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12 la mirada de Ezequiel Fernández Moores

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Miércoles 10 de marzo de 2010

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la mirada de Ezequiel Fernández Moores

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os atletas sospechadas de ser “hombres” se disputaron la final femenina de los 100 metros de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. La estadounidense Helen Stephens derrotó a la favorita polaca, Stanislawa Walasiewicz, que venía de ganar el oro en los Juegos anteriores de Los Angeles 1932. Adolf Hitler recibió en su palco privado a Stephens, saludó su aspecto ario y la invitó, sin suerte, a pasar un fin de semana juntos en Berchtesgaden. La delegación polaca, furiosa por la derrota de Walasiewicz, acusó a Stephens de ser un hombre. La estadounidense se desnudó y liquidó la protesta. Stanislawa Walasiewicz, nacionalizada estadounidense con el nombre de Stella Walsh, murió en 1980 en Cleveland de un balazo, en medio de un asalto a un negocio. La autopsia, según cuenta David Wallechinsky en su libro sobre los Juegos Olímpicos, estableció que sus órganos sexuales eran masculinos. Caster Semenya, la atleta sudafricana que con 18 años ganó en 2009 los 800m del Mundial de Berlín, también es acusada de ser un hombre. A las autoridades del deporte no les bastó un desnudo. Inspeccionaron sus genitales. Todavía no llegan a una conclusión. Semenya celebró este lunes un nuevo Día Internacional de la Mujer sin autorización para seguir corriendo en la categoría femenina. El “aplauso” debía ser la tarea de la mujer en el deporte, según el fundador del Comité Olímpico Internacional (COI), el barón de Coubertin. Más de un siglo después, sus sucesores no pueden definir qué es una mujer. Mildred “Babe” Didrikson, bicampeona olímpica de atletismo en Los Angeles 32, campeona del Abierto de golf de Estados Unidos, basquetbolista y talentosa en otros deportes, es considerada la atleta más importante de la primera mitad del siglo XX. “¿Hay algo a lo que usted no haya jugado?”, le preguntó un periodista. “Sí, a las muñecas”, respondió Babe. Infantil y frágil, parece haber sido más grata al deporte olímpico la rumana Nadia Comaneci, gimnasta perfecta de Montreal 76. ¿Qué pasa con atletas como Semenya? La sudafricana creció en la pobre aldea de Ga-Mahselong, en la norteña provincia de Limpopo, donde la media salarial es de 4 dólares diarios. Los atletas del Moletjie Athletics Club corren descalzos entre las montañas. Así se entrenaba Caster hasta unos años atrás. Horas antes de su coronación en Berlín, un periodista lanzó el rumor, la Federación Internacional de Atletismo

Para LA NACION

XXY (IAAF) rompió sus reglamentos que obligan a no hablar del tema y admitió que Semenya estaba siendo sometida a “controles de sexo”. Al mes siguiente, el Daily Telegraph australiano, un tabloide propiedad de Rupert Murdoch, publicó los resultados de los controles: Semenya no tiene ovarios ni útero, sí testículos internos que le permiten triplicar el nivel de testosterona que suele registrar el organismo femenino, lo que le daría una ventaja potencial sobre sus rivales. Sudáfrica reaccionó indignada. “Si le quitan la medalla, creo que estallaría una Tercera Guerra Mundial”, dijo Makhenkesi Stofile, ministro de Deportes del presidente Jacob Zuma, quien recibió a Semenya junto con Nelson Mandela. El Congreso Nacional Africano (CNA), en el poder, emitió en octubre un apoyo unánime a Semenya. “¿Hermafrodita? Eso no existe entre nosotros, esto es racismo”, acusó Julius Malema, presidente de la rama juvenil del CNA. En realidad, la propia Asociación Sudafricana de Atletismo (ASA) había examinado a Semenya antes del Mundial. Los resultados desaconsejaban que fuera a Berlín. Leonard Chueme, presidente de ASA, es acusado de ocultar los resultados y de no decirle siquiera a Semenya qué hacían con ella. “Sacó a una joven de 18 años del campo y la mandó al cadalso sólo porque quería ganar gloria con su triunfo”, dicen hoy sus críticos. Chueme, quien programó con la revista You la publicación de fotografías de Semenya en poses “femeninas”, fue suspendido del cargo tras la confesión de la IAAF sobre los análisis realizados a la atleta. “Debíamos hacer algo porque ya antes del Mundial de Berlín la prensa sudafricana decía que Semenya es hermafrodita”, contó Nick Davies, vocero de la IAAF. Phat Joe, uno de los DJ más famosos de Sudáfrica, fue despedido de Kaya FM por sugerir que Semenya tiene testículos. La periodista

Mujeres, hombres y el doble juego de la IAAF Alarmado porque las atletas del Este atiborradas de anabólicos parecían hombres, el COI dejó de mirar entre las piernas y estableció el control cromosomático. Advertido de que no todo se reduce a X o Y, lo eliminó en 1998, pero lo mantuvo para casos excepcionales, como el de Semenya.

Ariel Levy, de la revista New Yorker, logró entrar a la casa de Semenya. “¿Querés mi historia? Soy la hermana de Caster, pero no soy como ella”, la recibió Maphela, de 14 años, hasta que la madre le ordenó que se callara y le dijo a Levy que saliera de la casa. La IAAF convalidó finalmente el triunfo de Semenya en Berlín, pero no autorizó aún a la atleta a seguir compitiendo entre las mujeres. Occidente cree que el caso Semenya es patrimonio africano. Erik Schinegger nació en Austria en 1948 con una malformación en el pene. Los médicos decidieron que era Erika. No le crecían los pechos y no menstruaba. Se sintió lesbiana. Se refugió en el esquí y se coronó campeona mundial en Chile en 1966. Saltaron las alarmas y las autoridades deportivas le recomendaron un tratamiento hormonal que le permitiera seguir compitiendo entre las mujeres. Eligió operarse para vivir como Erik. El documental vienés Erik (a) no deja bien parado al mundo del deporte. La atleta española María Patiño fue despojada en 1985 de sus títulos cuando un control de sexo pretendió establecer que era un hombre. Fue descalificada, perdió becas, novio y amigos. En 1988 logró comprobar que su cuerpo no podía hacer uso de la testosterona. Se había desarrollado como el de una mujer y, como escribió en la revista médica The Lancet, se sentía mujer. Al deporte de alto rendimiento, que suele medir sus valores en triunfo o fracaso, le costó entender que no siempre es blanco o negro en materia de cromosomas femeninos (XX) y masculinos (XY). XXY, en estas horas de festejo para el cine argentino, es el nombre de un fabuloso film de Lucía Puenzo en 2007. Demostró que las dificultades no son exclusivas del deporte. La ambigüedad genital de Alex, una adolescente intersexual de 15 años que creció viviendo como mujer y usando medicinas para suprimir sus rasgos masculinos, produce angustia. Un 1,7 por ciento de la población,

según diversas estadísticas, nace con genitales que no son fácilmente reconocibles. XXY cuestiona a los adultos que rápidamente, como si se tratara de un asunto puramente médico, eligen si clítoris o pene, sin esperar que ese niño crezca y decida por sí solo. “¿Y si no hay nada que elegir?”, responde sin embargo Alex. Lo mismo podría decir hoy Semenya, que se reivindica mujer mientras los diarios de Murdoch simplifican e informan que ella es “hermafrodita”. Alarmado porque las atletas del Este atiborradas de anabólicos parecían hombres, el COI dejó de mirar entre las piernas y estableció el control cromosomático. Advertido de que no todo se reduce a X o Y, lo eliminó en 1998, pero lo mantuvo para casos excepcionales, como el de Semenya. Algunos se preguntan por qué el COI no revisa también otras alteraciones genéticas, como el síndrome de Marfan, que tendría Michael Phelps (una rara enfermedad que se caracteriza por un aumento inusual de la longitud de los miembros), el corazón agrandado de Lance Armstrong o, como escribió David Runciman en The Observer, analizar qué predisposición genética ayudó a Usain Bolt a correr como nadie antes. La Argentina deportiva recuerda en el Día Internacional de la Mujer a la nadadora Jeannette Campbell, la primera atleta olímpica de su historia, medalla de plata en Berlín 36. Campbell, fallecida en 2003, da hoy su nombre al remozado natatorio olímpico del Centro Nacional de Alto Rendimiento (Cenard). La reformada cancha de césped sintético del Cenard donde se entrenan Las Leonas fue bautizada a su vez con el nombre de Adriana Acosta, integrante de la selección de hockey y desaparecida en 1978, a los 22 años. Distinto es el caso de la fallecida tenista Mary Terán de Weiss. El Movimiento Social del Deporte (MSD) espera respuesta de la nota que envió el 19 de febrero pasado al gobierno de la ciudad de Buenos Aires preguntándole por qué sigue llamando Parque Roca en su folletería oficial al estadio cuyo nombre es Mary Terán de Weiss. “Más que olvido, nos lleva a pensar que es un problema de discriminación”, dice la nota. Mary Terán de Weiss fue una formidable tenista más de medio siglo atrás. Pero se la recuerda ante todo por sus intentos de popularizar el tenis cuando fue funcionaria de Perón en los años 50. Eran tiempos de enfrentamientos. El tenis la puso en la lista negra tras el golpe militar de 1955. El boicot fue eterno. En 1984, a los 66 años, se arrojó desde un séptimo piso de un edificio de Mar del Plata.

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