Comunión “Somos un solo cuerpo porque ... - pastoral juvenil sd

5 jun. 2017 - el mundo a llevar esta Buena de Salvación a toda la gente. ...... Escúchenme, islas; atiendan, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y.
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Valor del Mes:

Comunión

Lema del Mes:

“Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan” (1 Cor 10, 17)

Plan de Pastoral Junio 2017

Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan

Acción Significativa del Sector: Realizar el Triduo de Adoración Eucarística en el Sector. Hacer un encuentro de todos los grupos de vida, comunidades, movimientos apostólicos de los sectores y de la Parroquia. Acción Significativa en la Familia: Hacer un paseo de toda la familia o una reunión con los de la familia (abuelos, padres, hijos, hermanos, tíos…) Índice Primera Parte: Lectura orante Lema del Mes: 1 Cor 10, 17. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Vigilia de Pentecostés. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 Primer Encuentro de Evangelización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Acción Significativa del Sector: Triduo de Preparación a la Celebración de Corpus Christi. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 Segundo Encuentro de Evangelización………... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 Tercer Encuentro de Evangelización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 Segunda Parte: Celebraciones Dominicales, Lecturas de la Palabra de cada día y Meditación diaria del Evangelio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Celebración Corpus Christi. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 Colaboradores: José Danilo Piña, (Diócesis San Juan de la Maguana), Comisión Arquidiocesana de Animación Bíblica, P. Valerio Baines Sanz, oar, P. Gregorio Santana y Pbro. Daniel Lorenzo Vargas Salazar (Santo Domingo). Coordinadora: Eugenia López Diagramación y Arte final: Jesús Pérez Portadas: Giantfranco Santos Impresión: Editora Amigo del Hogar / Manuel María Valencia No. 4, Santo Domingo, D. N. / Tel.: 809.548.7594 / Para contacto Vicaría de Pastoral, Correo Electrónico: guiamensual.vipastoral@arzsd., [email protected] Teléfonos: 809-682-0815, 809-685-3141, Ext. 261-262, 809-221-3126 Redes Sociales: www.facebook.com/vicariadepastoralsantodomingo

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Lectura Orante 1 Cor 10, 17

“Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan” Orientaciones: La comunión es un distintivo del cristiano y la misma se va descubriendo en las páginas de las Sagradas Escrituras. La Lectura Orante es una meditación personal o comunitaria, en ésta última debe haber un responsable, pero su función es dirigir la lectura y organizar el encuentro, pero todos debemos tener una participación activa. Duración: No más de 30 minutos 1. Invocación al Espíritu Santo Uno de los presentes invoca la presencia del Espíritu Santo, para que haciendo morada en nosotros transforme nuestras divisiones en unidad conforme a la Palabra de Dios. 2. Leo el texto de 1 Cor 10, 17 Leemos detenidamente el texto en dos ocasiones en voz alta y de ser posible en traducciones distintas (Biblia de Jerusalén o la del Pueblo Peregrino, entre otras), luego cada persona lee en silencio. 3. Medita (Qué me/nos dice la Palabra) ¿Quién habla en la lectura y a quiénes va dirigida? ¿Qué nos dice? ¿Para qué y por qué hay que estar unidos? ¿Es posible la unidad a pesar de nuestras diferencias? ¿Me siento que formo parte de un solo cuerpo o estoy separada/o, por qué? ¿Qué significa la comunión? Reflexión Pablo luego de formar la comunidad de Corinto les escribe exhortándoles acerca de la unidad que se debe tener en relación a la filiación con el Señor; Corinto, al igual que nuestras comunidades, está compuesta por muchas personas y cada una de ellas con caracteres y costumbres distintas y eso puede en muchos momentos de la convivencia traer roces. Sin embargo, el apóstol nos recalca que somos uno al pertenecer a un solo Pan, uno solo es el Señor y una sola su promesa; como el cuerpo con muchos miembros así es la comunidad cristiana. Pablo invita a la sabiduría del discípulo de Cristo para no enredarnos en las diferencias, sino en lo que nos une. Nos recuerda que el discípulo es quien incorpora la sabiduría que procede de Jesús en su vida cotidiana y busca la unidad de la comunidad. 4. Ora (Qué le respondo al Señor) Ser discípulo exige de cada uno de nosotros un compromiso cada vez mayor, que me motiva la lectura a decirle, pedirle al Señor.

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5. Contempla y actúa (Qué inspira en mi vida la Palabra) ¿Qué actitud he de tener si quiero ser discípulo de Jesús? ¿Cuál es mi compromiso para mi comunidad, mi familia, mi parroquia? 6. Concluyamos con el Padre Nuestro, Ave María Gloria. Nos damos un abrazo fraterno y vivamos con gozo y como comunidad la Palabra que Dios ha puesto en nuestros corazones solicitando y acudiendo al llamado que Jesús nos está haciendo. Vigilia de Pentecostés 2017 3 de Junio 2017

Espíritu Santo, fortalece nuestra comunión y muévenos a la participación Orientaciones para esta Vigilia: La Vigilia de Pentecostés es un tiempo especial para invocar el Espíritu Santo sobre nosotros para que nos impulse a la comunión y a la participación. Se recomienda hacerla en la noche y preparar bien el salón, adornarlo con flores y símbolos del Espíritu Santo, el Cirio Pascual, poner los bancos en forma circular, alrededor de la mesa o colocar la gente en varios círculos agrupando a los de un mismo Sector o sectores cercanos. Se prepara el Altar en el centro. Se pueden colocar 12 velones que simbolicen los apóstoles reunidos y un velón más grande que simbolice a la Virgen que estaba con ellos cuando vino el Espíritu Santo (Hechos 1, 14). Estos velones se mantienen apagados hasta que se anuncie el mo­mento de Pentecostés. Preparar bien las moniciones, preparar los cantos adecuados, hacer la agenda con claridad y así saber lo que le toca a cada uno. Se preparan los diferentes símbolos que pide cada momento tal como se indica en cada uno de ellos. Pueden encargar a cada grupo o equipo de la comunidad y al grupo de jóvenes o de otro grupo que dirijan los diferentes momentos. Si es posible sería bueno tener un compartir en su comunidad para celebrar esta fiesta. Les ponemos sólo las lecturas y algunas indicaciones de signos si­guiendo un orden. Ustedes lo hacen como les quede mejor. No se olvi­den de tener momentos de oración en silencio que ayuda mucho para penetrar en la Palabra y es una oportunidad, para que el Espíritu Santo entre a nuestros corazones. 1. Cantos de animación sobre el Espíritu Santo (mientras se va recibiendo a las personas) 2. Monición de entrada Hace cincuenta días que en la Vigilia Pascual nos llenábamos de alegría y de gozo por la Resurrección de Jesús. Hoy de nuevo nos reúne el Señor

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para celebrar la fiesta de Pentecostés, cuando los apóstoles del Señor recibieron el Espíritu Santo que les regaló la alegría de vivir la comunión con el Señor y entre ellos y la valentía para participar en la misión de Jesús, siendo sus testigos en todas partes. Pentecostés, quiere decir cincuenta y era una fiesta de los judíos celebrada siete semanas después de la Pascua que, en un primer momento, era celebración del fin de la cosecha del trigo (Ex 23,14) y, que, más tarde, se convirtió en la fiesta de la renovación de la Alianza, celebrada por Dios y su pueblo a los cincuenta días de la salida de Egipto (cfr 2 Cron 15,10-13). Para nosotros los cristianos, Pentecostés ha pasado a ser el día de la cosecha del gran fruto de la Muerte y Resurrección de Cristo, que es su Espíritu Santo quien inscribe en nuestros corazones la ley de amor de la Nueva y Eterna Alianza sellada con la Sangre de Cristo en la Cruz. Desde aquel primer Pentecostés llenos del Espíritu comenzaron a compartir el pan de la Palabra y de la Eucaristía, a vivir la comunión y se lanzaron a proclamar el Reino y a dar los signos del Reino de paz, de justicia y de amor, iniciándose el tiempo de la Iglesia que concluirá en la eternidad apoyados en ese mismo Espíritu. En este Pentecostés del año de la participación activa en grupos, comunidades y en asociaciones invoquemos el Espíritu de Jesús, para que genere cada vez más la comunión con el Señor y entre nosotros, sea nuestro maestro que nos forme para participar mejor en la obra de Jesús que es su Reino y de ese modo podamos hacer realidad nuestro lema: “Quien se forma y participa a la Iglesia vivifica”. 3. Canto: Vamos cantando hasta que baje su poder. 4. Inicio de la vigilia Animador/a: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con ustedes. Oremos unos por otros para que el Espíritu Santo haga crecer entre nosotros la comunión que se expresa en la participación activa y fecunda, llenos de su alegría y de su valentía. -Momento de silencioOremos: Señor Jesús, junto con tu Padre, has cumplido la promesa de enviarnos el Espíritu de lo alto. Hoy te pedimos que reavives en nosotros la presencia de tu Espíritu Santo, que es tu fuerza que nos une y nos hace creativos para vivir la comunión en nuestra comunidad. Haz que se derrame con fuerza sobre nosotros tu Santo Espíritu que nos lleve a vivir una participación en tu vida y en tu misión. Que sea tu Espíritu que nos guíe como maestro interior durante esta Vigilia, para que sea una hermosa experiencia de comunión contigo y entre nosotros que nos mueva a participar más y mejor en la misión de tu Reino .Te lo pedimos a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

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PRIMER MOMENTO Espíritu Santo, muévenos a participar más y mejor del misterio de Jesucristo 5. Monición: En este primer momento nuestra En En este primer momento nuestra invocación en este año dedicado a una participación más activa y de mayor calidad y eficacia en la vida y misión de Cristo es: Espíritu Santo, muévenos a participar más y mejor del misterio de Jesucristo. Como sabemos participar quiere decir tomar parte en cualquier realidad o acción de modo consciente y libre. La participación es el dinamismo por el cual uno da aquello que es y que tiene y recibe lo que los otros son y ofrecen. La participación es una exigencia del ser personal, de su dimensión social. La estructura misma de la existencia humana es participación “de” una realidad externa a la persona y “en” una realidad, la humanidad, con la cual comparte su mismo sentido y un único destino, que es la realización plena de la vocación de la humanidad a la fraternidad universal y de la dignidad de los hijos de Dios. Antes de participar como persona y con otras personas, Dios ha querido compartir y participar su vida llamándonos a la vida. Por eso, nuestra vida entera se desarrolla y crece en la medida que nuestra vida sea más de Él, que es nuestra razón de ser y nuestro origen. Aún más, El no sólo nos ha hecho sus criaturas, sino que por medio de su Santo Espíritu nos ha hecho participar de su misma vida divina al sumergirnos en el Bautismo en el que morimos y resucitamos con Cristo. Esta participación de la vida y misión de Cristo está llamado a permanecer siempre a la vez que necesita crecer más y más en calidad, en profundidad y compromiso hasta llegar al tamaño de Cristo Jesús, el Hombre nuevo y perfecto. Esto que se inició con la acción del Espíritu en nosotros sólo crecerá y perfeccionará por ese mismo Espíritu. Esa es la razón de nuestra invocación. 6. Lectura: Romanos 6, 2-14 7. Momento de silencio Los que tengan la Biblia pueden leer el texto nuevamente. Se deja que cada uno destaque un verso de esta lectura y lo relacione con la participación, es decir, contestarse estas preguntas: ¿Qué nos dice sobre nuestra participación en la vida de Cristo? ¿Cómo nos invita a participar en la vida de Cristo? ¿Qué hace en nosotros el Espíritu Santo para que participemos de Cristo Jesús?

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8. Meditación Como nos enseña Pablo “por el poder del Espíritu Santo participamos en la Pasión de Cristo, muriendo al pecado, y en su Resurrección, naciendo a una vida nueva; somos miembros de su Cuerpo que es la Iglesia (cf 1 Co 12), sarmientos unidos a la Vid que es Él mismo (cf Jn 15, 1-4) (CIC no. 1988). “El fiel es sumergido y santificado en el Espíritu en comunión con Cristo. El bautismo hace de él una sola cosa con Cristo (Rom 6,5), lo reviste de Cristo (Gál 3,27), lo anexiona a su cuerpo (1Cor 12,13). El Espíritu santifica cristificando.” (F.X. Durrwell) El Espíritu hace “ser en Cristo”; hijos en el Hijo. Con esta expresión el Apóstol manifiesta una relación profunda y personal entre los bautizados y el Resucitado. Quien está “en Cristo” se encuentra bajo su influjo vital y transformante que hace de él una “criatura nueva” (2Cor 5,17), en posesión ya, en su ser profundo, de la vida de resurrección que es la vida misma de Cristo. En otras palabras, “por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como “hijo adoptivo” puede ahora llamar “Padre” a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia (Catecismo 1997). Esta participación es más profunda en la medida en la cual estamos integrados a la vida en Cristo, y en la medida en que esta integración se revela en la participación visible y orgánica en el cuerpo social que es la Iglesia y en el mundo. Esta participación depende y se alimenta de aquella interioridad en la cual se participa en la vida de Dios. En Cristo, somos llamados a participar en sus sufrimientos para participar en su gloria. Y los sufrimientos de Cristo están todas ligadas a la misión de redimir la historia de la humanidad mediante el anuncio y la realización del Reino de Dios, de la soberanía de Dios sobre el mundo y su historia. Participar en el sufrimiento de Cristo significa entrar en la complejidad de la historia, en el drama cotidiano de las divisiones, injusticias, violencias- en la vida familiar y social, en la vida política, económica y cultural de un pueblo y de los pueblos-para descubrir a partir de este “sufrir la situación”, las vías de superación, de recomposición de la unidad. Este compromiso-participación suscitará una serie de contradicciones, que esconde no sólo el mal que se quiere vencer, sino también tantos otros límites, personales, estructurales e institucionales hasta el punto de no solo ser refutados y calumniados, sino también amenazados de muerte. Esto es participar de los sufrimientos de Cristo, como los mártires. En tal modo, el cristiano, en su pasión por la transformación de la historia que tiene entre manos permite a Cristo continuar y completar en la historia su pasión. Al mismo tiempo, participar en el sufrimiento de Cristo se convierte en participar en su misma gloria (1 Pedro 4,13; 5,1), aquella de la resurrección. Es participación en la fuerza vital del amor de Dios, que genera la novedad de la vida en el Espíritu que permite luchar incansablemente para superar las divisiones existentes (Ef 4, 1-5; 1 Cor 1,10-13; Rom 14, 13-15) y construir la unidad del Cuerpo de Cristo (Ef 4), la comunidad santa (Hch 2, 2ss; 4,22ss), el Reino de Dios en la Iglesia y en el mundo.

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9. Oremos: Se lleva a cada grupo una fuente de agua recuerdo del Bautismo. Dentro del agua un velón o el Cirio encendido que nos recuerda que desde el Bautismo participamos del misterio de Jesucristo muerto y resucitado (10 minutos). Quien lleva el Cirio en la fuente de agua se detiene frente a cada uno quien puede hacer una oración de gracias al Padre, al Hijo y al Espíritu por esta gracia de haber recibido en el Bautismo la gracia divina. Canto recordando el Bautismo. SEGUNDO MOMENTO Espíritu Santo, impúlsanos a participar más y mejor en la misión de Jesucristo 10. Motivación de quien preside: Iniciamos el segundo momento de la Vigilia, en la que pedimos al Espíritu que nos impulse a la misión de Jesucristo en este tiempo presente y donde quiera que Él nos haya plantado para ser sus testigos. Hemos participado por la muerte y resurrección de Jesucristo y, por tanto, somos enviados a proclamar con la alegría y la valentía que nos regala su Santo Espíritu, con palabras y acciones, a Jesucristo y su Reino; a trabajar sin tregua para que Dios sea conocido, amado, respetado, adorado y así su Reino sea más y más una realidad entre nosotros. Invoquemos con fuerza al Espíritu Santo, para que se derrame con poder sobre nosotros y nos lance a la calle, a nuestras familias, sectores y a nuestra sociedad a ser promotores de su Reino de amor, de verdad, de justicia y de paz. Que El suelte nuestras lenguas, mueva nuestros pies y haga vibrar nuestros corazones para participar en esta gran misión de Jesucristo. Escuchemos con atención esta Palabra de Dios que nos invita a ser testigos de Jesús, como aquellos primeros discípulos con alegría y valentía. 11. Escuchemos la Palabra: Hechos 1, 1- 11. Silencio. Se puede releer el texto. Se hace un comentario en el grupo contestando: ¿A qué envía Jesús a los discípulos? ¿A quién le envía para esto? ¿Qué hago yo y qué hacemos nosotros como testigos de Jesús en este momento participando de esta misión? 12. Meditación: Jesús nos regala su poder a través del Espíritu Santo para ser sus testigos y proclamar con palabras y señales su Reino de Vida que el inició con su predicación, sus signos y su muerte y resurrección. Ese Espíritu Santo nos hace testigos suyos, es decir, hombres y mujeres que lo hemos visto, oído y tocado y por eso podemos anunciarlo de manera convencida y decidida. Como nos recuerda el Documento de Aparecida: “al llamar a los suyos para que lo sigan, les da un encargo muy preciso: anunciar el evangelio del Reino a todas las naciones (cf. Mt 28, 19; Lc 24, 46-48). Por esto, todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión, al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo y hermano. De esta manera, como Él

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es testigo del misterio del Padre, así los discípulos son testigos de la muerte y resurrección del Señor hasta que Él vuelva. Cumplir este encargo no es una tarea opcional, sino parte integrante de la identidad cristiana, porque es la extensión testimonial de la vocación misma” (no. 144). “Cuando crece la conciencia de pertenencia a Cristo, en razón de la gratitud y alegría que produce, crece también el ímpetu de comunicar a todos el don de ese encuentro. La misión no se limita a un programa o proyecto, sino que es compartir la experiencia del acontecimiento del encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comunidad, y de la Iglesia a todos los confines del mundo (cf. Hch 1, 8)” (no. 145). Participar de esta misión de Jesucristo, sólo es posible realizarla movidos y animados por el Espíritu Santo. “La Iglesia, en cuanto marcada y sellada “con Espíritu Santo y fuego” (Mt 3, 11), continúa la obra del Mesías, abriendo para el creyente las puertas de la salvación (cf. 1 Co 6, 11). Pablo lo afirma de este modo: “Ustedes son una carta de Cristo redactada por ministerio nuestro y escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo” (2 Co 3, 3). El mismo y único Espíritu guía y fortalece a la Iglesia en el anuncio de la Palabra, en la celebración de la fe y en el servicio de la caridad, hasta que el Cuerpo de Cristo alcance la estatura de su Cabeza (cf. Ef 4, 15-16). De este modo, por la eficaz presencia de su Espíritu, Dios asegura hasta la parusía su propuesta de vida para hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares, impulsando la transformación de la historia y sus dinamismos. Por tanto, el Señor sigue derramando hoy su Vida por la labor de la Iglesia que, con “la fuerza del Espíritu Santo enviado desde el cielo” (1 P 1, 12), continúa la misión que Jesucristo recibió de su Padre (cf. Jn 20, 21)” (no. 151). “Jesús nos transmitió las palabras de su Padre y es el Espíritu quien recuerda a la Iglesia las palabras de Cristo (cf. Jn 14, 26). Ya, desde el principio, los discípulos habían sido formados por Jesús en el Espíritu Santo (cf. Hch 1, 2); es, en la Iglesia, el Maestro interior que conduce al conocimiento de la verdad total, formando discípulos y misioneros. Esta es la razón por la cual los seguidores de Jesús deben dejarse guiar constantemente por el Espíritu (cf. Ga 5, 25), y hacer propia la pasión por el Padre y el Reino: anunciar la Buena Nueva a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los tristes, liberar a los cautivos y anunciar a todos el año de gracia del Señor (cf. Lc 4, 18-19)” (no. 152). 13. Canto invocando el Espíritu Santo para la misión. 14. Invoquemos sobre nosotros el don del Espíritu de Jesús, para que podamos participar activamente en esta misión de Cristo. En silencio cada uno pide que el Espíritu Santo lo llene de entusiasmo para realizar la misión de Jesús donde le toca vivir (5 minutos). Luego, se hace una oración por cada uno y cada una imponiéndoles las manos e invocando sobre ellos el Espíritu de Jesús para que realice con alegría y valentía la misión de Jesús y de su Reino. Se coloca en el centro cada uno cuando se va a orar sobre él o ella, de rodillas o de pie. 15. Canto: Llena mi vida, llena mi ser.

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TERCER MOMENTO Ven Espíritu haznos crecer en comunión fraterna 16. Quien preside: Comenzamos ahora el tercer momento de esta Vigilia de Pentecostés dedicada a pedir al Espíritu Santo que se renueve en nosotros, para que nos haga crecer en comunión fraterna, de la cual la participación es una de las expresiones más hermosas y eficaces. Participar es una vocación propia del ser humano llamado a vivir con otros, puesto que ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza. Y Dios es Uno y Trino, quien vive en una relación perfecta de amor y de participación total entre las tres personas divinas. Por eso, la comunión, manifestada en la participación es una exigencia del ser personal, de su dimensión social y trinitaria. Aún más, la señal clara de que somos de Jesús y de que participamos de su muerte y resurrección es el amor entre nosotros y hacia los otros. Escuchemos la Palabra con atención y dejemos que por la acción del Espíritu Santo nos mueva a vivir la participación en la comunión fraterna. 17. Escuchemos la Palabra: 1 Corintios 12, 4-26. Silencio. Se puede releer el texto. ¿Cómo participo en este Cuerpo de Cristo que es su Iglesia? ¿Cómo contribuyó a la comunión fraterna? 18. Meditación: El Espíritu Santo es el Espíritu de Amor que provoca en nosotros la comunión con Dios y entre nosotros. La palabra comunión se expresa hermosamente en esa imagen del Cuerpo humano que utiliza San Pablo para indicar que en la Iglesia todos estamos interconectados con la Cabeza que es Cristo y con todos los miembros que la componemos. Esta relación llena de amor implica participación de la Cabeza y de los miembros en una armonía tal que hace posible que funcione y realice su existencia y su misión. La Iglesia, entonces, se entiende y se vive como comunión, es decir, la vivencia de la participación, la colaboración, la hermandad y el compartir de los bienes que expresa y refuerza la comunión de los corazones, efecto del compartir juntos, en la comunidad apostólica, el Evangelio y todos los bienes recibidos por Dios a través de Jesús Cristo. La comunión es el fruto y la manifestación de aquel amor que, surgiendo del corazón del eterno Padre, se derrama en nosotros a través del Espíritu que Jesús nos da (cf. Rm 5,5), para hacer de todos nosotros « un solo corazón y una sola alma » (Hch 4,32). Realizando esta comunión de amor, la Iglesia se manifiesta como « sacramento », o sea, « signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano » (LG 1). (NMI 42). En síntesis, la persona, llamada a ser más, con y por los otros, es un ser participativo que alcanza su plenitud en la comunidad. Ahora bien, esta orientación

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fundamental, tiene su principal obstáculo en el pecado que, en la óptica de la participación, es no-participación o participación en el mal, en la malicia. Y la participación en el mal no es otra cosa que la consecuencia de concentrar la vida sobre sí mismo y aliarse con cuantos quieren satisfacer sus propios intereses. Entonces la participación coincide no solo con el estar, y estar activamente, con los otros, sino también y sobre todo en el gastar la propia vida para la realización de la comunidad eclesial y humana de la cual se es parte, y a través de ella, a la realización del mundo. Por esta realidad presente en nosotros de amor y desamor es que necesitamos la presencia del Espíritu de amor que nos hace capaces de amar siempre y en toda circunstancia. Sólo con su presencia podemos amarnos unos con otros. Eso es tan así que nadie puede amar de verdad si el Espíritu Santo no está en él, lo mueve e inspira. Por eso, es necesario que invoquemos continuamente su presencia, su fuerza y su amor. 19. Oremos En este momento invocaremos al Espíritu Santo, Espíritu de amor, sobre nosotros. Se tiene una tela o mantel que pueda cubrir las cabezas del grupo. Se pone ese manto y todos uniendo sus manos o tendiendo su brazo sobre las personas vecinas. Se entona un canto. Luego, cada uno hace una oración pidiendo el Espíritu Santo para vivir el amor fraterno en su comunidad. Luego, se entona una canción al Espíritu Santo. Se concluye con esta oración que hace el que preside sobre toda la Asamblea cubierta por el Espíritu Santo. Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación del único reino de Dios. Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor. ¡Ven, Espíritu de amor y de paz! A ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Oración de Juan Pablo II). 23. Canto: Ven Espíritu de amor. Se siente aquí, se siente aquí (u otro parecido). CUARTO MOMENTO Espíritu del Señor, haz que participemos en la transformación de nuestra sociedad y nuestro mundo 24. El que preside: Llegamos al cuarto momento de esta Vigilia en el que invocaremos sobre nosotros el don del Espíritu del Señor para que nos mueva a trabajar en la

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transformación de nuestra sociedad. El Señor nos ha llamado a ser luz del mundo, sal de la tierra y levadura en la masa. El Papa Francisco, movido por el Espíritu Santo, nos urge a intervenir en la sociedad y vencer la indiferencia ante tantas desigualdades, corrupción, injusticias, pobreza, inseguridad, violencia y guerras. La participación en la Iglesia permite a los bautizados colaborar en la transformación del mundo que la Iglesia realiza a través de su presencia, su palabra y su acción. Esta participación nos exige ponernos del lado del pobre y del débil, como compromiso por la justicia y la paz. Es necesario que todos los seres humanos participen: de los bienes económicos suficientes y necesarios para una vida digna; de las decisiones políticas como es propio de su dignidad personal y de los bienes de la cultura para poder ser constructores conscientes y responsables de su destino. Esta es la razón por la cual los seguidores de Jesús deben dejarse guiar constantemente por el Espíritu (cf. Ga 5, 25), y hacer propia la pasión por el Padre y el Reino: anunciar la Buena Nueva a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los tristes, liberar a los cautivos y anunciar a todos el año de gracia del Señor (cf. Lc 4, 18-19). Es necesario que llenos del Espíritu Santo logremos alcanzar la realización plena del Reino de Dios que se expresa en la plena libertad de los hijos de Dios de todo pecado, de la muerte y de toda opresión. 25. Escuchemos la Palabra: Romanos 8, 14-27 Silencio. Se puede leer de nuevo el texto. Se intercambian en el grupo los versículos que más le llaman la atención. Se preguntan después: ¿Cómo nos mueve el Espíritu Santo hoy a transformar nuestro Sector y nuestro país? 26. Meditación: Cuando Jesús envía a sus Apóstoles a la misión les ordena ir por todo el mundo a llevar esta Buena de Salvación a toda la gente. El quiso que la semilla de su Reino de amor, de verdad y de vida, para que siendo signo e instrumento del mismo se preocupara por extenderlo en el corazón de las personas y entrara en lo más profundo de las culturas, de la manera de ser y de pensar de todas las razas, para transformar desde dentro a la humanidad entera en familia de Dios donde todos somos hijos del Padre, hermanos y hermanas y señores de la creación. Jesucristo es plenitud de vida que eleva la condición humana a condición divina para su gloria. “Yo he venido para dar vida a los hombres y para que la tengan en plenitud” (Jn 10, 10). “Ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida, nos lleva a asumir evangélicamente y desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los demás ciudadanos e instituciones en bien del ser humano. “ El amor de misericordia para con todos los que ven vulnerada su vida en cualquiera de sus dimensiones, como bien nos muestra el Señor en todos sus gestos de misericordia, requiere que socorramos las necesidades urgentes,

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al mismo tiempo que colaboremos con otros organismos o instituciones para organizar estructuras más justas en los ámbitos nacionales e internacionales. Urge crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya posibilidades para todos. Igualmente, se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo constructivo para los necesarios consensos sociales” (Documento de Aparecida no. 384). Por eso, es urgente que los católicos de nuestro país nos comprometamos a desarrollar un nuevo estilo de hacer política, de que la economía sea repartida equitativamente, que haya oportunidades para todos. Necesitamos luchar contra esa lacra y llaga social que es la corrupción que destruye nuestro país y le roba a los pobres su futuro. Necesitamos apoyar la educación de calidad para toda nuestra niñez, adolescencia y juventud. Es urgente y necesario cuidar nuestra creación tan hermosa y rica que Dios ha dejado para que se convierta en pan nuestro de cada día. Es necesario que busquemos caminos para lograr la seguridad ciudadana. Es necesario organizarnos en grupos, comunidades, asociaciones dispuestas a luchar por el bien de nuestro país. Con la fuerza del Espíritu de Dios que recrea la faz de la tierra podemos vencer el mal a fuerza del bien y liberarnos de toda esclavitud para que vivamos y seamos Reino de Dios, ya en la tierra y caminando hacia su plenitud eterna. 27. Oremos invocando el Espíritu del Señor sobre nuestro país. En este momento se colocan en el centro del grupo una bandera dominica abierta en medio del grupo. Y todos rezaremos por nuestra patria, por sus dirigentes, por todo el pueblo para que descienda el Santo Espíritu Santo sobre ella y podamos vencer esta delincuencia, corrupción, violencia y vicios. Se coloca sobre la bandera los letreros que digan: impunidad, seguridad, paz, familia integrada, transparencia, justicia, equidad. Se concluye cantando el Himno Nacional como oración por la Patria. 28. Canto: Muévete en mí. QUINTO MOMENTO Proclamación de la venida del Espíritu Santo Animador/a: En este momento hacemos memoria del hecho del primer Pentecostés. Pidamos que se realice en nosotros aquella misma efusión del Espíritu Santo para ser verdaderos testigos de Cristo. El animador/a invita a todos a formar un gran círculo en todo el templo o capilla, aunque se queden los bancos vacíos, de modo que nadie quede detrás. Se colocan en el altar el Cirio Pascual, Once hombres simbolizando a los 12 apóstoles y a la Virgen se

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colocan alrededor del altar. Se tienen fósforos para encender las luces en el momento adecuado. Se puede preparar también la tambora para que al hablar de ruido la toquen. 29. Proclamación de la lectura: Hechos 2,1-11. (Se hace despacio la proclamación de la lectura y haciendo lo que se indica entre paréntesis). “Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo (se toca la tambora) como de un viento recio (se sigue tocando la tambora) resonó en toda la casa donde se encontraban (se sigue tocando la tambora). Vieron aparecer como unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno (aquí se van prendiendo todas las velas y se les va dando a la Virgen y los Apóstoles que la colocan sobre sus cabezas). Se sigue leyendo el texto…... 30. Hermanos y hermanas: invoquemos sobre nosotros el Espíritu Santo. Levantemos nuestras manos hacia El y repitan conmigo. (Mientras se hace la oración los Apóstoles y la Virgen van colocando sobre las cabezas de cada uno el velón, signo del fuego del Espíritu Santo) Ven Espíritu Santo/manda tu luz divina desde el cielo. / Padre amoroso del pobre/don en tus dones esplendido. Luz que penetras las almas/fuente del mayor consuelo/ tregua en el duro trabajo/ brisa en las horas de fuego/ gozo que enjuga las lágrimas/ y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma/ divina luz/ y enriquécenos / mira el vacío del hombre/ si tu le faltas por dentro/ mira el poder del pecado/ cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía/ sana el corazón enfermo/ lava las manchas/ infunde calor de vida en el hielo/ doma el espíritu indómito/ guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones/ según la fe de tus siervos/ por tu bondad y tu gracia/ dale al esfuerzo su mérito/ salva al que busca salvarse / y danos tu gozo eterno. Amén. 31. Canto: A que tú no sabes lo que en la Iglesia pasó…. 32. Signo de unidad: El que preside invita a todos agarrarse las manos en señal de unidad. Celebremos con alegría este gran acontecimiento. Tenemos en nuestro interior y en medio de la comunidad el amor de Dios que se ha derramado sobre nosotros. El nos une como la gran familia de discípulos misioneros de Jesucristo. El nos llena de la misericordia del Padre para que seamos misericordiosos como El. Por eso, animados por el Espíritu Santo, atrevámonos a decirle al Padre: Padre nuestro... Nuestra Madre María acompañó a los apóstoles en el primer Pentecostés. También nos acompañó esta noche a nosotros. Saludemos su presencia cantándole el AVE MARÍA...

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33. Compartamos nuestra experiencia: En cada grupo comparten unos con otros lo que han experimentado esta noche. Comuniquémonos mutuamente la alegría del Espíritu Santo. Luego, algunos dan su propia experiencia a toda la Asamblea. 34. Conclusión: Se proclama el lema del año: “Quien se forma y participa a la Iglesia vivifica”. 35. Bendición final: Si quien preside es sacerdote o diácono, recibimos su bendición. Si no todos dicen juntos. “El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos guarde en vida eterna”. 36. Brindis y fiesta: Se concluye con un compartir fraterno. Se come juntos y se comparten cantos y danzas. Cantos de animación mientras se comparte el brindis. 37. Canto: Nos envías por el mundo…. (Cuando se tiene la Eucaristía se continúa como de costumbre. Y el compartir la experiencia y lo que sigue se hace al final). Primer Encuentro de Evangelización Semana del 5 al 10 de Junio

La Comunión

“Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan” (1Cor 10,17) Ambientación Este es el primer Encuentro del mes de junio, en él se deben destacar los carteles con el lema y el valor des mes. A la entrada se puede entregar a cada persona participante un papelito con el lema y el valor del mes, para que lo asimilen u guarden de memoria. Todas las reuniones de los Encuentros deberían realizarse en un círculo, pero este Encuentro debe hacerse así de manera especial, ya que el círculo de personas es el signo de la comunión y la comunidad. Además, se pueden poner carteles en las paredes o sobre la mesa con los signos más corrientes de la comunión, los podemos sacar de internet e imprimirlos. Si se tiene un cuadro o una imagen de la Santísima Trinidad, se coloca en un lugar central de la reunión. Cantos de acogida Oración inicial Quien preside dirige la oración inicial haciendo participar de ella a todas las personas del Encuentro. Canto: Vienen con alegría (lo cantamos entero, su letra tiene mucho sentido hoy).

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Introducción En el mes de junio nos corresponde como valor una palabra muy usada en el lenguaje normal y principalmente en el lenguaje eclesial: la Comunión. En la Iglesia se utiliza mucho para hablar de la Comunión Eucarística, es decir, entrar en una comunión especial con Cristo, alimentándonos de Él en la Eucaristía; no es en este sentido en el que lo miramos, estudiamos y nos comprometemos en los Encuentros de Evangelización de este mes. Comunión tiene muchos significados. Los copiamos del diccionario: Hecho de tener en común aspectos, ideas o cosas con otros. Comunidad de personas que profesan una misma religión o que comparten una misma ideología política. Participación en lo común. Comunión viene de la palabra latina communio que quiere decir participación mutua; participación de dos partes en una misma causa, cosa o actividad. Por ello podemos decir que este término de Comunión está muy ligado al Valor general de todo este año 2017, la Participación. En estos sentidos lo vamos a estudiar en los tres Encuentros de este mes de julio, la participación común, la comunión en la participación. Iluminación bíblica: Mateo 3,13-17 Con este texto deseamos destacar la existencia de la Santísima Trinidad. Entre todas las personas participantes en el Encuentro hablamos de esas tres Personas de la Divinidad. También hablamos sobre la unidad de esas Tres Personas, cómo en el mismo acontecimiento evangélico (el bautismo de Jesús), están las Tres Personas actuando en unidad, en comunión…. Entablemos un diálogo con este tema. Canto: Alegre la mañana (nos habla de la Trinidad) Reflexión Partimos de la definición dada arriba y la completamos. La palabra latina Communio es la traducción de la griega Koinonía. Pero como nos sucede muchas veces, hay algunas palabras que tienen un significado tan profundo que al traducirlas a otro idioma se necesita una o muchas frases para abarcar todo su contenido; koinonía supone todo lo que hay de común; tiene una relación directa con compañerismo, participación, solidaridad y otros aspectos similares. Los manuscritos antiguos del Nuevo Testamento que tenemos ahora, están escritos en griego común, aunque algunos pudieron escribirse en hebreo o arameo, lo que conocemos está en idioma griego. Este Nuevo Testamento en griego utiliza muchas veces la palabra koinonía con ese contenido de comunión. Koinonía en el Nuevo Testamento tienen un significado relacionado directamente con la Trinidad y con la Iglesia. En este mes de la Santísima Trinidad, y mes de las Comunidades, centramos el primer Encuentro de Evangelización en la Comunión en y con la Trinidad, el Segundo lo pondremos sobre la Iglesia y la comunidad. Dios tiene misterios, realidades que no podemos entender porque son más profundas que nuestra capacidad de comprensión. Uno de ellos, tal vez

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el mayor, es este de la Santísima Trinidad, que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo a la vez. Muchos de sus misterios no lo podemos entender, pero los aceptamos por la fe, porque el mismo Dios nos lo ha revelado y nos fiamos de Él. Lo que entendemos es que Dios es una vivencia perfecta y completa del amor, y es una Comunión perfecta de tres personas. Así se nos ha revelado Dios: como AMOR vivido en comunión. Desde este amor partimos para tener un Dios cercano. Si nos detenemos en explicar teóricamente el misterio de la Trinidad (que nunca lo lograríamos) corremos el peligro de quedarnos con un Dios, grande, muy grande, todopoderoso… pero lejano, muy lejano. Y es todo lo contrario, el misterio de la Santísima Trinidad, visto como lo que es, como Dios Amor, nos lleva a tener a Dios cercano y a vivir ese amor en la vida de cada día, a entrar en comunión con Él por el amor, a entrar en comunión con las demás personas y a comprometernos en hacer un mundo de amor. Tratar de entender algo sobre el misterio de la Trinidad nos debe llevar a entender mejor a la humanidad: todo ser humano es persona creada para el encuentro y la comunión, y por ello, es persona necesitada de otras personas humanas como ella para realizarse ella misma y abrirse así a la comunión con Dios, fuente y origen de su ser y amor. Terminamos con unas enseñanzas del Papa francisco sobre la Santísima Trinidad, la comunión y el compromiso de los cristianos, en la fiesta de la Santísima Trinidad del año 2014: “Hoy celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, que presenta a nuestra contemplación y adoración la vida divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: una vida de comunión y de amor perfecto, origen y meta de todo el universo y de toda criatura ¡Dios! En la Trinidad reconocemos también el modelo de la Iglesia, en la que estamos llamados a amarnos como Jesús nos ha amado. Y el amor es señal concreta que manifiesta la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todos estamos llamados a testimoniar y a anunciar el mensaje que “Dios es amor”, que Dios no es lejano o insensible a nuestras vicisitudes humanas. Él nos es cercano, está siempre a nuestro lado, camina con nosotros para compartir nuestras alegrías y nuestros dolores, nuestras esperanzas y nuestras fatigas. Nos ama tanto y de tal manera que se ha hecho Hombre, ha venido al mundo no para juzgarlo sino para que el mundo se salve por medio de Jesús (cfr. Jn 3,16-17). … Una persona que ama a los demás por la alegría misma de amar es reflejo de la Trinidad. Una familia en la que se ama y se ayudan unos a otros es un reflejo de la Trinidad. Una parroquia en la que se quiere y se comparten los bienes espirituales y materiales es un reflejo de la Trinidad. El amor verdadero es sin límites, pero sabe limitarse, para ir al encuentro del otro, para respetar la libertad del otro”. Para las personas creyentes, el fundamento de su vida en comunión está “en la comunión y el amor de Dios dentro de la Santísima Trinidad”. Dios es la comunión perfecta, para que participemos, colaboremos, trabajemos en la comunión dentro de la familia, la Iglesia, la comunidad social y la comunidad universal.

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¡Felicidades a todas las Comunidades que están dentro del Plan Pastoral Nacional porque en este mes, en el día de la Santísima Trinidad celebran su fiesta! Canto: Iglesia peregrina Reflexión comunitaria ¿Cómo definiríamos la comunión? ¿Qué relación tiene la comunión con la Santísima Trinidad? ¿En nuestra vida tiene importancia la Santísima Trinidad? ¿Somos conscientes de cuántas veces al día acudimos a la Santísima Trinidad? Cada vez que hacemos la señal de la cruz o rezamos el Gloria al Padre…. El día de la Santísima Trinidad sería conveniente hacer una fiesta de las comunidades. Oración final Canto final: Te damos gracias, Señor, de todo corazón

Triduo Eucarístico

Días 12,13 y 14 de Junio 2017 en preparación a Solemnidad de Corpus Christi

Eucaristía: sacramento de comunión y participación “Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan” (1 Cor 10, 17). Terminado el tiempo de la pascua con la Fiesta de Pentecostés nos regala la Iglesia dos fiestas muy significativas, La Santísima Trinidad y la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, que nos revelan la grandeza e importancia de la vida de Jesús para nosotros, quien, con su Encarnación, haciéndose uno de nosotros, y con su Resurrección, haciéndonos a nosotros como Él, hijos de Dios, ha querido hacernos a nosotros participar de misma vida de Dios, viviendo unidos, en comunión de amor y de vida. Ambas celebraciones son una invitación a que imitemos la vida de unidad y amor de las Tres Divinas Personas: El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo. Ellos nos invitan a vivir esa comunión profunda que nace de unidad y amor. Dios mismo nos ayuda a que eso sea posible por medio de uno de los sacramentos, el sacramento de la unidad, el sacramento de la comunión, que es la Eucaristía. Cada vez que participamos y comulgamos del Cuerpo y la Sangre del Señor lo que hacemos es hacer cada vez más real y viva nuestra comunión con todos los hermanos y con Dios mismo. Por eso cuando recibimos la Eucaristía se dice que tomamos la comunión, que comulgamos, es decir estamos de acuerdo con Dios y con los hermanos. Durante estos días tendremos este Triduo Eucarístico, para meditar, profundizar, comprender y vivir verdaderamente este hermoso sacramento de la Eucaristía y lo aprovecharemos para expresarle a Jesús Sacramentado nuestro amor, alabarlo por las realidades que vivimos y hacen palpable nuestra comunión con Él y con los demás.

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En la Biblia siempre las comidas evocan la unidad y la intimidad familiar, los frutos del trabajo y del esfuerzo, la alegría y también los dolores de la vida, significa fiesta, prosperidad y señal de la bendición de Dios. Todo ese sentido se puede resumir en comunión con Dios y los demás. Eso es lo que Jesús ha querido, quedarse con nosotros como comida que alimenta, salva, unifica y llena de vida y alegría a todos los que comulgan con Él, comiendo su cuerpo, verdadera comida, y tomando su sangre verdadera bebida. Primer día: 12 de Junio Jesús Eucaristía: fracción del pan, pan de la unidad “El Pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?” (1Cor 10,16b) 1. Ambientación En este primer día del Triduo Eucarístico queremos dejarnos abrazar en el misterio de unidad que contemplamos en la Eucaristía. Jesús es el Pan vivo bajado del cielo para darnos vida e invitarnos a vivir en unidad y comunión. El gran fruto sacramental de la Eucaristía es precisamente la comunión, esa intimidad profunda con Jesús, en que nos hacemos uno, y como comunidad abrimos nuestros brazos para invitar a todos abrazarnos en la paz y amistad universal que Jesús nos ofrece a todos. Dispongamos nuestro espíritu para adorar a Jesús, presente en la Eucaristía, y que su presencia cree siempre en nosotros lazos profundos de solidaridad y fraternidad, donde el pan compartido nos haga descubrir la presencia de un Dios que se parte para unirnos. 2. Canto de adoración: Hemos venido a este lugar 3. Oración (Oramos todos juntos leyendo o repitiendo esta oración) Señor Jesús, Tu eres el pan vivo bajado del cielo. El maná que alimenta nuestras vidas, tu cuerpo es verdadera comida. Tú te has roto, te has partido por nosotros, para que al tomar y comer tu cuerpo seamos una sola familia. Danos la gracia de estar siempre en comunión contigo y los hermanos.Que tu Iglesia, sea la casa del pan partido, que da y entrega por la unidad.Amén. 4. Silencio y Adoración (5 minutos) 5. Escucha de la Palabra: Del Evangelio según Juan (6, 51-59) En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». Los judíos se pusieron a discutir entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «Les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

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Éste es el pan que ha bajado del cielo: no es como el maná que comieron sus padres y murieron; el que come de este pan vivirá para siempre». Palabra del Señor. 6. Salmodia: Salmo 41, 2-3; 42, 3. 4 (R.: 41, 3a) R. Mi alma tiene sed del Dios vivo. Como busca la cierva, corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entrare a ver el rostro de Dios? R. Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. R. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Señor, Dios mío. R. 7. Alabanzas a Jesús Sacramentado Respondemos: Alabado sea Jesús Sacramentado, pan de vida, pan de unidad. • Tú el pan vivo bajado del cielo (Jn. 6,51.58) • “Pan de ángeles comió el hombre; Dios le mandó comida hasta saciarlos” (Sal. 78,25) • Bendeciré sus provisiones; y a los pobres saciaré de pan (Sal. 132,15) • “El generoso será bendecido, porque parte su pan con el hambriento” (Prov 22,9) • Tú el pan de la Presencia en nuestra mesa (Ex. 25,30) • Tú, nuestra ofrenda de paz y acción de gracias (Lev. 7,13) • “Yo que fui joven y ya soy viejo, no he visto justo desamparado ni a sus hijos mendigando pan” (Sal. 37,25). • Tú, que nos invitas a salir con pan al encuentro del fugitivo (Is. 21,14b) • Tú, que hecho carne, has puesto tu casa entre nosotros, que te has vuelto nuestro Belén, casa de pan (Jn. 1,14; 1Cr 11,16) • Tú que constantemente nos invitas “tomen y coman, esto es mi cuerpo” (Mt. 26,26) 8. Canto Eucarístico: Es mi cuerpo coman todos de Él 9. Contemplación (10 Minutos) En silencio dejemos que Jesús nos hable al corazón. Pensemos en sus palabras de vida que crean en nosotros comunión, amistad, solidaridad. Tratemos de ver cómo esa unidad con Jesús es también unidad con tantas personas (en la familia, grupo de trabajo, compañeros de estudios, organizaciones sociales, con los constructores de la sociedad, con los que defienden la vida y la justicia) y sintamos cómo este sacramento nos une y hace comunión con tantas obras de bien en el mundo. 10. Peticiones liberación y comunión: Respondemos todos: Que tu cuerpo, pan partido nos una más a ti • Líbranos Señor Jesús de los egoísmos y los individualismos. • Que en el mundo sepamos unirnos a los que obran el bien y la justicia. • Que con los hermanos de otras Iglesias el pan de la Palabra nos una más. • Que amemos la capacitación, para comprender y servir mejor a la comunidad. • Líbranos de los rencores, ábrenos a la gracia del perdón y el amor. • Libra nuestras familias de las discordias y disponlas para la armonía. Se pueden añadir otras súplicas espontáneamente.

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11. Silencio (5 minutos) 12. Alabanzas y cánticos (10 minutos) 13. Bendición Eucarística Ministro: Les diste Señor pan del cielo. Todos: Que contiene en sí todo deleite. Ministro: Oremos. Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tú Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos Todos: Amen. BENDICIÓN EUCARÍSTICA Si está el sacerdote o el diácono se da la bendición. ALABANZAS DE DESAGRAVIO (Repetir después del ministro) Bendito sea Dios. Bendito sea su santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su Preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos. 14. Canto sobre la Iglesia y la Eucaristía (Te conocimos Señor al partir el pan). 15. Avisos Segundo día: 13 de Junio Eucaristía: vino de alegría, cáliz de participación “El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo?” (1Cor 10,16a) 1. Ambientación En el segundo día de nuestro Triduo Eucarístico queremos destacar el don eucarístico que nos hace vincularnos con el Señor y los hermanos a través de nuestra participación en las obras de Cristo y de su Iglesia. Vemos claramente que nuestra vida es más dichosa, alegre y festiva cuando

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experimentamos o ponemos prueba nuestro sentido de pertenencia y nuestra vocación de servicio. Hoy meditamos en el sentido de la sangre de Cristo, vino de alegría y cáliz de participación. Jesús al derramar su sangre nos unió a su pasión, lavando nuestros pecados y sanando nuestros dolores. Así la vida del cristiano se entiende como una vida que unida a la de Cristo por medio de nuestros dolores, trabajos y sufrimientos participa también de su victoria, de sus gozos y alegrías. Entonces el vino evoca y significa para nosotros alegría, que viene de dos cosas por un lado como resultado del trabajo honesto y por otro lado como don y providencia de Dios que sabiendo que sin Él no podemos hacer nada se nos ofrece para hacer parte de nuestra vida, de nuestra alegría. Reflexionaremos sobre este don eucarístico meditando sobre el primer milagro que Jesús hizo, que fue precisamente suplir la falta de vino en las bodas de Caná. Este relato del evangelio de Juan nos recuerda precisamente lo que está llamada a ser la vida del cristiano, una fiesta, y anuncia que el encuentro final con Dios será un gran banquete de bodas, donde habrá fiesta sin fin y no nos faltará nada, eso es lo que celebramos en la Eucaristía, nuestra participación terrena como adelanto de nuestra participación en la vida del cielo. 2. Canto de adoración: Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor. 3. Oración (Repetir o leer todos esta oración) Señor, Jesús, esposo inmaculado y santo, te damos gracias por invitarnos a tu banquete, gracias por hacernos participar de tu vida divina. Dadnos el poderte adorar y bendecir con nuestra participación en Ti. Haz de tu Iglesia una copa que rebose tu alegría, una comunidad que derroche tus consuelos en los dolores, hombres y mujeres que llenen sus vidas del agua pura del trabajo y den a tomar a todos el vino bueno y nuevo de tu Evangelio. Amén. 4. Silencio y Adoración (5 minutos) 5. Escucha de la Palabra: Del santo evangelio según san Juan (2, 1-11) En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: —«No les queda vino». Jesús le contestó: —«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora». Su madre dijo a los sirvientes: —«Hagan lo que él diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: —«Llenen las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: —«Saquen ahora y llévenselo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: —«Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

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Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él. Palabra del Señor. 6. Salmodia: Salmo 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 (R.: cf. 1 Co 10, 16) R. La copa de la bendición es comunión con la sangre de Cristo. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. R. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. R. 7. Alabanzas a Jesús Sacramentado Respondemos todos: Haznos partícipes de la copa de tu alegría • Tú, sacerdote como Melquisedec, que ofreciste pan y vino (Gen. 14,18) • Tú que eres la vid y nosotros los sarmientos (Jn.15,5) • Aceite que hace brillar el rostro y vino que alegra el corazón (Sal. 104,15) • Por siete ángeles que sostienen las siete copas (Ap. 17,1) • Únenos a ti en una sola pieza como el candelabro de las seis copas (Ex. 25,19.33). • Tú que eres mi heredad y mi copa (Sal. 16,5). • Para alzar la copa de la salvación e invocar tu nombre Señor (Sal. 116,13. • Tú que en Getsemaní aceptaste tomar la copa de la angustia y el dolor (Lc. 22,42). • Porque queremos tomar de tu copa y bañarnos en tu bautismo (Mc. 10,39). • Tú que nos haz pactado en tu copa a precio de sangre (Lc. 22,20). • Por María vaso precioso y copa de la alegría (Lc. 1,41.44) 8. Canto Eucarístico: Pan y vino de amor (En la tierra la sembró el sembrador). 9. Contemplación (10 minutos) En silencio contemplemos a Jesús, vino nuevo y causa de nuestra alegría. Mientras le contemplamos dejémonos invadir de nuestros sentimientos de gratitud hacia este regalo que es la Eucaristía. Traigamos ante Jesús los momentos de grandes tribulaciones y dolores con los que nos hemos unido en el trago amargo de su pasión redentora. Recordemos los consuelos y las alegrías que hemos recibido por nuestra participación en Cristo, nuestro apostolado, la caridad, el servicio a los demás, la evangelización, la participación en las acciones litúrgicas, las responsabilidades recibidas en la Iglesia, nuestra vida cristiana en la esfera pública, mi fuerza laboral y profesional. 10. Acción de gracias por los espacios de participación Respondemos: Gracias Jesús porque al participar nos llenas de alegría. • Gracias Señor por el Plan de Pastoral y sus trabajos en equipos. • Por todas las comisiones de trabajo en nuestras diócesis, parroquias y sectores. • Por el liderazgo pastoral de todos nuestros laicos comprometidos. • Por todos nuestros catequistas y grupos corales. • Por los distintos movimientos y comunidades eclesiales. • Por la adhesión de nuevas personas a nuestras parroquias y comunidades.

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• Por los obispos, sacerdotes, diáconos y consagrados que te sirven con alegría. Se pueden agregar otras oraciones espontáneamente. 11. Silencio (5 minutos). 12. Alabanzas y cantos (10 minutos). 13. Bendición Eucarística (Como el Primer día). 14. Cantos sobre la alegría (Himno a la alegría o el Magníficat). 15. Avisos Tercer día: 14 de Junio La Santísima Trinidad: Misterio de comunión presente en la Eucaristía “Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad”. (Jn 4,23). 1. Ambientación Llegamos al tercer día de nuestro Triduo Eucarístico y lo viviremos teniendo de fondo a la Santísima, cuya festividad celebramos el pasado domingo; pero hoy nos centraremos en cómo la Eucaristía es imagen de la comunión perfecta y cómo ella hace que esa comunión trinitaria sea también posible en nosotros por medio de la Iglesia, cada vez que somos alimentados por el cuerpo y la sangre de nuestro Señor, no hacemos más que estrechar nuestros vínculos de amor y unidad. Cada vez que participamos de la Eucaristía hacemos parte hermosa obra del Espíritu santo que nos congrega a todos para dirigir nuestras palabras a Dios, llamándolo Abba, Padre, haciéndonos uno con toda la Iglesia, para juntos hacer una sola y única oración de acción de gracias por el regalo más grande jamás dado a la humanidad: su Hijo Jesucristo y así ser signo, semejanza de la unidad profunda del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Jesús en la Eucaristía es presencia verdadera de un Dios que ha querido hacer comunión con nosotros haciéndonos participar de su vida divina por medio de la escucha de la Palabra y la vida de los sacramentos. Ese gesto de la Trinidad venir a nosotros para unirnos en su amor y vida, lo repite la Iglesia con todos los hombres del mundo invitándolos a dejarse abrazar por el amor y la misericordia de Dios, lo cual sucede cada vez que se anuncia el kerigma, en la tarea evangelizadora, en las obras de caridad y misericordia y cuando con la fuerza de la Eucaristía nos esforzamos por forjar en la verdad un mundo más justo, libre y solidario. Gracias a este don de Dios nosotros por nuestra participación y comunión en los misterios de Cristo y de su Iglesia, somos esa hostia viva que ha de ofrecerse al Padre, como dice san Pablo:

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Por lo tanto, hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como víctima viva, santa y agradable a Dios. Éste es el culto espiritual que debe ofrecerse. No tomen como modelo a este mundo, por el contrario, transfórmense interiormente, renovando su mentalidad a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que agrada, lo perfecto. (Rom.12,1) 2. Canto de adoración: Hemos venido a este lugar /Dios está aquí 3. Oración (Decimos todos juntos la oración) Gracias Padre, porque tu amor es más profundo que el de una madre. Tu siempre nos reúnes, y nos buscas constantemente, para unirnos a Ti, para crear en nosotros comunión, para hacernos tu familia. Gracias por Jesucristo, tu Palabra eterna encarnada en María, él es el revelador de tu misterio de amor y misericordia, haciendo que lo divino se vuelva humano y lo humano se vuelva divino, perpetuando ese misterio en los dones de pan y vino, con los que tu espíritu nos participa en su milagro de amor y misericordia, haciéndonos comer su cuerpo y beber su sangre. Alabado seas por tu espíritu paráclito, que nos da la vida y nos santifica en la unidad, despertando nuestras mentes para comprenderte en tus misterios, para celebrarte en tus sacramentos y para agradarte con el sacrificio de una vida honrada y pacífica, que vive para tu alabanza y gloria, dios omnipotente, y para bien y salvación de todos los hombres. Amén. 4. Silencio y Adoración (10 minutos) 5. Escucha de la Palabra: Del evangelio según san Juan (14, 15-16. 23b-26) En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Si me aman, guardarán mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que les dé otro defensor, que esté siempre con ustedes. El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy a con ustedes, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien se lo enseñe todo y les vaya recordando todo lo que les he dicho». Palabra del Señor. 6. Salmodia: Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1) R. El Señor es mi pastor, nada me falta. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

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7. Alabanzas a Jesús Sacramentado Respondemos todos: ¡Alabanza y gloria a Ti, ¡Trinidad Santísima, único y sumo Dios! • Bendito seas, Padre, que en tu infinito amor nos has dado a tu Unigénito Hijo, hecho carne por obra del Espíritu Santo en el seno purísimo de la Virgen María, y nacido en Belén hace ahora dos mil años. • Él se ha hecho nuestro compañero de viaje y ha dado nuevo significado a la historia, que es un camino hecho juntos, en el trabajo y en el sufrimiento, en la fidelidad y en el amor, hacia aquellos cielos nuevos y hacia aquella tierra nueva, en la que Tú, vencida la muerte, serás todo en todos. • Haz, Padre, que por tu gracia el Año jubilar sea un tiempo de conversión profunda y de alegre retorno a Ti; concédenos que sea un tiempo de reconciliación entre los hombres y de redescubierta concordia entre las naciones; tiempo en el que las lanzas se truequen en hoces, y al fragor de las armas sucedan cantos de paz. Concédenos, Padre, vivir el Año jubilar dóciles a la voz del Espíritu, fieles en el seguimiento de Cristo, asiduos en la escucha de la Palabra y en la asiduidad a las fuentes de la gracia. • Sostén, Padre, con la fuerza del Espíritu, el empeño de la Iglesia en favor de la nueva evangelización y guía nuestros pasos por los caminos del mundo para anunciar a Cristo con la vida, orientando nuestra peregrinación terrena hacia la Ciudad de la luz. Haz, Padre, que brillen los discípulos de tu Hijo por su amor hacia los pobres y oprimidos; que sean solidarios con los necesitados, y generosos en las obras de misericordia, e indulgentes con los hermanos para obtener ellos mismos de Ti indulgencia y perdón. • Haz, Padre, que los discípulos de tu Hijo, purificada la memoria y reconocidas las propias culpas, sean una sola cosa, de suerte que el mundo crea. Otorga que se dilate el diálogo entre los seguidores de las grandes religiones, de suerte que todos los hombres descubran la alegría de ser tus hijos. • Haz que, a la voz suplicante de María, Madre de las gentes, se unan las voces orantes de los apóstoles y de los mártires cristianos, de los justos de todo pueblo y de todo tiempo, para que el Año Santo sea para todos y para la Iglesia, motivo de renovada esperanza y de júbilo en el Espíritu. • A Ti, Padre omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el Viviente, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu que santifica el universo, la alabanza, el honor, la gloria, hoy y en los siglos sin fin. Amén. (Juan Pablo II, Pro Jubileo Año 2000). 8. Canto Eucarístico 9. Contemplación (10 minutos) Traigamos a nuestra mente y corazón los gestos y palabras con las que nos relacionamos con la Santísima Trinidad. ¿Qué personas, cosas o realidades me recuerdan y me hablan de Dios Padre? ¿Qué realidades traen a mi corazón a Dios Hijo, pan partido? ¿Qué experiencias de comunión me recuerdan y hacen sentir a Dios Espíritu Santo?

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10. Peticiones liberación y comunión Padre, por tu Hijo, danos tu Espíritu de santidad y comunión • Para que sintamos que nuestra comunión con Cristo, es comunión con el Espíritu Santo (S. Ambrosio). • Para que, al tomar del Cáliz, seamos embriagados del Espíritu Santo (S. Ambrosio). • Para que el alma que se sacia en tus profundidades, te desee sin cesar y siempre esté hambrienta de ti, Trinidad eterna (Santa Catalina) • Porque tu Hijo no está allí en el sagrario por él mismo, sino por nosotros, porque su alegría es estar con los hombres (Santa Edith Stein) • Para que comprendamos que no podemos comulgar con tu Hijo, si no comulgamos entre nosotros (Benedicto XVI) • Para que en la Eucaristía nuestra adoración llegue a ser unión (Benedicto XVI). • Para que la comunión, que es fruto del Espíritu Santo, se alimente con el pan eucarístico y se manifieste en las relaciones fraternas (Benedicto XVI). Se pueden añadir otras peticiones espontáneas. 11. Silencio (5 minutos) 12. Alabanzas y cantos (10 minutos) Finaliza este momento con este canto, que puede ser recitado. Adoremos reverentes al Señor sacramentado. Cante el rito del presente, superior al del pasado. Nuestros ojos lo contemplan con filial humilde fe. Gloria al Padre, gloria al Hijo, y al Espíritu Señor. Al Dios Santo, uno y trino, alabanza y bendición.Suba al cielo en testimonio, el incienso del amor. Amén. 13. Bendición Eucarística (Como el primer día). 14. Cantos sobre el Espíritu Santo. 15. Avisos

Segundo Encuentro de Evangelización Semana del 19 al 24 de Junio

La Comunión eclesial

"Si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, estamos en comunión unos con otros" (Efesios 1,7) Ambientación Seguimos reflexionando y celebrando la Comunión, por tanto, los carteles del Valor y del Lema del mes los ponemos en lugar visible para todas las personas participantes. Continúan también estando todos los signos usados en el Encuentro anterior, la imagen o cuadro de la Santísima Trinidad, y los otros dibujos. Se ponen unos lazos de distintos colores unidos por unos nudos bien realizados…. Conforme van llegando, se entabla un diálogo sobre momentos de esta semana pasada en que hemos vivido la comunión y momentos en que la hemos rechazado. Cantos de acogida

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Oración inicial “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Nos reunimos en tu nombre. Vivimos en comunión, porque nos has llamado Tú. Tú has pronunciado mi nombre y los de mis compañeros y hermanos: ven, sígueme. Tú nos has agrupado en comunión: “ustedes son mis amigos” Tú nos has señalado lo alto de la montaña. “Ánimo, que mi yugo es llevadero y mi carga ligera.” Tú te has puesto en cabeza de nuestro grupo. “Estoy con ustedes día a día” Ahora, en medio de la marcha, te decimos con toda el alma: Acaba en cada uno de nosotros la obra que has empezado. Haznos tierra buena, honda y mullida, para que tu semilla encuentre fondo y fructifique. Haznos sensibles a tu voz, no fríos y cerrados cual nuevos fariseos. Envuélvenos en tu amor; que seamos un grupo de comunión y para la comunión. Acaba en cada uno de nosotros la obra que has empezado. Acábala, Jesús, haciéndonos comunión contigo y con los demás. Canto: Un solo Señor, una sola fe…. Introducción Decíamos en el Encuentro anterior que una de las definiciones de Comunión hacía referencia a la iglesia y las religiones al decir que comunión es: una Congregación de personas que profesan la misma fe, especialmente religiosa y están sujetas a la misma disciplina. En este sentido, el Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la Iglesia presenta a la Iglesia como misterio de comunión, es decir «como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano». Este concilio insiste que la Iglesia debe ser reflejo de la Santísima Trinidad, que se revela como una profunda relación de AMOR entre las tres divinas personas. Dios Trinidad es un Dios de COMUNIÓN, comunión del Padre con el Hijo y con el Espíritu Santo. El Concilio nos enseña que el misterio de la trinidad es el “origen, modelo y meta definitiva del Pueblo de Dios”. En este Encuentro de Evangelización deseamos mirar a la Iglesia como comunión o koinonía, ya que, en el Nuevo testamento, aparece muchas veces ese término koinonía referido a la Iglesia como una comunidad de comunidades; la Iglesia es una Iglesia de Iglesias, una comunión de comuniones; las Iglesias locales de todo el mundo, en comunión unas con otras y cada una a su vez comunión de bautizados, se unen en una única comunidad. Iluminación Bíblica: 1 Corintios 12,12-31 Leamos este texto bíblico muy despacio, y después cada quien expresa qué piensa y qué siente al escuchar e interiorizar esta Palabra de Dios. Además, se pude preguntar a cada persona qué parte del cuerpo eclesial se considera que puede ser, y por qué lo piensa así. Como las personas participantes son conocidas ente ellas, es bueno ayudar a las demás a situarse en el cuerpo de la comunidad. Insistir en la unidad y en la importancia de todos los miembros en la comunidad. Canto: Un solo Señor, una sola fe….

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Reflexión Como ya hemos visto, comunión viene de la palabra griega koinonía; y en su significado incluye el sentido el de “participación”, se trata de tener parte en alguna cosa o de tener alguna cosa en común, o también, de actuar junto con alguien. Koinonía o comunión van completamente unidas. Y esto lo debemos aplicar también a nuestro ser cristiano ya que, en el Nuevo Testamento, koinonía une en sí misma comunión de la persona creyente con Cristo y la unión de los cristianos entre sí, ligados por vínculos muy distintos. Así podemos decir que comunión significa en el Nuevo Testamento una manera de vivir, de ser y de obrar, una relación con Dios y con los hombres característica de la colectividad cristiana. Y por tanto podemos decir que es “la común participación”. La Iglesia es “koinonía”, es decir, comunión, comunidad de hermanos y de iguales llamados a la participación solidaria como consecuencia de su común vocación a la fe dentro del pueblo de Dios. Así la comunión se expresa en el compartir con los hermanos y hermanas que siguen a Cristo: compartir la fe, el amor, el compromiso por una realidad mejor, la esperanza cristiana, la mesa eucarística, las opciones evangelizadoras, la acogida y el calor humano. Además del Vaticano II, y partiendo de él, en América Latina tenemos unos cuantos documentos que hablan de la Iglesia como comunidad en comunión de comunidades, en especial mencionamos a Aparecida. Podíamos todo el documento, pero, les recomendamos leer el capítulo 5 que lo titula: La comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia; donde se nos invita a vivir en comunión y señala los lugares eclesiales para la comunión. Así, Aparecida nos presenta como una obligación de la Iglesia Latinoamericana ser y vivir, en primer lugar, como comunidad de discípulos misioneros, que partiendo del encuentro personal con Cristo se meten de lleno en la realidad social y eclesial. Aparecida destaca que ese encuentro personal con Cristo se hace en comunidad y desde la comunidad. Hablar de comunidad es hablar de vida en comunión. Es la comunidad la que posibilita que personas individuales puedan entra en comunión con Cristo; y si esto es así, el verdadero cristianismo no puede ser una forma de religiosidad intimista. Y esto se expresa concretamente en el hecho de que el llegar a ser un auténtico discípulo misionero será el fruto de un proceso de formación que se vive en los diversos espacios de la comunidad eclesial, partiendo por la familia. Aquí debemos conectar también con el Plan Pastoral de la Iglesia en República Dominicana, y todo su esfuerzo en formar comunidades, verdaderas comunidades. El Plan Pastoral no se cierra a los grupos y movimientos, pero se centra en vivir la comunión en comunidad. Por eso también el Plan Pastoral habla de comunidad de discípulos misioneros. Comunidades que deben dar respuesta a la realidad actual en nuestro país. Desde esa comunidad de discípulos es desde donde se puede entender el sentido y el compromiso específico de las distintas vocaciones, carismas, ministerios dentro de la Iglesia. Por ello el texto bíblico de reflexión de este Encuentro (1 Cor 12,12-31), nos habla de la diversidad dentro de la comunidad, de la diversidad dentro del mismo cuerpo.

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Decía san Agustín: “En lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; y en todo, caridad”. Salvemos la unidad esencial, que no se confunde con la uniformidad entre cuantos conformamos la comunidad eclesial: no podemos ser intolerantes con quienes piensan distinto o quienes forman parte de otros grupos o movimientos y comunidades; no, no podemos ser intolerantes, pero la realidad es que llamamos comunidad a cualquier reunión de grupo eclesial, y eso no es así. Toda reunión de un grupo eclesial no es comunidad. Para que haya comunidad eclesial ese tipo de uniones y reuniones debe poseer una serie características y elementos imprescindibles que nos lo marca ya Hechos de los Apóstoles (2, 42-45) Común unión: las personas están unidas por lazos comunes, como la fe, los fines por los que se unen; la comprensión entre sus personas, el partir y compartir ideas, tiempos, bienes, ayudas, comprensión, etc. Formación: el grupo o comunidad se forma de manera sistemática, organizada, es una formación desde la fe, pero abarca todo el ser personal, social y eclesial. Oración: es una comunidad de personas de fe, en el centro de ella está el Señor, oran, dan gracias, piden, alaban… Celebración: celebran la fe, participan en celebraciones de la propia comunidad y de la comunidad más grande; también celebran la vida, los logros de las personas de la comunidad y de sus familias; celebran la realidad del país y de los logros humanos… Compromiso: la comunidad como tal tiene un compromiso, y sus miembros participan en diversos ministerios y servicios eclesiales. Pero tienen un compromiso por la sociedad, por el bienestar de los más necesitados, por mejorar la realidad del país. La fe que no lleva al compromiso debe revisarse qué tipo de fe es. Canto: Esto que te doy… Reflexión comunitaria ¿Qué relación existe entre comunión y comunidad? ¿Qué relación existe entre Iglesia y comunión? ¿Qué entendemos por comunidad dentro de la iglesia? ¿Todo grupo de oración es comunidad? ¿Todo grupo de formación religiosa es comunidad? ¿Todo grupo de compromiso desde la fe es comunidad? ¿Formo parte de alguna comunidad eclesial? ¿Qué características tiene esa comunidad a la que pertenezco? ¿Qué aspectos destacan más en esa comunidad? Oración final Se hace una oración de acción de gracias por la Iglesia, por la comunidad y se termina con la siguiente oración: Decir comunión es decir camino compartido, multitud de manos que se unen para, entre todos, hacer la marcha más liviana, abrazo de miradas que se buscan para buscar, unidas, la mirada de Aquel que por nosotros dio la vida. Es compartir, la vida entrelazada, es reunir bajo las mismas esperanzas las diferencias, que así, no nos separan. Decir comunión es hablar de proyecto común, sueños compartidos, caminos acompañados.

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Es pensar en el otro y en lo mejor para el otro y pensar, juntos, en lo mejor de nosotros para todos los otros. Decir comunión es darse fuerzas entre todos. Es alentarse con la palmada al hombro, es corregirse sin miedo a los enojos. Es animarse a crecer juntos poco a poco. Decir comunión es hablar de apertura y entrega, servicio a los demás, aprender a brindarse, generosos. Es compartir la vida de Dios fuente de vida, de esperanza y amor. Decir comunión es común-unidad de criterios verdaderos (los del Evangelio) de opciones valientes (las de Jesús) de desafíos audaces (los del Reino en marcha) Decir comunión es el encuentro de muchos que, animados y alentados por el Espíritu, buscan clamar a Dios, ¡Abba! Aquí estamos Señor unidos y en camino para hacer crecer tu Reino donde pidas. AMÉN. (Ver: página web "Vivamos nuestra fe"). Canto final: Hoy, Señor, te damos gracias.

Tercer Encuentro de Evangelización Semana del 26 al 30 de Junio La Comunión en la Sociedad Ambientación Además de los signos puestos en los Encuentros anteriores, se pueden poner todos los signos que signifiquen unidad: una cadena puede ser signo de unidad y comunión, ya que para separar sus eslabones es necesario romperlos… muchas manos en círculo entrelazas… Cantos de acogida Oración inicial Nunca digas, no sé, no valgo, no puedo, no tengo fuerzas, no entiendo…esas cosas son para los que saben. Para hacer Iglesia y Pueblo todos valemos, sabemos y podemos. Si tienes cinco... pon cinco; si tienes dos... pon dos; si tienes uno... pon uno. Si eres ciego... sostén al que es cojo; si eres cojo... guía al que es ciego;si eres cojo y ciego… aún puedes cantar que no es poco en tiempos de desencanto. Sé valiente y humilde para descubrir y reconocer tu don; acéptalo y acéptate a ti mismo con él. Si Dios te dio corazón, que tu boca no falte en la hora de la comunión. Si te dio alegría, que tu alegría no falte en la fiesta de los pobres. Si Dios te hizo reflexivo, que tu reflexión no falte a la hora de medir los pasos para conseguir un mañana mejor. Si Dios te hizo entendido, aporta tu entendimiento para que el pueblo crezca. Si Dios te hizo capaz de crear comunión, pon esa habilidad al servicio de la comunión que nos libera. ¡Anímate! Juntos hacemos Pueblo. Juntos hacemos Iglesia. (Ver Página web: "Reflejos de luz"). Canto: De dos en dos (Empecemos ya la marcha…).

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Introducción Quienes profesamos la fe católica, quienes seguimos a Cristo, vivimos en la comunidad eclesial, la grande, la que llamamos Iglesia; además muchos de los católicos y católicas formamos parte de comunidades eclesiales más pequeñas. Y como ciudadanos y ciudadanas tenemos los mismos derechos y deberes de quienes se encuentras en la misma situación; pero en cuanto seguidores y seguidoras de Cristo en la fe católica, deberíamos tener una mayor responsabilidad en la comunión social, porque deberíamos tener una mayor conciencia de nuestras obligaciones para con los demás y para la patria. Esta obligación se convierte en una participación directa en el trabajo por mejorar el ambiente social donde vivimos, porque somos ciudadanos y ciudadanas conscientes, además, lo haremos, para lograr «que las exigencias de la doctrina y de la vida cristianas impregnen las realidades sociales, políticas y económicas» (Catecismo de la Iglesia Católica, 899). Tenemos la obligación de dar a la sociedad lo bueno que tenemos de Dios, y en este caso, la comunión, que nos viene de la Santísima Trinidad y de la vida de Cristo, como lo hemos visto en los Encuentros anteriores. Nuestra experiencia de fe y de vida en comunión será algo que podemos aportar a nuestra sociedad, y en concreto a nuestra sociedad dominicana. No podemos olvidar que la iglesia latinoamericana ha hablado mucho de comunión y participación, términos claves para unir el valor de este mes de junio con el contenido del Plan Pastoral Nacional para el año 2017. Iluminación bíblica: Romanos 12,4-18 Texto parecido al del Encuentro anterior, pero más dirigido a ser un cuerpo en el amor, el compromiso y la participación. El texto comienza hablando de la comparación de una comunidad con el cuerpo, y después pasa al tema del amor, la caridad, el compromiso. ¿Será que la comunión necesita del amor? ¿Se puede dar comunión y comunidad en la sociedad si no hay respeto, comprensión y amor? Apliquemos este texto a la realidad actual de República Dominicana. Canto: Quiero ser, oh Señor, instrumento de tu paz. Reflexión Se considera Comunidad social a un grupo o conjunto de individuos humanos que comparten elementos en común, tales como un idioma, costumbres, valores, tareas, visión del mundo, territorio geográfico, etc. En el Encuentro Anterior, hemos hablado de la Iglesia comunidad, formamos parte de la gran comunidad eclesial de todo el mundo, pero comenzamos formando parte de las pequeñas comunidades; en este Encuentro hablamos de la gran comunidad social de todo el mundo, formada por toda la humanidad, también partimos de formar parte de nuestras pequeñas comunidades, y de la comunidad del país, de la República Dominicana. Lo que se relaciona con cualquier grupo de personas en el mundo nos debe afectar a cada uno de nosotros y nosotras; con mayor razón, cuanto se relaciona con gente de la República Dominicana tiene que ver con cada uno

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de nosotros o nosotras, porque somos parte de la misma comunidad… y así si tiene relación con nuestro campo, ciudad o barrio o residencial… tenemos mucho en común, somos parte de la misma comunidad. Somos seguidores y seguidoras de Jesús. Él nos enseña con su vida y su actitud a vivir la comunión; Él carga con el pecado y la realidad del otro, de cada uno. Jesús es Samaritano, Jesús es buen Pastor, son imágenes significativas, que expresan el profundo significado de lo que es vivir en comunión y vivir la comunión. Seguir a Jesús en este aspecto es hacerse solidario con los demás, convertirnos en Cireneos para llevar el peso del otro y llevarlo sobre mis hombros, sobre mi vida. Es responsabilizarme del problema, de la dificultad del hermano y de la sociedad, como si fuera mía, o mejor, haciéndola mía. Por tanto, entrar en comunión es levantar sobre mis hombros el peso de la fragilidad, de la debilidad ajena, sobre todo haciendo comunión con las personas más necesitadas de la sociedad. Si seguimos el documento de Aparecida, donde se nos pide ser comunidad de discípulos misioneros, cuando se habla de la misión, uno de los campos o áreas de esa misión, fundamentalmente de los laicos, nos dice que debe ser la vida misma, la dignidad humana que se vive cada día en la familia, en el trabajo, en el encuentro y comunión con las otras personas y con el mundo que compartimos (cap. 4). Aquí, en esa comunidad y no en otra parte, los discípulos misioneros están llamados a la santidad; en esa comunidad social es donde llegaremos a ser santos y santas. Esta comunión debemos relacionarla con la Participación, y en concreto con la Participación social. Algunos sociólogos defines la Participación social como: la intervención de los ciudadanos en la toma de decisiones respecto al manejo de los recursos y las acciones que tienen un impacto en el desarrollo de sus comunidades. Aquí estamos hablado de y para cristianos y cristianas, por tanto, esos ciudadanos de los que habla la definición son además seguidores y seguidoras de Cristo. Por tanto, participar en la sociedad será el don de sí mismo a los demás. Es mucho más que dar cosas, dinero, ayudas exteriores, como por ejemplo dar limosna; para un cristiano o cristiana, participar creando comunidad es algo mucho más profundo, es salir de mí mismo para regalarme a los demás como lo hace Cristo. Dios nos regala unos carismas para que cumplamos esta misión de la comunión, y esos carismas son para entregarlos. Si no se entregan, son como semillas que no se siembran, semillas muertas, carismas muertos. Si no se entregan, es lo mismo que si no existieran. Porque el cristianismo es vida, experiencia, y no un conjunto de dogmas y doctrinas que se aprenden y repiten de memoria. Podríamos saber de memoria el Evangelio y no ser cristianos; podríamos participar de todas las eucaristías y sacramentos y no ser cristianos. Se es cristiano dándose como Jesús. La participación hace que pongamos al servicio de los demás nuestros carismas para llenar los vacíos y necesidades de los demás y de la sociedad, para formar un mismo cuerpo en la comunión. Entramos en comunión con los hermanos y participamos

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de toda su realidad, participando como instrumentos del Señor. Nuestros carismas son las manos del Señor en la realidad. Si no formamos comunión y participamos de la vida de nuestros hermanos, estamos fuera de la Comunidad (y en este caso fuera de las dos comunidades, de la Eclesial y de la Social) aunque vivamos dentro de ella. Es importante tomar conciencia de que soy un don de Dios para los demás. Volviendo al texto que hemos puesto como reflexión, podemos ser miembros muertos del cuerpo de Cristo si no ponemos los carismas a participar en la creación de comunión y comunidad. Permanezcamos unidos al tronco, a la Vid verdadera y así tendremos vida permanente en nosotros para entregarla, para vivir nuestra misión de Comunión y Participación en el lugar donde el Señor nos ha colocado. Seamos seres humanos con conciencia de servicio incondicional, en búsqueda de los que más nos necesitan y seremos verdaderamente cristianos y seguidores del Señor. No se trata de “salvar mi alma”, de hacerme individualmente santo. Se trata de entregar mi vida en esta misión, en esta tarea que me encomienda la Iglesia. Se trata de entregar mis carismas en esta tarea de crear comunidad con los demás y de participar en las situaciones y necesidades de las demás personas de la comunidad. O nos salvamos en comunidad o…. Con el “Sálvese quien pueda”, no se salva nadie. Canto: Cristo nos da la libertad Reflexión comunitaria ¿Pertenezco a alguna comunidad social? ¿Formo parte activa de alguna institución social que se preocupa de la comunión con los demás? ¿La realidad de mi patria me preocupa o solo me da miedo? Si me preocupa estaré trabajando por mejorarla ¿qué supone estar en comunión en la sociedad? ¿Qué puedo hacer para esa comunión? ¿Qué novedad podemos aportar los cristianos y cristianas a la sociedad dominicana? Oración final Que seamos, Señor, manos unidas en oración y en el don. Unidas a tus manos en las del Padre, unidas a las alas fecundas del Espíritu, unidas a las manos de los pobres. Manos del Evangelio, sembradoras de Vida, lámparas de Esperanza, vuelos de Paz. Unidas a tus manos solidarias, partiendo el Pan de todos. Unidas a tus manos traspasadas en las cruces del mundo. Unidas a tus manos ya gloriosas de Pascua. Manos abiertas, sin fronteras, hasta donde haya manos. Capaces de estrechar el mundo entero, fieles al mundo de los desposeídos, siendo fieles al Reino. Tensas en la pasión por la Justicia, tiernas en el Amor. Manos que dan lo que reciben, en la gratuidad multiplicada, siempre más manos, siempre más unidas. Que así sea. (Tomada de la web “Reflejos de luz”). Canto final: Nos envías por el mundo a anunciar la Buena Nueva.

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LECTURAS JUNIO 2017 Las citas de las Lecturas Diarias utilizadas son tomadas de: Calendario Litúrgico 2017 de la Conferencia del Episcopado Dominicano. 1 Jueves

Memoria Obligatoria: San Justino, Mártir Rojo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 22,30;23,6-11 En aquellos días, queriendo el tribuno poner en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo presentó ante ellos. Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la resurrección de los muertos.» Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.) Se armó un griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: «No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?» El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel. La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: «¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 15,1-2ª.5.7-8.9-10-11 R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R/. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R/. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R/. Lectura del santo evangelio según san Juan 17,20-26 En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú

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me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, ése es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.» Palabra del Señor. Meditación Iniciamos hoy el mes de Junio, mes que en nuestro Itinerario de Evangelización se nos invita a vivir la comunión, con el lema “Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan” (1 Cor 10, 17). El Cirio Pascual, encendido en la noche de vigilia, que ilumina en estos cincuenta días con tenue resplandor nuestras celebraciones litúrgicas, simboliza la victoria de Cristo sobre la oscuridad angustiosa de la muerte y representa la presencia viva del Señor entre nosotros, recordándonos que lo primario en la historia de cada hombre es buscar esa luz que vence las tinieblas y la oscuridad, que nos impiden llegar al encuentro de Dios y que El venga a nuestras vidas. Es el propio Cristo quien, en esta lectura de San Juan, teniendo a los discípulos por testigos, completa la oración sacerdotal poniendo particular énfasis en la profunda intimidad que tiene con el Padre, expresando su deseo de que, asimismo, reine la unidad, la comunión, entre todos nosotros, como un signo de la presencia de Dios, de la permanencia del amor y la reciprocidad en la caridad que nos declara hermanos. Este texto de San Juan es, al mismo tiempo, la renovación del mandamiento: ámense entre ustedes como yo les he amado, es decir, hasta el sacrificio si fuere necesario porque “nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos”. La fe en el Señor como fermento de unidad es el factor que va edificando el Reino, por lo que conviene no perder de vista la mediación de Cristo en nosotros con nuestro Padre, reconociéndolo a Él como el modelo por excelencia de la filiación divina, que obra con el doble efecto de convertirnos a la vez en confiables paradigmas “para que el mundo crea”. El signo de la unidad sincera no puede ser meramente de carácter cultural, como cuando asistimos al templo, ni se reduce a momentos episódicos de la vida diaria, por lo que hemos de comprender la gran responsabilidad de que se verifique siempre y en todo lugar, en todas las dimensiones y los actos de nuestras vidas, siendo el fiel reflejo entre nosotros del amor capaz de provocar la conversión de otros. Únicamente así obtendremos la Gracia de la Gloria, el Don más total que hace Dios de sí mismo, amando a los hombres con idéntico amor que ha demostrado a su Hijo.

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2 Viernes

Feria o Memoria Libre: San Marcelino y San Pedro, Mártires Blanco o Rojo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 25,13-21 En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesárea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días. Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: «Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesárea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 102,1-2.11-12.19-20ab R/. El Señor puso en el cielo su trono Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R/. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R/. El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo. Bendigan al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes. R/. Lectura del santo evangelio según san Juan 21,15-19 Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: «Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.» Palabra del Señor.

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Meditación Esta lectura corresponde al relato del último encuentro del Señor Resucitado con sus apóstoles. Transcurre igual que frecuentemente lo hizo con ellos antes de su Pasión y Muerte, durante una comida, entablando un dialogo con Simón Pedro, en el que Cristo le pregunta en tres ocasiones acerca de sus afectos, el mismo número de veces que éste le negara, antes del tercer canto del gallo, en el patio del gobernador romano. ¿Me amas? Igual que a Pedro, es la pregunta que Cristo haría a cada uno de nosotros en este día, porque lo importante para ser un auténtico cristiano no es qué tanto conocemos del Evangelio, sino cuanto amamos a Cristo, el Señor, Evangelio vivo, quien sostiene con nosotros una relación personal en la que ya no somos siervos, “sino hermanos “, “amigos” (Jn 15, 15), en plenitud de confianza, hasta el grado de que podemos tratarlo de “Tú”. Habremos escuchado muchas veces la expresión: “no se puede amar a quien no se conoce”, sin embargo, en el caso de Cristo no se le puede conocer si no se le ama. Se trata de amar con toda el alma, a corazón pleno, sin reservas con toda la vida, con todo nuestro ser, con obras a favor del prójimo, no de palabras. Si hemos crecido en la fe hasta poder confesarle «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero», seremos merecedores de la invitación «Sígueme» que más que un mandato se trata de una confirmación de máxima cercanía de Dios revelado en Jesucristo. Si hemos sido capaces de entrar en esta relación personal con Cristo, solo entonces comprenderemos la profundidad de ese amor que nos amó primero, porque Dios es amor (1Jn 4, 16) que se da con gratuidad y para merecerlo no estamos en capacidad de dar nada a Dios que resulte digno de Él. Simplemente basta una búsqueda creciente, plena confianza en Él y la convicción profunda de que Dios corresponde a ese amor en la medida en que nosotros correspondemos a todos aquellos hijos suyos que nos necesitan, como hermanos en Cristo y, por lo tanto “hijos del Padre en el Hijo”. 3

Memoria Obligatoria: San Carlos Luanga y Compañeros Mártires

Sábado

Rojo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 28,16-20.30-31 Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase. Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo: «Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido verlos y hablar con ustedes; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.» Vivió allí dos años enteros

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a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 10, 4.5.7 R/. Los buenos verán tu rostro, Señor El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres. R/. El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia. Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro. R/. Lectura del santo evangelio según san Juan 21,20-25 En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?» Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.» Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo. Palabra del Señor. Meditación No existía rivalidad alguna entre Pedro y Juan. En Hechos de los Apóstoles abundan los testimonios de que se llevaban bien dentro del grupo de seguidores de Jesús. En Mateo 17 dice que Jesús toma de la mano a Pedro, Santiago y Juan y los lleva a un monte alto a ser testigos de su Transfiguración. Estas citas denotan su compañerismo, sin embargo, al cuestionar a Cristo acerca de la suerte que correría Juan, el discípulo amado, Pedro recibe la reprimenda: ¿A ti que te importa? Tú, sígueme. ¿Qué significan estas Palabras, de primera impresión tan duras? Entre otras cosas, que a Pedro no le correspondía cuestionar cuales eran los planes inescrutables de la soberana voluntad de Dios, porque fue elegido cómo discípulo de discípulos, con el deber de fiarse y confiarse humildemente ante los designios del Señor. El discipulado es el seguimiento de Jesús, centrado en El, a la escucha de su Palabra, abandonado a su voluntad, en comunión con él y por él con el Padre. La respuesta consiste, como acto de fe, en dar el primer paso sin pretender la vislumbre de todo el horizonte del trayecto, siguiéndole a lo largo del camino. Ha pasado mucho tiempo desde aquel acontecimiento y pertenecemos a otro tiempo histórico distinto al de aquellos días, pero Jesucristo, que no se quedó muerto en la cruz ni mudo en la tumba, sigue siendo el mismo ayer, hoy y siempre. En el presente, somos nosotros los fieles discípulos

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del Señor, a quienes invita Tú sígueme, de manera personal, directa, a cada uno, pero también comunitaria. La respuesta debe ser igual de personal, conforme a nuestra disposición de servirle y en comunión con la parroquia, distrito, o sector al cual pertenecemos. Esta lectura nos interpela hoy, a nosotros que somos seguidores de Jesús, parte de su grupo de colaboradores en la fatigosa tarea de la construcción del Reino. En obediencia de la fe, la lección que nos da, la respuesta de Jesús a Pedro es que debemos ser discípulos, sometiendo libremente nuestra voluntad a la voluntad de Dios, dando el primer paso, aunque no alcancemos a ver toda la escalera. Aceptar el Tú sígueme de Jesús, ser discípulo es, en fin, ponerse en camino, apoyarse continuamente en la comunión con El, permaneciendo en comunión con los hermanos en la iglesia, hasta las últimas consecuencias. 4

Domingo de Pentecostés Rojo

Espíritu Santo fortalece nuestra comunión y muévenos a la participación Orientaciones para la Celebración: Se adorna el lugar de la celebración con símbolos del Espíritu Santo: paloma, lenguas de fuego, color rojo. Se coloca en lugar visible el lema de hoy. Se pueden entregar distintivos con estos símbolos y se colocan a cada participante según va llegando. Se puede iniciar con las puertas cerradas y se abren las puertas después de la proclamación de la primera lectura, mientras se canta el Salmo responsorial. Rezar o cantar juntos la secuencia después de la segunda lectura. Preparar cantos alegres sobre el Espíritu Santo. Tener un momento de compartir algún brindis al final como señal de fiesta. Monición ambiental Hoy, en este primer domingo del mes de junio, estamos celebrando la gran fiesta de Pentecostés, que en la tradición judía era la fiesta de los cincuenta días, de las siete semanas, de la cosecha de los primeros frutos en la que acostumbraban entregar las primicias de los frutos y celebrar la memoria del día de la Alianza sellada por Dios con su pueblo a través de Moisés. Con la venida del Espíritu Santo con fuerza y con poder se recibe el primer y gran fruto de la Resurrección de Jesús que los lleva a proclamar sin miedo a Jesucristo muerto y resucitado en quien el Padre ha hecho la nueva y eterna Alianza con toda la humanidad. ´ Esta venida del Espíritu Santo marca el nacimiento de la Iglesia de manera pública, que sigue renaciendo cada vez que con la alegría y valentía del Espíritu Santo se proclama la Palabra y los que la escuchan creen en Jesús,

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se convierten a El y como aquellos tres mil se integran en esta comunidad de fe, amor y esperanza, Oremos con insistencia al Señor, para que en esta Santa Eucaristía se derrame su Santo Espíritu y realice un nuevo Pentecostés, que nos fortalezca en la comunión haciendo vida nuestro lema de este mes: “Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan” (1 Cor 10, 17) y que nos mueva a la participación activa y consciente en el anuncio del Evangelio con palabras y obras. Con esta intención, recibamos con gozo a Jesucristo Salvador, quien se hace presente entre nosotros y viene a presidir nuestra celebración a través de su ministro. Primera lectura: Hechos 2, 1-11 El Espíritu Santo con su fuego quitó el frío del miedo que tenían los primeros discípulos que estaban reunidos con las puertas cerradas. Desde este momento ellos se movieron a participar en comunión entre ellos y públicamente en la misión de Jesús sin poner caso a ningún obstáculo ni persecución. Es lo mismo que realiza en nosotros hoy el Espíritu Santo, para que con alegría, valentía y en comunión fraterna anunciemos a Jesucristo y hagamos presente su Reino en nuestra sociedad. Escuchemos. Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11 Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34 R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. R/. Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R/. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R/.

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Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan

Segunda lectura: 1 Corintios 12,3b-7.12-13 Abramos nuestros corazones, para que el Espíritu Santo nos una en comunión profunda con Jesús y entre nosotros, haciéndonos un solo cuerpo y se manifieste en diversidad de carismas para que así contribuyamos al bien común de todos. Escuchemos Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,3b-7.12-13 Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Palabra de Dios. Secuencia Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Aleluya Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor. Evangelio: Juan 20, 19-23 San Juan en su Evangelio nos presenta el primer fruto de la muerte y resurrección de Cristo, que es la comunicación del Espíritu Santo a los discípulos, que les llenó de paz, alegría y los unió profundamente. Es lo que sigue realizando hoy, ese mismo Espíritu Santo, que nos hace capaces de ser sus testigos en todo momento y en todo lugar, formando un solo cuerpo al participar de un mismo pan. Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-23 Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a ustedes.»

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Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.» Palabra del Señor. Meditación Llega el día de Pentecostés, que junto con Pascua y Tabernáculos eran las tres grandes fiestas de los judíos durante el año. Con la celebración de la fiesta agrícola de los Ázimos (llamada también fiesta solemne o fiesta de las semanas) terminaba después de siete semanas la recolección de los cereales y era tan importante que exigía de todo varón asistir a ella. La ciudad de Jerusalén se convertía en este día quincuagésimo (eso es lo que significa Pentecostés) punto de encuentro de gran cantidad de judíos peregrinos y otros visitantes que acudían en masa, ocasión en que las familias se reunían para preparar grandes comidas celebrando el final de la cosecha. En contraste con el bullicio de la fiesta, los discípulos estaban asustados, escondidos a puerta cerrada, temerosos de que los vieran. Como en los momentos más trascendentales de los evangelios María, morada por excelencia del Espíritu Santo estaba con ellos, animándoles. Han escuchado de algunos sobre la resurrección de Cristo, pero no están seguros cuando, ¡de repente aparece el Señor entre ellos! dando palabras de paz y mostrando los signos de sus heridas en manos y costado, entonces ellos se llenan de alegría manifiesta cuando vieron al Señor y él les infundió el Espíritu Santo, otorgándoles el poder de perdonar o retener los pecados. Y he aquí que aquel grupo de discípulos, poco antes avergonzados y angustiados por el temor, ahora están llenos de valentía apostólica. Saltan de alegría desde que reciben el Don inefable del fuego del amor de Jesucristo resucitado. Ya no son los mismos, los pusilánimes seguidores descorren los cerrojos sin temor a exponerse, abren las puertas de par en par experimentando un gozo incomparablemente mayor al de las fiestas de la ciudad y se transforman en apóstoles intrépidos que pregonan sin reservas a voz en cuello y a pleno pulmón, que Cristo ha resucitado y que Dios les ha otorgado poder de perdonar los pecados. Desde aquel entonces, a partir de ese primer Pentecostés fundacional de la Iglesia, su presencia nos abre todos los cerrojos, también los del corazón, llenándonos de alegría y transformándonos también a nosotros con idéntica unción que nos hace testigos y partícipes de la promesa del Padre: tener a Cristo en medio de nosotros siendo el eje vital, centro de cuantos somos y hacemos. Vivifiquemos nuestra fe manifestando ese ardor y liberados del miedo, experimentemos el mismo gozo de los apóstoles renovando mediante los sacramentos el impulso del Espíritu en nuestra misión en la Iglesia, porque como nos recuerda el Papa Francisco: “Con su venida entre nosotros, Jesús es cercano, nos ha tocado y, a través de los sacramentos, también hoy nos toca”.

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Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan

Oración de los fieles Quien preside: Inspirados por el Espíritu Santo, presentemos al Padre nuestras necesidades diciéndole: Envíanos, Señor, tu Espíritu. • Envía, Señor, tu Espíritu de Sabiduría sobre la Iglesia, sobre el Papa, los obispos, los sacerdotes, diáconos y todas las personas comprometidas con el Reino, para que reciban la valentía necesaria para evangelizar. Oremos. • Envía, Señor, tu Espíritu de Entendimiento a los gobernantes, a los que tienen poder para tomar decisiones, a los responsables de hacer que cese la violencia, para que en nuestra patria reine la paz. Oremos • Envía, Señor, tu Espíritu de Fortaleza a todos, los enfermos, los que no tienen trabajo, los que están solos, los que no se sienten amados, los que no te encuentran, para que continúen luchando y amando con alegría y paciencia. Oremos • Envíanos, Señor, tu Espíritu de Caridad, para que los pobres, los carentes de amor, de comprensión, de solidaridad, encuentren en nosotros una mano generosa que les ayude en su necesidad y juntos trabajemos por la justicia. Oremos • Envíanos Señor, tu Espíritu de Piedad, para que sepamos vivir en cercanía con Dios y con los hermanos y aprendamos a orar con AMOR y desde la realidad. Oremos. • Envíanos Señor, tu Espíritu de Valentía, para que todos nosotros y nosotras, seamos capaces de evangelizar y de comprometernos por hacer mejor a la República Dominicana a través de la vivencia de la comunión fraterna formando un solo cuerpo. Oremos. • Envíanos Señor, tu Espíritu de Generosidad para que seamos generosos y generosas a la hora de ayudar a las necesidades de las demás personas. Oremos. Quien preside: En este momento pongamos nuestras manos sobre el hombro de la persona que está a nuestro lado y en silencio pidamos para que en ella se derrame el Espíritu Santo y para que al participar de un mismo pan seamos un mismo cuerpo. (Se puede entonar un canto pidiendo el don del Espíritu sobre esta Asamblea y luego se concluye así: Te pedimos, Padre, que acojas estas necesidades, ya que las ponemos ante ti en el Espíritu Santo y por tu Hijo Jesucristo que vive por los siglos de los siglos. Amén Nota: Al finalizar la Eucaristía se apaga el Cirio Pascual significando que termina el Tiempo Pascual y se reinicia el Tiempo Ordinario. Se reanuda el Tiempo Ordinario / IX Semana del Tiempo Ordinario 5

Memoria Obligatoria: San Bonifacio Obispo y Mártir

Lunes

Rojo Primera Semana Liturgia de las Horas

Lectura del libro de Tobías 1,3;2,1b-8 Yo, Tobías, procedí toda mi vida con sinceridad y honradez, e hice muchas limosnas a mis parientes y compatriotas deportados conmigo a

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Nínive de Asiria. En nuestra fiesta de Pentecostés, la fiesta de las Semanas, me prepararon una buena comida. Cuando me puse a la mesa, llena de platos variados, dije a mi hijo Tobías: «Hijo, anda a ver si encuentras a algún pobre de nuestros compatriotas deportados a Nínive, uno que se acuerde de Dios con toda el alma, y tráelo para que coma con nosotros. Te espero, hijo, hasta que vuelvas.» Tobías marchó a buscar a algún israelita pobre y, cuando volvió, me dijo: «Padre.» Respondí: «¿Qué hay, hijo?» Repuso: «Padre, han asesinado a un israelita. Lo han estrangulado hace un momento, y lo han dejado tirado ahí, en la plaza.» Yo pegué un salto, dejé la comida sin haberla probado, recogí el cadáver de la plaza y lo metí en una habitación para enterrarlo cuando se pusiera el sol. Cuando volví, me lavé y comí entristecido, recordando la frase del profeta Amós contra Betel: «Se cambiarán sus fiestas en luto, sus cantos en elegías.» Y lloré. Cuando se puso el sol, fui a cavar una fosa y lo enterré. Los vecinos se me reían: «¡Ya no tiene miedo! Lo anduvieron buscando para matarlo por eso mismo, y entonces se escapó; pero ahora ahí lo tienen, enterrando muertos.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 111,1-2.3-4.5-6 R/. Dichoso quien teme al Señor Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. R/. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. R/. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. R/. Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,1-12 En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: “Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia.” Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros. ¿No han, leído aquel texto: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?» Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon. Palabra del Señor.

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Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan

Meditación Con la Parábola de los malos viñadores inspirada en un texto del profeta Isaías (5, 1-7), Jesús simboliza al pueblo de Dios como la viña; los profetas escogidos y que recibieron maltratos predicando la verdad y la justicia, son los criados enviados a recoger los frutos de la cosecha, mientras que, por simple conclusión, él mismo es el enviado hijo del terrateniente, la piedra angular desechada. El texto revela que las autoridades religiosas de Israel “Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos”. Las autoridades religiosas de la época de Jesús estaban constituidas por una nobleza sacerdotal o clero, una autoridad laica representada por una especie de consejo de ancianos, y una autoridad sapiencial que eran los escribas. Todos ellos gozaban de inmensos privilegios en la administración del templo, que era el centro de la vida del pueblo y con el tiempo la misión de preparar la venida del Mesías, del Ungido descendiente del linaje de David anunciado de antaño por los profetas, para instaurar un Reino de amor y justicia, fue perdiendo con ellos su carga de sentido. Gradualmente se convirtieron en usurpadores de aquella sagrada misión y en lugar de dar frutos abundantes a tiempo en favor del pueblo escogido, sembraron injusticias y crímenes, valiéndose de su liderazgo. La buena noticia estuvo reservada a Israel (Mt 10,5-6), como nación depositaria de anunciar la salvación a todas las naciones. Pero como el pueblo elegido rechazó su misión, Jesús debe escoger un nuevo Israel que dé frutos buenos en abundancia, para lo cual congregará en torno suyo a sus discípulos, doce seguidores extraídos del pueblo humilde, la mayoría carente de formación que será el núcleo de la iglesia naciente. El “nuevo Israel” es la Iglesia, es decir la congregación de los fieles, de la que todos los bautizados formamos parte, la viña del Señor. Dios envió a su hijo querido y por la ingratitud del pecado lo mataron. Lo sacrificó todo y espera recoger frutos de vida en abundancia de este nuevo Israel, de su Iglesia, del nuevo viñedo que ahora somos nosotros. Preguntémonos si correspondemos a esa donación sin reservas dando frutos de amor, perdón, justicia, verdad, gratitud, misericordia, perseverancia y entrega. 6 Martes

Memoria Libre: San Norberto, Obispo Verde o Blanco

Lectura del libro de Tobías 2,9-14 Yo, Tobías, la noche de Pentecostés, cuando hube enterrado el cadáver, después del baño fui al patio y me tumbé junto a la tapia, con la cara destapada porque hacía calor; yo no sabía que, en la tapia, encima de mí, había un nido de gorriones; su excremento caliente me cayó en los ojos, y se me formaron nubes. Fui a los médicos a que me curaran; pero cuanto más ungüento me daban, más vista perdía, hasta que me quedé completamente ciego. Estuve sin vista cuatro años. Todos mis parientes se apenaron por mi desgracia, y Ajicar me cuidó dos años, hasta que marchó a Elimaida. En

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aquella situación, mi mujer Ana se puso hacer labores para ganar dinero. Los clientes le daban el importe cuando les llevaba la labor terminada. El siete de marzo, al acabar una pieza y mandársela a los clientes, éstos le dieron el importe íntegro y le regalaron un cabrito para que lo trajese a casa. Cuando llegó, el cabrito empezó a balar. Yo llamé a mi mujer y le dije: «¿De dónde viene ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo al dueño, que no podemos comer nada robado.» Ana me respondió: «Me lo han dado de propina, además de la paga.» Pero yo no la creía y, abochornado por su acción, insistí en que se lo devolviera al dueño. Entonces me replicó: «¿Y dónde están tus limosnas? ¿Dónde están tus obras de caridad? ¡Ya ves lo que te pasa!» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 111,1-2.7-8.9 R/. El corazón del justo está firme en el Señor Dichoso el que teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. R/. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. R/. Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,13-17 En aquel tiempo, enviaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta. Se acercaron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?» Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: «¿Por qué intentan cogerme? Tráiganme un denario, que lo vea.» Se lo trajeron. Y él les preguntó: «¿De quién es esta cara y esta inscripción?» Le contestaron: «Del César.» Les replicó: «Lo que es del César páguenlo al César, y lo que es de Dios a Dios.» Se quedaron admirados. Palabra del Señor. Meditación El reino o reinado de Dios sintetizaba el principal mensaje de Jesús, pero no aludía al poder de una estructura política sino a una realidad mucho más amplia con una dinámica incomparablemente superior basada en el amor y la justicia, que desborda las fronteras de lo meramente histórico-temporal. Con la predicación acerca de dicho reino fue creciendo el recelo en el entorno del gobernador Herodes Antipas y de grupos de partidarios herodianos de la ciudad de Tiberíades, prosélitos del imperio cuya base de tributación mediante la recaudación de impuestos era muy rígida, entendible para poder sostener las legiones de soldados que mantenían la paz enfrentando cualquier intento de revuelta. Por eso, uno de estos grupos se unió a otro de fariseos y salieron decididos a tenderle una trampa a Jesús, con un denario, moneda de

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curso legal, que tenía la figura del César, cuestionándole con la pregunta malintencionada si convenía o no pagar el tributo. Para responder Jesús pide que le traigan un denario, les muestra la moneda y les pregunta de quién es la cara y la inscripción. Cuando responden que del emperador: “Pues den al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. A cada cual lo suyo. Al Cesar lo que es del Cesar en ese sentido la moneda pertenecía en pago de impuestos al gobernante, al entramado de poder político que sostenía el imperio romano, a fin de cuenta un poder temporal que pasaría a ser sustituido por otro. La sabia respuesta de Jesús implica que el poder de Cesar es relativo y no se puede absolutizar o divinizar. Si bien no es justa, basta con pagarle una cierta cantidad de dinero y ya se ha cumplido con la ley de los hombres. A Dios lo que es de Dios Jesús no es un político ni promueve un gobierno que se agota en lo temporal, como tampoco se sustenta en un esquema de dominación amparado en el poder y las riquezas materiales. El reino no se compra, no está sujeto a las reglas de la oferta y la demanda. Sus leyes son los valores absolutos del amor, la verdad y la justicia y comprende a todas las naciones, a todo lo creado y hace de la tierra el cielo. El reinado de César pasó y solo quedan vestigios en la historia. El reino de Dios está en construcción, permanece en y entre nosotros y permanecerá más allá del tiempo. 7

Feria

Miércoles Verde 26º Aniversario de la Ordenación Presbiteral de Mons. Víctor Emilio Masalles Pere, Obispo Diócesis de Baní Lectura del libro de Tobías 3,1-11.24-25 En aquellos días, Tobías se echó a llorar; rezaba entre sollozos y decía: «Señor, tú eres justo, y justas son tus sentencias; actúas siempre con misericordia, con lealtad y con justicia. Señor, acuérdate de mí; no me castigues por mis pecados, no tengas en cuenta mis culpas ni las de mis padres. Por desobedecer tus mandamientos nos entregaste al saqueo, al destierro y a la muerte; nos hiciste refrán y burla de las naciones donde nos dispersaste. Señor, tus sentencias son graves, pues no cumplimos tus mandamientos ni nos portamos lealmente contigo. Señor, haz de mi lo que quieras, hazme expirar en paz, que prefiero la muerte a la vida.» Aquel mismo día, Sara, hija de Ragüel, vecino de Ragés, ciudad de Media, tuvo que soportar también los insultos de una criada de su padre; porque Sara se había casado siete veces, pero el demonio Asmodeo había ido matando a todos los maridos, apenas se acercaban a ella. Pues bien, Sara regañó a la criada con razón, pero esta replico así: « Que no veamos nunca sobre la tierra ni un hijo ni hija tuya, asesina de tus maridos. ¿Es que quieres matarme también a mí, lo mismo que mataste ya a siete hombres?» Oyendo esto, Sara subió al piso de arriba de su casa y estuvo tres días y tres noches sin comer ni beber: lloraba y rezaba sin cesar, pidiéndole a Dios

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que la librase de semejante baldón. Por entonces llegaron las oraciones de los dos a la presencia gloriosa del Dios Altísimo y fue enviado el santo ángel Rafael a curarlos a los dos, que habían elevado sus oraciones a Dios al mismo tiempo.» Extendió las manos hacia la ventana y rezó. En el mismo momento, el Dios de la gloria escuchó la oración de los dos, y envió a Rafael para curarlos. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: Sal 24, 2-3.4-5ab.6-7bc.8-9 R/. A ti, Señor, levanto mi alma Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores. R/. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R/. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R/. Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,18-27 En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano.” Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último, murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les respondió: «Están equivocados, porque no entienden la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”? No es Dios de muertos, sino de vivos. Están muy equivocados.» Palabra del Señor. Meditación La ley del levirato (levir significa cuñado) establecía que la mujer que quedaba viuda sin haber concebido un hijo del marido fallecido debía casarse con un hermano de este que viviera bajo el mismo techo. El primer hijo que naciera fruto de esta nueva unión se consideraba legalmente hijo del fallecido, con calidad de heredero. Era una de las normas del antiguo oriente de que nos habla, por ejemplo, Deuteronomio 25, 5-10 y en una etapa resultó necesaria en el contexto de la sociedad patriarcal como un mecanismo para conservar la

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unidad de las familias, la perpetuación del nombre del difunto, para que no se extinguiesen los apellidos ni se perdiera la heredad. Pero he aquí que un grupo de saduceos se acerca a Jesús planteándole el hipotético caso de una mujer que queda viuda siete veces tras casarse igual número de veces con la misma cantidad de hermanos, todo ello encaminado a crear controversias para contradecir y desacreditar la resurrección, en la que no creían porque contemplaba un juicio de la vida terrena y ellos tendrían que dar cuenta de algunas cosas no muy convenientes. “Están equivocados” advierte Jesús, y les imparte una catequesis sobre el poder de Dios, el valor del matrimonio y la vida escatológica, demostrándoles de paso que no conocen las escrituras porque no comprenden el poder de Dios, que es capaz de crear algo nuevo de lo viejo. Además, profundiza en la importancia del sacramento del matrimonio, subrayando que “en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento porque serán como ángeles”. Los saduceos solo admitían como Palabra de Dios la Torá de Moisés, así que Jesús termina por callarlos recurriendo a citas de Moisés, como aquella de Éxodo: 3, 6 en el relato de la zarza ardiente. Siendo inatrapable en los limitados conceptos humanos, un Dios que no hace lo imposible no es Dios y Él lo es de vivos no de muertos, como cabría el calificativo si la vida del hombre, que es como un soplo efímero, se reduce a unos pocos años para luego disolverse en la nada. Nuestro mundo moderno experimenta como nunca antes un resurgimiento de filosofías y teologías que tergiversan y pervierten el mensaje de amor del evangelio. Debemos mantenernos en vela procurando que no resuciten en nosotros los conceptos saduceos que niegan la patria definitiva de amor junto al Padre más allá de la muerte. 8 Jueves

Fiesta: Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Blanco

O Bien Carta a los Hebreos 10, 12-23 Lectura del libro del profeta Isaías: 52, 13-53, 1-12 He aquí que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se llenaron de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán lo que nunca se habían imaginado. ¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A quién se le revelará el poder del Señor? Creció en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto. No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. El soportó el castigo que nos

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trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados. Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años y por medio de él prosperarán los designios del Señor. Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre los malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas de todos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 39 R/ “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.” ¡Cuántas maravillas has hecho, Señor Dios mío! ¡Cuántos proyectos para nosotros! ¡No hay nadie como tú! Yo quisiera contarlos, publicarlos, pero son innumerables. R. He proclamado tu fidelidad en la gran asamblea; tú sabes, Señor, que no me he callado. No he ocultado tu fidelidad en el fondo de mi corazón, proclamé tu lealtad y tu salvación, no oculté tu amor en la gran asamblea. R. Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 22, 14-20 Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con sus discípulos. Y les dijo: «¡Cómo he deseado celebrar esta pascua con ustedes antes de morir! Porque les digo que no la volveré a celebrar hasta que tenga su cumplimiento en el reino de Dios». Tomó entonces un cáliz, dio gracias y dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes; pues les digo que ya no beberé del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios». Después tomó pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria mía». Y después de la cena, hizo lo mismo con el cáliz diciendo: «Este es el cáliz de la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes». Palabra del Señor. Meditación Hoy celebramos la fiesta de Jesucristo Sumo y eterno Sacerdote. Esta fiesta nos recuerda a Cristo como el único Sumo Sacerdote; Él mismo se ofreció una vez por todas. Nos invita también a tener presente a los sacerdotes,

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a los ministros ordenados, elegidos por Cristo para continuar su misión y ser sus intermediarios; también nos recuerda la participación en el sacerdocio de Cristo de toda la comunidad, de todos los bautizados y bautizadas. Será un día para agradecerle a Cristo ser sacerdote y víctima, el haberse entregado totalmente por y para nuestra salvación. Además de dar gracias, nos alegramos de que Cristo nos haya hecho participar de su sacerdocio a todas las personas bautizadas. Lo hace de dos formas: el sacerdocio que llamamos común, al que nos incorporamos en el día del bautismo; el sacerdocio, llamado ministerial, el de los diáconos, presbíteros y obispos. Todos y todas somos sacerdotes, celebramos. No somos espectadores, ni pacientes; somos participantes del sacerdocio de Cristo y celebramos en todos los sacramentos como parte viva y activa. No vamos a misa a escuchar y a recibir, vamos a celebrar desde nuestra participación del sacerdocio de Cristo. Será hoy un día para orar de manera especial por los sacerdotes ordenados, para que tengamos muchos, sabios y santos, sigan el ejemplo del único y Sumo Sacerdote, cumplan bien con su obligación de enseñar y presidir las celebraciones, cuenten con los laicos y les respeten su sacerdocio. Pidamos por el aumento de las vocaciones al sacerdocio ministerial y también para que haya muchos más laicos y laicas comprometidos en la misión de hacer presente el Reino de Dios. Que Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos conceda a todos y todas cumplir con nuestra misión sacerdotal en este momento histórico en que nos toca vivir. 9 Viernes

Memoria Libre: San Efrén, Diácono y Doctor de la Iglesia Verde o Blanco

Lectura del libro de Tobías 11,5-17 En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino por donde tenía que llegar su hijo. Tuvo el presentimiento de que llegaba, y dijo al padre: «Mira, viene tu hijo con su compañero.» Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a casa: «Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz.» Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo, diciéndole: «Te veo, hijo, ya puedo morirme.» Y se echó a llorar. Tobit se puso en pie y, tropezando, salió por la puerta del patio. Tobías fue hacia él con la hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo: «Ánimo, padre.» Le echó el remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le quitó como una piel de los lagrimales. Tobit se le arrojó al cuello, llorando, mientras decía: «Te veo, hijo, luz de mis ojos.» Luego añadió: «Bendito sea Dios, bendito su gran nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre glorioso nos proteja, porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías.» Tobías entró en casa contento y bendiciendo a Dios a voz en cuello.

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Luego le contó a su padre lo bien que les había salido el viaje: traía el dinero y se había casado con Sara, la hija de Ragüel: «Está ya cerca, a las puertas de Nínive.» Tobit salió al encuentro de su nuera, hacia las puertas de Nínive. Iba contento y bendiciendo a Dios, y los ninivitas, al verlo caminar con paso firme y sin ningún lazarillo, se sorprendían. Tobit les confesaba abiertamente que Dios había tenido misericordia y le había devuelto la vista. Cuando llegó cerca de Sara, mujer de su hijo Tobías, le echó esta bendición: «¡Bienvenida, hija! Bendito sea tu Dios, que te ha traído aquí. Bendito sea tu padre, bendito mi hijo Tobías, y bendita tú, hija. ¡Bienvenida a ésta tu casa! Que goces de alegría y bienestar. Entra, hija.» Todos los judíos de Nínive celebraron aquel día una gran fiesta. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 145, 1-2. 6b-7. 8-9a. 9bc-10 R/. Alaba, alma mía, al Señor Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. R/. Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. R/. Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R/. Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,35-37 En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: «¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.” Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?» La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo. Palabra del Señor. Meditación La lectura del Evangelio de Marcos puede guiarnos hoy en nuestra meditación en dos vertientes: ser humildes y saber escuchar, dos condiciones indispensables para crecer espiritualmente. Los “doctores de la Ley” o escribas, conformaban una élite judía de carácter aristocrático en Israel que, siendo grandes conocedores del Antiguo Testamento se dedicaban a estudiar e interpretar la ley de Moisés, sobre todo del Levítico promoviendo su ampliación y, en algunos casos, también administraban justicia. Lo de escriba viene porque también escribían todas las leyes. Habiendo acumulado el conocimiento de tantas normativas e instrucciones se creían sabios, poseedores de un saber incontestable, ya que carecían de humildad; por eso, la figura de Jesús se convirtió para ellos en una presencia desafiante, provocadora. Les resultaban particularmente

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incómodos sus cuestionamientos a las autoridades religiosas y al Templo, que era el centro de la vida social, económica y espiritual. En el Evangelio de hoy vemos uno de esos cuestionamientos, cuando Jesús explica a una muchedumbre, la equivocación de los escribas al negar su filiación divina para atribuírsela a David, cuando en realidad es descendiente de este rey por adopción, a través de José, su padre. Nos enseña dos grandes verdades: Él es el verdadero hijo de Dios y cuando los profetas anunciaron a Jesús lo hicieron bajo inspiración del Espíritu Santo. La falta de humildad impedía a los escribas acceder a estas verdades. El Papa Francisco ha dicho: «Ésta es la actitud de quien quiere escuchar la Palabra de Dios: primero, humildad; segundo, oración.» 10

Feria

Sábado Verde 28º Aniversario de la Ordenación Presbiteral de Mons. Héctor Rafael Rodríguez, MSC, Obispo de la Vega Lectura del libro de Tobías 12,1.5-15.20 En aquellos días, Tobías llamó a su hijo y le dijo: «Que podemos darle a este santo varón que ha venido contigo.» Le llamaron aparte, padre e hijo, y le rogaron que aceptara la mitad de todo lo que habían traído. Y él les dijo en secreto: «Bendigan a Dios y proclamen ante todos los vivientes los beneficios que les ha hecho, para que todos canten himnos en su honor. Manifiesten a todos las obras del Señor como él se merece, y no sean negligentes en darle gracias. Si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas y proclamarlas como se merecen. Obren bien, y no le vendrá ninguna desgracia. Más vale la oración sincera y la limosna generosa que la riqueza adquirida injustamente. Más vale hacer limosnas que atesorar dinero. La limosna libra de la muerte y espía el pecado. Los que hacen limosna se saciarán de vida. Los pecadores y los malhechores son enemigos de si mismos. Les descubriré toda la verdad sin ocultarles nada. Ya les dije que, si el secreto del rey hay que guardarlo, las obras de Dios hay que publicarlas como se merecen. Pues bien, cuando Sara y tú estaban rezando, yo presentaba al Señor de la gloria el memorial de tu oración. Lo mismo cuando enterrabas a los muertos. Y cuando te levantaste de la mesa sin dudar y dejaste la comida por ir a enterrar a aquel muerto, Dios me envió para probarte; pero me ha enviado de nuevo para curarte a ti y a tu nuera Sara. Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio de Dios y tienen acceso ante el Señor de la gloria. Así, pues, bendigan al Señor en la tierra, den gracias a Dios. Yo subo ahora al que me envió. Ustedes bendigan al Señor y divulguen sus obras maravillosas.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: Tb 13,2.6.7.8 R/. Bendito sea Dios, que vive eternamente Él azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de él, y no hay quien escape de su mano. R/.

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Verán lo que hará con ustedes, le darán gracias a boca llena, bendecirán al Señor de la justicia y ensalzarán al rey de los siglos. R/. Yo le doy gracias en mi cautiverio, anuncio su grandeza y su poder a un pueblo pecador. R/. Conviértanse, pecadores, obren rectamente en su presencia: quizá les mostrará benevolencia y tendrá compasión. R/. Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,38-44 En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.» Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Les aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.» Palabra del Señor. Meditación Así como puede existir una diferencia fundamental entre ser y parecer, tampoco tiene que significar lo mismo dar que darse. En el episodio de hoy Jesús produce una discrepancia pública, advirtiendo a la gente que lo escucha sobre la hipocresía de los escribas, que asumen una falsa religiosidad para que los vean, criticando su ostentación, sus muchos rezos y su falta de caridad engañando a las pobres viudas, valiéndose de su conocimiento de la Ley. En contraste, una vez hecha la salvedad, encamina sus pasos al templo y alecciona a sus seguidores alabando el gesto de una viuda pobre, de fe inquebrantable y corazón centrado en la caridad fraterna, que echó dos moneditas, todo cuanto tenía para vivir. La confrontación de ambos paradigmas, el de los escribas a quienes les gusta el figurear y sacar provecho, contrapuesto al de la pobre viuda caritativa que no calcula el alcance de su generosidad pensando en el bien de los demás antes que, en ella misma, le permite a Jesús una gran enseñanza: Dios siente complacencia ante el corazón bondadoso y las manos generosas, en cambio reprueba la simulación que además espera recompensa a cambio. Dios ve el buen corazón no la ambición. Mientras el escriba se muestra, la pobre viuda se da a sí misma en lo poco que tiene. En tanto el gesto teatral del escriba se agota en sí mismo, se queda en el “yo”, el acto de donación de sí misma de la pobre mujer es trascendente, llegando hasta el mismo Dios.

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Solemnidad: La Santísima Trinidad

Primera Semana Liturgia de las Horas

Blanco

Día Nacional de las Pequeñas Comunidades Vivamos la comunión a imagen de la Santísima Trinidad Orientaciones para la Celebración: Se coloca en lugar visible el título de este domingo. Se pueden colocar en algunos lugares del templo algunas frases que digan: Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Destacar la presencia de las familias en esta Celebración y de los que participan en comunidades o grupos apostólicos llamados a ser signos vivos de la comunión trinitaria. Se puede escoger una comunidad que vaya en la procesión de entrada con tres letreros: el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Prever que se puedan pegar en un lugar visible en orden. Al final se puede hacer una presentación y bendición especial para las comunidades. Monición ambiental: Celebramos con alegría en este día la solemnidad de la Santísima Trinidad y entramos en comunión con Dios que es Uno y Trino. El en su unidad indivisible se nos ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas distintas, pero un solo Dios. Un Padre creador de todas las cosas nos ha revelado al Espíritu como abogado defensor y guía de la Iglesia. En este día la Iglesia dominicana celebra el día de las pequeñas comunidades, porque cada comunidad cristiana está llamada a vivir y ser testimonio vivo de esta comunión de amor del Padre, el Hijo y el Espíritu, que es su origen y fundamento. Es esa vivencia de comunión fraterna que implica una participación activa en las familias y en las pequeñas comunidades, la que manifiesta nuestra imagen y semejanza con Dios que nos creó a cada uno para ser únicos, pero a la vez, para ser trinitarios, vivir en relación con los otros, por los otros, en los otros y para los otros. Se celebra también en este domingo de la Santísima Trinidad el Día “Pro Orantibus”, una jornada de oración en favor de los religiosos y religiosas de vida contemplativa. Una ocasión para la estima y gratitud por lo que estas comunidades representan en la vida de la Iglesia con su valioso legado espiritual. Celebremos a Dios mismo, Uno y Trino, elevando nuestra acción de gracias al Padre por habernos regalado a su Hijo y junto con El a su Santo Espíritu y que al participar de un mismo pan nos hace un solo cuerpo. Cantando alegremente recibimos a Jesucristo, Hijo del Padre, quien llega a presidirnos a través de su ministro. Primera Lectura Éxodo 34, 4b-6. 8-9 El Dios Único se manifiesta como Señor grande y poderoso pero al mismo tiempo lleno de misericordia y compasión manifestando así que El es amor y compasión. Escuchemos.

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Lectura del libro del Éxodo 34,4b-6.8-9 En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.» Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: Dn 3,52-56 R/. A ti gloria y alabanza por los siglos Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. R/. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/. Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R/. Bendito eres en la bóveda del cielo. R/. Segunda Lectura: 2 Corintios 13, 11-13 El saludo de Pablo nos recuerda que la comunión entre nosotros es obra del Espíritu Santo, fruto de ese amor del Padre y del Hijo que se nos ha dado. Escuchemos. Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios Hermanos: Alégrense, enmiéndense, anímense; tengan un mismo sentir y vivan en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes. Salúdense mutuamente con el beso ritual. Les saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos ustedes. Palabra de Dios. Aleluya Ap 1, 8 Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene. Evangelio: Juan 3, 16-18 La salvación que el Padre y el Hijo en su gran amor nos han dado por medio de su Santo Espíritu es precisamente vivir en comunión con El, entre nosotros y con la creación. Ya que el pecado había roto esa comunión, el Hijo viene a restablecerla, para que a imagen de su Santísima Trinidad vivamos como un solo cuerpo. La única condición es creer en Jesucristo. Con el canto aclamemos con fe a Jesucristo que nos manifestará este gran amor trinitario. Lectura del santo evangelio según san Juan 3,16-18 Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. Palabra del Señor.

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Meditación Celebramos hoy la Solemnidad de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, misterio de Dios que es comunión perfecta de Tres Personas distintas en una misma naturaleza Divina, que aun antes de nosotros ser creados nos ama sin los límites que imponen el tiempo y la distancia, por encima de nuestra debilidad humana. Nuestra vida está rodeada de signos visibles del amor del Padre, la creación con el esplendor de sus múltiples dones, la vida, valor absoluto que se nos concede, los talentos puestos al servicio de nuestros hermanos, pero el mayor de todos es Cristo, segunda Persona de la Trinidad, que encarna el amor “que sobrepasa el conocimiento para que seamos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios” (Ef 3, 19). La Trinidad, que integran las tres personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo ha sido posible en la historia humana gracias a María, la criatura más hermosa y excelsa, la más pura, la siempre llena de Gracia que, desde su humildad, su cercanía, su obediencia, recibió la misión de ser la portadora del Hijo de Dios, la que daría imagen visible al Altísimo. No hay nadie que haya entrado en contacto más profundo e íntimo con la Santísima Trinidad que María, la que hizo posible el milagro de la Encarnación, es decir dar carne y sangre al Verbo, lo que le permitió entrar en la historia humana y convertirla en historia de la salvación, tornando visible lo invisible, accesible lo que era inalcanzable para el ser humano, devolviendo la esperanza al mundo cuando ya todo parecía perdido por causa del pecado. Con la solemnidad de la Santísima Trinidad hoy reconocemos el amor de Dios, que envió a su hijo a redimir al mundo, no a juzgarlo, para que se salve recuperando la suprema Gracia del cielo, al que nos acercamos en la misma medida en que nos acercamos a Jesús entrando en comunión con El y haciendo prójimo al más próximo conformando con él la comunidad. Ejercitemos esa comunión creyendo en Jesús el Hijo, que sana y salva; profundizando con la oración y la interiorización de esta Verdad fundamental en el Espíritu del Solo Santo que santifica, ilumina, transfigura y dando absoluta primacía al Padre Celestial que nos acoge con admirable amor filial. Conscientes de que resulta difícil entender, en sentido estricto, la comunidad Única de este Principio sin principio de todos los principios, la Realidad íntima de este acto inaudito que nos reconcilia en el Amor, en sentido amplio alcanzamos a comprender que, por nuestra condición de criaturas, nosotros conocemos el amor de Dios, porque gracias a su infinita misericordia “Él nos amó primero” (Jn 4, 19). Oración de los fieles: El que preside: Con la certeza de que Dios Padre siempre nos escucha, presentemos nuestras súplicas por medio de su Hijo, con la fuerza del Espíritu Santo, diciendo: Haz que seamos manifestación viva de tu Santa Trinidad. • Por el Papa, los Obispos, Diáconos y todos aquellos que realizan algún trabajo pastoral, para que sepan mostrar el amor misericordioso de la Santísima Trinidad. Oremos.

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• Por nuestra Patria, la República Dominicana, fundada en nombre de la Santa Augusta Trinidad, para que sepamos vivir como verdaderos hijos del Padre, como hermanos en el Hijo y nos dejemos llevar del Espíritu Santo, para que haya justicia, paz y se administren y distribuyan los bienes de manera equitativa. Oremos. • Por los encarcelados, los enfermos, los que sufren, para que ellos encuentren en la Santísima Trinidad el consuelo, la paz, y el amor que tanto necesitan. Oremos. • Por esta comunidad reunida por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo para que vivamos la espiritualidad de la comunión en todo nuestro trabajo misionero. Oremos. • Para que las familias, las comunidades cristianas y los grupos apostólicos, seamos un reflejo del amor de Dios Uno y Trino en medio de nuestro pueblo. Oremos. • Por las comunidades de Vida Contemplativa, para que el Señor continúe fortaleciendo y animando la Misión recibida, de orar incesantemente y en silencio por las necesidades de la iglesia y de la humanidad. Oremos. El que preside: Acoge, Padre, nuestras oraciones por Cristo tu Hijo que en unidad del Espíritu Santo vive y reina contigo por los siglos de los siglos. 12

Feria

Lunes

Verde II Semana de la Liturgia de las Horas

Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,1-7 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a todo el pueblo santo que reside en Grecia: les deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para su aliento y salvación; si recibimos aliento, es para comunicarles un aliento con el que puedan aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dan firmes motivos de esperanza, pues sabemos que, si son compañeros en el sufrir, también lo son en el buen ánimo. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 33, 2-3.4-5.6-7.8-9 R/. Gusten y vean qué bueno es el Señor Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R/. Proclamen conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R/.

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Contémplenlo, y quedaran radiantes, su rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gusten y vean qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,1-12 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.» Palabra del Señor. Meditación El mensaje central de los evangelios es el Reino de los Cielos, realidad en construcción. En este texto del Evangelio, Jesús llama bienaventurados, es decir felices, dichosos, afortunados, a los pobres que adoptan la propuesta ética y evangélica de la nueva realidad de amor universal que ha comenzado ya entre los hombres, aquí y ahora. Se trata de una felicitación múltiple por un ideal de vida en proceso de realización, aunque en tensión, porque no representa una promesa referida al futuro, sino más bien un reconocimiento en tiempo presente: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”. Las bienaventuranzas resaltan temas que conservan vigencia: la paz, la mansedumbre, la justicia, entre otros, pero aun así resulta chocante por sus felicitaciones a quienes marchaban en vía contraria a la lógica común en la sociedad de aquellos tiempos, en busca de un mundo nuevo en plenitud del señorío de Dios entre los hombres. “Si alguno de vosotros hace la pregunta: ‘¿Qué hay que hacer para convertirse en un buen cristiano?’”, aquí encontramos la respuesta de Jesús que nos indica cosas “tan contracorriente” respecto a lo que habitualmente “se hace en el mundo”, ha dicho el papa Francisco hablando de las Bienaventuranzas. En nuestros días este mensaje se consideraría de corte radical para muchos. Pero el Evangelio en su totalidad es radical en sus planteamientos, si eso significa ir a la raíz misma de la realidad, del desafío del hombre por ser fraterno, justo, solidario, misericordioso.

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Por ejemplo, los pobres, de espíritu y en sentido material, son los protagonistas del discurso. Un pobre de espíritu es aquel que se ha despojado de toda confianza propia, pues se fía y confía plenamente en Dios, reconociéndose criatura débil, humilde, que espera todo de otro. No significa que carece de autoestima o que desestima los bienes materiales, sino que se abandona en sus manos, en la misericordia y la Providencia. “Dichosos los que tienen espíritu de pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos” es una frase clave para empezar a renovar la carga de sentido de la justicia cristiana, con la promoción y dignificación de la persona humana, conforme a la voluntad de Dios, haciendo realidad el reino que Jesús inauguró; es decir, una sociedad donde la “felicidad” está fundada en la esperanza de vivir en fraternidad, en comunión con la voluntad de Dios. Las bienaventuranzas son un reflejo de la experiencia de Jesús. “Buscad el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se les dará por añadidura.” Mt 6, 33. Porque el Reino es Jesús. 13 Martes

Memoria Obligatoria: San Antonio de Padua, Presbítero y doctor de la Iglesia Blanco

Lectura de la segunda carta de san Pablo a los Corintios 1,18-22 Hermanos: ¡Dios me es testigo! La palabra que les dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo les hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con ustedes. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 118 R/.“ Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo“ Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma. R/. La explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. R/. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. R/. Vuélvete a mí y ten misericordia, como es tu norma con los que aman tu nombre. R/. Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine. R/. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,13-16 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así su luz a los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo.» Palabra del Señor.

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Meditación En la continuación de las bienaventuranzas, Jesús habla a los discípulos acerca de otra misión que tienen: ser sal de la tierra y luz del mundo, es decir, ser y obrar para los demás, de la misma manera que la iglesia no ha sido fundada para servirse ella misma. La lectura alude además a la calidad de dicha misión: “si la sal se desvirtúa, ¿con qué salará? Para nada vale ya. Tampoco se enciende una lámpara para taparla”. En otras palabras, los apóstoles y discípulos tienen el deber de dar testimonio de buenas obras y como la sal, purificar para evitar la corrupción de los alimentos, para dar sabor. La luz -igual que las tinieblas- está cargada de un profundo significado religioso y teológico. La luz es símbolo de lo que Dios es en sí mismo y de lo que él hace por el hombre a través de Jesús: “Yo soy la luz verdadera” 1Jn 1, 5; “Yo soy la luz del mundo” 8, 12. De la iglesia y de los apóstoles se espera que sean reflejo de la luz de Cristo. El ser y hacer misión siendo sal y siendo luz, tiene un primer campo de misión en la propia comunidad, en nuestra iglesia. Si bien la iglesia está en el deber de dar sabor y de dar luz hacia afuera, al mundo, antes deben los hermanos dar sabor y luz en el testimonio de la comunión, allí dentro con sus hermanos. La luz del discípulo debe conducir a la luz de Cristo de la que apenas es reflejo. En cuanto a ser “sal” el mensaje debe estar fundamentado en un fiel testimonio mediante obras, o también se perderá su sabor, no sirviendo más que para tirarla afuera. Solo después de ser fiel a sí misma puede ser signo para el mundo, dando sabor e iluminando. Y es fiel a sí misma si, como pueblo diverso, es capaz de lograr intrínsecamente la koinonía, es decir de generar la comunión comportándose como una sola en el Señor, una misma familia con una misma fe. La koinonia rebasa el simple concepto de relación interpersonal para convertirse en participación en común con Jesucristo. Es comunión con el Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo. 14 Miércoles

Feria Verde

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 3,4-11 Hermanos: Esta confianza con Dios la tenemos por Cristo. No es que por nosotros mismos estemos capacitados para apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser ministros de una alianza nueva: no de código escrito, sino de espíritu; porque la ley escrita mata, el Espíritu da vida. Aquel ministerio de muerte –letras grabadas en piedra– se inauguró con gloria; tanto que los israelitas no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, por el resplandor de su rostro, caduco y todo como era. Pues con cuánta mayor razón el ministerio del Espíritu resplandecerá de gloria. Si el ministerio de la condena se hizo con resplandor, cuánto más resplandecerá el ministerio del

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perdón. El resplandor aquel ya no es resplandor, eclipsado por esta gloria incomparable. Si lo caduco tuvo su resplandor, figúrense cuál será el de lo permanente. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 98, 5.6.7.8.9 R/. Santo es el Señor nuestro Dios Ensalcen al Señor, Dios nuestro, póstrense ante el estrado de sus pies: Él es santo. R/. Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía. R/. Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio. R/. Señor, Dios nuestro, tú les respondías, tú eras para ellos un Dios de perdón, y un Dios vengador de sus maldades. R/. Ensalcen al Señor, Dios nuestro; póstrense ante su monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,17-19 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No crean que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Les aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.» Palabra del Señor. Meditación Cerrando el Discurso de las Bienaventuranzas, Jesús se ha presentado como el Mesías de la Palabra, cuya misión se caracteriza precisamente por el cabal cumplimiento de la voluntad de Dios y esa coherencia se verifica también en la práctica, encarnando la obediencia al mensaje declarado. Su fidelidad a la misión no da razón para el más mínimo cuestionamiento, porque no hay divorcio entre gesto y palabra, tanto en público como cuando se dirige a sus discípulos. Se cumplirá al pie de la letra, “hasta la última tilde de la Ley” advierte. Todos los preceptos serán respetados, sentencia. “Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos” promete. Hoy como ayer, las comunidades precisan de un equilibrio entre la labor pastoral y la prédica del mensaje, entendiendo que ambos elementos deben conjugarse manteniendo la coherencia entre fe y vida. Las comunidades parroquiales, únicamente madurarán en su vocación vivificando la iglesia, si la fe crece con la práctica misionera y en la Espiritualidad de Comunión y participación, el celo apostólico se impregna con la fe y ambas cosas hallan plenitud en la fidelidad a Jesucristo. A propósito de la promesa del Mesías de la Palabra en esta lectura quien los cumpla y enseñe, el lema nacional del presente año “Quien se forma y participa, a la Iglesia vivifica” ha suscitado un renovado interés impulsando

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sobre todo a los laicos a participar con entusiasmo en un plan de formación continuada, que encuentra el terreno abonado para integrarse con celo apostólico a las diversas pastorales y ministerios. Quien lo cumpla, en este caso se puede entender cómo hacerlo parte de nuestra vida, en lo personal y en el seno de la iglesia, mientras que quien lo enseñe suena como una invitación a asumir la formación que instruye en la fe, agudiza el espíritu y nos hace más eficaces en procura de alcanzar los objetivos trazados en los planes nacionales y diocesanos de pastoral, para desarrollar en nuestras parroquias y zonas. 15

Solemnidad: Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Jueves

Blanco

Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan Orientaciones para esta Celebración: Decorar todo el lugar de la Celebración con símbolos eucarísticos y frases del Evangelio de hoy y de la segunda lectura. Se preparan cantos eucarísticos. Se puede distribuir la Comunión bajo las dos especies. Se puede hacer una breve procesión dentro de la Iglesia o fuera con el Santísimo Sacramento. Monición ambiental: Hermanos y hermanas: Hoy celebramos con gran alegría la Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor, dando gracias al Señor Jesús que nos dejó este memorial de su Pasión y Resurrección en el que nos hacemos un solo Cuerpo al compartir el mismo pan y es fuente y culmen de la vida cristiana y el alimento de la vida de comunión (cf. DA 158). En la Eucaristía Jesús se nos da como pan de vida y bebida de salvación, dándonos vida eterna, que es vivir en esa comunión con Dios, entre nosotros, con la creación y con consigo mismo. De este modo, la Eucaristía nos reúne y nos une con Cristo haciéndonos uno con El y entre nosotros al participar del mismo pan. Como Iglesia sabemos que no podemos caminar con hambre bajo el sol, para participar en la realización del Reino de Dios. Necesitamos nutrirnos “con el Pan de la Palabra y con el Pan del Cuerpo de Cristo”. Por eso, como Iglesia vivimos de la Eucaristía. Celebramos con gozo grande esta fiesta junto con Cristo quien la preside a través de su ministro y a quien recibimos cantando. Primera Lectura: Deuteronomio 8, 2-3. 14b-16ª Moisés recuerda a su pueblo las duras pruebas del desierto en la que Dios intervino, dándole a comer el maná y a beber el agua de la roca, signos y figura del nuevo alimento y la nueva bebida que Jesús nos da en su Eucaristía que nos hace formar un solo cuerpo. Escuchemos. Lectura del libro del Deuteronomio 8,2-3.14b-16a Moisés habló al pueblo, diciendo: «Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte,

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para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 147,12-13.14-15.19-20 R/. Glorifica al Señor, Jerusalén Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/. Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R/. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R/. Segunda Lectura. 1 Corintios 10, 16-17 La comunión eucarística además de alimentarnos fortalece nuestra comunión con Dios y entre nosotros, haciéndonos promotores de esta comunión en el mundo. Escuchemos. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10,16-17 El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan. Palabra de Dios Aleluya Jn 6, 51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo -dice el Señor-; el que coma de este pan vivirá para siempre. Evangelio: Juan 6, 51-58 Quien come la carne y la sangre de Cristo entra en una comunión profunda con El y su Padre y vivirá por El, haciéndose un solo Cuerpo en El, es decir, viviendo en comunión fraterna con los demás. Con esa vida y esa fuerza, que recibimos en la Eucaristía, podemos participar activamente en la realización de su Reino. Aclamemos cantando al Pan de Vida que se nos da a comer en su Palabra. Escuchemos. Lectura del santo evangelio según san Juan 6,51-59 En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

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Entonces Jesús les dijo: «Les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de sus padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Palabra del Señor. Meditación

Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida Celebramos “el jueves Corpus”, como popularmente se le conoce a este día. Hoy la liturgia y la Iglesia nos invitan a contemplar a Jesús en la eucaristía, donde él ha querido perpetuar el memorial de su amor, donde se sigue ofreciendo al Padre en favor de sus hermanos. En cada Eucaristía compartimos el cuerpo y la sangre de Cristo, entramos en una profunda comunión con Dios y con los hermanos participando de un mismo pan y de un mismo cáliz. La eucaristía es la fiesta de la comunión de los hermanos en la fe, es la fiesta de unidad. Jesús sigue convocando a hombres y mujeres de toda raza, lengua, nación y condición social y económica a que se reúnan a compartir el pan, a reconocerlo a él como los discípulos de Emaús, al partir y compartir el pan. Eucaristía es comunión con Cristo y comunión con los hermanos, y no podemos comulgar al Señor, si no trabajamos por la comunión con quienes más nos necesitan Jesucristo es el pan, el alimento espiritual que da la vida; su sangre, derramada por amor, es el cáliz que da la salvación eterna. Es el mismo Dios quien nos alimenta y nos vivifica. Como desde antiguo dio a al pueblo de Israel el maná que bajaba del cielo, así también a nosotros nos da el pan de la Palabra y el pan eucarístico, que no cesan de ofrecerse por nosotros y por nuestros pecados. Es Dios el que nos da el verdadero pan del cielo. Pan que nos alimenta y nos une, pan que da sentido a nuestra vida y nos concede la vida eterna; sangre que purifica y lava del pecado. Sangre que libera a los oprimidos y que da la victoria sobre el pecado y la muerte. Hemos de participar en cada eucaristía con mucha fe y con profunda devoción, sabiendo que Jesús está presente y que nos está dando la vida a través de sus sacramentos. Comulgar del Cuerpo y de la Sangre de Cristo más que un privilegio, es sacar la fuerza para tener valentía en el compromiso de acción, que me impulsa a ser uno con los demás, a vivir la fe y a ser coherente con el evangelio. Que cada vez que participemos de la Eucaristía salgamos fortalecidos en la fe. Que el Señor nos ayude a comulgar siempre y hacerlo con un corazón limpio y puro. Amén. Oración de los fieles: Quien preside: Presentemos nuestras súplicas al Padre en este día en que contemplamos a su Hijo en la Eucaristía y se lo ofrecemos como sacrificio agradable a Él, diciendo: Aliméntanos con el Cuerpo de tu Hijo.

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• Por toda la Iglesia, para que la comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo nos mantenga unidos a Él y entre nosotros. Oremos. • Por toda la humanidad sedienta y hambrienta de vida, para que encuentre en Jesús la respuesta que necesita. Oremos. • Por los más pobres, para que encuentren en la Eucaristía la fuerza necesaria para enfrentar sus necesidades. Oremos. • Por cada uno de nosotros para que, manteniendo la firmeza de la fe, no cambiemos el alimento de vida eterna, por otros alimentos que alienan, adormecen y no dan vida. Oremos. • Por quienes participamos en la Eucaristía, para tengamos la valentía de comprometernos en todas las causas justas de nuestro país. Oremos. El que preside: Acoge Padre Santo nuestras suplicas por Jesucristo Nuestro Señor. 16 Viernes

Feria Verde

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4,7-15 Hermanos: El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en ustedes. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con ustedes. Todo es para su bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 115,10-11.15-16.17-18 R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!» Yo decía en mi apuro: «Los hombres son unos mentirosos.» R/. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. R/. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,27-32 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Han oído el mandamiento “no cometerás adulterio”. Pues yo les digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te

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hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: “El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.” Pues yo les digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.» Palabra del Señor. Meditación El seguimiento de Jesús en respuesta a su llamado se convierte para todo cristiano en una exigencia basada en la incondicionalidad de la entrega. Hacer o no hacer, he ahí la cuestión; ser o no ser, he ahí el dilema. En los evangelios abundan muchas frases que llaman a la radicalidad: “Sean perfectos como mi Padre celestial es perfecto” Mt 5, 48; “el que no está conmigo está contra mí y el que no cosecha conmigo, desparrama”. En ese sentido, es imperativo el vivir en franca coherencia los valores del Evangelio que nos invitan a tomar una decisión definitiva y definitoria: “nadie que toma el arado y mira hacia atrás es digno de mi” Lc 9, 62. Muchos pueden confundirse cuando la Iglesia predica sobre la Buena Noticia de los evangelios, llamando a la misericordia, la caridad, la benevolencia y el perdón, perdiendo de vista las sentencias anteriores tomadas del mismo Cristo, quien vivió hasta el último suspiro del “todo se ha cumplido”. En el Evangelio de Mateo, Cristo aborda hoy esa misma radicalidad en lo que respecta a la integridad de la relación entre un hombre y una mujer, en el matrimonio. Quienes han optado por vocación laical están en la obligación moral de convertirse en esposos que viven profundamente su matrimonio, dedicándose a sus esposas en cuerpo, alma, mente y espíritu, sin medias tintas. Abundan cada vez más los conceptos light basados en una filosofía de la liberalidad de la vida, que apunta a dejar de lado su sentido de trascendencia. En ese sentido, poco importa que el hombre dé rienda suelta a su instinto natural, ya que alguna teoría dará la razón a este comportamiento. La iglesia precisa de posturas proféticas innegociables como la palabra de Jesús, llamando al pan pan, y al vino, vino. El pecado se gesta en el corazón, lo mismo que las grandes virtudes. El adulterio no se remite únicamente al gesto, al acto en sí, sino que comienza desde el mismo instante en que comienza a darle cabida en el corazón a la infidelidad. Fijémonos que cuando Jesús hizo un llamado concreto en los evangelios no las justificó mediante concienzudas explicaciones, sino que se limitó a hacer el llamado, sencillamente: “Sígueme”. El, que fue fiel a su misión redentora, es el paradigma por excelencia. Él es modelo de fidelidad al llamado del Padre, de la misma forma que nosotros debemos ser modelos a su llamado.

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17 Sábado

Feria Verde

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5,14-21 Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo-, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo los exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 102,1-2.3-4.8-9.11-12 R/. El Señor es compasivo y misericordioso Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R/. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R/. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,33-37 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Han oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus votos al Señor.” Pues yo les digo que no juren en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A ustedes les basta decir “sí” o “no”. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.» Palabra del Señor. Meditación La sola mención del nombre de Dios exige, una actitud reverente, reconociendo su majestad, como lo invoca el salmo 8: “Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?”

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Cristo ordena a sus discípulos que no juren, por nada. Así debe ser la actitud del seguidor de Cristo, aun en nuestros días. Por supuesto que el Señor no se refiere al juramento en las ocasiones solemnes en que se accede a un puesto o el juramento de la verdad al comprometer el testimonio en un juicio. Se refiere, más bien a otro juramento, al que intenta ganar la conciencia de los demás con afirmaciones que toman como garantía de veracidad el Nombre que está sobre todo nombre. El segundo mandamiento se refiere a la santidad del Señor y al respeto que merece, y prohíbe tomar en falso su Santo nombre, porque sagrado es el nombre del Señor y lo sagrado es intocable. Cristo nos invita a hablar con convicción, sin rebuscamientos, con palabras de verdad que no requieren de argumentos justificativos. Si o no. Si se requiere justificar cualquier afirmación nuestra con juramentos significa que tiene visos de ser dudosa, sometida a cuestionamiento. El cristiano debe ser congruente, que sus palabras sean fiel reflejo de sus actos y que sus acciones se vean reflejadas en las palabras. En esto consiste dar testimonio, como lo hicieron los santos y grandes mártires, que no devaluaron su palabra para ser favorecidos con la conmutación de una pena, siempre que se tratara de testimoniar con palabras lo que había sido su vida de fidelidad y seguimiento al Señor. Antes prefirieron morir que abaratar la verdad que le daba sentido a sus vidas. Este mandato del Señor nos inspira también a cuidar nuestro vocabulario, la coherencia que debe primar entre fe y vida, adoptando una calidad de expresión juiciosa, sin dejar de ser espontánea, veraz sin caer en el fingimiento o la afectación, sencilla sin ser tildada de simplista, sin banalidad o superficialidad. Tampoco necesita el Señor el juramento de que vamos a cumplir con las exigencias de nuestro compromiso, ya sea en el ancho mundo de los hombres, en la vida laical o ya se verifique en el ámbito de la iglesia. En todo caso, lo importante es ser reflejos de Cristo y cumplir nuestros votos al Señor. 18

XI Domingo del Tiempo Ordinario

III Semana del Tiempo Ordinario ho días, llegó Jesús Llamados a participar en la misión del Señor Algunas orientaciones: Colocar en un lugar visible el lema de este domingo/ resaltar el lema del mes “Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan” (1 Cor10,17) y como “Comunión” / se puede dramatizar el Evangelio. Monición de entrada Hermanos y hermanas: Nos reúne el Señor como un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan, para reavivar nuestra alianza con El y nuestra respuesta a su llamada a seguirle junto con otros.

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El Señor ha querido salvarnos como un pueblo, no de manera solitaria. Así hizo con Israel con quien hizo su alianza de amor y lo eligió para ser su nación santa y su reino de sacerdotes en medio de los pueblos para llevarlos a la salvación. Asimismo, Jesucristo llama a los 12 para que junto a El y en comunión entre ellos, anuncien el Reino y hagan sus signos, iniciando con ellos el pueblo de la nueva alianza y enviándolos a comunicar la salvación a toda la gente. Pidamos al señor que nos de la disposición de responder con generosidad a su llamada y como un solo cuerpo y en comunión con todos los hermanos y hermanas, participemos en la construcción de un mundo, donde se respete la dignidad del ser humano y la vida como don de Dios y donde impere la justicia y la paz. Con gozo, iniciemos cantando y aclamando a Jesucristo, nueva alianza de Dios con su pueblo, quien viene a presidirnos a través de su ministro. Primera lectura: Éxodo 19, 2-6ª: El Señor, como con el pueblo de Israel, ha hecho con nosotros una alianza de comunión con El y que nos hace un solo pueblo de su propiedad, nación santa y reino de sacerdotes. Escuchemos Lectura del libro del Éxodo 19, 2-6a En aquellos días, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí y acamparon allí, frente al monte. Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde el monte, diciendo: - «Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a los israelitas: “Ya han visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a ustedes los he llevado sobre alas de águila y los he traído a mí. Ahora, pues, si de veras escuchan mi voz y guardan mi alianza, ustedes serán mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.”» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 99, 2. 3. 5 R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría, entren en su presencia con vítores. R. Sepan que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. R. Segunda lectura: Romanos 5, 6-11 El Apóstol nos recuerda, que el don de la salvación nos llega de forma gratuita por el gran amor del Padre Dios, manifestada en Cristo, que nos hace entrar en comunión con El reconciliándonos y dándonos su vida. Escuchemos. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 6-11 Hermanos: Cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

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¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo! Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación. Palabra de Dios. Aleluya MC. 1,15 Está cerca el Reino de Dios conviértanse y crean en el evangelio Evangelio: Mateo 9, 36-10, 8 Como los discípulos de ayer, Jesús nos llama a nosotros hoy, para que unidos en un solo cuerpo, participemos en la realización de su Reino, como sus discípulos misioneros compadecidos como El, por tantas ovejas sin pastor. Aclamemos cantando al Señor que nos llama y nos habla en este Evangelio. Escuchemos. Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 36-10, 8 En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: -«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rueguen, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.» Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judás Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: No vayan a tierra de gentiles, ni entren en las ciudades de Samaria, sino vayan a las ovejas descarriadas de Israel. Vayan y Proclamen que el reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis. Palabra de Dios. Meditación Jesús se compadecía de las gentes extenuadas que le siguen y le buscan desde hace varios días, por lo que es lícito pensar que también él está igual de agotado. Las muchedumbres buscaban escucharle, verle, pedirle, asumiendo una actitud pasiva mientras que, situado en el centro de esos requerimientos a él le correspondía la parte activa de aquel peregrinaje de aldea en aldea. Sin embargo, su preocupación estaba centrada en el cansancio de estas pobres gentes que iba tras él; se olvidaba de su hambre para colmar el hambre de los hambrientos en los parajes desérticos queriendo escuchar

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de él la Buena Noticia del Reino, donde no habrá cansancio, ni hambre, ni enfermedad, dolor o muerte. Ellos son un puñado frente a una multitud que parece aumentar cada día: “la mies es mucha y los obreros pocos”. Lo mismo que ocurre entre nosotros con tanta gente que asiste a las celebraciones en las parroquias, sin embargo, son los mismos rostros los que militan en uno y otro grupo, en este y aquel apostolado, aquí, allá y acullá. En ocasiones la minoría que se compromete no da abasto en las tareas que parecen multiplicarse, sin embargo, inspirados en Cristo, los verdaderamente conscientes de que el Reino de los Cielos está cerca, no desmayan y se desviven para atender a esos otros que lo necesitan. San Mateo expresa el carácter gratuito de la Gracia de Dios, que vemos de modo particular entre nosotros y sabemos por su afirmación que ante la carencia de suficientes obreros en la mies se trata de bienaventurados que han recibido la Gracia en toda gratuidad. “Nadie da nada gratis” ¿Cuántas veces no habremos escuchado ésta contundente afirmación? Es cierto que surge en una sociedad en la que todo parece estar sujeto a las normas de la oferta y la demanda y en la que comúnmente prima el interés pecuniario tras la búsqueda del lucro y la ganancia, por encima de cualquier otro bien. El que no se considera hijo de Dios ni ha profundizado en esa relación filial se afana inútilmente, acumulando cosas, esclavo del dinero, temeroso de lo que puede perder y ansioso con cuanto puede ganar. Mientras que Jesús, el Hijo de Dios, es ese tesoro de los que han sido favorecidos con la Gracia, “que perfecciona la naturaleza”, según palabras de San Agustín; que viven todas las cosas como eucaristía teniendo mayor estima en darse en el servicio a los demás en acogida y don fraterno, acumulando tesoro en el Cielo y libres del afán de acumular los bienes que corroen las polillas y oxida con el tiempo. Oración de los Fieles El que preside: Presentemos confiados nuestras suplicas al Padre, que nos ha llamado por medio de Cristo a ser el pueblo de la nueva alianza, diciéndole: Que como un solo cuerpo participemos de la misión del Señor. Por la Iglesia, enviada por Cristo al mundo para anunciar la Buena Nueva de salvación y denunciar con autoridad todos los males que impiden hacer visible el Reino de justicia y de amor en medio de nosotros. Oremos. Por las autoridades, responsables de promover el cumplimiento de las leyes igual para todos y de proteger al débil, para que cumplan con su trabajo. Oremos. Por los enfermos, los desamparados, los que llevan el peso de nuestras indiferencias y de nuestra sociedad, para que reciban la atención de las autoridades y de todos nosotros. Oremos. Por nosotros, aquí reunidos, como un solo cuerpo, para que, participando del mismo pan, vivamos en comunión como hermanos y hermanas y seamos misioneros del Reino de Dios. Oremos. Por los jóvenes, para que orienten su vida por el camino del bien, escuchen la voz del Señor y respondan con generosidad a servirle desde el sacerdocio. Oremos.

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El que preside: Padre, escucha nuestras oraciones. Ayúdanos a vivir nuestro compromiso que hicimos contigo al sellar la alianza en el Bautismo y que en comunión contigo participemos en tu obra salvadora en nuestro mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. 19 Lunes

Feria o Memoria Libre: San Romualdo, Abad Verde o Blanco

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 6,1-10 Hermanos: Como cooperadores suyos que somos, les exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues miren, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 97,1.2-3ab.3cd-4 R/. El Señor da a conocer su victoria Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamen al Señor, tierra entera; griten, vitoreen, toquen. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,38-42 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Han oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Yo, en cambio, les digo: No hagan frente al que los agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.» Palabra del Señor. Meditación Este mensaje de Jesús sugiere sacar el cuerpo a la violencia, prohíbe terminantemente responder al mal con el mal y hasta da pie a entender, equivocadamente, que capitula y se rinde ante este. Empero, quien tiene la paz en su alma rehúye todo conflicto y es inmune a cualquier provocación que

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pueda alterarle, llevándole a enfrascarse en una confrontación de violencia o de venganza, como sugería la Ley del Talión ojo por ojo y diente por diente. La actitud de no-violencia únicamente puede explicarse como uno de los frutos del amor. A propósito, San Francisco De Sales afirma: “Todo el bien que hagamos, hay que hacerlo por amor a Dios, y el mal que evitemos hay que evitarlo por amor de Dios”. Jesús invita a superar el viejo concepto de justicia de los fariseos, contraponiendo la nueva justicia del Reino de Dios. En este aspecto, un detalle a resaltar es que esta pedagogía de la no-violencia arraigada en la paz propone los siguientes elementos que podrían detonar la violencia: 1- agravio, 2- bofetada, 3- quitar la túnica, 4- caminar una milla, 5- pedir, 6.- pedir prestado. Se trata de amenazas exteriores, factores que no involucran el interior, el alma, el corazón y que por tanto no se pueden quitar a quien las posee. No se trata de robar la paz, el amor, el sentido de justicia y mucho menos pueden quitarle a Dios, el sumo Bien al que se puede aspirar que son tesoros irrenunciables de tan importantes. El uso de la violencia solo trae violencia y crea una espiral de causa y efecto negativo que termina por acorralar en la cárcel del miedo y la angustia a quienes se dedican a provocarla. Por eso el refrán aquel dice que el que a hierro mata a hierro muere. En cambio, el bien insuflado por el amor a Dios echa raíz en el alma humana, ya nada lo puede arrancar y uno de sus frutos es la templanza. Otro de sus frutos es su afán de justicia, confiado en que el Señor pondrá todo en su lugar, a su debido tiempo. Lo aconsejable es fiarse y confiarse en el Señor, Dios de justicia. 20 Martes

Feria Verde

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 8,1-9 Hermanos: Les informo del favor que Dios ha hecho a las Iglesias de Macedonia: En las pruebas y desgracias creció su alegría; y su pobreza extrema se desbordó en un derroche de generosidad. Con todas sus fuerzas y aún por encima de sus fuerzas, se lo aseguro, con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos. Y dieron más de lo que esperábamos: se dieron a sí mismos, primero al Señor y luego, como Dios quería, también a nosotros. En vista de eso, como fue Tito quien empezó la cosa, le hemos pedido que dé el último toque entre ustedes a esta obra de caridad. Ya que sobresalen en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tienen, distínganse también ahora por su generosidad. No es que se lo mande; les hablo del empeño que ponen otros para comprobar si su amor es genuino. Porque ya saben lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para enriquecerlos con su pobreza. Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial: 145, 2.5-6.7.8-9a R/. Alaba, alma mía, al Señor Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente. R/. Que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,43-48 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, y recen por los que los persiguen. Así serán hijos de su Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si aman a los que los aman, ¿qué premio tendrán? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.» Palabra del Señor. Meditación En esta ocasión Jesús, manifestación plena del amor de Dios, continúa demostrando su capacidad de perdón hasta el extremo. Propone una actitud nueva y liberadora: pone de manifiesto el perdón, la reconciliación anulando el efecto adverso de las ofensas, proclama el mandato de amar a nuestros enemigos, a los que nos desean mal, y aún más, a los que nos hacen mal. Cristo lo vivió primero, podemos entender el desafío de amar a nuestros enemigos, como lo hizo él en la cruz, perdonando en el acto a quienes le clavaban al madero en el Gólgota: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen.”(Lc 23, 24) El amor hecho misericordia, perdón, reconciliación por nuestros hermanos, aunque en alguna ocasión nos paguen mal -con frecuencia todos fallamos- es la identificación del cristiano. Los cristianos son un signo de la presencia de Dios entre los hombres, su creación más acabada, Jesús proclama con insistencia que Dios ha decidido establecer su Reino y manifestar su poder, de preferencia entre los pobres. El salmo 146 nos da una idea de cómo es la manifestación del amor de ese Dios: “Mantiene su fidelidad perpetuamente; hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos liberta a los cautivos, abre los ojos al ciego, endereza a los que ya se doblan, guarda a los emigrantes, sustenta al huérfano y a la viuda...El Señor reina eternamente”. A la luz de la Pascua resulta lógico determinar que, si Jesús es nuestro modelo y en su ministerio salvífico hubo de sufrir en la cruz, también nos aguarda el sufrimiento para seguir tras las huellas de su Resurrección. 1 Pe 4, 13-14 nos advierte: ““Estad alegres en proporción a los sufrimientos

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que Comparten con el Mesías; así también cuando se revele su gloria, desbordarán de alegría.” Conscientes de que nos aguardan sufrimientos, vejaciones, estemos prestos a perdonar a quienes nos hacen sufrir todo género de dolores, amando a nuestros enemigos desde la cruz misma de nuestro sufrimiento. Hemos de ser perfectos, como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto. 21

Memoria Obligatoria: San Luis Gonzaga, Religioso

Miércoles Blanco 31o Aniversario de la Ordenación Presbiteral de Mons. Julio César Corniel Amaro, Obispo de Puerto Plata Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9,6-11 Hermanos: El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmarlos de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, les sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.» El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer les proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de su justicia. Siempre serán ricos para ser generosos, y así, por medio nuestro, se dará gracias a Dios. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 111,1-2.3-4.9 R/. Dichoso quien teme al Señor Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. R/. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. R/. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,1-6.16-18 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendrán recompensa de su Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; les aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recen, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Les aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunen, no anden cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Les aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio,

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cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.» Palabra del Señor. Meditación De seguro ha resonado en nuestro ambiente más de una vez la frase “rostros vemos, corazones no sabemos” refiriéndose a la imposibilidad de “ver”, más allá de las apariencias, lo que se gesta en el interior de un ser humano. Esa limitación humana, sin embargo, no lo es de Dios, a quien nada ni nadie se le puede ocultar, pues conoce el corazón de los hombres y puede leer en ellos sus más recónditos deseos, penetrando a la más íntima naturaleza de sus pensamientos. Jesús pronuncia un discurso en torno al actuar erróneo de los hipócritas, quienes hacen ostentación en público de sus prácticas piadosas ejercitadas con los pobres, pervirtiendo el propósito del ayuno, la limosna y la oración, todo ello con miras a llamar la atención de los demás, en afán de vanagloria, por lo que “no tendrán recompensa delante de los ojos de Dios”. Jesús nos anima a procurar entrar en contacto con Dios a solas, en secreto, sin gestos visibles que denoten el sacrificio que se realiza para agradarle, sin teatralidad, sin poses ni hacer relaciones públicas al gesto de sensibilidad humana ante el débil y pobre. Es notoria la insistencia del Señor en llamar hipócritas a los que actúan para que los vean ejercitando una obra de misericordia, ansiando el reconocimiento de los hombres, convirtiéndose en el foco de las miradas de quienes lo vean. En Misericordiae Vultus el Papa Francisco puso de relieve que la misericordia es “la esencia del cristianismo, porque es la esencia de Dios mismo. (…)”, Él es la recompensa. A Dios le desagrada profundamente este patético espectáculo, porque en el fondo nos remite a una especie de idolatría o endiosamiento de sí mismos, echando a Dios a un lado, centrando la propia figura en el lugar que le corresponde al único Dios verdadero, con una actitud de falso culto “porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso” Ex 20, 5. Evitemos caer en la perversión de los hipócritas. Dios vive en nosotros y podemos encontrarnos con él en el recogimiento interior, en la oración profunda, sentida, sincera, tantas veces como estemos dispuestos a ello. Acudamos solícitos del Sumo bien, ya que Él siempre nos espera. Feria o Memoria Libre: San Paulino de Nola, Obispo o San Juan Fisher, Obispo y Santo Tomas Moro, Mártires Jueves Verde, Blanco o Rojo 26º Aniversario de la Ordenación Episcopal de Mons. José Dolores Grullón Estrella, Obispo de San Juan de la Maguana 49º Aniversario de la Ordenación Presbiteral de Mons. Gregorio Nicanor Peña Rodríguez, Obispo de Nuestra Señora de la Altagracia 22

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11,1-11 Hermanos: Ojalá me tolerasen unos cuantos desvaríos; bueno, ya sé que me los toleran. Tengo celos de ustedes, los celos de Dios; quise desposarlos

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con un solo marido, presentándolos a Cristo como una virgen fiel. Pero me temo que, igual que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se pervierta su modo de pensar y abandone la entrega y fidelidad a Cristo. Se presenta cualquiera predicando un Jesús diferente del que yo predico, les propone un espíritu diferente del que recibieron, y un Evangelio diferente del que aceptaron, y lo toleran tan tranquilos. ¿En qué soy yo menos que esos súper apóstoles? En el hablar soy inculto, de acuerdo; pero en el saber no, como les lo he demostrado siempre y en todo. ¿Hice mal en abajarme para elevarlos a ustedes? Lo digo porque les anuncié de balde el Evangelio de Dios. Para estar a su servicio, tuve que saquear a otras Iglesias, aceptando un subsidio; mientras estuve con ustedes, aunque pasara necesidad, no me aproveché de nadie; los hermanos que llegaron de Macedonia proveyeron a mis necesidades. Mi norma fue y seguirá siendo no serles gravoso en nada. Lo digo con la verdad de Cristo que poseo; nadie en toda Grecia me quitará esta satisfacción. ¿Por qué?, ¿porque no los quiero? Bien lo sabe Dios. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 110,1-2.3-4.7-8 R/. Justicia y verdad son las obras de tus manos, Señor Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. R/. Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. R/. Justicia y verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, se han de cumplir con verdad y rectitud. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 6,7-15 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recen no usen muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No sean como ellos, pues su Padre sabe lo que les hace falta antes que lo pidan. Ustedes recen así: “Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.” Porque si perdonan a los demás sus culpas, también su Padre del cielo les perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre perdonará sus culpas.» Palabra del Señor. Meditación Narran los evangelios, que Jesús acudía con frecuencia a la oración en un acto de profunda comunicación con Dios, al que llamaba Padre con la evidente confianza de un hijo. La lectura de hoy tomada de Mateo está insertada en el Sermón del Monte, desarrollando toda una pedagogía acerca del dialogo íntimo con Dios. “No sean como los gentiles”, sentenciaba, es decir, como aquellos no judíos, que no descendían del linaje israelita, y en cambio respondían a la

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mentalidad pagana de la época, quienes oraban “con mucha palabrería”, repitiendo incesantemente sus peticiones. Vale aclarar que repetir, en este caso, no se refiere a los rezos, por ejemplo, como el del Santo Rosario, que supone una forma de oración que conduce a la contemplación de los misterios. A propósito, la Virgen María, con su presencia en los acontecimientos vitales de la vida de Cristo y de la naciente iglesia, también acostumbraba sumergirse en actitud de profunda oración. Jesús es el primero que utiliza la expresión Padre Nuestro para dirigirse a Dios en un tono, más que de cercanía y familiaridad, tan filial como lo haría un hijo con su progenitor. El invoca en la oración que nos enseña al Padre, porque tiene la convicción de que, de un modo especial su vida proviene de Él, por intervención del Espíritu Santo. “Padre nuestro -no mío-, dándole a esta oración un carácter de petición comunitaria, dirigida al Señor de la creación, cuya imagen no es reproducible aquí en la tierra, por eso “que estás en el cielo”. La expresión “santificado sea tu nombre” corresponde a un reconocimiento de la grandeza de Dios. Por Santo también quiere significar su naturaleza intocable, excelsa. “Venga tu Reino”, el proyecto de Jesús de una comunidad en comunión universal. Una petición primordial, reconocemos que solo donde Dios está, la vida tiene sentido, nuestra prioridad es vivir en su reino. “Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo” es decir, enseñoréate de tu creación toda. El pronombre posesivo nuestro continúa dándole sentido de comunidad a la petición: “Danos nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”. Finalmente pide la liberación del maligno y del mal, en reconocimiento de que Dios personifica el bien, el Sumo Bien. El Padrenuestro, oración cristiana por excelencia, nos hace tomar conciencia de comunidad ante el Creador, como señal de que Dios escucha nuestro ruego cuando nos dirigimos a El como hermanos reconciliados. 23 Viernes

Solemnidad: El Sagrado Corazón de Jesús Blanco

Lectura del libro del Deuteronomio 7,6-11 En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo: «Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió, no fue por ser ustedes más numerosos que los demás, pues son el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor suyo, por mantener el juramento que había hecho a sus padres, los sacó de Egipto con mano fuerte y los rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones. Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona. Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy.» Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial: 102, 1-2.3-4.6-7.8.10 R/. La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R/. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R/. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. R/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. R/. Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4,7-16 Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. Palabra de Dios. Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,25-30 En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraran su descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» Palabra del Señor. Meditación En el Evangelio de Mateo leído en esta Solemnidad del Sagrado Corazón, Jesús se dirige en Acción de Gracias al Padre, bendiciéndolo “porque ha ocultado las verdades del Reino a los sabios y poderosos y, en cambio, las ha revelado a los pequeños “.

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Una de dichas verdades es que la Iglesia y los sacramentos surgieron del corazón traspasado de Cristo, en la etapa del nacimiento de la Iglesia. Podemos constatar tácitamente con San Agustín: “Cristo es atravesado con la lanza después de la muerte, para que broten los sacramentos que conforman la iglesia.” Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se hace mención varias veces de la palabra corazón, aunque los Padres de la Iglesia recurren con mayor frecuencia a la palabra costado, como en el caso de San Juan Crisóstomo: “Al acercarte al gran cáliz, hazlo como si fueras a beber de su mismo costado.” San Buenaventura, de su lado dirá: “Penetremos, finalmente, en el Corazón humildísimo del excelso Jesús. La puerta es el costado abierto por la lanza. Aquí está escondido el tesoro inefable y deseable de la caridad; aquí se encuentra la devoción, se obtiene la gracia de lágrimas, se aprende la mansedumbre y la paciencia en las adversidades, la compasión para con los afligidos y, sobre todo, aquí logramos que nuestro corazón se torne corazón contrito y humillado.” En esta festividad devocional del Sagrado Corazón, conectando con el Evangelio de hoy, que nos habla de mansedumbre, de sencillez, de misericordia, virtudes que impregnan a los pequeños y humildes de corazón. Jesús se gloría de las verdades que su Padre, en estrecha comunión con él, le ha revelado, de las que pueden ser partícipes con la docilidad y mansedumbre de la cual es el mejor ejemplo, la frase “aprendan de mi” es clave en este pasaje. Para nosotros hoy, no pocas veces sobrecargados por el trabajo, es sumamente reconfortante la invitación “vengan a mí los que están fatigados y yo les daré descanso”, una experiencia de alivio indescriptible, familiar para quienes tienen el privilegio de postrarse ante Jesús Sacramentado luego de una jornada que parecía no tener límites. 24 Sábado

Solemnidad: Natividad de San Juan Bautista Blanco

Lectura del libro de Isaías 49,1-6 Escúchenme, islas; atiendan, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.» Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial: 138,1-3.13-14.15 R/. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. R/. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma. R/. No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/. Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13,22-26 En aquellos días, dijo Pablo: «Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.” Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien piensan; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.” Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que temen a Dios: A ustedes se les ha enviado este mensaje de salvación.» Palabra de Dios. Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,57-66.80 A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel. Palabra del Señor. Meditación Hoy la liturgia nos invita a celebrar la Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista, profeta del Altísimo precursor de Cristo, último de los profetas llamado por la tradición testigo de la Luz, primer santo del Nuevo Testamento, único entre los santos al que se celebra su fecha de nacimiento, primer apóstol y conforme a las palabras del propio Cristo el más grande nacido de mujer.

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Muchas señales rodearon el nacimiento de Juan el Bautista, quien vino al mundo en el seno de una familia de estirpe sacerdotal por parte de Zacarías su padre, y de su madre Isabel descendiente de la tribu de Abdías perteneciente al profeta Aarón, pero dócil al llamado del Espíritu prefirió retirarse al desierto asumiendo una vida de austeridad y renuncia del mundo, para dedicarse todo a Dios y solo a Dios en el cumplimiento fiel de su misión. Contraponiéndose a los deseos de la familia, su madre le puso por nombre Juan, que significa “Dios es bueno”, en reconocimiento a la intervención divina en concederle el favor de tener un hijo pese a su edad avanzada y a que, hasta entonces, había sido declarada estéril. Porque la mano de Dios estaba con él, este profeta fue humilde y obediente reconociendo el llamado del Señor, en su vocación de anticipar la llegada de Jesús al ministerio mesiánico. Porque reconoció que la mano de Dios estaba con él, evitó caer en la tentación de usurpar el papel de Jesús negando ser el Mesías y, en cambio, dio testimonio de fe verdadera. Muchos cristianos no hemos hecho clara conciencia, como Juan el Bautista, de que la mano de Dios está con nosotros, y de que únicamente el pecado de la doblez o la traición nuestra nos puede apartar de la misión que nos ha sido encomendada. De la misión de San Juan Bautista dice el Papa Francisco que: “era “dar testimonio de Jesús” siendo la “lámpara que indica dónde está la luz”. Así como Juan no temió denunciar la conducta de inmoralidad del rey Herodes, en su misión profética le corresponde a la iglesia denunciar las situaciones en que al Pueblo de Dios le causan grave daño con situaciones y acontecimientos que lesionan su integridad moral o espiritual, que impiden su misión. Como lo hizo Juan el Bautista, esa responsabilidad puede recaer en nosotros. Porque la mano del Señor está con nosotros, allanemos sus caminos suscitando la conversión de los corazones a Dios, no nos avergoncemos ante el concepto del respeto humano; busquemos el trato íntimo con El en soledad y las experiencias de desierto, prestos a escuchar su voz sin distracción por encima de las opiniones humanas. 25

XII Domingo del Tiempo Ordinario

IV Semana Liturgia de las Horas Venzamos el miedo participando del mismo pan Orientaciones para la celebración: Colocar el lema del mes y de la celebración, Se podría dramatizar el Evangelio. Destacar el amor y la bondad de Dios para con nosotros. Monición de entrada Hermanos y hermanas: Nos reunimos en comunión en este último Domingo del mes de Junio, para celebrar la Eucaristía en este XII Domingo del Tiempo Ordinario, haciendo nuestro el lema de este mes de nuestro Plan de pastoral “Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan”. (1 Cor 10, 17).

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La liturgia de hoy nos invita a cultivar la fe, basada en la certeza real y la convicción de que Dios nos ama profundamente, ya que cuando somos conscientes de este amor, no hay lugar al miedo para participar en la obra de Dios, profesarla y proclamarla, comprometiéndonos así con Cristo y su Reino. Pidamos a Jesús en esta Eucaristía que nos colme de fe y amor y así ahuyentemos todo temor de nuestras vidas y proclamemos nuestra fe en El, en todos los ambientes, no solo con las palabras, sino con nuestro testimonio. De pie, llenos de alegría y de confianza, recibamos a Jesucristo, que llega a nuestra celebración para presidirla a través de su ministro. Primera Lectura: Jeremías 20,10-13 Jeremías es un testimonio vivo del justo que nada ni nadie le hace volver atrás en su participación en la obra encomendada, porque sabe que Dios siempre está a su lado y lo auxilia. Escuchemos Lectura del libro de Jeremías 20,10-13 Dijo Jeremías: «Oía el cuchicheo de la gente: “Pavor en torno; delátenlo, vamos a delatarlo.” Mis amigos acechaban mi traspié.” A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él.” Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Canten al Señor, alaben al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 68,8-10.14.17.33-35 R/. Que me escuche tu gran bondad, Señor Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/. Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R/. Mírenlo, los humildes, y alégrense, busquen al Señor, y revivirá su corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. Alábenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas. R/. Segunda Lectura: Romanos 5,12-15 Por la obediencia de Cristo, hemos logrado la vida divina que con la desobediencia de Adán no se logró. Sigamos obedeciendo como Jesucristo, participando de un mismo pan que es El, para que seamos un solo cuerpo en El. Escuchemos. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,12-15 Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Porque, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado

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no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir, Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Palabra de Dios. Aleluya Jn15,26b.27a El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí,-dice el Señor-y también ustedes darán testimonio. Evangelio: Mateo 10,26-33 El miedo nos impide participar activamente anunciando y realizando el Reino y nos lleva a romper la comunión entre nosotros creando por detrás prejuicios, chismes y divisiones. Jesús nos ordena con fuerza a vencer el miedo, porque estamos en las manos seguras y amorosas del Padre. Con fuerza aclamemos a Jesucristo, quien nos comunicará su Palabra. Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,26-33 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengan miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche díganlo en pleno día, y lo que escuchen al oído pregónenlo desde la azotea. No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, teman al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga su Padre. Pues ustedes hasta los cabellos de la cabeza tienen contados. Por eso, no tengan miedo; no hay comparación entre ustedes y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.» Palabra del Señor. Meditación Llega el momento en que los discípulos se convierten en apóstoles (es decir en enviados) a la primera misión de evangelización propiamente dicha, bajo la advertencia de Jesús de que sobrevendrán peligros y persecuciones, por lo que les llama a no tener miedo. En el Nuevo Testamento se hace mención 80 veces del termino apóstol, lo que subraya la gran importancia que tuvo para Jesús mandarlos a predicar al ancho mundo de los hombres, que ahora contaban con nuevas vislumbres de esperanza, por la experiencia de la Resurrección y el Pentecostés, suscitando en ellos nuevas fuerzas y un marcado celo apostólico. Todo cristiano, por su misma vocación está llamado a emprender continuamente esta misión en el ámbito de una realidad específica. El Señor les anima a mantener la confianza y seguridad absoluta en Dios, una prueba de fe que conlleva el anuncio de los valores del Reino, fe de naturaleza imperecedera en oposición al sufrimiento que les puedan causar al cuerpo, pero no a su alma.

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El Señor sabe que los envía como ovejas entre lobos, ellos lo saben también, pero deben sobreponerse y proclamar la verdad, aún expuestos a que puedan herir o matar su cuerpo. Para Jesús ese no es el peor de los males, que, si lo es la ofensa contra Dios negándolo con palabras o acciones, eso sí que puede aniquilar el alma, para siempre. Esta radicalidad en el anuncio del evangelio, tiene en nuestros días idéntica significación y la misma vigencia que en aquellos tiempos. Los que están lejos de Dios tienen propósitos más sutiles que matar el cuerpo, empeñados en adulterar la verdad, que es el alimento el alma. La tentación hoy no consiste tanto en negar a Dios como en ignorarlo, manteniéndole fuera de nuestro horizonte de esperanza. Oración de los fieles Quien preside: Padre, que tienes contado hasta nuestros cabellos, confiados te suplicamos diciendo: Quítanos el miedo de participar. • Por el Papa Francisco, los Obispos, presbíteros, diáconos, consagradas y laicos comprometidos para que tengan la valentía de anunciar el Reino de Dios en todos los ambientes. Oremos. • Por los que gobiernan el mundo, para que favorezcan un diálogo abierto y sincero en sus pueblos que los lleve a construir una sociedad justa y fraterna, Oremos. • Por todos los que se encuentran solos, por los ancianos, por los enfermos y los más necesitados, para que superando el miedo que les causa su situación se confíen en Dios y encuentren en nosotros la ayuda oportuna y sincera. Oremos. • Por cada uno de nosotros y nosotras, para que no tengamos miedo, seamos valientes y participemos activamente como testigos del Evangelio con palabras y las obras. Oremos • Por los hombres y mujeres que se esfuerzan por construir una sociedad más justa, para que no se cansen en su empeño. Oremos Quien preside: Escucha nuestras súplicas y llénanos de tu fuerza para proclamar con nuestras palabras y nuestras vidas el Evangelio de tu Reino. Por Jesucristo nuestro Señor. 26 Lunes

Feria o Memoria Libre: San Pelayo, Mártir Verde o Rojo

Lectura del libro del Génesis 12,1-9 En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.» Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abrán tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán. Abrán llevó consigo a Saray, su mujer, a Lot, su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los

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esclavos que había ganado en Harán. Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán. Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos. El Señor se apareció a Abrán y le dijo: «A tu descendencia le daré esta tierra.» Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido. Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante; construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor. Abrán se trasladó por etapas al Negueb. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 32,12-13.18-19.20.22 R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R/. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R/. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,1-5 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguen y no los juzgarán; porque los van a juzgar como juzguen ustedes, y la medida que usen, la usarán con ustedes. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “¿Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.» Palabra del Señor. Meditación Es imposible desde todo punto de vista que un ser humano pueda determinar con certeza lo que ocurre en el interior de otro y siquiera pretenderlo resulta engañoso. Leer las intenciones de los demás, más allá de las apariencias nos está vedado, conduciendo no poca veces a conclusiones erróneas, porque únicamente Dios en penetra el corazón del hombre y ve la verdad en su amplitud y profundidad. De ahí lo inconveniente de juzgar a otros. Cada persona es única e irrepetible y merece respeto y consideración. Al juzgar se pierde el sentido de misericordia, de humildad ante el misterio de la persona, poniendo énfasis particular en los aspectos negativos. El solo hecho de criticar en profundidad el ser y hacer de otros supone de alguna forma estar por encima de ellos, abrogándose un derecho que no corresponde a los hombres sino a Dios. En este pasaje el Señor resucitado, que una vez vuelto a la vida no les ha hecho reproche alguno por haberlo abandonado a su suerte en manos de sus captores en los momentos tristes de la Pasión, les advierte acerca de la proporcionalidad causa-efecto, de recibir el mismo juicio con que juzguen: de ser medidos “con la vara que midas”.

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El valor que guía nuestras reflexiones en este mes de junio es la comunión. El trato armonioso y de caridad fraterna que debe existir entre miembros de una misma familia, entre cercanos, entre amigos o familiares, que muchas veces se ve alterado por críticas destempladas de quienes esperan comprensión y una palabra de apoyo. Juzgar al otro es condenarlo de antemano, colocándole una etiqueta que impide ver la potencialidad humana, de mostrar su valor, sus tesoros, sus luces. Cuando miramos hacia nuestros adentros desapasionadamente no tardamos en descubrir defectos que nos llevan a cometer errores o faltas en el comportamiento conductual como creemos verlos en el otro. Somos seres humanos y por tal razón imperfectos, que acusamos debilidades, como todos los demás “sácate la viga del ojo entonces podrás ver la paja en el ojo de tu hermano”, advierte sentenciosamente Jesús a sus discípulos. El juicio del Señor a los hipócritas es bastante fuerte. Por lo común se cree mejor que los demás, de mayor calidad humana. No es infrecuente que ocurra lo mismo en el trato con Dios: una de las características de la hipocresía es la de padecer miopía siempre que se trate de los defectos propios y de visión aumentada con relación a los defectos de los otros. El Papa Francisco aconseja: ¿Quieres juzgar a los demás? Antes mírate tú en el espejo. Feria o Memoria Libre: San Cirilo de Alejandría, Obispo y Doctor de la Iglesia Martes Verde o Blanco 5º Aniversario de la muerte de Mons. Jerónimo Tomás Abreu Herrera, Obispo Emérito de Mao-Montecristi 27

Lectura del libro del Génesis 13,2.5-18 Abrán era muy rico en ganado, plata y oro. También Lot, que acompañaba a Abrán, poseía ovejas, vacas y tiendas; de modo que ya no podían vivir juntos en el país, porque sus posesiones eran inmensas y ya no cabían juntos. Por ello surgieron disputas entre los pastores de Abrán y los de Lot. En aquel tiempo cananeos y fereceos ocupaban el país. Abrán dijo a Lot: «No haya disputas entre nosotros dos, ni entre nuestros pastores, pues somos hermanos. Tienes delante todo el país, sepárate de mí; si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; si vas a la derecha, yo iré a la izquierda.» Lot echó una mirada y vio que toda la vega del Jordán, hasta la entrada de Zear, era de regadío (esto era antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra); parecía un jardín del Señor, o como Egipto. Lot se escogió la vega del Jordán y marchó hacia levante; y así se separaron los dos hermanos. Abrán habitó en Canaán; Lot en las ciudades de la vega, plantando las tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor. El Señor habló a Abrán, después que Lot se había separado de él: «Desde tu puesto, dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo; el que pueda contar el polvo podrá contar a tus descendientes. Anda, pasea el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar.»

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Abrán alzó la tienda y fue a establecerse junto a la encina de Mambré, en Hebrón, donde construyó un altar en honor del Señor. Palabra de Dios Salmo Responsorial: 14, 2-3a.3bc-4ab.5 R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R/. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R/. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,6.12-14 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No den lo santo a los perros, ni les echen las perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozarlos. Traten a los demás como quieren que ellos los traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entren por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.» Palabra del Señor. Meditación Buen tacto, prudencia, cuidado en poner un tesoro al alcance de quien no está en capacidad o disposición de atesorarlo, es desperdiciar un recurso. En este caso la perla de que habla Jesús se refiere al Reino de Dios. Luego invoca la llamada regla de oro, pero a diferencia del criterio de la época lo hace en tono positivo. En lugar de “No hagas a los demás”, sugiere: “Trata a los demás” …en el mismo plano de correspondencia como te gustaría ser tratado. El anuncio del Evangelio no tiene fronteras y todos estamos llamados a la salvación. También todos estamos convocados a buscar a Dios. Sin embargo, es una verdad universal que gran parte de la humanidad no lo hace ni le importa. Nótese la evolución de este discurso de Jesús, de los planos inferiores de la realidad su mensaje se va elevando gradualmente: comienza con la imagen de los perros y los cerdos profanando las perlas, sube a otro nivel cuando habla del trato entre hermanos conforme a la regla de oro y, finalmente asciende a la dimensión de los cielos simbolizados en el camino angosto que conduce a la puerta estrecha. Jesús es la puerta estrecha, el camino angosto son las exigencias éticomorales de sus mandamientos, como perspectiva de la imposición de Dios a sus siervos, con sus pruebas y dificultades, a modo de dinámica de purificación. El Catecismo de la Iglesia en este aspecto es tácito: La Iglesia, “columna y fundamento de la verdad” (1 Tm 3, 15), “recibió de los Apóstoles [...] este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad que nos salva” (LG 17). “Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera

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asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas” (CIC can. 747, §2). -2032 En ese sentido pocos entrarán por esta puerta angosta, atraídos por entrar a través de la puerta ancha, que tienta vivir sin mayores exigencias, sin disciplina, sin reglas, leyes o normas, complaciendo las apetencias sin sentido de los sentidos. Muchos han equivocado el rumbo, el camino y la entrada al reino de Dios, confundidos en la vida fácil, (la vida loca diría un artista de estos tiempos), que atrae con mucho mayor fuerza a multitudes. La puerta estrecha al final del camino angosto, está reservada para los pocos que sostienen su amistad con Cristo con el cuidado que dedican a su tesoro quienes han hallado una perla de gran valor. 28 Miércoles

Memoria Obligatoria: San Ireneo, Obispo y Mártir Rojo

Lectura del libro del Génesis 15,1-12.17-18 En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: «No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante.» Abrán contestó: «Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?» Y añadió: «No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará.» La palabra del Señor le respondió: «No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas.» Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.» Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?» Respondió el Señor: «Tráiganme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.» Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Éufrates.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 104,1-2.3-4.6-7.8-9 R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente Den gracias al Señor, invoquen su nombre, den a conocer sus hazañas a los pueblos. Cántenle al son de instrumentos, hablen de sus maravillas. R/. Gloríense de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su rostro. R/. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; ¡hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. R/.

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Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac. R/. Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,15-20 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conocerán. Palabra del Señor. Meditación J En tiempos de Jesús al igual que en los tiempos que corren, cada tanto aparecen personajes con dotes de liderazgo que proclaman mensajes de acuerdo a las más diversas motivaciones. La diferencia entre los profetas que anuncian el Reino de Dios que Cristo dio en misión y los falsos profetas es que los primeros no tienen un mensaje sino el mensaje, el único, que no es una teoría elaborada, ni responde a una ideología, sino que está centrado en la persona del Resucitado. El mensaje es Jesús y sus enseñanzas. El profeta que anuncia el Reino de Jesús se abandona confiado en las manos de Dios: “Les encargó que llevarán para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto”. Mt 6, 7. En otra cita les invita a no preocuparse por preparar lo que van a decir, el Espíritu hablará por intermedio de ellos. En cambio, los otros profetas promueven mensajes diversos. Tiempo atrás la tarea de profetizar suponía viajar de un sitio a otro para tomar contacto con quienes recibían el mensaje profético. Sin embargo, hoy surgen profetas que lanzan su mensaje a un público que no conocen, en los medios de comunicación tradicionales y electrónicos. El profeta en el marco cristiano cuidaba celosamente el anuncio como una misión en la que estaba dispuesto a comprometer su vida. Cuidado con los falsos profetas que adulteran la verdad y propagan mentiras en las redes sociales con frecuencia inusitada. Que pregonan verdades inexistentes en libros y revistas. Que visten con el ropaje de la verdad lo que tan solo son argumentos astutamente elaborados. Son capaces de hablar en nombre de Dios, de propagar mensajes que dicen “reciben” (entre comillas) de Dios, anuncian catástrofes apocalípticas, difunden mensajes de apostasía, engañan incautos, pero sus palabras conducen a la perdición. Los falsos profetas alejan de Dios y causan la ruina espiritual. Es fácil identificarlos: Por sus frutos conoceremos a los profetas: si su mensaje es de bien y trae el bien, produce frutos de bendición en la iglesia y en la sociedad, promueve el amor a Dios y trae consigo la reconciliación entre los hombres, dando testimonio de fidelidad al Señor En caso contrario, la prudencia debe guiar nuestro juicio ante los doctores falsos, aunque se acerquen con piel de oveja. Solo la savia de Cristo puede

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producir frutos fecundos. Para no caer en la trampa conviene mantener la prudencia y seguir el consejo del profeta: “Recogerse en el corazón” Jer 12, 11. 29

Solemnidad de San Pedro y San Pablo, Apóstoles

Miércoles Rojo 7º. Aniversario de la Ordenación Episcopal de Mons. Víctor Emilio Masalles Pere, Obispo Diócesis de Baní Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 12,1-11 En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.» Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.» Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.» Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 33, 2-3.4-5.6-7.8-9 R/. El Señor me libró de todas mis ansias Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R/. Proclamen conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R/. Contémplenlo, y quedaren radiantes, su rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gusten y vean qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R/. Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4,6-8.17-18 Querido Hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos

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los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Palabra de Dios. Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,13-19 En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, ¡Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.» Palabra del Señor. Meditación Celebramos hoy la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, que nos trae la memoria de estas dos columnas fundamentales de la iglesia. Pedro quedó erigido como príncipe de los apóstoles siendo luego el primer Papa, mientras que Pablo se transformó de fariseo perseguidor de los cristianos a propagador de la fe a los gentiles. Cada uno le imprimió una marca particular al cumplimiento de su misión. Pedro tenía una fuerte personalidad y, en cierta manera era tosco, emocionalmente voluble. Carecía de estudios, sin embargo, contrastaba por su sencillez y accesibilidad. En Saulo se conjugaba un carácter más sereno, reposado y reflexivo. Recibió instrucción en escuelas griegas, idioma que hablaba con dominio retórico. Pero ambos tienen en común que fueron capaces de amar la novedad del Evangelio, hasta el extremo de morir por él sin dudarlo, pese a que se les hacía difícil penetrar todo el misterio de Cristo, su muerte y resurrección. “Tú eres Cristo, el hijo de Dios vivo” respondería Pedro al cuestionamiento de Cristo a sus apóstoles, de qué pensaban y decían las gentes sobre él. Fue el primer testigo del resucitado, de la pascua y de las nacientes comunidades. De su lado, Pablo de Tarso pensaba que era posible acceder a la gracia de Dios por medio del intelecto y la razón. Al ser derribado de un caballo a causa de la visión-revelación de Jesús, también rodaron por el suelo todos sus argumentos de vida. Convertido por completo a la causa del evangelio, su afán lo lleva a predicar al mundo pagano, en el primer viaje con Bernabé adopta el nombre de Pablo. Pablo se encuentra por primera vez con Pedro cuando este asiste a apoyarle en el Concilio de Jerusalén, en la misión de llevar el evangelio a

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Plan de Pastoral - Junio 2017

los paganos. Después regresó a Roma donde permaneció algunos años hasta que fue apresado y mandado matar por el temible Nerón. Pablo, entretanto difunde el Evangelio entre los paganos de Damasco, predicó además en Chipre, en Antioquia, en Pisidia y en gran parte del mundo griego llegando hasta Roma. Un documento del primer siglo de Clemente Romano referente a la muerte de Pablo dice: “Por su celo y su lucha recibió el premio reservado a la paciencia: llevó cadenas siete veces, fue proscrito, apedreado, llegó a ser heraldo de oriente y occidente y mereció la verdadera gloria de su fe. Enseñó justicia al mundo entero y dio testimonio ante los poderosos.” Pedro y Pablo alcanzan el final en esta vida cómo mártires y el mismo documento propone que ambos “alcanzan el lugar santo”, es decir la gloria celestial. Dos hombres muy diferentes que se convierten en dos apóstoles destacados, capaces de cumplir su misión aun a costa de su vida. 30 Viernes

Feria o Memoria Libre: Santos Protomártires de la Santa Iglesia Romana Verde o Rojo

Lectura del libro del Génesis 17,1.9-10.15-22 Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: «Yo soy el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad.» Dios añadió a Abrahán: «Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el pacto que hago con ustedes y con tus descendientes y que han de guardar: circunciden a todos los varones.» Dios dijo a Abrahán: «Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.» Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: «¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?» Y Abrahán dijo a Dios: «Me contento con que te guardes vivo a Ismael.» Dios replicó: «No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.» Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se retiró. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 127,1-2.3.4-5 R/. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor Dichoso el que teme al Señor sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R/. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R/. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R/.

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Somos un solo cuerpo porque participamos de un mismo pan

Lectura del santo evangelio según san Mateo 8,1-4 En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio.»Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.» Palabra del Señor. Meditación Después de pronunciar el Sermón del Monte Jesús baja de la montaña y comienza a hacer realidad aquello que ha predicado ante sus apóstoles, en primer lugar, curando a varias personas menospreciadas por su condición de enfermos. La primera curación que suscita es la de un leproso, que por la impureza de su padecimiento estaba segregado del núcleo social. Casi siempre los enfermos de la piel, aun sin ser lepra, por simple sospecha de la enfermedad debían autoexcluirse de los poblados. Lo impuro es lo contrario de lo sagrado. Es de suponerse que un enfermo está lejos de la santidad. El contacto con lo impuro o con un impuro, en este caso, también hace impuro a quien lo toque. Al llegar donde Jesús le pide ser sanado: “Si quieres”, queriendo decir que no era preciso ser tocado por él. Sin embargo, había transgredido las normas acercándose a las personas, cuando debía mantener la distancia y al verlas exclamar a voz en grito: ¡leproso! Jesús le revela su interés en que quede curado, lo toca y sana en el acto. El factor que, hacia impuro al leproso, según los criterios de la época era su enfermedad, pero Jesús va a la raíz y le purifica de su enfermedad perdonándole los pecados, ya que Jesús es el hijo de Dios que busca salvar a la humanidad de la impureza del pecado. Finalmente envía al leproso a que converse con el sacerdote, que era quien tenía la facultad por autoridad y delegación de la comunidad, en otorgarle permiso, una vez comprobada la curación, de reintegrarse a la comunidad. Como le aconteció al leproso, también nosotros debemos acercarnos a Jesucristo, para que nos libre de la impureza del pecado. Para recuperar la santidad y poder entrar al ámbito de lo sagrado, reconciliándonos con nuestra comunidad. El sacramento de la reconciliación logra idéntico efecto, porque nos libra de las ataduras del pecado, nos reconcilia con Dios y con la comunidad. Nos sana de la lepra espiritual que no pocas veces nos aleja de la Iglesia, de Dios, de la asamblea de nuestros hermanos. Acercarnos a Jesús con el corazón sincero y contrito, nos cura, nos sana, nos reconcilia, nos perdona, nos redime, nos purifica, nos libera. “El que halla a Jesús, halla un buen tesoro, y de verdad bueno sobre todo bien. Y el que pierde a Jesús pierde muy mucho, y más que todo el mundo. Pobrísimo es el que vive sin Jesús, y riquísimo es el que está bien con Jesús” (Tomás de Kempis, Imitación de Cristo.)

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