YA ES HORA DE CONOCERLO Por Eidy Pérez-Barquero Peraza Usado con permiso Sin dudas, Harsond Hord era el chico más indeseado y rechazado de la escuela; su apariencia física y su hábito de andar siempre estudiando dejaban mucho que desear. A él ese desprecio le era indiferente. En una ocasión me le acerqué para ver si podía sacarle algo; me miró a los ojos y dijo: “Tú eres igual a los demás. No pierdes la oportunidad de atacar, pero no importa, algún día seré yo quien lleve la ofensiva…”. Veinte años después, el joven Harsond vuelve a ser historia. Luego de terminar la universidad cada cual tomó su camino; alguna que otra vez vi a Hord por la tele. Para serles franco ni siquiera supe qué era lo que hacía allí; no tenía ni la menor idea. Poco tiempo después de haberlo visto por última vez, comenzó a ser noticia una rara enfermedad que estaba propagándose de forma rápida en la ciudad. De pronto me acordé de la amenaza que había hecho años atrás. Sin dudarlo fui a la estación de policía e hice la denuncia. Para asombro mío el joven Harsond también estaba allí. “¡Es ese!, le dije al policía que me estaba tomando la declaración.” El oficial se volvió hacia mí y dijo: “Mira muchacho, mejor vete para tu casa y vamos a olvidarnos de todo lo que pudo ser.” Tres meses después declaran duelo nacional en nuestro país, el cual paulatinamente se iba librando de la mortal enfermedad. Me dirijo hacia el lugar donde se encontraba el cadáver del héroe que había perdido la vida, víctima del fatal virus. ¡Sí! Para asombro mío, era el joven Hord. Junto a su féretro se podía leer una síntesis biográfica de su corta vida. Así pude saber que él había descubierto la cura para la mortífera enfermedad y junto a otro grupo de científicos, se habían sometido al ensayo clínico, aún contando con una insuficiente cantidad de suero que los haría inmunes. Milagrosamente, el suero sí funcionó, pero el joven científico había renunciado a la parte que le tocaba, temiendo que fuera insuficiente para los demás. En ese momento me acordé de sus palabras cuando me dijo que algún día él sería el que atacaría. ¡Vaya agresividad! Me fue difícil entender, cómo una persona que había sido rechazado en una etapa crucial de su vida, era capaz de tener tanto amor en su corazón como para salvar a todo un pueblo. ¿Acaso no pensó que de haber salvado su vida sería un tipo multimillonario y famoso? Me acerqué a una joven, la cual todos saludaban con lágrimas en los ojos. De camino hacia ella alguien me dijo al oído que era su novia. Bueno, al menos tuvo una, pensé. La joven tenía la mirada puesta en mí y, antes de que yo pudiera darle la formal condolencia, puso su mano en mi cabeza y me dijo: “Que Dios te bendiga”. Minutos después supe que Hord había aceptado a Cristo en su corazón. Sin dudas, es una historia que hará reflexionar hasta al más duro de corazón. Es bueno saber que ha habido, hay y habrá personas como Harsond, capaces de dar sus vidas por los demás. Sin menospreciar a ninguno de ellos, le digo a usted querido lector, que CRISTO ES INCOMPARABLE. Él, siendo DIOS,
vino a la tierra en forma de hombre, fue humillado, perseguido, blasfemado, castigado y muerto de forma denigrante, muerte de cruz (Filipenses 2:5-11). Para que nosotros que hemos creído en él seamos ricos, valorados, recompensados, tengamos vida eterna y plena en los cielos. Sin duda conocer a CRISTO fue la mayor experiencia en la vida de Hord. ¿Te gustaría conocer a CRISTO JESÚS? Vamos; anímate; él espera por ti; ya es hora de conocerlo. Este escrito es una contribución de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.