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POLÍTICA
| Miércoles 7 de enero de 2015
tensión judicial el análisis
Un episodio sugestivo en medio de la guerra Joaquín Morales Solá
Con el apoyo del Gobierno, los rivales internos de Scioli buscan “deskirchnerizarlo” fpv. La ofensiva, a la que ayer se sumaron De Vido y Larroque, intenta mostrarlo
lejano al espíritu oficialista; Randazzo recorre provincias para instalarle competencia
—LA NACIoN—
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al vez la incursión de delincuentes en la casa del juez Eduardo Freiler, ayer, simplemente forme parte de la orgía del crimen que sucede en el país. La casa está en Olivos, a pocas cuadras de la residencia presidencial. Esto puede no significar nada. El único lugar seguro de Olivos es la casona que habita temporalmente Cristina Kirchner. Los delincuentes trataron sin suerte de abrir la caja fuerte del magistrado. Pero ¿qué delincuente no se dejaría seducir por la fascinación de una caja fuerte? Los ladrones aprovecharon que la mucama de la familia abrió la puerta de la casa para pasear el perro. Nada novedoso. La entrada o salida de personas es el momento que más usan los delincuentes para desvalijar casas en el norte elegante de la provincia de Buenos Aires. Podría, en efecto, ser uno más entre tantos hechos lamentables que suceden en la Argentina. Sin embargo, ocurre que el juez Freiler es miembro de la Cámara Federal que debe resolver si confirma, o no, el procesamiento de Amado Boudou en la causa por la compra de la imprenta Ciccone. Se esperaba, incluso, que esa Cámara dictara una sentencia a fines del año que pasó, antes de la feria judicial. Un misterio frenó la firma de la sentencia. Jueces que habían adelantado entre amigos su voto a favor de confirmar el procesamiento de Boudou, como Freiler, paralizaron de pronto su ímpetu justiciero. Otro juez había anticipado que confirmaría el procesamiento
Freiler está más cerca de la sospecha política que de otras especulaciones Gils Carbó desató una guerra de jueces y fiscales contra el poder político del vicepresidente por algún delito, pero no por todos los delitos esgrimidos en su momento por el juez Ariel Lijo. Una cosa es el razonamiento que el común de los mortales puede hacer del robo en la casa de Freiler; otra cosa es lo que debe estar pensando Freiler. ¿Por qué los delincuentes perdieron tres horas en tratar de abrir su caja fuerte? ¿Qué buscaban? ¿Fue un mensaje, acaso, para que no vuelva de las vacaciones con esos aires de independencia que mostró en los últimos tiempos? ¿Por qué no se llevaron otras cosas de valor, salvo algunas joyas? ¿Dónde estaba la custodia policial que, por lo general, suele merodear las casas de los jueces importantes del país? Una cosa es segura: Freiler está más cerca de la sospecha política que de cualquier otra especulación. Los jueces no creen en las casualidades. El caso que afecta al juez Freiler se produjo, además, en el contexto de una sublevación casi generalizada de la Justicia contra la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó. Es como decir que se trata de una sublevación de jueces y fiscales contra Cristina Kirchner. Ellas dos son casi una misma persona política. La furiosa reacción de magistrados y fiscales dejó al desnudo algo que se sabía, pero que no se había comprobado: Justicia Legítima es un conglomerado de ambiciosos y trepadores que no representa en nada al cuerpo estable de funcionarios judiciales. Justicia Legítima fue una creación casi personal de Gils Carbó, su inspiradora y conductora de facto, que al principio logró
cierta adhesión de funcionarios judiciales, adhesión que luego fue perdiendo. La designación de 18 fiscales generales, y la posibilidad del nombramiento de 1700 fiscales más, fue sin duda la obra más efectiva del cristinismo para controlar la Justicia. Si lo lograra, desde ya. El problema es que ninguna otra decisión contra la Justicia, ni siquiera la polémica reforma judicial que fulminó la Corte Suprema, fue tan resistida en los tribunales como las actuales y arbitrarias designaciones de Gils Carbó. La jefa de los fiscales terminó descerrajando una guerra de jueces y fiscales contra el poder político. Es la peor situación para un gobierno asediado por causas judiciales potencialmente peligrosas. Ni la Asociación de Magistrados ni la Asociación de Fiscales se hubieran pronunciado tan duramente contra Gils Carbó si sus dirigentes no estuvieran seguros de que expresan la opinión de la mayoría de sus afiliados. Ninguna de esas organizaciones podría correr el riesgo de un cisma o de una fractura. La dureza de esos pronunciamientos fue la confirmación explícita del pésimo estado de ánimo que serpentea entre jueces y fiscales. La última duda se disipó cuando la jueza Claudia Rodríguez Vidal aceptó considerar un pedido de amparo para frenar esas designaciones. Lo hizo después de que un fiscal se pronunció a favor de que resolviera sobre el pedido. El amparo es en este caso una medida cautelar de no innovar hasta que la Justicia se pronuncie sobre el fondo de la cuestión. En síntesis, lo que le piden a Rodríguez Vidal es que le ordene a Gils Carbó que vuelva atrás con sus nombramientos hasta que un tribunal resuelva si está en condiciones, o no, de hacer las designaciones. Rodríguez Vidal saludó a Gils Carbó, en el último día hábil del año pasado, con un pedido para que le envíe su opinión sobre el planteo. La jueza hizo lo que manda el procedimiento, pero le amargó a la procuradora la fiesta de fin de año. Las dos principales objeciones a las designaciones de Gils Carbó refieren al abuso de poder. Decidió, porque le conviene, aplicar sólo una parte de una ley que no está vigente, el Código Procesal Penal. Los únicos párrafos que tienen vigencia para ella son los que le dan poder para nombrar a nuevos fiscales, mientras el resto del Código tendrá que esperar uno o dos años más para estar operativo. ¿Se puede hacer eso? ¿Se puede aplicar una parte de la ley y otra, no? ¿Se puede, en definitiva, trocear una ley según el gusto y paladar de los que mandan? Designó, además, en lugares clave de la justicia federal a fiscales que tienen acuerdo del Senado, pero para prestar servicio en el interior del país. Es un desplante memorable a las facultades constitucionales del Senado, que está para dar acuerdos para misiones específicas, no para cualquier misión. Los nombrados son todos fiscales fácilmente manipulables por Gils Carbó. De ahí que una de las causas presentadas contra ella sea por instigación al delito. Llama la atención que la primera línea de la política opositora haya carecido de más palabras y actos dentro de una guerra que no debería tener sólo como protagonistas a jueces y fiscales. Casi todos los candidatos están en campaña cerca del mar. Las playas y los turistas forman parte del marketing de todas las campañas electorales normales. Pero la Argentina no es, desde hace mucho tiempo, un país normal. Eso lo entendió fácilmente ayer el juez Eduardo Freiler, cuando consideró que ni la insoportable normalidad del crimen era aplicable a su caso.ß
Massa apuntó contra Gils Carbó ^b^b^ El líder del Frente Renovador, Sergio Massa, dijo ayer que pedirá el juicio político de la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó. En declaraciones radiales, el ex intendente de Tigre explicó que buscará frenar la designación de fiscales afines al Gobierno con un amparo. Confirmó de esta manera lo que diputados de su partido habían adelantado un día antes.
^b^b^ “He instruido a los diputados Graciela Camaño y Adrián Pérez, y al legislador Mauricio D’Alessandro, a que avancen con una estrategia judicial para garantizar a los argentinos la independencia del Poder Judicial, que va desde un juicio político contra la procuradora a una acción declarativa ante la Corte (Suprema), más una cautelar contra las designaciones”, indicó Massa.
Mariana Verón LA NACION
Con pocos recursos ante la clara diferencia que hoy marcan las encuestas en favor de Daniel Scioli, el resto de los candidatos dentro de la primaria oficialista intentará, con aval del Gobierno, “deskirchnerizar” al gobernador en la carrera para las próximas elecciones. El nuevo concepto en la constelación K ya circula por los despachos oficiales como línea directiva después de que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, habilitó con su durísima crítica al mandatario al resto del gabinete a subirse a la pelea. Si primero fueron los propios postulantes, ayer se sumaron funcionarios nacionales como el ministro de Planificación, Julio De Vido, de buen diálogo con Scioli, que dijo que las fotos del gobernador en una presentación de Clarín en Mar del Plata “lastiman” al Gobierno, y consideró que “apuntan a la antipolítica”. Pero el más claro gesto de las órdenes de Olivos lo envió el diputado y secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque. “Mal que le pese a Scioli, el grupo Clarín quiso que le vaya mal a la gente”, le dijo a la agencia Télam. Agregó que le cuesta “entender que Scioli esté contento por la excelente temporada de verano que está teniendo la Argentina y vaya a festejarlo con aquellos que bombardearon a la sociedad durante todo el año para tener un diciembre explosivo y un verano muy malo”. Lejos de aplacar la batalla, en el oficialismo se sienten cómodos con la pelea, sobre todo porque la diferenciación que marca el gobernador al aparecer con el enemigo número 1 del Gobierno, el Grupo Clarín, le da argumentos para posicionarlo en contra. Hasta ahora, Scioli había reconvertido su perfil para acercarse sin cuestionamientos al kirchnerismo. Para el Gobierno, esa estrategia es contraproducente en su interés de poder ganarle la interna y lo que buscará en adelante es justamente quitarle el voto que responde únicamente a Cristina Kirchner. La gran incógnita es qué hará la Presidenta en junio, al momento de cerrar las listas de candidatos y las fórmulas que competirán en la
Scioli visitó ayer un hospital marplatense en el Día de Reyes primaria. En los hechos, ella marcó distancia con su advertencia de reclamar a los postulantes posiciones claras y, en lo que fue el dardo más directo al gobernador, sostuvo en su última cadena nacional que “las candidaturas son algo más que tener un color o sacarse una foto” a su lado. Tampoco en el gabinete hay consenso respecto de cómo actuar con Scioli. Quienes aspiran a competir con él fueron los primeros en criticarlo, como el ministro del Interior, Florencio Randazzo; el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, y el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. Pero la aparición de Capitanich y ayer la de De Vido sumó un condimento mayor. “Si Cristina no está de acuerdo, lo para en dos minutos”, apuntó un allegado a uno de los precandidatos. Incluso la frase del titular de Planificación causó sorpresa dentro del propio sciolismo, después de que la semana pasada De Vido se reunió con el mandatario y distribuyó una foto juntos.
En el elenco de candidatos K, el más activo en el armado contra Scioli es Randazzo, que juega en las provincias con sus propios aliados. Su mira está puesta en aquellos gobernadores que ya mostraron su afinidad hacia el bonaerense, como José Alperovich, en Tucumán. En noviembre estuvo con el intendente de la capital, Domingo Amaya, rival de la interna tucumana. En Mendoza, donde Francisco “Paco” Pérez es uno de los más fervientes aliados del sciolismo, Randazzo postula al ministro de Transporte provincial, Diego Martínez Palau. Le armó un acto a Fernando Espinoza en La Matanza, otro de los que impulsan un acuerdo con Scioli, para apoyar al diputado Carlos Gdansky y tiene planificado para fin de este mes ir a Río Negro, donde manda Miguel Pichetto, que ya expresó su favoritismo por el gobernador de Buenos Aires. Otra escala de enero será en Misiones, con Maurice Closs, que también coqueteó con el sciolismo.
El gobernador se repliega y confía en descomprimir la tensión En el sciolismo le bajan el tono a la disputa y apuestan a no dañar la relación con Cristina Jesica Bossi LA NACION
Esperar, sin hacer olas, hasta que se calmen las aguas y se descomprima la relación con Cristina Kirchner. Ésa es la consigna de Daniel Scioli, después de la tormenta que desató al interior del frente oficialista su asistencia a un evento costero del Grupo Clarín, enemigo declarado de la Casa Rosada. Cerca del gobernador, se aferran a la ilusión de que, como ocurrió otras veces, baje la tensión y el episodio quede limitado a otro “gesto” para diferenciarse de los sectores más duros, maniobra que el ex motonauta aplica en dosis calculadas para tallar una imagen propia dentro del universo kirchnerista. Ayer, en el sciolismo hacían un filtro conveniente de la nueva andanada de comentarios del elenco kirchnerista. Siempre optimistas, rescataron la intervención más mesurada de un puñado de funcionarios de cepa K, como Mariano Recalde, uno de los jefes de La Cámpora y presidente de Aerolíneas Argentinas, y el secretario de Seguridad, Sergio Berni. “Son todas opiniones personales, tanto las que nos atacan como las que no”, argumentó un colaborador de Scioli a la nacion. La frase no es inocente: tiene el propósito de transmitir que la réplica no fue una acción coordinada desde Olivos, sino que más bien estuvo anclada en los posicionamientos en la carrera por la sucesión. La teoría, claro, no coincide con la versión del Gobierno, que ayer encontró en el ministro de Planificación, Julio De Vido, un cruzado feroz. Más allá del contrapunto actual
y de la histórica resistencia que genera la figura de Scioli en el ala “pura”, en La Plata aseguran que no contemplan un escenario por fuera del Frente para la Victoria. Aun sin certeza sobre el plan electoral de la Presidenta, reconocen una escalada en la presión para condicionar a su jefe, pero descartan una jugada para expulsarlo del espacio. Con agenda de gestión en la playa, Scioli se mostró ajeno al debate y regaló juguetes en el Hospital Materno-Infantil de Mar del Plata. La misma táctica de eludir la polémica trazó a su gabinete, veda que sólo salteó Santiago Montoya, presidente del Grupo Provincia y aspirante a la gobernación bonaerense. “Me tienen harto los cuestionamientos a Daniel”, lanzó el funcionario, que suele moverse con mayor autonomía. Puntilloso en la comunicación y la construcción simbólica, Scioli siempre fue consciente del impacto de esa postal irritante para Olivos. El enigma es por qué lo hizo, cuando incluso en su riñón algu-
Cita playera con Closs ^b^b^ Como el año pasado, Daniel Scioli será anfitrión de gobernadores que aterricen en la costa atlántica. Pasado mañana se verá con el misionero Maurice Closs, en la inauguración del stand de verano de esa provincia. El mandatario es uno de los que tienen buena sintonía con el bonaerense. También participará del evento el intendente de Mar del Plata, Gustavo Pulti.
nos consideran clave promover una convivencia pacífica con Cristina. Ahora, el gobernador aguarda que merme la disputa y trabaja en la única carta que confía que puede salvarlo: las encuestas. Seguirá con actividades en la costa atlántica y caminatas para mostrarse cerca de la gente, mientras que los diálogos políticos correrán subterráneos. Como balance positivo, en el staff sciolista destacaban ayer las intervenciones de Berni –que atribuyó “buenas intenciones” a la discutida participación– y de su vicegobernador, Gabriel Mariotto, autor de la ley de medios. “El problema de ir a la casa de los caníbales es que uno puede ser la cena”, aseguró, lo que fue decodificado casi como una “excusa” a su compañero de fórmula. De lejos, la incursión más valorada fue la de Recalde. “Lo importante son los proyectos y las ideas, y no las formas y los gestos”, había dicho el camporista, temprano, en Radio La Red. El efecto duró hasta la tarde, cuando un cable de Télam reflejó la dura declaración de Andrés Larroque, secretario general de la agrupación fundada por Máximo Kirchner. “Que Scioli haya sido parte del marketing veraniego de Clarín tiene que ver seguramente con los extravagantes consejos de su hermano Pepe”, dijo, además de tildar al director del think tank DAR de hacer “operaciones de baja estofa”. La tirria entre José Scioli y el kirchnerismo se remonta a 2009, cuando sus críticas hacia el Gobierno ya eran indisimuladas. Luego, amasó una alianza electoral con Francisco de Narváez, que conservó hasta después de las elecciones legislativas de 2013. Hace meses se sumó a la ola naranja como emisario de su hermano mayor en las provincias. Anoche, ni él ni sus voceros respondieron el embate. En la gobernación, también prefirieron el silencio.ß
TÉLAM
Ayer Capitanich volvió a marcar su distancia con Scioli y citó a Joan Manuel Serrat. “Entre esos tipos y yo hay algo personal”, sostuvo. “Me parece que es necesario poner en claro las reglas de juego y quién es quién y con qué intereses y roles juegan”, agregó, para reforzar la idea que había lanzado el día anterior cuando le reclamó que definiera de qué lado está. La única voz más suave fue la del presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, integrante de la mesa de conducción de La Cámpora, que ensayó una suerte de perdón público. “Forma parte de la forma de ser de Scioli, no es la primera vez que va a Clarín. No es lo que a mí me gusta, no es lo que más me gusta de Daniel, pero hay que aceptar las diferencias”, resaltó. Las últimas encuestas que llegaron a la Casa Rosada explican, de algún modo, la reacción oficial: reflejan que un 38 por ciento del electorado votaría por la opción que elija Cristina.ß
Una escalada que no cede Con matices, en el kirchnerismo siguió la polémica con Scioli
Julio de vido miniStro de planifiCaCión
“Hay fotos que lastiman, porque apuntan y abonan a los enemigos de la política, apuntan a la antipolítica” Andrés lArroque diputado - la Cámpora
“Mal que le pese a Scioli, el Grupo Clarín quiso que le vaya mal a la gente” GAbriel MAriotto viCegobernador
“El problema de ir a la casa de los caníbales es que uno puede ser la cena” MAriAno recAlde pte. aerolíneaS argentinaS
“Lo importante son los proyectos y las ideas, yo me fijo en eso y no las formas, en los gestos o en las fotos”