LA MIRADA PLÁSTICA JG RIOBÓ

La exposición consiste en una reflexión sobre la mirada, mi mirada; una mirada muy alejada del fluir de las pantallas líquidas. Consta de dos partes, una con ...
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LA MIRADA PLÁSTICA JG RIOBÓ

LA MIRADA PLÁSTICA

«mi forma de mirar, mi forma de estar» Joan Hernández Pijuan

«mi forma de mirar, mi forma de estar» Joan Hernández Pijuan

La exposición consiste en una reflexión sobre la mirada, mi mirada; una mirada muy alejada del fluir de las pantallas líquidas. Consta de dos partes, una con fotografía plástica donde se capta con la mirada de uno y otra parte con pintura donde se construye desde cero la mirada posible del otro. Mirada plástica y superficies plásticas, las fotografías están impresas sobre planchas de PVC y las pinturas están pintadas con acrílicos sobre lienzos. Fotografías que tienen un origen en la realidad física y pinturas que materializan una construcción mental. Obras de arte como objetos configurados para su uso espiritual. Una poética de la depuración por la utilización de muy pocos medios, una concentración expresiva que comunica una determinada necesidad interior de carácter existencial, un desarrollo de una conciencia intuitiva a través de una práctica física. «es cuando no buscamos que lo desconocido llega, es cuando viene lo otro que nos trae lo que somos» Hugo Mujica

«es cuando no buscamos que lo desconocido llega, es cuando viene lo otro que nos trae lo que somos» Hugo Mujica

JAVIER GARCÍA RIOBÓ

LA MIRADA ARTÍSTICA COMO LECTURA DEL MUNDO

La mirada ordena el mundo. El interior y el exterior. Propone una lectura. Cuando el que lee es un artista, además, la lectura se hace también texto y el receptor puede establecer un diálogo con él. En el fondo, la obra artística no es otra cosa que parte de ese diálogo permanente y cambiante, la sustancial, la que nos interesa o la que debería interesarnos si nos tomáramos siempre el momento de reflexión necesario para intentar comprender el mundo y comprendernos a nosotros mismos. Proceso en el que el arte tiene un lugar de relevancia. Sin ese diálogo la obra de arte no existe: es su mejor definición. No es que sea inútil, es que ni siquiera podemos tomarla en consideración. Javier García Riobó sabe mucho de esa mirada que parte del diálogo con la realidad y con otros artistas y lo provoca con el espectador de sus obras. En su trayectoria artística ha ido consolidando una forma propia de mirar el mundo a través de su obra, una mirada profunda y consciente, de alguien que ha meditado largamente antes de realizar cada uno de sus trabajos. Hay mucho de juego intertextual en su producción a partir de la fusión de elementos pictóricos y fotográficos pero nunca olvida su condición de artista en el pleno sentido, el de reinterpretar el mundo. Llega ahora a esta Mirada plástica en la que se hace por fin visible de manera pura y esencial su manera de entender el arte. La abstracción le ha llevado hacia el color y su disposición en el lienzo o en las superficies que sirven de soporte y que son parte también de la misma obra. Es más conocida su calidad como fotógrafo que su experimentación pictórica pero el espectador de esta exposición podrá comprobar que nacen de idénticas premisas: desde el interior de la mente del artista buscar la reinterpretación del mundo ordenándolo en pequeños fragmentos. La mirada de García Riobó busca y quiere la proximidad, la parcelación de un pedazo de la realidad para entender la totalidad a partir de esa pequeña división que mira tan de cerca. En los cuadros (acrílicos sobre lienzo) usa la masa y el color para construir líneas de lectura, como si escribiera con la pintura comunicándonos el producto de su mirada y la reflexión de su conciencia. A veces deja los colores puros, en otras ocasiones permite que se mezclen en asombrosas combinaciones naturales, que se derramen o salpiquen. Sugiero que se contemplen estos cuadros desde aquellos que tienen un solo color lleno de texturas y matices hasta los que los combinan a través de capas sucesivas y después se proceda de la manera contraria: la combinación y la depuración son dos extremos de un camino artístico en perpetuo movimiento. No solo se hallará la técnica empleada por el artista sino su pensamiento. PEDRO OJEDA ESCUDERO

¿EN QUÉ IMAGEN VIVIMOS?

No dejamos de mirar: todo es una gran pantalla, independientemente de su tamaño, que nos asedia, nos rodea, nos engulle. No dejamos de mirar. Pero otra cosa es ver. Llegar a comprender, saber dónde estamos, a qué miramos, por qué lo hacemos. En definitiva, identificar el curso de nuestra mirada. Otra cosa es ver: identificar lo que miramos y por qué lo hacemos. Ver es conocer. Mirar es dejarse llevar. El mundo se ha convertido en una gran pantalla que atrapa nuestras miradas sin dejarnos ver: vivimos en un mundo imagen, en la era de la imagen global. En nuestras sociedades, al individuo se le da estructurado su modo de sentir y de mirar. La vida se estiliza a través de los flujos incesantes de representación que producen las tres grandes vías contemporáneas no artísticas de experiencia estética: el diseño, en todas sus manifestaciones, la publicidad y los medios de comunicación de masas. Tres grandes vías, o canales de transmisión de imágenes, que hoy día confluyen, integradas, en las redes digitales. Todo esto es resultado del proceso de expansión de la tecnología, que marca el destino de la modernidad. Más allá de dictaduras y totalitarismos, demasiado primarios, en nuestro mundo imagen se ha alcanzado el grado más intenso de integración social por medio de un ejercicio formal de la democracia. Utilizando tres resortes que articulan los ejes de despliegue de la imagen global: el consumismo, el pluralismo y la escenificación de todos los aspectos de la vida pública (sociedad del espectáculo). Efectivamente, somos «libres» para consumir sin límites: esto o aquello, poco o mucho, mínimo o máximo… pero es imposible no consumir, el capital impone su ley, la primacía inobjetable de la mercancía. También somos «libres» para seguir una u otra religión, o incluso ninguna: no hay delitos de opinión, e igualmente para apoyar esta o aquella formación política… pero es imposible promover una alternativa al sistema político dominante, también aquí el capital impone su ley. Finalmente, somos así mismo «libres» para representar este o aquel papel, lo que significa seguir un guión previamente estructurado que asigna a cada uno qué somos en la película de la vida… pero es imposible no representar un papel, actuar en un plano real, fuera del ámbito de reverberación de la imagen pública que nos convierte, querámoslo o no, en actores sociales. Es aquí donde se sitúa la pregunta: ¿en qué imagen vivimos…? ¿Es posible encontrar una alternativa a ese continuo global de la imagen…? Salirse plenamente fuera de la imagen es imposible, porque esa es la red de articulación social que estructura nuestro mundo, salvo en espacios aislados residuales o marginales. Pero lo que sí es posible es ir más allá de mirar, llegar a ver. Interrogar la imagen, y ser capaces con esa interrogación de descifrar lo que la imagen encubre. Obviamente, se trata de algo complejo y difícil. Pero esa es la vía. Que implica la posibilidad de distinguir entre imagen como apariencia, como recubrimiento de lo

real, e imagen como verdad, como descubrimiento de lo que hay por debajo de la apariencia. En ello confluyen el pensamiento crítico: la filosofía, y el conjunto de las artes. A través de la interrogación se trata de introducir una ruptura, una discontinuidad, en el continuo global de la imagen. ¿Cómo…? Ni el pensamiento ni las artes pueden actuar, intervenir, a espaldas de la tecnología, que cifra su más alto grado de resolución en la imagen mediática. El punto de partida es proponer e identificar imágenes desvinculadas de los fines pragmáticos que en todo momento determinan los canales mediáticos de la imagen: diseño, publicidad, medios de masas y redes digitales. La cuestión es identificar o construir imágenes sin vínculos directos con intereses prácticos, materiales. Algo que en las artes se puede alcanzar introduciendo claves de singularización o de descontextualización. Ya que si el arte sigue teniendo una vigencia en nuestro mundo es precisamente porque gracias a su potencia formativa, a su fuerza de representación, pone en pie universos sensibles de sentido, capaces de romper y cuestionar la homogeneidad de la cadena estética continua que mediatiza sin fisuras todas las formas contemporáneas de la experiencia. Imágenes alternativas, singulares, que transmiten pensamiento, emoción y placer. Utilizando lo que miramos, se puede así alcanzar a ver aquello que querríamos construir: una sociedad de seres humanos realmente libres. Abiertos a la interrogación. Y a la construcción creativa de la vida. JOSÉ JIMÉNEZ (Publicado en soporte digital en Febrero de 2016 en Exit-Express)