Albarracín quiere dar pelea

2 may. 2008 - 6 EL VALOR DE UNA MEDALLA. La carrera de Albarración explotó luego de ganar la medalla dorada en los Juegos Panamericanos de.
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Viernes 2 de mayo de 2008

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JUEGOS OLIMPICOS

la contra

Por segunda vez en su carrera, Albarracín acudirá a los Juegos; ahora, con la esperanza de estar entre los mejores

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Albarracín quiere dar pelea El judoca, de 26 años, se siente con posibilidades en Pekín; también lucha por un deporte más organizado

Por Pablo Hacker De la Redacción de LA NACION

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umilde, locuaz, desfachatado. Cualquiera de estos adjetivos puede describir a Miguel Albarracín, judoca, de 26 años, que en los Juegos Olímpicos de Pekín representará a la Argentina en la categoría 60 kilos. Medalla dorada en los Panamericanos de Río de Janeiro, este estudiante de fisioterapia y kinesiología –cursa tercer año–se siente con mucha confianza, a pesar de los contratiempos con los que debe lidiar por competir en un deporte al que, reconoce, le falta apoyo. Para Albarracín no será su primera cita olímpica, ya que estuvo en Atenas 2004. Sin embargo, esta vez percibe que tendrá sus chances en una disciplina de combates de eliminación directa, y son seis las peleas que debe ganar para alcanzar el oro. “Tengo muchas expectativas, aunque prefiero no decir mi objetivo. Cuando vuelva te diré si lo cumplí, o no. Pero me siento muy bien para estar entre los mejores del mundo”, dice este hombre nacido en Santiago del Estero, pero que vivió la mayoría de sus días en Rosario. Empezó a practicar judo a los 6 años, en el Náutico Sportivo Avellaneda, donde conoció a su entrenador de siempre, Gastón García, cuatro veces olímpico. Y en una de sus escapadas a Buenos Aires visitó la Redacción de LA NACION. El flash se activa y Miguel empieza a jugar durante la producción fotográfica. Le cuesta soltarse; después, sin el kimono, se relaja y habla de lo que se viene. –¿Qué simboliza para vos estar otra vez en los Juegos?

El hombre que perdura en una calle santiagueña Miguel Albarracín ya sabe que quedará en la memoria. En su Pinto natal, en Santiago del Estero, el año último bautizaron una calle con su nombre, tras obtener la medalla dorada en Río. “Cuando me enteré, me quedé pálido. Todavía tengo que ir a conocer mi calle. Si gano algo en Pekín, que pongan una placa en el Obelisco”, bromeó Albarracín.

–Lo más importante no es ir a un juego olímpico, sino lograr lo que voy a ir a buscar. En el pensamiento de un chico, cuando empieza un deporte, la ilusión es competir en los Juegos y pelear por una medalla. –¿A qué edad pensaste en eso? –A los 11 años, cuando fue Barcelona 1992, ahí imaginaba todo lo que significaba. Ya en Atlanta 1996, seguía todo y no me perdía nada. –¿Cuáles son las expectativas, después de ser 9° en Atenas? –Muy buenas. Estoy seguro del trabajo que hice. En los Panamericanos de Santo Domingo 2003 dije que estaba para ganar y no se dio. Ahora soy más cauto. Respecto de Atenas, la situación es distinta. Hace cuatro años, no tuve los circuitos europeos de ese ciclo. Esta vez, sí; luché contra todos los que irán a Pekín y les gané, y perdí con algunos. –¿Qué es lo que más esperás? –Quiero vivir la inauguración, cuando salga la bandera argentina a la pista. Ahí, no podés no llorar. Ese momento lo imagino muy seguido. –Antes de Atenas, hubo problemas de organización en las giras. ¿Cómo está la situación ahora? –En mi caso me siento más apoyado. La Confederación me organiza los campos de entrenamiento, la inscripción de torneos en Europa o en Panamericanos. La buena voluntad está, pero necesitamos más organización y eficacia. –¿Tuviste contratiempos en este ciclo olímpico? – En 2006 me quedé fuera de un torneo en la República Checa porque no me habían inscripto. Este año, llegué a Francia, me presenté en el hotel y no sa-

bían que yo iba. Me consiguieron otro, a 15 minutos del lugar oficial. No hacen todo mal, pero son deslices no menores. Nosotros no sólo nos ocupamos de competir. Hay que preocuparse del vuelo, de que alguien me busque en el aeropuerto, de que esté inscripto, de que ojalá tenga hotel. –¿Con mayor orden los resultados serían mejores? –Sí, los judocas consiguen diplomas olímpicos porque en los Juegos no tenemos los mismos contratiempos que en un circuito europeo y podemos focalizarnos más en competir. –¿Qué le falta al judo argentino? –Necesita el apoyo de una empresa que se haga cargo de los atletas más destacados. Los resultados están, no sé por qué nadie se mete. Quizás el judo es poco atractivo para los anunciantes o nadie sabe atraer a alguien que se interese.

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Más información. El video de esta entrevista, y más comentarios, en www.lanacion.com.ar

LA MIRADA POLITICA Miguel Albarracín no es ajeno a la situación política que rodea a Pekín: “A mí me sorprende que el COI deje que los Juegos se hagan en un país que no permite la libre expresión, aunque entiendo la elección de China como potencia. Yo me sumaría a una manifestación después de competir, siempre que sepa bien de qué se trata. Primero, voy a representar a mi país”.

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UNA AGENDA RECARGADA. Del 7 al 10 del actual, Miguel Albarracín estará en el torneo Panamericano de Miami, en los Estados Unidos. Entre junio y julio, se preparará en Italia, España y Belarús, y luego regresará a la Argentina. La intención es viajar a Pekín 15 días antes del comienzo de los Juegos, que será el 8 de agosto.

UN DIA DE ENTRENAMIENTO. Albarracín se entrena todos los días seis horas, salvo el sábado, que es el único día que no practica judo. “A las 7 de la mañana hago un trabajo aeróbico, porque controlo mucho el peso. Después, a las 10.30, voy al gimnasio para los ejercicios de fuerza. Y a la noche es cuando combato”, explica.

LA ODISEA DE LA BALANZA. El peso normal de Miguel Albarracín es 65 kilos. Por eso, para pelear en la categoría 60 kilos, debe esforzarse. “Antes de competir, el nutricionista me hace bajar dos kilos, y después me deshidrato otros tres para llegar. No es fácil, porque hay que tomar poca agua. Igual, a las 7 de la mañana doy el peso y, a las 11, me rehidrato y compito con unos kilos más”.

AMOR POR LA ARGENTINA. Albarracín recibió propuestas para representar a Brasil, España y Alemania. Sin embargo, siempre las rechazó, a pesar de que le convenían económicamente. “Dije que no, porque la primera condición que te imponen es que compitas para ellos en los Juegos Olímpicos. Para mí, la bandera argentina significa mucho. Si voy a luchar, lo hago por mi país”, dice.

LA INTIMIDAD FAMILIAR. Vive en Rosario con sus padres, Miguel Angel y Liliana, y está de novio con Ivana. Es hijo único y se considera un chico familiero, que se desvive por las milanesas a la napolitana con papas con mayonesa que le prepara su madre. Se entrena cerca de su hogar y va a todos lados en su auto. “Cuando lucho, me gusta estar solo y prefiero no recibir llamadas. Cuando quiero, me comunico. Mejor así, para no presionarme”, reconoce Miguel.

EL VALOR DE UNA MEDALLA. La carrera de Albarración explotó luego de ganar la medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007. Así lo cuenta: “Allí cambió todo: recibí más apoyo de empresas. Me empezaron a hacer más notas, empecé a ser más reconocido. Es distinto decirle a alguien que sos campeón panamericano. Fue un gran salto, además de la gloria deportiva”.