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I
ESPECTACULOS
Miércoles 25 de julio de 2012
BAMBALINAS
!!
POR PABLO GORLERO
NUEVA SALA
la autora. La obra se estrenará el 24 de agosto a metros del Obelisco, en Espacio Abierto (Pje. Carabelas 255). Magalí, además, forma parte del elenco de Código de silencio, obra ideada de Marisol Otero y Martín Repetto, dirigida por Mariano Caligaris, que subirá a escena los lunes de agosto, en El Cubo.
El turno de Hasta Trilce Cincuenta personas vinculadas con el ambiente artístico y el periodismo festejaron con un asado la apertura oficial de una nueva sala de peculiar nombre: Hasta Trilce, gestión de los artistas Nayi Awada, Tomás Bradey, Paula Bradey y Sebastián Bradey. Construido en una vieja casona entre los barrios de Boedo y Almagro (Maza 177), donde estaba el depósito de una editorial, la nueva sala abrirá sus puertas en agosto. Será un nuevo espacio dedicado a la investigación, la creación artística y la producción de distintas disciplinas teatrales, musicales y el pensamiento filosófico. Dentro de la programación se destaca Escena en Diálogo, un ciclo curado por Miguel Galperín en el que se estrenarán variadas manifestaciones artísticas de talentosos creadores como Andrea Servera, Bea Odoriz, Valeria Martinelli, Pamela Mokobodsy, Marcelo Delgado, Marcos Franciosi, Carlos Trunsky y el propio Galperín. Hasta Trilce cuenta con 120 localidades y hasta un foso para orquesta, además de tres bocas ciegas sobre el escenario y un balcón. A su vez, cuenta con un bar con capacidad para 150 personas que también dará lugar a shows musicales. El viernes 17 de agosto se estrenará la obra Los invertebrables, del grupo TIT, de Ana Cinkö y Raúl Zolezzi.
QUIROZ
Cuatro obras al mismo tiempo
Magalí Sánchez Alleno, en Baby Boom en el paraíso
DUCTILIDAD
Magalí Sánchez Alleno Sin dudas, una de las intérpretes más dúctiles del teatro musical en la Argentina es Magalí Sánchez Alleno. Perfil bajo, talentosa y bellísima. Capaz de encarnar en forma magistral el protagónico de La Bella y la Bestia y El fantasma de la ópera o de sobresalir en un papel casi mudo en La novicia rebelde. Este año se lanzó a encarnar su primer unipersonal musical, para alternar con su personaje Genoveva en el programa Animapaka, de Paka Paka. Se trata de Baby Boom en el paraíso, una obra de la dramaturga costarricense Ana Istarú, dirigida por Carlos Micelli, que cuenta las vicisitudes de una mujer deseosa de tener un hijo, contra viento y marea. “Ha sido para mí un honor verme premiada en España con un tema caro a nosotras las mujeres, como lo es el del embarazo y el alumbramiento, tema por alguna extraña razón expulsado del paraíso de la literatura, no sé si por tratarse de un hecho tan extravagante e insólito, no sé si por ser masculina la mano que casi siempre empuñó la pluma. Pretendo por lo tanto con esta comedia develar, para quien no las sospeche, la odisea física y la conmoción emocional que entraña, para nosotras, privilegiadas por natura, el nacimiento de un bebé”, dijo
Blanca Portillo
Walter Quiroz sigue reafirmando su profundo compromiso con las tablas. Mientras trabaja en El especulador –la exitosa obra que dirige Francisco Javier en el San Martín–, prepara tres obras para subir a escena antes que termine en año. No tendrá que correr demasiado porque las tres se podrán ver en el Centro Cultural de la Cooperación, frente al San Martín. A fines de agosto se volverá a presentar Los poetas de Mascaró, un espectáculo de poesía que se hizo el año pasado y se reestrena con motivo del lanzamiento del libro homónimo, que incluye poemas de Juano Villafañe y Leonor García Hernando, entre otros. Unas semanas después estrenará la nueva propuesta del joven y talentoso director Mariano Dossena, con El otro Judas, encarnando al personaje bíblico en la personal visión del consagrado escritor argentino Abelardo Castillo, con un joven elenco entre quienes se destaca Talo Silveyra. Esta obra de Castillo ha sido reeditada este año, luego de que pasaron 50 años de su primer versión, y Castillo apoya mucho el proyecto de llevar nuevamente sus letras al escenario, tanto que se organizará para fines de septiembre, previo al estreno, una charla donde contará algunas intimidades de su concepción literaria. Y el último bimestre del año lo encontrará también reestrenando Espectros, de Ibsen, junto a Ingrid Pelicori, del mismo director y en la misma sala de los poetas. Son tres propuestas producidas por Pablo Silva. CHICA ALMODOVAR
Vuelve Blanca Portillo
Walter Quiroz
La ex chica Almodóvar Blanca Portillo es una actriz impactante que ya protagonizó en el San Martín una versión de La hija del aire inolvidable para quienes la hayan visto. Acaba de estrenar una nueva versión de otro clásico de Pedro Calderón de la Barca con su Compañía Nacional de Teatro Clásico, dirigida por Helena Pimenta. Se trata de La vida es sueño, obra en la que encarna al personaje protagónico: Segismundo (hace tiempo ya había encarnado a Hamlet). Esta misma versión, con ella a la cabeza del elenco, hará una temporada en el San Martín el año próximo, a partir de abril.
TEATRO
((((( MUY BUENA
DRAMA
Agamenón. Volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo Aguda y arriesgada reflexión sobre la violencia cotidiana AUTOR: RODRIGO GARCIA L PUESTA EN ESCENA Y DIRECCION: EMILIO GARCIA WEHBI L INTERPRETES: PABLO SEIJO, EMILIO GARCIA WEHBI Y MARCELO MARTINEZ L VESTUARIO: MARIANA PAZ L MUSICA: MARCELO MARTINEZ L VIDEO: SANTIAGO BRUNATI L ESCENOGRAFIA: JULIETA POTENZE L SALA: BECKETT TEATRO, GUARDIA VIEJA 3556 L FUNCIONES: SABADOS, A LAS 22.30 L DURACION: 60 MINUTOS. L
El director Emilio García Wehbi se propuso llevar a escena tres obras del dramaturgo argentino radicado en España Rodrigo García. Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta fue la primera de ellas, mientras que para la tercera, una versión profundamente singular de Rey Lear, habrá que esperar al próximo año. Ahora, acaba de estrenar la segunda de las piezas: Agamenón. Volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo. En cuanto al texto dramático deberíamos decir que se trata de un Rodrigo García auténtico. Poca línea narrativa pero ampliamente conceptual. Cada una de las escenas forma parte de un relato que van a ofrecer los dos actores en escena más el músico y que puede resumirse en la llegada a casa del supermercado y la propuesta de salir afuera: al campo y a un local de comidas rápidas, luego de, como indica el título, fuertes golpes a la familia por parte del padre. Está más que claro que si centramos la atención en el argumento poco hay para decir, ya que el trabajo de García consiste en ubicar su discurso en situaciones cotidianas propias de un sistema económico capitalista y a partir de allí trabajar algún tipo de punto de inflexión que permita pensar, a esas prácticas cotidianas, de un modo totalmente distinto y siempre atravesadas por la violencia. El modo en que el capitalismo se entromete e interviene en nuestros vínculos y en nuestras relaciones familiares es uno de esos tópicos. Aquel que tenga experiencia en el teatro del director García Wehbi se encontrará con un texto que no necesariamente está a la altura de los del propio director, quien suele ofrecer reflexiones
Escena de la obra del dramaturgo Rodrigo García más agudas sobre el mismo tema en obras de su autoría. Pero sí hallará una escena en algún punto atípica para un director que nos tiene más acostumbrados a propuestas más sombrías y menos lúdicas. Pablo Seijo es quien lleva adelante el texto mientras García Wehbi lo acompaña dándole el pie para las diversas transiciones al tiempo que teoriza, por ejemplo, sobre el modo y el valor de lo que entiende como una buena cachetada. El trabajo de vestuario colabora y mucho con la producción de sentido, tanto en la primera escena –con un look de narcotraficante latinoamericano en decadencia– como en la última, donde representan al conocido payaso de la casa de comidas rápidas. Y es precisamente ahí en donde Wehbi encuentra el mejor momento del espectáculo, operando por condensación y repetición, al tiempo que genera una ominosa sensación de riesgo. Una olla con aceite hirviendo que
es usada para hacer alitas de pollo frito amenaza mientras todo se desborda en la escena en la que arman literalmente una montaña de basura con toda la violencia posible. Pero que quede claro: lo payasesco y lo hilarante no le quitan densidad a un planteo que va a dejar al espectador con la certeza de haber visto un gran espectáculo pero con el sabor amargo de no encontrar, en la escena más o menos cercana, una salida más allá de que irónicamente el espectáculo finalice con la placa televisiva animada: “Esto es todo amigos”. Es allí y en las proyecciones de la industria cultural que García Wehbi proyecta donde podemos entender los distintos mecanismos de constitución de subjetividad, una subjetividad hecha a imagen y semejanza de un sistema que la necesita preparada para ser víctima y productor de violencia.
Federico Irazábal