UNIDAD 4: EL PLANTEO ANTROPOLIGO EN EL SIGLO XX

“Nuestro amor al prójimo, ¿no es acaso un deseo imperioso de alcanzar una nueva propiedad?¿ No es ... hecho de encontrarse dentro de estas fronteras. Finalmente podrá lograrse ... un cortapapel sin saber para qué va a servir ese objeto.
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UNIDAD 2: EL PLANTEO ANTROPOLIGO A) TEXTOS BREVES SOBRE EL PROBLEMA DEL HOMBRE

1. “ El hombre sabe al fin, que está sólo en la inmensidad indiferente de un universo de donde ha emergido por azar. Igual que su destino, su deber no está escrito en ninguna parte. Puede escoger entre el Reino o las tinieblas.” (J, Monod) 2. La persona humana no puede ser estudiada con los instrumentos de la ciencia, con la investigación objetiva. La persona humana no es un problema sino un misterio, por eso hay que tratar de comprenderla mediante la interrogación metafísica. Si nos acercamos al persona humana por le camino científico, la reducimos a un “el”, a un objeto o cosa. Para respetar su personalidad, para tratarla como persona hay que acercarse a ella como un “tu”, y esto ocurre en la pregunta, en el diálogo, en le amor(...)” (G. Marcel) 3. “Mientas tengamos cuerpo y nuestra alma se halle entremezclada con semejante mal, no poseeremos suficientemente aquello que deseamos, es decir, la verdad(...) La purificación consiste en separar al máximo el alma del cuerpo y que aquella se acostumbre a concentrarse sobre sí misma...y vivir en los posible...sóla en sí, liberándose del cuerpo como si se tratara de cadenas...¿Y no es la muerte una liberación para el alma respecto del cuerpo? (Platón) 4. “El hombre como un ser personal que trasciende y está dotado de libertad es

también – y a una con ello – un ser mundano, temporal e histórico...El concepto de historicidad incluye en sí a los otros dos conceptos como momentos.” (k. Rahner)

5. “Nuestro amor al prójimo, ¿no es acaso un deseo imperioso de alcanzar una nueva propiedad?¿ No es el deseo que late en todo nuestro amor por la ciencia y por toda novedad? Poco a poco nos cansamos de lo que poseemos, de lo viejo y conocido, y volvemos a tender las manos...El que ama quiere ser propietario de la persona deseada, quiere tener un poder absoluto y ser amado en exclusiva; intenta empobrecer y desembarazarse de todos los demás competidores como el más descarado conquistador y el más egoísta explotador”. (Nietzche) 6. “Frente a mí, tú sólo eres lo que eres para mí, es decir, mi objeto. Y porque

eres mi objeto, por eso mismo eres mi propiedad. Tú para mí no eres más que mi alimento, así como yo soy devorado y utliizado por ti. Nosotros, el uno con el otro, solo tenemos una relación, la de utilidad y explotación.” (Stirner)

7. “ El amor comienza cuando se prefiere al otro y no a sí mismo y cuando se reconoce su diferencia y su imprescriptible libertad. Es querer que el otro sea fiel a sí mismo: ´Te amo tal como eres´. La posesión envidiosa es lo contrario del amor, porque tiende a reducir a nuestro ´parteneire´ a nuestras propias dimensiones; tiende a destruir lo que en él hay de diferente de nosotros.” (R. Garaudy)

8. “ Debajo de nuestra piel existe una pequeña parte del universo físico. No hay razón alguna para que goce de unas características físicas especiales por el hecho de encontrarse dentro de estas fronteras. Finalmente podrá lograrse una explicación completa del mismo a partir de la anatomía y la fisiología.” ( Skinner) 9. “Los hombres se equivocan la creerse libres, opinión que obedece al solo hecho de que son concientes de sus acciones e ignorantes de las causas que las determinan. Y por lo tanto, su idea de libertad se reduce al desconocimiento de las causas de sus acciones.” (Spinoza)

10. “Hay dos hechos no más en la vida espiritual, dos hechos que se dan entre el ´yo´ y el ´tu´: la palabra y el amor. En ellos radica la salvación del hombre, la liberación de su yo y su autorrealización. La palabra y el amor se implican. Todas las desgracias que ocurren entre los hombres proceden de que éstos rara vez pronuncian la palabra recta. La palabra recta es aquella que siempre pronuncia el amor.” (Ebner) 11. “ Es la persona quien se hace libre después de haber elegido ser libre. En ningún sitio se puede encontrar la libertad dada y constituida. Nada en el mundo asegura a la persona que es libre, si ella misma no entra audazmente en le ejercicio de su libertad.” (Mounier)

12. “Un perro, una rata (...) cualquier animal, no necesita aprender cómo debe comportarse para sobrevivir. En cambio, el hombre vez por vez, está obligado a inventarse, a partir de cero, un modelo en base al cual pueda realizarse”. (N. Abbagnano)

B) Fragmento del libro de J. P. Sarte “El existencialismo es un humanismo” ¿A qué se llama existencialismo? (...)se puede definir fácilmente. Lo que complica las cosas es que hay dos especies de existencialistas: los primeros, que son cristianos, entre los cuales yo colocaría a Jaspers y a Gabriel Marcel, de confesión católica; y, por otra parte, los existencialistas ateos, entre los cuales hay que colocar a Heidegger, y también a los existencialistas franceses y a mí mismo. Lo que tienen en común es simplemente que consideran que la

existencia precede a la esencia, o, si se prefiere, que hay que partir de la subjetividad. ¿Qué significa esto a punto fijo? Consideremos un objeto fabricado, por ejemplo un libro o un cortapapel. Este objeto ha sido fabricado por un artesano que se ha inspirado en un concepto; se ha referido al concepto de cortapapel, e igualmente a una técnica de producción previa que forma parte del concepto, y

que en el fondo es una receta. Así, el cortapapel es a la vez un objeto que se produce de cierta manera y que, por otra parte, tiene una utilidad definida, y no se puede suponer un hombre que produjera un cortapapel sin saber para qué va a servir ese objeto. Diríamos entonces que en el caso del cortapapel, la esencia —es decir, el conjunto de recetas y de cualidades que permiten producirlo y definirlo— precede a la existencia; y así está determinada la presencia frente a mí de tal o cual cortapapel, de tal o cual libro. Tenemos aquí, pues, una visión técnica del mundo, en la cual se puede decir que la producción precede a la existencia.(...)

El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir

que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser. (...) Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es. Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres. (...)Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser. Elegir ser esto o aquello es afirmar al mismo tiempo el valor de lo que elegimos, porque nunca podemos elegir mal; lo que elegimos es siempre el bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo para todos. Si, por otra parte, la existencia precede a la esencia y nosotros quisiéramos existir al mismo tiempo que modelamos nuestra imagen, esta imagen es valedera para todos y para nuestra época entera. Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque compromete a la humanidad entera. Si soy obrero, y elijo adherirme a un sindicato cristiano en lugar de ser comunista; si por esta adhesión quiero indicar que la resignación es en el fondo la solución que conviene al hombre, que

el reino del hombre no está en la tierra, no comprometo solamente mi caso: quiero ser un resignado para todos; en consecuencia, mi proceder ha comprometido a la humanidad entera. Y si quiero —hecho más individual— casarme, tener hijos, aun si mi casamiento depende únicamente de mi situación, o de mi pasión, o de mi deseo, con esto no me encamino yo solamente, sino que encamino a la humanidad entera en la vía de la monogamia. Así soy responsable para mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre. Esto permite comprender lo que se oculta bajo palabras un tanto grandilocuentes como angustia, desamparo, desesperación. Como verán ustedes, es sumamente sencillo. Ante todo, ¿qué se entiende por angustia? El existencialista suele declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad. Ciertamente hay muchos que no están angustiados; pero nosotros pretendemos que se enmascaran su propia angustia, que la huyen; en verdad, muchos creen al obrar que sólo se comprometen a sí mismos, y cuando se les dice: pero ¿si todo el mundo procediera así? se encogen de hombros y contestan: no todo el mundo procede así. Pero en verdad hay que preguntarse siempre: ¿que sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo? Y no se escapa uno de este pensamiento inquietante sino por una especie de mala fe. El que miente y se excusa declarando: todo el mundo no procede así, es alguien que no está bien con su conciencia, porque el hecho de mentir implica un valor universal atribuido a la mentira. Incluso cuando la angustia se enmascara, aparece. (...)

El existencialista, por el contrario, piensa que es muy incómodo que Dios no exista, porque con él desaparece toda posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible; ya no se puede tener el bien a priori, porque no hay más conciencia infinita y perfecta para pensarlo; no está escrito en ninguna parte que el bien exista, que haya que ser honrado, que no haya que mentir; puesto que precisamente estamos en un plano donde solamente hay hombres. Dostoievsky escribe: “Si Dios no existiera, todo estaría permitido”. Este es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que lo oriente; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre.(...)

c) TEXTOS DE EMANUEL MOUNIER

1). Emmanuel Mounier: el valor absoluto de la persona Sería salirnos de nuestro propósito el querer dar de la persona, al comienzo de este capítulo, una definición a priori. No se podría evitar el comprometer, con ello, estas direcciones filosóficas o religiosas de las que hemos dicho que deberían ser separadas de toda confusión, de todo sincretismo. Si se quiere una designación lo bastante rigurosa para el fin que nos proponemos, diremos que: Una persona es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser, mantiene esta subsistencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla, por añadidura, a impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación. (...) Digamos inmediatamente que a esta exigencia de una experiencia fundamental el personalismo añade una afirmación de valor, un acto de fe: la afirmación del valor absoluto de la persona humana. Nosotros no decimos que la persona del hombre sea el Absoluto (aunque para un creyente el Absoluto sea Persona y en el rigor del término no sea más espiritual que personal). También pedimos que se tenga cuidado de no confundir el absoluto de la persona humana con el absoluto del individuo biológico o jurídico (y pronto veremos la diferencia infinita entre uno y otro). Queremos decir que, tal como la designamos, la persona es un absoluto respecto de cualquier otra realidad material o social y de cualquier otra persona humana. Jamás puede ser considerada como parte de un todo: familia, clase, Estado, nación, humanidad. Ninguna otra persona, y con mayor razón ninguna colectividad, ningún organismo puede utilizarla legítimamente como un medio. Dios mismo, en la doctrina cristiana, respeta su libertad, aunque la vivifique desde el interior: todo el misterio teológico de la libertad y del pecado original reposa sobre esta dignidad conferida a la libre elección de la persona. Esta afirmación de valor puede ser en algunos el efecto de una decisión que no es ni más irracional ni menos rica de experiencia que cualquier otro postulado de valor. Para el cristiano, se funda sobre la creencia de fe de que el hombre está hecho a imagen de Dios, desde su constitución natural, y que está llamado a perfeccionar esta imagen en la libertad suprema de los hijos de Dios.

Si no se comienza por situar todo diálogo sobre la persona en esta zona profunda de la existencia, si nos limitamos a reivindicar las libertades públicas o los derechos de la fantasía, se adopta una posición sin resistencia profunda, ya que entonces se corre el riesgo de no defender más que privilegios del individuo, y es cierto que estos privilegios deben ceder en diversas circunstancias en beneficio de una cierta organización del orden colectivo. __________________________________________________ Manifiesto al servicio del personalismo. Taurus, Madrid 1967, p. 75-77.

2) Emmanuel Mounier: el espíritu y el cuerpo Los espiritualismos modernos dividen el mundo y el hombre en dos series independientes, la material y la espiritual. Tan pronto aceptan como un hecho bruto la independencia de las dos series (paralelismo psicofisiológico), abandonando la materia a sus fatalidades, a condición de reservarse el derecho de legislar absolutamente en el reino del espíritu: la unión de los dos mundos queda entonces inexplicada; tan pronto niegan toda realidad al mundo material, hasta hacer de él sólo una apariencia del espíritu: la importancia de esta apariencia cobra entonces un carácter de paradoja. Este esquema será roto desde el comienzo por el realismo personalista. La persona inmersa en la naturaleza. El hombre, así como es espíritu, es también un cuerpo. Totalmente «cuerpo» y totalmente «espíritu». De sus instintos más primarios, comer, reproducirse, hace delicadas artes: la cocina, el arte de amar. Pero un dolor de cabeza detiene al gran filósofo, y san Juan de la Cruz, en sus éxtasis, vomitaba. Mis humores y mis ideas son modelados por el clima, la geografía, mi situación en la superficie de la tierra, mis herencias, y más allá, acaso, por el flujo masivo de los rayos cósmicos. A estas influencias se les añaden todavía las determinaciones psicológicas y colectivas posteriores. No hay en mí nada que no esté mezclado con tierra y con sangre. Algunas investigaciones han mostrado que las grandes religiones cambian por los mismos itinerarios que las grandes epidemias. ¿Por qué ofenderse por ello? Los pastores también tienen piernas, que son guiadas por los declives del terreno. ___________________________________________ El personalismo, Eudeba, Buenos Aires 1980. p. 12.