Carlos Antonio Moncaut y su aporte a la cultura bonaerense

27 dic. 2008 - arqueología, paleontología, etno- logía, botánica, zootecnia. Moncaut escribía como respon- diendo a un mandato interior. Qui- zás esa fuera ...
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Campo

Sábado 27 de diciembre de 2008

LA NACION/Sección 5/Página 5

( PRODUCCION ) RINCON GAUCHO

Por Susana Pereyra Iraola Para LA NACION

Carlos Antonio Moncaut y su aporte a la cultura bonaerense El investigador falleció el lunes pasado, en La Plata; es reconocido por su obra y también por su don de gente

La población de la plaga es muy alta CARBAP

Preocupación por una invasión de tucuras Recomendaciones contra la plaga en el sudoeste bonaerense En una campaña ya complicada por la sequía en varias regiones, ahora se sumó una inusual invasión de tucuras. En rigor, en las últimas semanas aparecieron mangas de la plaga en los partidos bonaerenses de Coronel Suárez, Pringles, parte de Dorrego, Benito Juárez, General Lamadrid, Laprida, Tres Arroyos y Tandil, entre otros episodios en otras regiones productivas. “Tenemos un problema grandísimo”, dijo hace unos días, en diálogo con LA NACION, Manuel Domínguez, presidente de la Sociedad Rural de Coronel Pringles. Domínguez estimó que la tucura se habría desplazado sobre un área de 4 millones de hectáreas, considerando todos los partidos afectados. “Donde hay verde está depredando todo”, expresó, por su parte, Mario Conlon, vicepresidente de la Sociedad Rural de Laprida. Un informe realizado por Aacrea abordó el ataque de esta plaga. “De acuerdo con nuestros monitoreos realizados en Benito Juárez y Laprida, la tucura encontrada es Dichroplus maculipennis; estimo que en los partidos cercanos se presenta la misma especie”, indicó María Laura de Wysiecki, investigadora del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores, dependiente del Conicet y de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata.

“Tenemos un problema grandísimo; hay lotes con pérdidas totales”, dijo Manuel Domínguez, de Coronel Pringles La especie D. maculipennis, conocida como tucura de alas manchadas, ha sido considerada históricamente por el agro la más dañina, dado que puede trasladarse a distancias de hasta 40 kilómetros. “La explosión poblacional de esta campaña se produce después de varios años de sequía y por haber prevalecido sobre sus enemigos naturales, parásitos y predadores que las controlan biológicamente”, explicó De Wysiecki, que agregó: “En Benito Juárez se contaron lotes con 50 y 100 tucuras por metro cuadrado”. La tucura fue una plaga importante en los ochenta, cuando la mayor parte de los campos se dedicaba a la ganadería, pero el avance de la agricultura con labranzas y los tratamientos con insecticidas clorados disminuyó su incidencia. Sin embargo, en los últimos años el avance de la siembra directa sin remoción de suelo y las primaveras secas provocaron un gradual avance de la plaga. Este año las altas temperaturas aceleraron la eclosión de los huevos y el nacimiento de individuos que tienen gran capacidad de consumo. Este año la tucura apareció temprano. Durante los primeros días de diciembre se registró la presencia de ejemplares adultos de unos dos centímetros de largo, voladores y con capacidad reproductiva. “Se mueven en masa e ingresan en las cabeceras

de los potreros agrícolas desde otros lotes de uso ganadero o en los que no se ha realizado remoción de suelo en los últimos años. De noche, se agrupan en postes del alambrado o en los tallos de los cardos”, comentó Roberto Botting, protesorero de la Asociación de Productores de Benito Juárez. “Las pocas pasturas que quedaban en pie en la región sudoeste fueron aniquiladas por los ataques de tucuras; una vez que acaban con ellas, pasan a los cultivos”, dice el informe de Aacrea. Las plantas jóvenes y verdes de la soja son devoradas rápidamente por la plaga. “Las tucuras entran en masa por un costado del potrero y lo limpian en un tercio o más si no se las controla”, indicó Botting. En maíz suelen dejar sólo los tallos. “Lo ideal hubiera sido hacer monitoreos oculares o con una red de arrastre (38 centímetros de diámetro y red de 70 centímetros de profundidad) en octubre para medir la cantidad de insectos nacidos por metro”, explicó la investigadora. Cuando la población alcanza un nivel perjudicial, lo aconsejable es efectuar un tratamiento con plaguicidas, siempre y cuando –claro– la pérdida potencial generada por el ataque sea superior al costo de la aplicación. “Para esto se pulverizan los campos de pastoreo con mucha infestación y los potreros agrícolas de manera periférica, para evitar el ingreso desde lotes vecinos”, señaló Botting. En alfalfa, el umbral de daño sugerido es de 2/3 tucuras por golpe de red, según recomendó el investigador Fernando Flores, del INTA Marcos Juárez. “En soja se deberán tener en cuenta poblaciones de 8/10 tucuras por metro cuadrado y daños que pongan en riesgo el 8/10% del stand de plantas, situación que puede ocurrir en lotes con estrés hídrico con plántulas y plantas muy chicas”, explica. En Benito Juárez y Laprida se han hecho recuentos de 50 y 100 tucuras por metro cuadrado.

Productos Aparte del informe de Aacrea, desde las empresas proveedoras de insumos aportaron información de productos para enfrentar la plaga. En este sentido, Syngenta informó que obtuvo el registro de su insecticida Engeo para el control de tucuras en pasturas que ya tenía desde el año pasado para esta misma plaga en soja. “El insecticida fue probado en el INTA Anguil con resultados exitosos, tanto con mayoría de ninfas como de adultos. Ensayos desarrollados por el licenciado Julio Ves Losada confirmaron que ante la presencia de dos tucuras por golpes de red (el equivalente a 8/10 tucuras por m2) es recomendable la aplicación de medidas de control químico en pasturas a base de alfalfa”, señaló un informe de la empresa. Según la compañía, además de tener control sobre tucuras, su producto se desempeña muy bien ante trips y pulgones, plagas que suelen provocar mayores daños antes situaciones de estrés hídrico como las que se presentan en esta campaña.

Su amor por la tierra y la vida bonaerense, y argentina, como se manifiesta en cada rincón, fue el del viajero, el del lector e investigador, el del escritor y editor, y como consecuencia de todas esas pasiones, también el del coleccionista. Lo cautivaban los orígenes de construcciones, pulperías, estancias, las historias de quienes las habitaron, sus costumbres y tradiciones, los enseres y utensilios, la olvidada labor de una misión jesuítica en plena pampa, las piezas arqueológicas que revelan secretos de otras eras en la vida de este suelo, las sequías y las inundaciones que lo asolaron. Carlos Antonio Moncaut nació en una escuela rural bonaerense, el 8 de junio de 1927: la de la localidad Angel Etcheverry, partido de La Plata, donde se habían radicado su padre, Carlos, originario de “el Azul”, y su madre, Flora Castrillón, quien era allí directora, maestra, portera. Cursó el secundario en el Colegio Nacional “Rafael Hernández” platense, y durante esos años empezó a incursionar en tren hacia Coronel Brandsen: con un amigo, se bajaban en la estación Gómez y desde allí emprendían una larga caminata hacia parajes donde observaban pájaros, nidos y especies de la flora local. Al mismo tiempo indagaba en archivos y bibliotecas. En 1957, buscando datos en la hemeroteca de la Universidad Nacional de La Plata, sobre la historia de un barquito que se adentró, hasta anclar, en la laguna de Chascomús, un proyecto que buscaba una ruta fluvial entre Buenos Aires y Dolores, no se percató de la hora del cierre ni los empleados de su presencia, y permaneció allí durante toda la noche. De esa investigación resultó su primer libro: “Viaje del vapor Río Salado del Sud de Buenos Aires a Chascomús, en 1857”. El tema de esa aventura también apareció en “Biografía del río Salado de la provincia de Buenos Aires”, que escribió y fue impreso en 1967 en el mimeógrafo de un Centro de Estudiantes de la Universidad de La Plata. Diez años después, “Estancias bonaerenses. Historia y tradición”, mereció, como la obra antes mencionada, la Faja de Honor de la Sociedad de Escritores de la Provincia. En 1978 apareció “Pampas y estancias. Nuevas evocaciones de la vida pastoril bonaerense”, complemento del volumen

macenes y pulperías, vestigios de asentamientos indígenas, montes de talas, señales de vida, de lucha, de trabajo y arraigo. Para interpretarlas correctamente, estudió arqueología, paleontología, etnología, botánica, zootecnia. Moncaut escribía como respondiendo a un mandato interior. Quizás esa fuera la raíz de su humildad. Cosechó amigos, corresponsales y lectores en todas partes. Fue inseparable de su esposa, María Teresa Barberis. Durante los viajes y en la cotidianeidad compartida ella lo secundó incansablemente en sus afanes y sus sueños.

Generoso divulgador

ARCHIVO

Carlos A. Moncaut conoció palmo a palmo el territorio bonaerense anterior. En dos tomos también, editados en 1996, en su propia editorial, “El Aljibe”, “Estancias viejas: historia, audacia, coraje y aventura”. constituye otro aporte a la recuperación de los orígenes de establecimientos como “Estanzuela” en el Valle de Conlara (San Luis); “La Belita”, en General Villegas; la historia de George y Ralph Newbery en su estancia “Media Luna” de esa zona, y las travesías que los llevaron hasta el Sur; la de John Miller y William McClymont en “La Caledonia” y “La Cabaña”, en Cañuelas; la de las estancias que inspiraron a Benito Lynch. Escritos de este último, poemas de Lugones, documentos, fotos, mapas, dibujos de Enrique Rapela, Montero Lacasa, E. M. Real de Azúa, Raúl Roux, M. Martínez Parma y muchos más, le suman a los datos rigurosos del investigador una trama de sentimientos, de

Se internó por los caminos reales donde descubría viejos almacenes y pulperías, restos de otras épocas registros y talentos que animan su narrativa y hacen apasionante la lectura de sus libros. “Travesías de antaño, por caminos reales, postas y mensajerías” (1993) incluye testimonios de integrantes de la familia Dávila, descendientes de los que fueron dueños de las galeras que hasta 1913 viajaban entre Dolores y Ajó. El escritor siguió esas huellas en los viajes que emprendía, lejos del asfalto, por caminos reales y de tierra, donde descubría viejos al-

Su biblioteca, de unos 40.000 volúmenes, fue definida así por Julián Cáceres Freyre: “No responde a la monomanía de mero acaparador de libros, sino que constituye la herramienta de trabajo serio y eficiente para la divulgación del conocimiento de la historia, del folklore y todo cuanto de noble ha tenido nuestra pampa, que permitió a nuestro país figurar entre los primeros del mundo”. También escribió, y editó “Los más remotos orígenes de Ranchos”; “Coronel Hilario Nicandro Lagos -1840/1895”; “Reducción jesuítica de Nuestra Señora de la Concepción de los Pampas -1740/1753”; “La Plata, crónicas de un siglo -1882/1982”; “Andanzas y aventuras de Guillermo Enrique Hudson”; “Amanecer del Pago de la Magdalena”; “Un accidentado viaje de vacaciones entre Mar del Plata y Tandil en 1880”; “Pulperías, esquinas y almacenes de la campaña bonaerense 1575/2001”, dos tomos; “Inundaciones y sequías en la pampa bonaerense -1575/2001”; “Ranchos y su comarca –Desde su prehistoria hasta 1851”. Fue incorporado a la Academia Argentina de la Historia en abril de 2003. Recibió numerosos premios y fue declarado Ciudadano Ilustre de La Plata en 2005. Colaboró en Rincón Gaucho y en el diario “El Día”, de La Plata, entre otras publicaciones. Quizás sentía que la poesía y el canto expresan la esencia de esta tierra que tanto amó y que hizo conocer en sus libros. En la solapa de uno de ellos, dice: “Una hora después sólo sonríe sobre la estancia vieja el titilante fulgor de las estrellas. Entonces, también escucho a mi madre: «Se vino la noche/ copándose al sol/ y sobre los campos/ su manto tendió./ El ojo ‘e la luna/ se puso a vichar:/ farol de los gauchos/ en la oscuridá…»”.