Un drama romántico para emocionarse hasta las lágrimas

Ella Kweku, Belén Rueda, Sergi López y Juan Diego Botto. distribuidora: Distribution Company. duración: 111 minutos. calificación: apta para ma- yores de 13 ...
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| Jueves 26 de Junio de 2014

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Un drama romántico para emocionarse hasta las lágrimas

Sensible film sobre la familia moderna Ismael (españa/2013). ★★★

Bajo la mIsma estrella (tHe Fault In our stars, estados unIdos/2014). ★★★ buena. dirección :

buena . dirección :

Marcelo Piñeyro.

guión: Marcelo Piñeyro, Marcelo Figueras y Verónica Fernández. director de fotografía :

Xavi Giménez. música: Javier Limón. edición: Irene Blecua.

dirección de arte: Balter Gallart. elenco: Larsson do Amaral, Mario Casas,

Josh Boone.guión : Scott Neus-

Ella Kweku, Belén Rueda, Sergi López y Juan Diego Botto. distribuidora :

tadter y Michael H Weber, basado en

Distribution Company. duración: 111 minutos. c alificación: apta para ma-

la novela de John Green. fotografía:

yores de 13 años.

Ben Richardson. elenco: Shailene Wo-

M

odley, Ansel Elgort, Laura Dern, Sam Trammell, Nat Wolff, Willem Dafoe. distribuidora: Fox. duración: 126 mi-

nutos. calificación: apta mayores de 13 años con reservas

E

sta es una de esas películas cuya entrada debería venir acompañada por un pequeño manual de instrucciones en el que se recomiende dejar de lado los pochoclos e ingresar en la sala con una caja extra large de pañuelos de papel y anteojos de sol para cubrir las consecuencias de pasar dos horas llorando en la oscuridad de la sala. Porque hay que decirlo: más allá de sus méritos (que los tiene) y sus fallas (que las tiene también), lo que más se recordará de Bajo la misma estrella es lo mucho que hizo llorar. Algunos espectadores ya sabrán, especialmente si son adolescentes, de qué trata el film porque está basado en la novela escrita por John Green, que fue y sigue siendo un suceso entre los jóvenes lectores. El relato empieza siendo triste (su protagonista y heroína es una adolescente enferma de un cáncer que más temprano que tarde terminará con su vida) y termina siendo tristísimo. Lo que sucede entre uno y otro extremo es la tierna historia de amor entre Hazel, la chica en cuestión, y Augustus, un joven al que conoce en un grupo de contención para quienes sufren la enfermedad. Casi una trampa para el golpe bajo y la resolución melodramática, el film dirigido por Josh Boone y adaptado por Scott Neustadter y Michael H. Weber (500 días con ella) logra evitar el tropiezo en buena parte de su desarrollo, que incluye visi-

Shailene Woodley y Ansel Elgort, la pareja protagónica de la película tas al hospital, un viaje en busca de respuestas existenciales y el temor de la protagonista a enamorarse porque es una “granada a punto de explotar”. Inteligente, ocurrente y necesitada de la vida de adolescente normal que nunca tuvo, Hazel es un personaje interesante, divertido y vivaz (o todo lo vivaz que puede ser alguien con un tanque de oxígeno como accesorio permanente). Tal vez interpretada por otra actriz que no fuera Shailene Woodley, podría provocar más lástima que otra cosa, pero lo cierto es que gracias a los

aciertos del guión y la actuación de la perfectamente fotogénica Woodley, Hazel ocupa cada rincón de la pantalla y consigue una empatía que no sólo está hecha de la pena que le tenemos. A su lado, todos parecen estar algo fuera de registro, exagerados en su dulzura (como la mamá que juega Laura Dern) o en su amargura. Es que, entre tantas buenas intenciones, aparece el personaje de Willem Dafoe, el autor del libro favorito de Hazel, un misántropo que funciona como una suerte de villano externo en una historia en la que el enemigo

Fox

es siempre interno e implacable. A medida que avanza el relato y la fantasía del romance juvenil que llena corazones e inunda lagrimales, el film se enreda en pasajes demasiados esquemáticos y cae en la tentación de resolver situaciones con un sentimentalismo exagerado. Sin embargo, por cada escena fallida (ver la del museo de Ana Frank) hay muchas otras que funcionan y cumplen con el mandato del subgénero de las películas para llorar: contar una historia de amor que dé rienda suelta a las lágrimas y empape los pañuelos.ß natalia Trzenko

arcelo Piñeyro, el director más exitoso del cine argentino de los años 90 con films como Tango feroz, Caballos salvajes y Cenizas del paraíso, desarrolló en la última década una carrera que penduló entre proyectos locales (Kamchatka, La viuda de los jueves) e incursiones en España. Allí, donde en 2005 ya había rodado El método, regresó para concretar Ismael, película que coescribió con su habitual guionista Marcelo Figueras. El film arranca con Ismael (Larsson do Amaral), un niño negro de ocho años, abordando solo en Madrid un tren rumbo a Barcelona. Tras múltiples promesas incumplidas por su madre Alika (Ella Kweku), de origen nigeriano, él ha decidido escaparse del hogar que comparte con ella y con su padrastro Eduardo (Juan Diego Botto) para ir en busca de su padre de sangre, Félix (Mario Casas), un maestro de escuela secundaria al que nunca conoció. Con una carta como única pista, se topará en un departamento con Nora (Belén Rueda), que no es otra que su abuela y dueña de un distinguido restaurante. Más allá de la sorpresa (incredulidad) inicial, ella recibirá y ayudará al pequeño. Las cosas, por supuesto, no serán sencillas para ninguno de los personajes (todos cargan traumas, sentimientos de culpa, rencores, secretos y torpezas varias) en un film coral que habla de los prejuicios, pero también de la posibilidad de la redención. Historia sobre una España multicultural y multirracial castigada por la crisis y la represión, sobre familias desmembradas y perso-

Amaral, revelación

dc

nas heridas en más de un sentido, Ismael es una película hecha a corazón abierto. Por momentos, resulta demasiado recargada, morosa y explícita en algunos diálogos confesionales. Allí está, por ejemplo, un niño protagonista que parece mucho más maduro que los adultos, viñetas superficiales sobre la dura convivencia en un colegio secundario o el personaje de un amigo de Félix interpretado por Sergi López, que se convierte en el comic-relief del relato mientras trata de seducir a Nora en una subtrama que termina por eclipsar al que aparecía como principal eje dramático del largometraje. Con una sobria puesta en escena que elude los golpes bajos y el aporte de sólidas actuaciones, Piñeyro consigue un film honesto y sensible –tiene algo de Martín (Hache), de Adolfo Aristarain–, que describe desde muy diversos puntos de vista las muchas veces conflictivas relaciones entre padres e hijos. De lo macro a lo micro, de lo social a lo íntimo, resulta una película que invita tanto a la reflexión como a la emoción.ß Diego Batlle

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Protagonista de una época turbulenta de la Argentina

Pocas ideas y menos sustos

maXI KosteKI, constructor de camInos (arGentIna/2014). ★★★ buena . direc ción:

Ju lieta Cabrera, Da n i la

Berger, Ximena González, Belén Revollo, Elisa Adler, Matías Sastre, Hernán Ouviña y Leonardo Bianchi.

dist r ibu id or a :

DOCA

(Documentalistas Argentinos). duración : ción:

90 minutos.

califica-

apta para todo público.

E

l 26 de junio de 2002, durante un enfrentamiento entre piqueteros y policías, fueron asesinados en las inmediaciones de la estación ferroviaria de Avellaneda los jóvenes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. La Asociación de Documentalistas Argentinos (DOCA), puso esta vez su mirada en la trayectoria de Maxi Kosteki y para ello se valió del recurso de la figura de un muchacho que se prepara para seguir sus pasos. Guiado por los interrogantes que le despierta su figura, se acerca a las hermanas de Kosteki, a un profesor de dibujo y a un grupo de amigos que le refieren aspectos poco conocidos de su vida. Según revelan los entrevistados, había desdeñado desde niño la escuela y el trabajo para seguir su vocación de dibujante y de músico. Recortes de diarios y revistas y fragmentos de noticieros y programas de TV van pautando el recorrido no sólo de Maxi, sino de las situaciones sociales y políticas que estaba viviendo la Argentina al momento de su muerte. La cámara, que salta de los relatos de las hermanas de la víctima a mostrar su niñez y adolescencia, se transforma en los ojos y oídos que permiten descubrir la existencia de alguien que creyó que la salvación estaba en enfrentar a las hipocresías de la sociedad a través de su forma de vivir y de pensar.ßAdolfo c. Martínez

Johnny Depp y un personaje entre la realidad y la virtualidad

diamond Films

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Apocalípticos y paranoicos

Fantasmas y casas embrujadas, por enésima vez la InvocacIón (Haunt, estados unIdos, 2013). ★★ dirección: Mac Carter. guion:

transcendence: IdentIdad vIrtual (transcendence, estados unIdos-reIno unIdo-cHIna/2014). regular . ★★ dirección :

Wally Pfister. guion: Jack Paglen. fotografía: Jess Hall.música:

Mychael Danna. edición: David Rosenbloom. diseño de producción: Chris Seagers. elenco: Johnny Depp, Rebecca Hall, Paul Bettany, Morgan Freeman, Cillian Murphy, Kate Mara, Cole Hauser y Lukas Haas. distribuidora: Diamond Films. duración: 119 minutos. calificación: apta para mayores de 13 años

C

onsiderado como uno de los directores de fotografía más talentosos de Hollywood a partir de sus trabajos para Christopher Nolan, Wally Pfister debuta en la realización con una película que comparte ambiciones con, por ejemplo, El origen, pero cuyo resultado final queda a años luz de la maestría del cine de su mentor. No es que este guión escrito por el debutante Jack Paglen carezca de ideas provocadoras. El problema es que, a nivel narrativo, Pfister se queda muchas veces en la superficie a la hora de exponer cuestiones económicas, políticas y, sobre todo, éticas ligadas al irrefrenable avance de la ciencia y los riesgos de su aprovechamiento en términos personales y no en beneficio de las mayorías. El tema de las computadoras y robots inteligentes, que sienten, que tienen conciencia e interac-

túan con los humanos no es nuevo: desde 2001, odisea del espacio hasta la reciente Ella, pasando por Star Trek, hay decenas de ejemplos. Pfister y Paglen parecen haber visto esos y otros films y haber leído a Isaac Asimov, Philip K. Dick y William Gibson (también hay algo de la figura de Frankenstein) a la hora de elaborar Transcendence. ¿Puede un científico lograr a una suerte de inmortalidad por vía de la tecnología? ¿Puede un genio de la tecnología reencarnarse y convertirse en una suerte de dios todopoderoso y manipulador? Esos son algunos de los interrogantes que plantea –entre elementos de inteligencia artificial, juegos de realidad virtual con hologramas y una apuesta demasiado solemne y pretenciosa– esta película apocalíptica y paranoica de Pfister. El film arranca con la presentación de los tres protagonistas: Will

Caster (Johnny Depp) y su esposa y colaboradora Evelyn (Rebecca Hall) son los máximos referentes de la comunidad científica más experimental. El mejor amigo que tienen es Max Waters (Paul Bettany), un experto en neurobiología que funciona además como narrador de la historia. No contento con la veta tecnológica, Pfister le agrega una subtrama romántica y aspectos propios del thriller, que incluyen a unos extremistas neoluditas (liderados por el personaje de Kate Mara) que se oponen con métodos violentos a los científicos, a un veterano experto interpretado por Morgan Freeman y a un agente del FBI (Cillian Murphy) que investiga tanto al grupo terrorista como a las actividades de Will. Son demasiadas aristas para una película que regala un virtuoso despliegue de efectos visuales, pero que se torna demasiado grave, ampulosa y derivativa. Tras una primera mitad que prometía varias cuestiones inquietantes sobre el fanatismo y la omnipotencia, termina apelando casi siempre al trazo grueso y al diálogo didáctico. Promesas incumplidas y, por lo tanto, un resultado frustrante.ß Diego Batlle

EnErgía

regular.

Andrew Barrer. fotografía: Adam Marsden.

edición: Tom Elkins, Ruben Sebban. música: Reinhold Heil. elenco: Harrison

Gilbertson, Liana Liberato, Jackie Weaver, Ione Skye, Brain Wimmer, Danielle Chuchran, Ella Harris. distribuidora: Energía Entusiasta. duración: 86 minutos. calificación: apta para mayores de 16 años con reservas.

O

tra película de fantasmas, con una casa embrujada a la que llega una familia. La originalidad no es el valor fundamental del cine, o al menos no es su valor definitorio. De hecho, con los mismos elementos apuntados, James Wan hizo el año último una película excelente como El conjuro. Lamentablemente, La invocación es otra cosa. No apuesta a una forma tersa y clásica, y eso que por momentos, sobre todo al principio, parece adivinarse que tal elección estaba al alcance de la mano. Pero la película se decide por: a. Los golpes de efecto, que aunque no son excesivos sí son facilistas, como ese paralelo entre los tres hijos y los otros tres en montaje vaporoso. b. La obviedad expositiva que hace que todo se adivine muy temprano. c. La falta de lógica narrativa, con los fantasmas ya activos antes de “la invocación”, con la idea de cerrar una puerta ¡para que no salga un fantasma!, con la actitud des-

preocupada de varios miembros de la familia ante lo evidente. d. La displicencia irritante y de bajo vuelo para despachar una película cuando se tienen los elementos para hacerla mejor, para no abandonarse a la indolencia. En estos films irrelevantes, a veces se encuentran detalles agradables. En este caso hay dos presencias atractivas, dos actrices con actitud y brillo propio. Una es la australiana Jacki Weaver, de Picnic en las rocas colgantes, de Peter Weir (1975), recientemente nominada al Oscar por El lado luminoso de la vida. La otra es la indómita inglesa Ione Skye, de Digan lo que quieran, con John Cusack (1989), y el hit indie de 1992 Nafta, comida, alojamiento, de Allison Anders. Pero la película no sabe qué hacer con ellas, sobre todo en el caso de la atractiva Ione Skye. La desaprovecha con pocos minutos en pantalla, así como desaprovecha las tradiciones más nobles del cine de casas embrujadas. Ni gracia arquitectónica le ponen.ßJavier Porta Fouz