Comedia negra con enigmas En los límites del género

17 nov. 2007 - puede promover tanto una literatura de recursos previsibles como otra ... do hasta rozar la literatura fantástica en el ominoso “Aviso clasificado” ...
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TEORÍA DEL DESAMPARO POR ORLANDO VAN BREDAM EMECÉ 213 PÁGINAS $ 34

NARRATIVA ARGENTINA

Comedia negra con enigmas A

unque el género policial se caracteriza por estar ceñido a un conjunto de preceptivas formales invariables, también es cierto que este condicionamiento puede promover tanto una literatura de recursos previsibles como otra que haga de esas pautas las bases sobre las cuales ensayar imprevistas variaciones. Ese parece ser el caso de Teoría del desamparo, del escritor entrerriano Osvaldo Van Bredam. Crimen, enigma y deducciones se combinan, por un lado, con un tono de comedia negra y, por otro, con un recurso novedoso para el policial: el uso de la segunda persona del singular, de un “usted” que es el verdadero sujeto de la acción. Con ello, la novela logra insertar una inusual aventura de crimen y corrupción política en la vida de un hombre común, oficinista y padre de familia; por añadidura, ese uso del “usted” logra también hacer más vívida la experiencia del protagonista. Un inmejorable comienzo abre esta peripecia novelística: “Digámoslo así: una mañana de estas, ni linda ni fea, una ma-

Van Bredam SOLEDAD AZNAREZ

ñana apenas insinuada por la luz opaca que hay en la cochera, como en una película clase b, usted encuentra un cadáver en el baúl de su automóvil”. De allí en adelante, una historia con algunos ribetes de fantasía y otros de inquietante verismo –los vicios de la “política criolla” en una ciudad de pro-

vincia– se va desarrollando con un buen manejo de la intriga y de las constantes sorpresas que asaltan a Cátulo Rodríguez, el párvulo protagonista. Dividida en tres partes que emulan los pasos de un razonamiento deductivo –“Hipótesis”, “Tesis” y “Conclusiones”–, la novela se sirve de una versión local, no exenta de cierta ironía, de la figura del detective del policial clásico. Se trata de Leopoldo, un joven ex estudiante de Letras que se ha formado para detective “por correspondencia” y que ayuda al perdido Cátulo en su búsqueda de respuestas. Si bien este personaje resulta fundamental para el apartado “Hipótesis”, es prácticamente olvidado en el resto de la novela, de manera quizás algo indeterminada. Existe en Teoría del desamparo una forma ambigua de resolución del enigma. Los interrogantes que la aparición del cadáver abren al comienzo, sumados a aquello que se narra en “Tesis”, son responsables de una tensión argumental bien lograda que hacia el final, empero,

NARRATIVA ARGENTINA

i de interpretar indicios se trata, esta colección de cuentos lleva la clave en su título. La huella del crimen se llamó la primera novela policial rioplatense, escrita en 1877 por Raúl Waleis, seudónimo del abogado Luis V. Varela. Al repetir el nombre, Vicente Battista (Buenos Aires, 1940) reclama la lectura de estos diez relatos como el punto final de una serie. El policial de enigma, retrato del positivismo en su esfuerzo por alcanzar la verdad, toca a su límite al buscar el crimen perfecto, aquel que, al no ser descubierto, tampoco puede ser narrado. Deudor tanto de esa vertiente como del sórdido policial norteamericano, el autor revitaliza el relato sobre el crimen trabajando en los límites del género, allí donde la verdad permanece oculta. Los cuentos de este volumen, algunos

Soledad Quereilhac © LA NACION

LA HUELLA DEL CRIMEN

En los límites del género S

no se anuda del todo. Dada la inserción de la historia en el contexto de una turbia arena política, es lícito pensar que Van Bredam apeló a una resolución más acorde con la tradición de crímenes irresueltos e impunidad legal en la Argentina. De esta manera, aquello que permanece oscuro para Cátulo y para el propio lector representaría una salida que no quiere alejarse del todo de una verosimilitud realista, al menos no en lo que toca al mundo social de la novela. Pero desde una perspectiva puramente textual, estos blancos acaso representen zonas débiles del argumento, zonas regaladas con demasiada soltura a la incertidumbre. Residente en El Colorado, Formosa, desde 1975, y autor de libros de poesía y narrativa, Orlando Van Bredam obtuvo por Teoría del desamparo el Premio Emecé de novela 2007, de manos de un jurado integrado por Vlady Kociancich, Abelardo Castillo y Andrés Rivera.

inéditos, se construyen sobre la sustracción o el desplazamiento de algún elemento central: en “Frente de tormenta”, una pareja huye hacia Córdoba luego de cometer un crimen que nunca es narrado; en “Estaba escrito”, un socio del Sam Spade de El halcón maltés camina a la muerte sin conocer las razones de su agresor; en “Ellos vendrán”, un hombre se esconde de sus asesinos, que nunca darán a conocer su identidad. La escena del crimen se transforma en un enigma inaccesible, una excusa para explorar los recursos del género, forzado hasta rozar la literatura fantástica en el ominoso “Aviso clasificado”. El clímax del recurso puede encontrarse en “El último forastero”, relato kafkiano en el que un viajante varado en un pueblo no comprende cuál es la letra de la ley que lo

obliga a explicar a los lugareños qué son esas imágenes que lo asaltan mientras duerme, bajo la amenaza de ser internado en el “Instituto”. El autor recorre con esta premisa todas las posibilidades del policial. Los relatos abordan los crímenes pasionales, la traición de los pactos, las trampas de la ley y los destinos señalados, incluyendo referencias a casos reales y guiños a autores célebres del género. Con esta descomposición del policial, Battista, que lo ha transitado en novelas como Sirocco o Sucesos argentinos, demuestra que puede prescindirse de los elementos clásicos del género, ya que las tensiones se forjan en el tramado del estilo. Por momentos emulando la parquedad de los informes policiales, por otros, apelando a la oralidad; tomando el punto de

POR VICENTE BATTISTA CÁNTARO 139 PÁGINAS $ 28

vista de las víctimas o de los victimarios, la búsqueda del tono adecuado sostiene el pacto con el lector, sin volver al juego de la develación conjunta del enigma o a la identificación con el héroe desencantado que proponía la serie negra. Más efectivo en los cuentos extensos, como el que cierra el volumen, Battista transforma esa estrategia de retaceo de la información y búsqueda del final inesperado en un ejercicio atrapante de escritura. El afán de hacer del policial un espectáculo de tauromaquia en el que la muerte ocurre sólo para justificar los movimientos que la embellecen. Martín Lojo © LA NACION

Sábado 17 de noviembre de 2007 I adn I 19