CUD: una alternativa de liberación para tanta prisión
Bermúdez al 2000, solamente faltan 6 cuadras para llegar. Estoy viajando en el colectivo hacia el Penal de Devoto. Cerca mío está sentada una mujer que mira con la misma insistencia la altura de la calle a través de la ventana. Tiene una bolsa grande de compras entre sus piernas que está apoyada en el piso y además, lleva una mochila puesta. Seguro va al Penal, pero con otra intención. El colectivo se pasa. La mujer se para y se pone frente a la puerta y yo me paro detrás. El colectivo frena, la mujer se baja y yo la sigo.
Descubrir Es el momento, cruzo la puerta. Del otro lado, un detector de metales, las rejas, los gendarmes, los pasamanos y las llaves que todavía mantienen vivo ese imaginario de la cárcel. Después de un largo camino de máxima seguridad, aparece un pasillo con las paredes pintadas de un color crema, con cuadros colgados de distintas pinturas con colores vivos. La última reja es distinta, enseguida se acercan dos presos a saludarnos y nos dan la bienvenida. Parece que nos estaban esperando. Nos muestran la biblioteca, la sala de música, las aulas donde se dictan, entre otras carreras, la de Derecho, Administración de Empresas y Filosofía y Letras. En una de las aulas hay sillas puestas en ronda. Los estudiantes que fueron de visita y los presos, que también decidieron ser estudiantes, se sientan para comenzar con la charla. En el pizarrón se lee en una cartulina pegada: Proyecto de Ley de Cupo Laboral para Personas Liberadas.
Aprender En su obra Las otras Jaulas, Eduardo Galeano dice: “(…) Los presos son pobres, como es natural, porque sólo los pobres van presos en países donde nadie va preso cuando se viene abajo un puente recién inaugurado, cuando se derrumba un banco vaciado por los banqueros o cuando se desploma un edificio construido sin cimientos(…).” Gastón tiene aproximadamente 30 años y hace 11 años que está preso. Terminó el secundario en Devoto y hace 2 años estudia en el Centro Universitario Devoto. Cuenta cómo surgió el proyecto de ley que ingresó a la Legislatura: “Esto no salió en el Pabellón porque nos fumamos uno. Resulta que a un par de pibes les empezaron a dar herramientas y se empezaron a relacionar con las personas con una idea antropológica, la gente como objeto de estudio.” Y agrega: “Nosotros no creemos que uno nace ladrón. Yo estudio hace dos años y reincidí porque no estudiaba.” Se queja de la vigencia de una política de inseguridad, que no es crítica de la realidad en la que ellos viven. “Es mentira que entras y que salís, que comes caviar y tenés
aire acondicionado, que somos el enemigo de la sociedad, eso es todo para plantear una política de inseguridad, sin plantear porque los chicos roban, porque se drogan”, dijo Gastón. Carlos, tiene 40 años aproximadamente, se suma a la charla y explica que “tenés dos caminos en la prisión: o te lima, o te pudre. La decisión depende de uno. Es una lucha constante, y no solo en la educación, sino en la vida”. Dice que se considera un preso político, y no un preso común, porque por política él está ahí. “Esas políticas son las de clase de las que hablaba Marx y otros filósofos. Lo que se vive en la calle es diferente, es otra escuela. Fui adulto niño y viví en la calle que te devora. Tal vez, sino lo hubiese hecho, no estaría acá. Yo considero que hay gente que se somete a la barbarie. Si sos de Fuerte Apache la gente no te da trabajo y por eso, vos sólo tomas el mal camino. Empezás a robar primero por ignorancia, después como un oficio. No es que se sueñe con ser contador. Eso en el barrio no pasa. La Universidad no se sueña ahí, se sueña con un banco”, explicó Carlos. Y agrega: “Quiero que mis hijos, aunque no los vea, construyan Universidades en las villas para que, de esa manera, no cometan los mismos errores que cometimos nosotros.”
Resistir Más adelante, en su texto, Galeano sigue diciendo: “Continuamente, estallan motines en estas cárceles que hierven. Entonces las fuerzas del orden cocinan a tiros a los desordenados y de paso matan a todos los que pueden, con lo que se alivia la presión de la superpoblación carcelaria -hasta el próximo motín (…).” Santiago tiene aproximadamente 30 años de edad y le faltan pocos días para cumplir con su condena. Él, cuenta que “después de ese caminito errado que elegís, uno llega a la prisión o al cementerio. Cuando uno llega, se puede quedar en el Pabellón pidiendo medicación o pedís que te eduquen. El problema es que ahí uno no puede ser constante en el estudio. La realidad es otra. Entonces, uno renuncia al estudio y se topa con el servicio penitenciario o peor, se la agarra con los compañeros del Pabellón.” Según el Servicio Penitenciario Federal, hasta julio de este año, 15 de los 10070 presos en las unidades penitenciaras federales que optaron por ese camino errado del que habla Santiago, están fallecidos y, -según lo registra la Procuración Penitenciaria de la Nación-, 367 recibieron torturas o malos tratos.
Construir Gastón, aunque reniega de las condiciones en las que se está adentro de la cárcel al igual que Santiago porque “acá uno se tiene que mejorar y resulta que es todo lo contrario”, también encuentra una motivación al estudiar y participar de proyectos: “Yo no podía
estudiar y trabajar. Ahora leo, pero antes era trabajo y casa. Ahora salgo con mi novia, es distinto, quiero un laburo. A mí me negrearon durante mucho tiempo en una fábrica, por eso reincidí y encima no estudiaba. La verdad que no me daba el cuerpo y si, decidí tomar otro camino.”, explicó Gastón, quien además escribe para la revista “La resistencia” y participa de la banda “Portate bien”. Maximiliano tiene aproximadamente 40 años de edad. Sólo le quedan un año y diez meses de condena y cuando salga asegura que no quiere volver a entrar más. Él, es uno de los presos que coordina el Proyecto Ave Fénix que comenzó en 1997 donde se crearon la revista y la banda. Precisamente, como el ave mítica, los presos que decidieron estudiar y que también conformaron el proyecto de ley, buscaron la manera de resurgir de las cenizas, de transformar su realidad. Maximiliano, explica que con el proyecto de ley “queremos que las empresas nos den una oportunidad de cambio, una oportunidad de vida, y no que una vez que salgamos tengamos una sola alternativa: la de delinquir.” Recuerda que del 2007 al 2010 tuvieron dificultades con la continuidad del CUD y hace un pedido: “Cuenten lo que hacemos acá, para que nos conozcan, para que se acerquen si tienen ganas, para terminar con los mitos.” Así queda abierta la invitación, y así finaliza la charla.
Integrar Entonces, si de crear alternativas se trata, el CUD termina siendo una de ellas para los presos del Penal de Devoto. Cómo lo contaron Maximiliano Y Gastón, la idea es asegurar el trabajo que siempre costó encontrar afuera de la cárcel. Es porque todos sabemos que el trabajo dignifica y por sobre todo, uno vive con él. Y esto no sólo les corresponde a las pobres. Al fin y al cabo, como lo reflexiona casi al final de su texto Galeano: “(…) En realidad, bien se podría decir que presos estamos todos, quien más, quien menos. Los que están en las cárceles y los que estamos afuera. ¿Están libres los presos de la necesidad, obligados a vivir para trabajar porque no pueden darse el lujo de trabajar para vivir? ¿Y los presos de la desesperación, que no tienen trabajo ni lo tendrán, condenados a malvivir a los zarpazos?”. Parece que muchas veces olvidamos que presos no sólo son los pobres, e incluso, que nadie está exento de ser ni lo uno, ni lo otro.
Mara Pons.