12
ULTIMA PAGINA
I
Viernes 2 de diciembre de 2011
AUTORRETRATO
PALABRAS
Un espacio experimental en busca de la entrevista soñada: el elegido se interroga y se fotografía
Detergente, papas y un príncipe –¿Usted es o se hace la simpática? –En general tengo buen humor y hago muchos chistes cuando me siento cómoda y entre gente conocida, o cuando estoy trabajando. Pero también soy espantosamente tímida cuando voy por la calle y eso se traduce en una cara seria y hasta antipática. Y cuando me enojo… ¡no soy nada simpática!
–¿Cuánto espacio ocupa la actuación en su vida? –Mucho. Lo necesito. Actuar es una especie de motorcito que me llena de energía y me da motivos para seguir creyendo en que siempre hay algo nuevo por descubrir. Cuando no actúo por falta de trabajo me entristezco mucho.
–¿Alguna vez pensó en dejar de actuar y hacer otra cosa? –Sí, cada tanto me agarra un ataque de “qué ganas de largar todo e irme a plantar papas”. Me pregunto cómo me sentiría plantando papas…
–¿Y si no fueran papas? –Seguramente me iría a vivir a Córdoba, o me dedicaría a algo que tuviera que ver con los animales, o las artesanías, o viviría más cerca de la naturaleza.
La actriz Mirta Wons se presta al desafío de una charla consigo misma. Primero se trata de usted, después se tutea, y sueña por por un rato con una vida alejada de la actuación y cercana a las hortalizas. Aunque otros sueños la perturban un poco más
perfumantes de ropa, detergentes varios, etcétera.
–¿Qué soñabas ser cuando fueras grande? –Varias cosas: arqueóloga, profesora de historia medieval, tener un quiosco o librería artística. Salvo el quiosco, el resto de los sueños no los perdí.
–¿Con quién se iría? –Con mi príncipe, que seguramente no será azul, estará desteñido, y probablemente pelado, pero para mí siempre será mi príncipe.
–¿Qué góndola no podés dejar de recorrer en el súper? –Limpieza. Me compro toooodos los productos antibacteriales, desodorizantes,
–¿Tenés algún sueño recurrente? –Sí, que camino por la calle y cuando me doy cuenta estoy desnuda. Me despierto siempre. Otro: que me caigo en caída libre. Por suerte, siempre tengo un psicólogo a mano.
Humor petiso Por Diego Parés
Walter Riso es terapeuta y escritor. Acá, un fragmento de su libro Manual para no morir de amor.
Producción: Yamila Schmies
Gaturro Por Nik
¿Por qué nos sentimos tan bien con los amigos? ¿Qué mantiene esa alegría compartida? Cuando estamos con ellos, queremos contarnos cosas y escuchar. ¿Qué hay allí? Complicidad y una mezcla encantadora de humor/sintonía. Hay cierta honestidad implícita, cierta lealtad que facilita la comunicación y la hace más fluida. Podríamos decir, siguiendo a Montaigne, que los verdaderos amigos son como una extensión de uno: “La propia alma en cuerpo ajeno”. La pregunta que surge y que genera polémica es la siguiente: ¿podemos ser amigos de nuestra pareja? En contra de lo que sostienen algunos pensadores, yo creo que sí y no sólo lo creo sino que lo considero imprescindible. Con la “pareja amiga” no tienes que explicar el chiste, la risa llega antes de que termines de contarlo, el humor es tácito y compartido; no sólo haces el amor, también “haces la amistad”. El mito nos enseña que las personas opuestas se atraen, y no es verdad. Cuando hay más desencuentros que encuentros y te ves obligado a sustentar y defender tus puntos de vista como si estuvieras en un estrado judicial, estás en el lugar equivocado y la persona inapropiada. Hay incompatibilidades que no son fáciles de llevar y cuya presencia, muy posiblemente, afectará la amistad en la pareja. Por ejemplo, la ideología, los proyectos personales, la religión, las posiciones éticas, la actitud frente a la vida, y otras cuestiones vitales que reflejan visiones del mundo encontradas. Si existe un acuerdo sobre lo fundamental, te indignarán las mismas cosas. Habrá cierta paz en el ambiente. Pero falta algo más: el ágape. La ternura es lo opuesto a la violencia, implica el cuidado amoroso de quien te necesita: la dulzura actúa como un sistema defensivo contra la agresión y el irrespeto. Hay ocasiones en que por carencia o por alguna fatalidad, tu pareja pasa a un primer plano y tu yo da un paso atrás. En esos momentos, la democracia se rompe, no por la fuerza de un amor impositivo, sino por el desequilibrio que genera la compasión frente al sufrimiento de la persona amada. Cuando amamos de verdad, preferimos sufrir nosotros que ver sufrir al ser amado; ocuparíamos su lugar gustosos si pudiéramos hacerlo.
Batu Por Tute
Jim, Jam y el otro Por Max Aguirre
Macanudo Por Liniers
La foto que habla Por Nik