Después de 30 años, el Coliseo muestra todos sus ...

los monumentos más visitados del mundo, que recibe ... Coliseo, monumento que, según se recordó ... San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir. Discípulo de ...
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CULTURA

I

Domingo 17 de octubre de 2010

PATRIMONIO s UNO DE LOS MONUMENTOS MAS VISITADOS DEL MUNDO

MIENTRAS TANTO

La filosofía de perder el tiempo

Después de 30 años, el Coliseo muestra todos sus secretos

L

Desde el martes se podrá caminar por los corredores subterráneos y el tercer anillo POR ELISABETTA PIQUE CORRESPONSAL EN ITALIA ROMA.– Hace casi 2000 años, por la Puerta Libitinaria –que los romanos habían dedicado a la oscura Libitina, diosa de las sepulturas–, salían los cadáveres. Ahora, por ese mismo acceso, podrán ingresar los turistas que, por primera vez, podrán pisar los sobrecogedores subterráneos del Coliseo, donde se preparaban gladiadores, actores y fieras. Y también podrán visitar su tercer anillo, a 33 metros de altura, desde el cual se abren vistas espectaculares sobre la Ciudad Eterna. Si siempre fue un must una recorrida por el anfiteatro Flavio, uno de los monumentos más visitados del mundo, que recibe casi 19.000 personas por día (tuvo cuatro millones de visitantes de enero a septiembre), a partir de pasado mañana la experiencia podrá ser más completa. Luego de meses de trabajos de restauración será posible realizar dos nuevos recorridos que develan los secretos del Coliseo: si antes podía visitarse solamente un 35% del gigantesco teatro que hizo construir el emperador Vespasiano en el año 72 d. C., ahora podrá verse el doble, es decir, el 70% de su superficie. Ahora, al ingresar por la inquietante Puerta Libitinaria podrán recorrerse los hipogeos del anfiteatro, esos corredores subterráneos que ocupan todo el espacio de la arena, que los visitantes tienen ante sí no bien ingresan al monumento. Allí, hace casi 2000 años, centenares de hombres semidesenudos trabajaban como en una mina para que el anfiteatro Flavio, la más compleja “máquina” de hacer espectáculos del

JUANA

LIBEDINSKY Lo sorprendente es que si bien uno está postergando lo que no tiene ganas de hacer, no es que se esté feliz por esta demora EFE

Icono de la capital italiana, el Coliseo muestra al público las galerías subterráneas y las gradas superiores Imperio Romano y del mundo, no se detuviera ni decepcionara a los miles de espectadores (45.000, aunque también se habla de 73.000). Allí, se maniobraban plataformas y montacargas. Se preparaban las escenografías, y a los gladiadores y fieras para los combates. El producto más “vendido” del teatro, de hecho, era la muerte: los cadáveres debían sacarse rápido por motivos de higiene y, para esto, estaba la Puerta Libitinaria, conectada a los subterráneos y a la arena. Los libitinarios eran, en Roma, los empresarios de las pompas fúnebres y Libitina, la diosa de la sepultura. Si esta macabra zona subterránea se mantuvo a lo largo del tiempo –y

hoy es por primera vez visitable–, es porque en el siglo V quedó enterrada, según explicó en una presentación a la prensa Rossella Rea, directora del Coliseo. Sólo volvió a descubrirse a principios de 1800.

Vista colosal La otra parte recién restaurada –por un costo total de casi 3 millones de euros– es la del tercer anillo del Coliseo, monumento que, según se recordó, hasta hospedó una batalla naval para celebrar con toda la pompa su inauguración en el año 80 d. C. ante el emperador Tito, hijo del fundador, Vespasiano. En el tercer nivel, desde sus 33 metros de altura, la vista de los foros

ONDRES.– Es la noche del sábado. De otro lado del Atlántico, en la Redacción de Bouchard, en Buenos Aires, los editores avisan que ya está todo listo para recibir esta columna. Los dedos de esta redactora vuelan sobre el teclado para terminarla mientras la cabeza maldice, una vez más, por qué se dedicó la tarde a leer revistas viejas de jardinería cuando se odia la jardinería; a ver una película en la tele que ya había le había parecido mala las dos primeras veces que la vio y a ordenar la caja de cables y enchufes según fueran de plástico negro o gris, entre una serie de actividades igualmente apasionantes. Todo, por supuesto, con tal de no hacer lo que había total conciencia de que se debía estar haciendo. Un caso típico, es decir, de procrastinación. Con esta curiosa palabra se designa a la ciencia, el arte o la patología, según cómo se lo mire, de dejar para mañana lo que se debería estar haciendo hoy. Pero hay más. Según argumentan una serie de académicos en una compilación de ensayos sobre el tema publicado por Oxford University Press con el nombre “The Thief of Time” (o “El ladrón del tiempo”, como se conoce, en inglés, a este hábito) se trata de una tendencia en el comportamiento que despierta preguntas psicológicas y filosóficas fundamentales. Para algunos, incluso, es un poderoso ejemplo de lo que los griegos llamaban akrasia, el hacer algo en contra del propio buen juicio. Porque lo sorprendente es que si bien uno está postergando lo que no tiene ganas de hacer, no es que se esté más feliz por esta demora. No sólo la angustia no permite disfrutar de las actividades que reemplazan al deber, sino que muchas veces se eligen actividades aún menos apetecibles que la que se está evitando encarar (y el cajón de artículos eléctricos en lo de esta redactora que nunca lució más ordenado que esta tarde es buena prueba). Para evitar la procrastinación hay varias propuestas. Algunas implican autolimitar las libertades como hacía Víctor Hugo, quien solía escribir desnudo y decirle a su valet que escondiese su ropa para que no pudiera salir cuando se suponía que tenía que estar escribiendo. Pero en el libro llaman a reflexionar sobre si la procrastinación no será, a veces, un impulso que debamos atender. Sostienen que hay dos tipos de procrastinación: la que es genuinamente akratica y la que nos está alertando que lo que se supone que tenemos que hacer, en el fondo, no tiene tanta importancia. El desafío es, entonces, saber cuál es el caso.

romanos, sobre la colina del Palatino, el Altar de la Patria, a lo lejos el barrio del Eur y el monte Mario, deja sin aliento. En esta área, sobre la base de una vieja columna, salta a la vista la firma, realizada con un clavo, de Gary Cooper, resabio de la visita del mítico actor de Hollywodd a fines de los años 50. Para disfrutar de este Coliseo renovado, nunca antes visto, se prevén visitas guiadas para grupos de 25 personas, que deberán pagar una ulterior entrada de 8 euros, que se suma a los 12 que cuesta el ticket normal (que vale 48 horas y sirve para visitar también las bellísimas ruinas del Palatino y los Foros Romanos). Pero vale la pena.

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Culto católico Santoral. San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir. Discípulo de los Apóstoles, segundo sucesor de San Pedro en la sede episcopal de Antioquía, fue -con San Policarpo- el más ilustre de los Padres Apostólicos. Liturgia. Hoy se leen el libro del Exodo (17, 8-13) y el Evangelio de San Lucas (18, 1-8).