíritu autoexculpatorio, de a ratos victimista. En lugar de apoyar a la Justicia para que resuelva el caso con urgencia, se dedicó a jugar a los detectives y contar los “me gusta”. Sus elementos de prueba se confundían con la estructura argumental de una coartada. Su gobierno no pudo proteger a Nisman. Tardó medio día en descubrir el cuerpo. Cometió imprudencias de amateur en el lugar del hecho. Dio información ambigua en comunicados oficiales. Y lanzó al voleo hipótesis de prueba y error hasta plegarse a la teoría del homicidio ejecutado por sectores de los servicios de inteligencia. Es decir, que provienen de dentro del poder, un territorio dominado desde hace 12 años por el kirchnerismo. Como broche, la Presidenta descalificó a la jueza de la causa. Críticas inquietantes en boca de la máxima autoridad del país, sobre todo cuando era ella el blanco principal de la denuncia del muerto. ¿Qué señal transmite a los funcionarios judiciales que llevan adelante ésta y otras investigaciones sensibles que afectan a la cúpula del Gobierno? Resulta absolutamente temerario pensar que la Presidenta o alguien de su entorno pudieran haber ordenado asesinar a Nisman. Hasta parece más verosímil dar crédito a la tesis de un crimen para perjudicar a la Casa Rosada. Pero con su reacción inicial frente a la crisis institucional más grave de su mandato, Cristina Kirchner no hizo más que alimentar la angustia y el descrédito social. Las suspicacias que dispara la muerte de Nisman la interrogan más que la propia denuncia que el fiscal había firmado. Le espera ahora el desafío de recomponer un liderazgo herido por sus ausencias y reflejos autoritarios. Desterrar, en fin, la sensación de que quien se enfrenta al poder puede terminar con un tiro en la cabeza.ß

g Las alegrías del viaje Por Héctor M. Guyot | Foto Charly Díaz Azcué / Prensa Senado la paz, 22 de enero de 2015. Boudou parece ser de aquellos que siempre caen parados. Una oportuna fractura de tobillo le dio el pasaporte hacia La Paz, Bolivia, donde se celebró la tercera asunción consecutiva de Evo Morales. En principio, sus compañeros militantes se habrán alegrado. Era una forma de mantenerlo lejos de la escena local, donde viene haciendo un papel deslucido. Pero el vicepresidente siempre ríe último, y no puede con esa debilidad tan suya de salir en la foto. Ahora, desde allí, les dedica a sus compañeros una sonrisa en la que más de uno habrá adivinado la sombra de una burla: hola, aquí estoy, pasándola bien. Así ha de leerse ese saludo entre los

Humor

suyos, en medio del incendio que desató aquí la muerte del fiscal Nisman. La sonrisa de Boudou parece ir siempre más allá. Como si le dijera al género humano: cuando nada quede, yo seguiré saludando con los dos dedos en V, surfeando por encima de todo. Pero esta vez, si se mira bien, denota cierta incomodidad. Está de prestado, al margen, como relegado. Un hombre de mundo como él habría preferido otros destinos. Algo más exclusivo y exótico. Pero La Paz no está mal para salir a respirar otros aires, a pesar de la altura. Boudou no se marea con nada. Hay quienes dicen que vive mareado, pero eso no hace mella en las habilidades protocolares

que sabe desplegar cada vez que debe representar al país. Dicen que ha ido a La Paz con una misión secreta. Primero protestó, dijo que no aceptaba misiones, que lo suyo no era el trabajo, pero no le quedó más remedio que aceptar. Tiene que sacarle, como sea, la fórmula secreta a otro presidente latinoamericano. Adivine usted a quién. No es Maduro, que tiene al país entero haciendo cola ante supermercados vacíos. Sí, claro, hablamos de Evo. La Presidenta quiere saber cómo hizo para ser reelegido presidente por tercera vez. Pero Evo es muy callado. Apenas suelta prenda. Y Boudou ha de volver con las manos vacías. Pero, ¿quién le quita al vicepresidente las alegrías del viaje? ß

desde el margen

El cómic como profecía de los tiempos oscuros Fernanda Sández

—PARA LA NACION—

E antonio neri licón/ México El acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos.

Marian Kamensky/ eslovaquia El euro y una crisis que ya lleva demasiado tiempo...

n pleno thatcherismo, justo cuando en Inglaterra se impulsaba la primera ley homófoba en cien años, los arrestos se multiplicaban y todo se tornaba peligrosamente grisáceo, un ilustrador y un guionista decidieron huir al papel. El resultado fue V de Vendetta, una de esas extrañas flores que suele alumbrar cada tanto el arte de la historieta. Hoy, a más treinta años de su creación, V de Vendetta se ha vuelto un símbolo. La máscara de su protagonista es la que se ve en cada manifestación del colectivo Anonymous, por ejemplo, pero su poder de detonación no acaba. Sigue siendo un caleidoscopio inquietante, y profético. La postal de todos los tiempos oscuros. ¿Qué imaginaron Alan Moore, el guionista, y David Lloyd, el dibujante? Una Europa aplastada bajo un régimen que lo controla todo, empezando por la vida y la muerte. Es la tierra baldía, lo que queda de Europa cuando ya ha dejado de ser ella misma. Allí, en esa “Europa tras el reinado”, una cámara filma en cada esquina (“Para su protección”, se lee debajo) y reen-

vía ese material a uno de los múltiples organismos de control, llamado El Ojo. También está La Boca, para comunicar únicamente buenas noticias, y La Oreja, y así hasta completar los cinco sentidos de un Estado para el que todo (empezando por los libros, la música y cualquier otra forma de arte) es un peligro a exterminar. “¡Hemos vengado al Profeta!”, gritaron los hermanos Kouachi al salir de la redacción del semanario Charlie Hebdo, otro peligro a exterminar. Vestían de negro y acababan de asesinar a doce personas. ¿Por qué? Por lo mismo por lo que se las extermina en V de Vendetta: por decir, pensar o dibujar eso que el Régimen (así, con mayúsculas) desaprueba. Hubo, de inmediato, solidaridad en el mundo. Pero, pasado ese primer instante, muchos comenzaron a analizar qué había sucedido realmente. Qué decían aquellos asesinatos más allá del refugio cómodo de atribuir todo a la “locura” de los “lobos solitarios”. Pero nada hubo aquí de locura ni de azar. Tanto los hermanos Kouachi como Ahmed Coulibaly eran viejos conocidos de los servicios de inteligencia. ¿Por qué no los vigilaron mejor, si para eso estaban? ¿Quién nos cuida no ya de los terroristas, sino de los que

deberían cuidarnos? En París y en Argentina, La Boca hace silencio. No faltó, en medio de la conmoción, una ficción de debate sobre la libertad de expresión. Hasta el Papa, en lo que muchos consideraron su primer traspié serio, mencionó aquello del puñetazo y los límites, sin advertir que no hay límites para la excepción. Así, si hoy se borran las alusiones a Mahoma, mañana tampoco habrá caricaturas sobre los presidentes, la policía, el mandamás de turno. En Inglaterra ya se analiza prohibir la mensajería instantánea. En Francia se revisan leyes para adecuarlas a la nueva realidad del terror de entre casa. Pero si la opción es entre el terrorismo y el hipercontrol, no hay supervivencia posible. No hay. “Vamos hacia una época oscura”, dice la economista italiana Loretta Napolioni, estudiosa de la economía del terror. Según ella, Europa está resbalando hacia una situación muy similar a la que precedió al ascenso del nazismo: crisis económica, inmigración masiva, desempleo, xenofobia. De todo eso también hablaba V de Vendetta. De todo eso que el poder mira y no ve, pero que los artistas pueden transformar en obras reveladoras. Y, por eso mismo, peligrosísimas. ß