domingo 2 de febrero de 2014
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Zamba Historia nac&pop para principiantes El protagonista de un dibujo animado dedicado a hacer atractiva la historia para los chicos es un éxito de la TV Pública. Sin embargo, un guión que sigue al revisionismo oficial, con “buenos” y “malos”, próceres como superhéroes, simplificaciones y nacionalismo, coloca a Zamba en el centro de una polémica: ¿cómo convive un producto de TV cultural de calidad con una explícita bajada de línea en los contenidos históricos? Raquel San Martín LA NACioN
P
iense en un programa de televisión pública para atraer a los chicos a la historia. imagine un nene travieso, inquieto y curioso, de guardapolvo y mochila, y agréguele animación de calidad, música atractiva, superhéroes, humor, estética de videojuego y guiños para los papás de 30 y pico. Ahí tiene un éxito asegurado. Ahora, agréguele un relato histórico que, de a poco, va separando cada vez tajantemente a “buenos” y “malos”, que se detiene casi exclusivamente en los próceres y la patria, que muestra a un país siempre enfrentado a potencias que quieren dañarlo, y sobre el que el Gobierno empieza a intervenir cada
puNTO dE VISTA
vez con más atención. Súmele, para terminar, organizaciones y medios oficialistas que usan al pequeño protagonista del programa para representar “triunfos de la causa nacional y popular”, como pasó con la reciente adecuación de la grilla televisiva en el marco de la ley de medios. Ahí está, condensada, la complejidad del fenómeno de El asombroso mundo de Zamba, un exitoso programa de la señal PakaPaka, que depende del Ministerio de Educación –ahora también se ve en la TV Pública–, que sintetiza buena parte de los debates que la “batalla cultural” nos legó en esta década: ¿cómo convive la calidad de realización de un producto eficaz para atraer a los chicos con una línea de narración histórica que representa cada vez más el discurso del Gobierno?
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El pERfIl
Aldo Pignanelli. “Los políticos tienen que entender que la economía hace pagar los errores a largo plazo”
Devaluar sin que se note: un esfuerzo inútil Pablo Mendelevich y la brecha cambiaria que tiene en vilo al país Página 2
El muNdO
En Alemania, ellos quieren estar más tiempo con los hijos
ENTREVISTA CON
Con el aval del Estado, los varones revolucionan la paternidad
Guillermo Seita, el lobbista que sumó Scioli como estratega de campaña
Página 5
Página 6
El ex presidente del Banco Central cree que la crisis actual no es económica sino “de conducción y liderazgo” y que hablar de desestabilización es “la excusa del fracaso político”
Juan Pablo De Santis LA NACioN
Aldo Pignanelli atravesó los últimos momentos de la convertibilidad y la salida de la crisis de 2001 desde el Banco Central de la República Argentina. Primero como director, luego como vicepresidente y, más tarde, como presidente. Quizá por eso es uno de los expertos más consultados últimamente, cuando la crisis cambiaria y la escalada inflacionaria de los últimos días abren un nuevo tiempo de incertidumbre para la Argentina, una crisis que él considera más “de conducción y liderazgo” que económica.
Pignanelli es economista, se autodefine como militante del Partido Justicialista, aunque cuando habla traza un límite con la actividad política. En diálogo con la nacion miró las turbulencias de las últimas semanas con perspectiva, analizó las razones profundas de la relación de los argentinos con el dólar, y la recurrencia cíclica de las crisis económicas en la Argentina. “Es mentira que sólo en el país se sale corriendo a refugiarse en el dólar, es un mito. Si se hace una visión comparada con el resto del mundo, ante una situación de temor respecto al valor de la moneda la gente busca un refugio. Esto mismo ocurre en Esta-
dos Unidos, Europa, Asia y en países de la región, como Brasil”, dice. –¿Dónde encuentra la explicación de los problemas económicos cíclicos en la Argentina? –Tampoco podemos decir que sólo la Argentina tiene crisis. Hay crisis recurrentes en muchos países del mundo, incluso en los más desarrollados. En los 80 se tuvo la crisis de Carter en Estados Unidos; en los 90, las acciones de las tecnológicas, y la crisis de 2008, cuando estalló la burbuja hipotecaria. Todas a partir de los países centrales. Ya no se puede justificar que la Argentina tenga tantas crisis recurrentes. Continúa en la página 3