Apuntes para un retrato de Violeta

troianni, Tognazzi, Manfredi y la Vitti no pueden ser conside- ... Vitti ha sido la única matta- trice entre tantos ... egresó de la famosa academia de Silvio D'Amico.
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ESPECTACULOS

Martes 25 de octubre de 2011

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OPINION CINE CINE s ESTRENO DE PASADO MAÑANA

Apuntes para un retrato de Violeta Llega a los cines el film sobre la cantante chilena que protagoniza Francisca Gavilán “Una emoción profunda, alegría y también mucho miedo”, dice que sintió la actriz chilena Francisca Gavilán cuando le propusieron interpretar en el cine a Violeta Parra. No era para menos: la creadora de “Gracias a la vida” y “Volver a los diecisiete” es –para los chilenos, claro, pero también para toda la poesía y la música latinoamericana de raíz folklórica y para el canto popular en general– una figura descollante, la artista que indagó en los orígenes de la expresión más genuina del campesino chileno, rescató del olvido la poesía pura del pueblo de todas las regiones del país y sobre esa base –sumada a su propia inspiradísima creación– estableció los fundamentos de la música popular chilena. Difundirla ante todos los públicos –de los boliches y los circos del interior a los teatros de Europa; de los locales improvisados a la soñada carpa, que no encontró el apoyo que merecía pero se volvió legendaria después de su temprana y trágica muerte en 1967– fue una misión que se impuso. Un personaje tan múltiple y de tamaña trascendencia –su creatividad la llevó también a cultivar la cerámica, la pintura, la escultura y la confección de tapices– no podía sino intimidar, porque además de su estatura como animadora cultural Violeta era un ser apasionado, contradictorio, inclasificable. “Todos los adjetivos se hacen pocos / todos los sustantivos se hacen pocos / para nombrarte”, escribió su hermano Nicanor en un famoso poema. Por algo Andrés Wood –el director de Violeta se fue a los cielos, el film cuyo estreno anuncia Primer Plano para pasado mañana– necesitó siete años para decidirse a encarar un film sobre ella tomando como base el libro que le dedicó Angel Parra, uno de sus hijos. “Violeta es un referente muy cercano para los chilenos: crecemos con sus canciones –responde vía mail Francisca Gavilán, cuya personificación de la creadora del «Rin del angelito» ha merecido encendidos elogios–; en mi caso se escuchaba Violeta en casa, mis padres eran bien fanáticos de ella. Pero no la conocía demasiado; hasta muy poco diría yo. La conocemos poco en general. Al estudiar su vida,

FERNANDO

LOPEZ

La aventura de una gran actriz italiana

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La actriz Francisca Gavilán estudió durante diez meses la vida de la cantante para interpretarla PRIMER PLANO

su obra, entiendo y me pasa que veo a una mujer inabarcable, un genio. Una mujer libre y de avanzada, con una cabeza privilegiada. Inabarcable porque es imposible mostrarla en todos los aspectos de su vida: Violeta intensa, trabajadora, madre, consciente, enamorada, libre.” –¿Cómo se preparó para el compromiso? –Estudié a Violeta durante diez meses, sólo me dediqué a ella. Tuve clases de guitarra con Angel Parra (hijo de Violeta), leí su libro Violeta se fue a los cielos mil veces, lo estudiaba. La escuché infinitas veces, todo el día. Me reunía con Andrés para conversar y discutir acerca de cómo queríamos y veíamos a esta Violeta, que además, por estar basada en el libro de Angel, nos daba bastante libertad al recrearla, pues son los recuerdos de un hijo

sobre su madre, un retrato libre. Fue un proceso de creación intensa, de mucho aprendizaje. Es un privilegio para un actor poder trabajar así. Oyéndola cantar en la película –que ya ha sido vista por 350.000 chilenos, cifra inusual para un film nacional, y ha sido elegida para representar al país en la selección para el Oscar–, cuesta creer que Gavilán no sea una cantante profesional. Dice apenas que le iba bien en canto en la escuela de teatro y que en este caso contó con la ayuda invalorable de Angel Parra. –Tratándose de un personaje tan complejo, ¿en qué aspectos de Violeta intentó poner el acento? –Sí, fui descubriendo a Violeta de a poco, a través de sus cartas, de su poesía, de sus décimas y canciones; a nosotros nos interesaba mostrar a esta Violeta que vemos en la película,

una mujer compleja, pero a la vez muy simple también. Yo quería poder llegar a su intensidad, a su mirada, me parecía de una inocencia profunda, la mirada que revela quién es ella, sin tapujos, capaz de mostrarse iracunda o enamorada a través de sus ojos. –¿Hay algún rasgo en particular de Violeta en el que usted se sienta reflejada y que le haya servido para aproximarse tan sensiblemente al personaje? –Creo que por ser actriz tengo algo de esa intensidad, para enfrentarme a la vida, a los trabajos, al amor. El nuevo film de Andrés Wood (de quien hemos visto Machuca) incluye en su elenco a Luis Machín y cuenta con la asesoría musical de Chango Spasiuk.

Fernando López

s la única actriz que ha entrado por derecho propio a formar parte del reducido grupo de los coroneles de la commedia all’italiana, que es un cine de autores: directores, guionistas y también actores. Sordi, Gassman, Mastroianni, Tognazzi, Manfredi y la Vitti no pueden ser considerados solamente actores”, dice Ettore Scola, cuya autoridad en la materia es incontestable. En otras palabras, que Monica Vitti ha sido la única mattatrice entre tantos mattatori. El le dio en Celos estilo italiano (1969) uno de sus papeles más brillantes: aquel monumento a la cursilería llamado Adelaide, que respondía a todos los estereotipos de la fotonovela y se debatía entre dos amores (Mastroianni y Giannini), hasta que el conflicto desembocaba en tragicomedia. Scola fue, por supuesto, uno de los convocados por Cinecittà Luce para hacer su aporte a La dolce Vitti, el libro concebido como un afectuoso regalo para el 80º cumpleaños de la actriz, que se celebrará en pleno Festival de Roma el 3 de noviembre. Aunque ella no estará presente (por razones de salud, se mantiene “lejos de los reflectores”, recluida en su piso de Piazza del Popolo), el homenaje comprenderá también una gran exposición fotográfica (Monica y el cine: la aventura de una gran actriz) y la proyección de dos de sus films, el ya citado de Scola y Escandalo segreto, de 1990, el último en el que actuó y su única experiencia como directora.  Pocos recordarán que, en principio, el cine le fue esquivo. Demasiada nariz, decían algunos; demasiada altura, demasiada ronquera. Curiosamente

gracias a esa voz, distinguible entre miles de voces, se hizo un lugar en los estudios de doblaje, allí donde Michelangelo Antonioni la descubrió en 1956 cuando ella grababa las líneas de diálogo de Dorian Gray en El grito. A esas alturas, la romana Maria Luisa Ceciarelli ya había superado varios obstáculos. Había sido una nena en busca de atención en medio de una familia tradicional que esperaba de ella compostura femenina, discreción y docilidad, y se encontraba con una hija que recitaba frente al espejo, escribía a escondidas y mostraba curiosidad por todo lo artístico. El colmo fue cuando confesó que quería ser actriz. “El polvo de los escenarios corroe el alma y el cuerpo”, le advirtió la madre. Pero ella resistió, como siempre, y lo consiguió; en 1953 egresó de la famosa academia de Silvio D’Amico. Y la frecuentación de textos de Molière o Feydeau en teatro le dio la familiaridad con la comedia que ella mostraría después, cuando dejara de ser la fascinante diva de la incomunicación con Antonioni (La aventura, La noche, El eclipse, El desierto rojo) y empezara a reírse, incluso de sí misma, como en alguna memorable escena de Me casé por diversión (Luciano Salce, 1967). No siempre las comedias estuvieron a la altura de su talento, pero ella resultaba casi invariablemente irresistible. “Es la rebelión frente a la angustia, a la tristeza, a la melancolía de la vida”, respondió una vez, cuando le preguntaron de dónde venía el secreto de su comicidad. Aunque Sordi, Giannini, Tognazzi y otros compañeros daban otra explicación: “Cuando se trata de hacer reír, nadie se divierte en el set tanto como ella”. Es bueno que no se olvide a quien ha regalado tanta felicidad.