Vivir en un container, entre la utopía posible y la innovación ...

8 mar. 2014 - Una montaña con ocho pisos de contenedores apilados. Varias to- ... importante es el aislamien- to térmico”, reconoce Valentín Telle- riarte.
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Un taller de pintura envuelto en metal

La artista plástica Rosa Skific armó su taller en un container ubicado en la terraza de su casa, en San Telmo

Estilo de vida

Vivir en un container, entre la utopía posible y la innovación habitacional La tendencia, arraigada en otros países, crece en la Argentina de la mano de quienes apuestan a la reutilización, el ahorro y la practicidad Andrés Kilstein Para La NaCION

Una montaña con ocho pisos de contenedores apilados. Varias toneladas de carga en cada uno forman una masa brutal que atraviesa el océano sobre buques igualmente imponentes. El container es la unidad elemental de un sistema universal de transporte, un lenguaje que hablan todas las mercaderías. Pero las condiciones de ultramar son duras, y estos acorazados de acero, sometidos a la fatiga del material, están condenados al abandono antes de los diez años de uso, destinados a herrumbrarse en algún terreno desolado. El container, sin embargo, tiene una vida útil muy larga luego de ser desestimado para los viajes transoceánicos. Y esto llamó la atención de los arquitectos. Hace quince años, en una época en que el reuso y el reciclado ya apuntaban a las amenazas ambientales del “úselo y tírelo”, arquitectos ingleses y nórdicos comenzaron a explorar la posibilidad de salvar a estos cubos del desperdi-

cio y utilizarlos para armar casas. Sí, combinándolos, apilándolos, yuxtaponiéndolos, calando sus paredes metálicas, como una especie de Lego. “Lo interesante es que un elemento que fue concebido para transportar mercaderías, termina teniendo un valor funcional mucho mayor que el original: la posibilidad de ser una vivienda”, se entusiasma Gustavo Laufer, arquitecto argentino, que, tras haber estudiado en el continente europeo, se dedica a promover este sistema constructivo en nuestro país. aunque la tendencia recién se está instalando aquí, ya hay quienes, en el sueño de la casa propia, han corrido el riesgo de lo novedoso y optaron por los containers. Si bien en los países centrales se aprecia la casa de container por ser un ejemplo cabal del reciclado y del cuidado del ambiente, quienes la eligen en la argentina también se inclinan por el ahorro y la practicidad. “Te sale muchísimo más barato. Puede costar 25.000 pesos aproximadamente, más el traslado. Y es una estructura ya cerrada, hecha, armada”, expli-

ideas y personas Julieta Sopeña

Churba, genio creativo de las pasarelas

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a semana que pasó encontró al director creativo de Chanel, el alemán karl Lagerfeld, muy desafiante: sorprendió al público internacional con su último desfile en el emblemático edificio de París Le Grand Palais, pero con una salvedad no menor: íntegramente transformado en un supermercado, con productos reales chanelizados en enormes góndolas y modelos que las recorrían con carritos y canastos a cuestas. No es la primera vez que el diseñador altera el marco convencional de un desfile (se comenta, de hecho, que del Sr. Lagerfeld nunca se sabe qué esperar): construyó, en otras ocasiones, una galería de arte y hasta un enorme glaciar en medio de su pasarela. amén de su tradicional inventiva (y presupuesto), esta vez demostró gran gusto por la provocación. En la misma tónica, el jueves último, Martín Churba dejó boquiabiertas a las 400 personas que se dieron cita en su presentación de colección. No por un expreso sentido del humor a lo karl con el Chanel Shopping Center, pero por

la solemnidad del evento en sí. El Palacio Errázuriz fue la locación seleccionada por Tramando para presentar el invierno 2014. Es prácticamente la única mansión de estilo francés abierta hoy regularmente al público y, por tanto, un imperdible delicatessen. además allí se alberga el Museo Nacional de arte Decorativo, uno de los más importantes en su categoría de américa latina. Dos excusas perfectas para teñir al evento de grandilocuencia. Llegué a eso de las 12 del mediodía. Enseguida me direccionaron hacia los jardines traseros. Un camino de piedritas y unas escaleras conducían primero a una casita azul. Se trataba de la obra de Fabiana Barreda, la artista que Churba invitó especialmente, como muestra de su sentimiento colectivo. La atravesé y entonces se abrió un paisaje verde en forma de cuadrado con una pasarela dispuesta entre los tupidos rosales y tres filas de sillas a cada lado. a un costado, una mesa larguísima sostenía los platos más destacados de Eat Catering: ensaladas, ceviche y pescados,

ca Patricio asorey, quien, luego de nueve meses de construcción, está terminando su casa en arana, un barrio reparado en las afueras de La Plata. “al momento de vivir, es lo mismo que cualquiera otra casa. La ventaja está en la obra, ya que es más rápida y limpia. Exceptuando los pilotes, es todo obra seca [sin cemento], con lo cual no se ensucia y los tiempos se agilizan”, cuenta Valentín Telleriarte, también platense pero del barrio de Hernández, donde junto a su familia vive en una casa armada con dos containers integrados, desde diciembre de 2013. “Ya cumplimos un año y pasamos por todas las estaciones y climas, incluso la inundación, sin problemas”, confiesa, orgulloso, el joven de 40 años. Uno soltero y viviendo solo, el otro casado y con dos hijos; con diferencias en sus necesidades habitacionales, pero coincidiendo en un punto: para ninguno la sustentabilidad fue un factor decisivo. “En la medida en que uno puede, hay que colaborar con el medio ambiente. Pero está en un segundo lugar, lo primero es la practicidad”, se justifica Patricio.

decorados con enormes paneras. En las terrazas del palacio que balconeaban la pasarela divisé otras dos casitas, pero esta vez coloradas. Entonces aprendí que la narrativa de Barreda gira entorno de la figura de la casa, como ese espacio físico que construye nuestra estructura íntima y afectiva. Muy a tono quedó con el sello del evento: el palacio entero se había transformado en la casita de Martín Churba. Tanto es así que lo pesqué a él asomado por una de las ventanas del imponente edificio, ansioso, observando y saludando a sus invitados, a lo lejos y alegre. Tan de entre casa que conmovía. La tribu que persigue a Tramando es sofisticada en términos de moda en lo particular y de gustos, en lo general. No todos los días ve uno a Graciela Borges, María kodama y la artista plástica Nicola Costantino, juntas, en un desfile. acompañaban también arquitectos, decoradores, un elegante alberto Bellucci –director del museo– y también Flavia Martini y Manuel Lamarca, dos de los pocos diseñadores que asisten con frecuencia a desfiles de colegas. Para contrarrestar la frialdad de la que no escapan las modelos –que caminan lánguidas e impávidas– cuando Martín salió a saludar, los presentes lo ovacionaron de pie. Nunca más merecido. Si montó, en mi opinión, la mejor performance de la temporada, con una colección genuina. Como Lagerfeld, Churba se posiciona como el genio creativo local del que se pretende alto impacto. Y que cumple a cada demostración.ß

Estudio FEnili-PérEz GonzálEz-sEPiurka

El container que se ganó su lugar en el terreno industrial y hoy conquista espacio como vivienda tiene un significado distinto para rosa Skific. Esta artista plástica decidió ampliar su PH ubicado en San Telmo mediante la instalación de un cubículo metálico en la terraza. allí da vida y exhibe sus piezas de arte. Esta obra arquitectónica, exhibida en la Bienal de Venecia, no fue tanto el producto de una decisión de la dueña como del estudio Fenili-Pérez González-Sepiurka. “¿Por qué un container en una terraza? Nos parecía práctico y creíamos que podía tener un carácter distinto. Estábamos explorando con estructuras metálicas, para poder armar sin obra húmeda [sin cemento] que es engorroso en esos lugares”, relata el arquitecto Francisco Fenili, responsable del proyecto. rosa asegura: “La vivencia cotidiana de la casa se transforma. Subir al container es como ir a un atelier que puede estar a 100 metros o en otro lugar de la ciudad, es un espacio muy aislado, independiente”. Las palabras de Skific se corresponden con un plan integral de los arquitectos de dotar a este espacio de autonomía e independencia. “Nos pareció lógico una estructura metálica que se posase sobre la terraza y que fuese un nuevo espacio que no

se integre en la casa y que uno pueda vivirlo como si fuese un anexo, como algo separado”, explica Fenili. Se pensó en una estructura que no fuese invasiva ni contrastante en el entorno de un PH con su antigüedad a cuestas. “Como el soporte de la estructura metálica es una casa que tiene muchos años, no era adecuado para instalar una nueva estructura maciza. El container es un espacio contemplado para habitar amablemente, espacio que tiene cierta magia que es distinta a una arquitectura estándar –justifica rosa sobre ese lugar, que decidió abrir a los curiosos–. Es un taller al que puede acceder la gente que quiere conocerlo. Es mi lugar de trabajo y se muestra mi obra. Los visitantes vienen por las dos cosas juntas.” El atelier de rosa Skific, pensado en arquitectura de container, tuvo más repercusión que la esperada y así alcanzó reconocimiento internacional. La obra fue expuesta en el stand de la argentina en la XI de la Bienal de Venecia de 2008 y obtuvo la Mención en la Bienal de arquitectura 2008 SCa-CPaU. Un taller de arte montado sobre un PH antiguo de San Telmo. Una construcción liviana, seca y práctica. Y mucho más que eso, un punto rojo metalizado en el medio de la trama gris de Buenos aires.ß

Cortes de carnes baratos y verduras comunes, estrellas de las nuevas cartas Los cachetes de la vaca, el corazón o el rabo ahora son deliciosos platos preparados en los mejores restaurantes porteños, junto con vegetales y frutos normalmente menos apreciados Rodolfo Reich PARA LA NACIoN

Cuando le preguntaron a Anthony Bourdain qué elegiría como su última comida antes de morir, no lo dudó: la ensalada de caracú, perejil y alcaparras creada por el chef Fergus Henderson en su premiado restaurante londinense St. John. Sí, caracú, tuétano, la médula ósea que está dentro del hueso fémur del animal, y que usualmente se come como parte del puchero o se aparta para felicidad de los perros hogareños. La elección de Bourdain no es casual: el caracú se convirtió en los últimos tiempos en uno de los productos de moda de la gastronomía mundial. Desde el año pasado es parte de los forgotten cuts, cortes baratos y olvidados, que la cadena de supermercados de alta gama ingleses Waitrose sacó a la venta en sus góndolas. Y se inscribe como parte de una filosofía conocida como The Whole Animal Movement, que pro-

mueve aprovechar el 100 por ciento de los animales faenados, incluido todo aquello que por muchos años fue dejado de lado en los mejores restaurantes: rabo, carrillera, cogote, corazón, lengua, intestinos y, claro, caracú. Como en toda filosofía, debe haber un manifiesto: en este caso, el emblemático libro Nose to Tail Eating (Comiendo de la nariz a la cola), en el que el propio Fergus disecciona la anatomía completa del cerdo bajo la idea de que “si vas a matar a un animal, lo educado es comerlo entero”. Este libro se convirtió en un culto para cocineros de todo el mundo, incluidos los argentinos. Y hoy, los mejores restaurantes locales recuperan los cortes menos vendidos de las carnicerías, así como vegetales, legumbres y frutas menospreciados, para convertirlos en las estrellas de sus cartas. “Nos criamos en una gastronomía en la que se afirmaba que el lomo era lo único rico. Lo bueno era

en algún lugar del mundo Juana Libedinsky

Binge watching o un buen atracón de series

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NUEVa YOrk

lo caro. Pero cuando cocinás, descubrís que esto no es así. Hay que dejar los prejuicios de lado y apostar al sabor. El cachete (o carrillera) y el rabo son dos músculos que se mueven todo el tiempo, son los más usados por la vaca. Y esto los hace más sabrosos”, explica Antonio Soriano, dueño del restaurante Astor Manduque Porteño. En su cocina, Soriano aprovecha todo lo que encuentra en el mercado. Así, prepara un delicioso chicharrón con la piel del pollo, e incluye en sus platos garbanzos, lentejas, achicoria, grelo y tubérculos como el salsifí, todos productos económicos y disponibles que, luego del trabajo del cocinero, muestran su costado delicioso. “Sacarse de encima los prejuicios permite aprovechar mejor lo que hay, lo que está en temporada. No hay que buscar el tomate en invierno, cuando cuesta $ 40 y no tiene sabor a nada. Se debe volver a cómo se hacía antes: en verano tomate; en invierno, tubérculos. Es más barato y es más rico.” Una vaca en el plato La filosofía del nose to tail tiene su réplica literal en un restaurante porteño. Ubicado en la zona más lujosa de Recoleta, entre grandes hoteles cinco estrellas, Tarquino ofrece su “secuencia de la vaca”, un menú que da a conocer en una sola noche todas las bondades del ganado argentino. Es una gran comilona por pasos, que comienza con los sesos, sigue con la lengua, luego la carrillera, las mollejas y los chinchulines, el hígado, el bife de chorizo y el rabo. El postre también participa del juego, siendo elaborado a base de leche. El creador de la idea es Dante Liporace, y surgió como respuesta a un extenso menú que Ferran Adrià (junto a quien Liporace trabajó) ofrecía en elBulli, en el que dedicaban siete pasos a la liebre. “La repercusión fue fantástica. Salieron notas en revistas de todo el mundo, e incluso el diario The New York Times me invitó a cocinar la secuencia en una sesión exclusiva para ellos, en Nueva York. Hoy salen unas cuatro secuencias cada noche –dice el cocinero–. En todo esto fue clave la tecnología, en especial la técnica del vacío, hoy muy extendida en los restaurantes. A la carrillera, uno de los platos emblemas del lugar, yo la preparo al vacío, junto a su fondo de cocción, durante 36 horas a 74°C. Y queda increíble. o el chinchulín: en cualquier parrilla sale muy rico, entonces la pregunta fue cómo hacer para diferenciarlo. En Tarquino lo cocino seis horas a 84°C, luego lo hago crocante, y termina siendo un plato único”, cuenta. La mayoría de estos cortes son muy económicos, y esto facilita su uso. “Adrià hace un suero de parmesano que es fantástico. Usa el mejor parmesano, lo ralla, lo pone en agua y luego tira el queso y se queda con

sino (gentileza de servicios como Netflix que lo permiten a un costo moderado) ver series de culto completas, como Breaking Bad o la flamante House Of Cards. No es llamativo que los jóvenes se enganchen con este tipo de pasatiempo, menos en las vacaciones y con las neuronas agotadas. Pero sí es bastante inesperado que los críticos culturales más venerables, que uno imaginaría escépticos respecto a las bondades de horas y horas frente a la “caja boba”, estén resultando sus principales fans. Hasta Emily Nussbaum del New Yorker escribió que el binge watching “posiblemente sea la forma más pura de ver una gran serie”. Y quizás un efecto inmediato sea que, a diferencia de la cierta vergüenza con la que uno hacía el post mórtem del fin de semana en la oficina confesando que se había pasado la mayor parte del tiempo encerrado comiendo pizza fría frente a la pantalla, decir que se hizo binge watching como los estudiantes trae cierto prestigio social. Para algunos, es la vuelta a la

inmersión total en la ficción de las épicas doradas de las grandes salas de cine. Otros incluso dicen que tiene efectos restaurativos sobre la psiquis. Lo ven como una forma estratégica de recuperar el dominio del propio tiempo y la capacidad de atención. Casi como una protesta contra la interrupción constante que trae la tecnología, aunque, obviamente, la tele tenga un cable. Otras voces dentro del debate no están tan seguras. Consideran que la buena televisión fue hecha para saborear a los capítulos por separado y disfrutar de la anticipación que van dejando los enigmas abiertos. Es un poco la discusión respecto a las novelas como David Copperfield que originariamente se daban en forma seriada y no como libro entero, sólo que a la enésima potencia como corresponde al siglo XXI. Y también están quienes, a pesar de que planear un binge watching con anticipación para las vacaciones no suene patético, siguen fantaseando con que tienen 20 años y que podrían irse a algún hotel con amigotes como en las películas de adolescentes. Pero la realidad es que la tecnología también trajo la posibilidad de que cualquiera cuelgue en Internet fotos comprometedoras propias o ajenas que pueden afectar estudios o trabajos futuros. Todos los medios coinciden en señalar cuánto más moderados están los Spring Breaks en la era del Twitter. Para los que se van a quedar practicando binge watching, cualquiera que sea su edad, quizá sea un premio consuelo.ß

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Gastronomía

Bastante parecida es la percepción de Valentín, quien reconoce haber basado su decisión en lo económico. En nuestro país, los primeros proyectos con containers no partieron de una exploración estética o vanguardista, sino de la necesidad del mundo laboral. “El container como solución habitacional surge desde una mirada práctica, como una estructura accesoria al mundo del trabajo”, analiza el arquitecto Laufer. Él mismo empezó armando vestuarios y oficinas con containers, destinados a obras y usos industriales, y recientemente se lanzó a construir su primera vivienda con esta modalidad. “Si fuese sólo hacerme el moderno por vivir en un contenedor, sería muy frívolo. Es más fácil y rápido reunir los componentes, le das ubicación a elementos que terminarían en situaciones de deterioro. algo hay que hacer con los contenedores.” Y eso que hay que hacer Laufer lo está haciendo en Ingeniero Maschwitz: 220 metros cuadrados rodeados de verde y aire. Claro que el riesgo de esta arquitectura modular tiene que ver con las inclemencias del tiempo. “Lo más importante es el aislamiento térmico”, reconoce Valentín Telleriarte. Los arquitectos recomiendan aislamiento interno y externo, reparar la estructura de los rayos del sol con vegetación frondosa y un techo verde para regular la temperatura. “La experiencia de tener una casa de containers va de la mano del terreno –explica Patricio asorey–. Un container en Villa Urquiza no es lo mismo que uno en un terreno grande, parquizado y con árboles”, justifica el joven, al hablar de esta elección con la que se sumó a una tendencia que, de seguir el mismo recorrido que en otros continentes, se instalará con fuerza en la argentina venidera.ß

legó el Spring Break. Son las vacaciones de primavera que la MTV hizo famosas con sus especiales sobre las masas de estudiantes universitarios del helado nordeste de Estados Unidos que descienden a la Florida con actividades bien definidas. Básicamente, se trata de tomar cerveza tibia las 24 horas, con las chicas participando en campeonatos de camisetas mojadas, los muchachos pasando de balcón en balcón en los hoteles, y el largo sopor etílico al borde de las piletas que une a todos hasta hacerles cambiar la palidez de Minnesota o Montana por el vibrante colorado de un camarón o langosta. Para los que, en cambio, se quedan en casa el programa de moda es binge watching. El término se volvió tan popular que fue candidato a “palabra del año” por el Oxford English Dictionary, y sólo lo derrotó la imparable selfie. Se trata, literalmente, de darse un atracón de tevé por horas o incluso días. Pero no vale ver telenovelas o hacer zapping,

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| Sábado 8 de marzo de 2014

| Sábado 8 de marzo de 2014

ese suero. Esto, en la Argentina, no lo soportaría económicamente ningún restaurante. Una cocción de más de treinta horas, el horno, el tiempo, el trabajo que demanda, todo encarece el plato. Partir de un corte barato es una ventaja inicial”, afirma Liporace, quien también sirve un puré elaborado 100 por ciento a base de las cáscaras de limón que sobran tras usar el jugo o aprovecha los tomates de temporada para hacer un agua incolora con el pleno sabor de esta fruta. En toda esta búsqueda se vislumbra también una visión cultural y social de los cocineros. Se trata de aprovechar lo que el ecosistema ofrece, recuperando productos y sabores perdidos. En muchos casos, esto exige hablar con los productores, recorrer el país en busca de variedades de frutas y verduras olvidados, e incluso fomentar oNG y cooperativas. “Hay un pequeño nicho de cocineros interesados en revalorizar productos autóctonos (o traídos desde afuera, como el tomate, pero que para el colectivo imaginario son locales). Nos pasó con la manzana. La empezamos a trabajar como un producto popular y descubrimos que hay muchas variedades. Las catalogamos, entendimos sus diferencias y con eso preparamos el plato Texturas de Manzanas. Lo hacemos dos veces al año, cambiando en verano e invierno, e incluye diversas texturas (crujiente, sopa, helado, espuma), distintas temperaturas y contrastes con otros sabores, por ejemplo, un fruto seco o una sopa inglesa”, dice Fernando Rivarola, chef y dueño de El Baqueano, el restaurante de San Telmo que profundiza en una alta cocina regional. “Estamos haciendo lo mismo con el maíz. Para nosotros es un producto estrella, es parte de América latina, y queremos dar a conocer sus variedades, explicar que va más allá del maíz transgénico que se vende masivamente hoy, con los dientes perfectos y contados. o con el tomate: en El Baqueano usamos 27 variedades de tomate, que nacen de semillas originarias, sin manipulación genética o híbridos. Y si bien es verdad que hacemos una gastronomía de lujo, para pocos, a través de este consumo promovemos productos y trabajamos con productores, y así logramos una sinergia que amplía el mercado. Un ejemplo: nuestros papines salteños provienen de lo que cultiva la Fundación Alfarcito, en Salta. La idea es poner en valor el trabajo que ellos hacen en el Norte, con pequeños recolectores”, culmina. Ya no sólo se trata de atún rojo, ojo de bife o grandes langostinos. La alta gastronomía nacional abre sus puertas a las verduras, legumbres, frutas y cortes de carne más económicos. Y lo hace con responsabilidad social, con criterio ecológico y buscando siempre el mejor sabor.ß

Dante Liporace, en Tarquino, presenta su “secuencia de la vaca”

Intestinos y otras “achuras”

fotos de fernando massobrio

Dónde y qué comer El BaquEano

b Chile 495 Texturas de manzanas 2014

Tarquino

b rodríguez Peña 1967 Secuencia de la vaca

PEugEoT loungE

b Honduras 5624 Tuétano asado con pan de campo inglés y ensalada de perejil, cebolla y alcaparras

Parrilla FiEra

b av. Pedro Goyena 300 Ossobuco a la parrilla

Hg

b soler 5862 Corazón de vaca curado en salmuera, a la plancha

CaFé San Juan

b Chile 474 Codillo de cerdo braseado

Salidas

La gastronomía se celebra con vista al río Los festivales Abunda, este fin de semana, y Bocas Abiertas, desde el jueves, llegan a Vicente López y a San Isidro Sebastián A. Ríos LA NACIoN

Cocina frente al río, ése es el concepto que unirá a los barrios de Vicente López y San Isidro. Durante los próximos días, ambos serán el escenario de dos atractivos festivales gastronómicos que reunirán distintas propuestas en las que se entrecruzarán la cocina tradicional argentina junto con nuevas tendencias –de la raw food a la comida orgánica, por citar sólo un par–, y que contarán con la participación de referentes de la gastronomía local, como Soledad Nardelli, Hernán Gipponi, Pablo Massey o Narda Lepes. El festival Abunda es la cita más cercana. Desde ayer y hasta mañana, un grupo de restauranteurs y cocineros de Vicente López propone homenajear a Doña Petrona, ícono de la cocina argentina, pero también vecina del barrio, a través de actividades culturales ligadas con la cocina, espectáculos en vivo, clases participativas con degustación final, exposiciones de arte, teatro culinario con auditorio para cien espectadores, juegos para niños y áreas verdes libres para hacer picnic. “La comida proporciona el espacio de reencuentro para la familia; si es en la calle, recorriendo coloridos puestos de productores locales

y proveedores, restaurantes emblemáticos de un barrio, actividades culturales, clases participativas, degustaciones, exposiciones de arte y teatro culinario, mejor. Lo importante es participar”, comentó Silvia Amado Cattáneo, una de las organizadoras del Festival Abunda. Algunos de los puntos altos de este encuentro que se hará en la costa del río y que conviene agendar son la clase de cocina española a cargo de Hernán Gipponi, la de cocina argentina a cargo de Ramiro Rodríguez Pardo, cocina molecular por Marina Koppman y la de cocina asiática en manos de Marta Ramírez. Una experiencia diferente será la que propone dentro del encuentro Gallito Ciego: en un micro cerrado, cocineros no videntes cocinarán y servirán la mesa para que los asistentes coman a ciegas. Además, el encuentro contará con la presencia de la nieta de Doña Petrona Carrizo de Gandulfo, que presentará una colección de las cocinas de gas que ella impuso como moda en las distintas épocas, así como muchos de aquellos utensilios que hoy conforman lo que han dado en llamar el Museo de Doña Petrona. Para tener en cuenta: el Festival Abunda se realiza hoy y mañana, de 12 a 24, en el Paseo de la Costa, de Vicente López. La entrada es libre.

El festival Bocas Abiertas se celebrará en el Bajo de San Isidro a partir de este jueves Más información en: www.facebook. com/festivalabunda. En el Bajo La otra cita es en el Centro Municipal de Exposiciones de San Isidro, a partir del próximo jueves y hasta el domingo 16. Allí, los más de 30 emprendedores gastronómicos del Bajo de San Isidro organizan por segundo año el festival Bocas Abiertas,

con la idea de reflejar y poner en valor el espíritu y la idiosincrasia del barrio: el hecho de andar tranquilos, y su comida, claro. “Somos un grupo de colegas amigos y vecinos que organiza este festival a pulmón, y son cuatro días en los que todo el barrio tiene un gran espacio de encuentro –contó el chef Diego García Tedesco, uno de los organizadores del evento–. El festival

es un reflejo de la gran movida gastronómica que hay en este barrio, donde conviven Antonio el Carnicero con Fabio Alberti con su puesto, así como los dueños de restaurantes y los grandes chefs argentinos que, entusiasmados por Bocas Abiertas, se suman generosamente a participar de este festival.” En su primera edición, realizada en abril de 2013, Bocas Abiertas con-

vocó a unas 15.000 personas, y ahora van por más. De esta nueva edición participarán más restaurantes de la zona y habrá un seleccionado de chefs a cargo de las actividades. Así, en Bocas Abiertas se podrá aprender a elaborar una tarta bretona de chocolate y frambuesas con osvaldo Gross, un lenguado al horno con croute de pistachos y limón con Juliana López May o macarons de caramelo y sal con Mauricio Asta. Nuevamente, Fabio Alberti participará del festival en su personaje de Coty, para enseñar a hacer galletitas 3D. Conviene agendar también la charla Rompiendo viejos mitos del vino, a cargo de las sommeliers Marina Beltrame y Agustina de Alba. El vínculo entre salud y nutrición también será abordado dentro del festival, con charlas sobre cocina para celíacos, la nutrición de los más pequeños (¡y su derecho a comer rico!), la raw food y la participación del Mercado Sabe la Tierra, y sus más de 20 productores orgánicos. Además, en Bocas Abiertas habrá un escenario con música en vivo a cargo de artistas locales. Al igual que el año último, Bocas Abiertas se realizará en el Centro Municipal de Exposiciones (del Barco Centenera y el río, San Isidro), este jueves, de 18 a 24, y viernes, sábado y domingo, de 12 a 24. La entrada consiste en un bono contribución de 30 pesos, cuyo importe será donado a entidades locales, como el Comedor de Mary, la Escuela Nº 26 o los Bomberos Voluntarios. Más información en: www.facebook.com/ BocasAbiertasSI.ß