24 de junio de 2015
Versión del mensaje de bienvenida de la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores Organismos Internacionales, Laura Angélica Rojas Hernández, durante la conferencia magistral “Nueva Zelandia en el Consejo de seguridad de la ONU: propuestas, oportunidades y retos del sistema multilateral”, impartida por S. E. Jim McLay, exrepresentante permanente ante las Naciones Unidas, en el Senado de la República Bienvenidos al Senado de la República. El día de hoy, la Comisión de Relaciones Exteriores Organismos Internacionales como ya muchos de ustedes saben, hemos acompañado en diversos momentos (inaudible) la política exterior multilateral de México y por eso es que el día de hoy estamos pues de manteles largos, estamos muy contentos por la visita del embajador Jim McLay, a quien le doy la bienvenida y le agradezco mucho que en su visita a México se haya dado el tiempo para poder visitar el Senado de República y organizar con la Comisión, pues una conferencia sobre ese tema tan importante que nos interesa a todos. Y por supuesto, dar la bienvenida a la embajadora Clare Kelly, embajadora de Nueva Zelandia en México. Gracias también, embajadora, por las gestiones, y también darle la bienvenida a las funcionarias de la embajada de Nueva Zelandia en México. Y a todos ustedes pues de nuevo gracias por siempre atender las convocatorias de la Comisión, el interés; la Cancillería también, que aquí está presente; Sergio, gracias por acompañarnos. Y, bueno, pues voy a iniciar dando un, después de dar la bienvenida, hacer un mensaje breve antes de cederle la palabra al embajador McLay. Bueno, muchas gracias de nuevo a todos por estar aquí esta mañana. A primera vista, a México y Nueva Zelandia los separa mucho más que una distancia geográfica considerable. Más allá de la admiración y el interés que despiertan nuestros países recíprocamente, contamos con sistemas políticos distintos, con tradiciones culturales lejanas la una de la otra y nos conocemos aún poco. Desde luego que ésta es una visión profundamente equivocada y totalmente rebasada por la coyuntura internacional actual. A pesar de la distancia que nos separa, tenemos coincidencias y similitudes notables. A partir del fortalecimiento de nuestras relaciones diplomáticas que ya superan las cuatro décadas, ambos países nos hemos encontrado en gran medida en las mismas trincheras, especialmente en lo que
hace a nuestra política comercial y de cooperación, y muy especialmente a nuestra participación en organismos internacionales. Hace prácticamente 70 años, a cumplirse este mismo viernes, México y Nueva Zelandia participamos en la Conferencia de San Francisco, en la que suscribimos la Carta de las Naciones Unidas y a partir de ahí comienza una larga historia de posiciones compartidas e iniciativas de respaldo mutuo en la agenda multilateral que no deben pasar inadvertidas. Me refiero a grandes coincidencias que van desde la agenda en materia de desarme y desnuclearización, hasta los temas del combate al cambio climático, la lucha contra la corrupción, la defensa y protección de los derechos humanos, la inclusión de las personas con discapacidad y las mejoras en la condición de los pueblos indígenas, entre otros rubros. Ambos países somos miembros fundadores de la Organización de las Naciones Unidas y nuestro activismo a favor del derecho internacional es ampliamente reconocido. México y Nueva Zelandia hemos compartido posiciones en torno al Tratado sobre Comercio de Armas, así como en distintos aspectos de las negociaciones internacionales relativas al combate al cambio climático de cara al Protocolo de Paris y a la nueva agenda de desarrollo post 2015 a adoptarse en septiembre próximo. Pero hay otra coincidencia de la mayor relevancia. Me refiero al compromiso indeclinable de ambas naciones con la paz y la seguridad internacionales y a la voluntad renovada de promover un Consejo de Seguridad con una representación más plural y un funcionamiento más transparente y eficaz. Compartimos en este sentido ciertas ideas y criterios relevantes en relación con la reforma a la ONU, la limitación del derecho de veto en el Consejo de Seguridad y, desde luego, un nuevo activismo para ser parte de los esfuerzos a favor de la prevención y la solución de conflictos, así como de las acciones globales para enfrentar las amenazas a la paz. Justo como ahora, cuando Nueva Zelandia decide volver al Consejo de Seguridad luego de 20 años de ausencia, México volvió en 2002 luego de un periodo similar de alejamiento. Desde luego mucho tenemos aún que aprender de Nueva Zelandia y del grupo denominado de “Estados Pequeños”, que si por algo se caracterizan es por tener grandes ideas sobre cómo enfrentar los desafíos globales. Estoy segura que de la experiencia multilateral neozelandesa mucho podemos retomar para impulsar conjuntamente los valores y principios que dieron origen a las Naciones Unidas e inspirar acciones concertadas que honren precisamente la riqueza de nuestras coincidencias. Me permito ahora presentar a su excelencia, el embajador Jim McLay, que actualmente se desempeña como el enviado y consejero especial del primer ministro de Nueva Zelandia y representante ante la Autoridad Palestina.
Fue desde junio de 2009 y hasta mayo de 2015, embajador de Nueva Zelandia y representante Permanente ante las Naciones Unidas. En esta calidad desempeñó un rol fundamental para el triunfo de la candidatura de Nueva Zelandia como miembro no permanente del Consejo de Seguridad para el periodo 2015-2016. Se desempeñó también como miembro del Parlamento neozelandés de 1975 a 1987 y fungió como viceprimer ministro, líder de la oposición, procurador General y ministro de Justicia. Por su larga y prolífica trayectoria en el servicio público, recibió la Orden del Servicio de la Reina. El embajador McLay fue también comisionado de Nueva Zelandia ante la Comisión Ballenera Internacional y miembro del Consejo Internacional de Asesores de la Sociedad Humana de Estados Unidos, una organización con una enorme reputación centrada en el bienestar de los animales en el mundo. En reconocimiento a sus servicios prominentes para la conservación del medio ambiente, fue nombrado en 2003 compañero de la Orden de Nueva Zelandia y, bajo los auspicios del Comité Consultivo de los Estados Unidos para Nombres Antárticos y la Junta Geográfica de Nueva Zelandia, se bautizó a un glaciar ártico con su nombre. Hoy es conocido como “Glaciar McLay”. En el ámbito empresarial y financiero, cuenta también con una amplia trayectoria. Sin más, tiene la palabra nuestro conferencista magistral de esta mañana, el embajador Jim McLay, con el tema: “Nueva Zelandia en el Consejo de Seguridad de la ONU: propuestas, oportunidades y retos del Sistema Multilateral”. Adelante, embajador.
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