Espectáculos
Página 8/Sección 4/LA NACION
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Miércoles 14 de noviembre de 2007
Miguel Bosé: el ícono del pop español celebra treinta años de arte y provocación
Un cantante con una vida de novela “Como artista: Vanguardista, revolucionario, curioso, polifacético e inconformista. Como persona: tímido, educado, sensible, generoso e inquieto”, así lo definió recientemente su biógrafo Javier Flores, autor del libro Miguel Bosé con tu nombre de beso. Y es que la vida del camaleónico artista, que por estos días está celebrando treinta años de carrera con su disco Papito, (donde participan entre otros Michael Stipe, de REM, Alejandro Sanz, Shakira, Juanes y Ricky Martin), es el mejor ejemplo de un artista renacentista y mass media, que pasó por el cine con Almodóvar, dirigió teatro, condujo el programa de televisión El 7° de Caballería y se puso a la vanguardia del pop español, desde que apareció en los años setenta escandalizando a la España franquista con su imagen andrógina, que despertaba el deseo sexual de chicas y chicos por igual. “Siempre tuve interés por muchas cosas. Cuando miro mi vida para atrás veo capa sobre capa, sobre capa, sobre capa, envolviendo toda una historia, sorteando las modas, cambiando de estilos, pero siempre con mucha honestidad”, dice el artista español en un alto de su gira Papitour, que lo traerá el próximo martes al Luna Park. El Miguel Bosé tímido, que se presenta por teléfono, se distancia del artista de las declaraciones provocadoras, que dijo en su momento que quería ser madre y aparecía en la tapa de la revista Colors con una panza de embarazada. Esa imagen ambigua, que construyó con el tiempo y los medios se encargaron de subrayar, le permitió reinventarse varias veces como artista y envolver su vida de un aire de misterioso magnetismo, que lo mantuvo en la cresta de la ola. “En estos años cuando tuve que empezar a revisitar mi carrera me daba pánico ver en qué estado encontraría aquellos días en los que comencé en la música. Han pasado muchas cosas, porque treinta años te da tiempo de hacer y probar de todo (risas). Pude crecer en el arte y en el lenguaje de mis canciones. Y es interesante ver cómo convive ese chico que tenía 19 y contaba historias de esos años con más intensidad como Bandido, con aquel que aparece cuando uno pasa los 30. Es cierto que yo siempre estoy cambiando”, cuenta Miguel Bosé, con esa misma voz susurrante, íntima y provocadora, con la que
eso y sigue siendo como una estela de vida que me persigue desde los doce años»”, dice y no puede evitar una sonrisa irónica. Como único hijo varón, decepcionó rápidamente al torero capaz de enfrentarse a Franco (en España todavía se recuerda aquella vez que el dictador le preguntó al torero si es verdad que en su familia había un comunista y Dominguín, sin inmutarse, le dijo: “Está mal informado mi general, hay varios”). El inquieto Bosé primero estudió oceanografía y después se encaminó hacia las luces del espectáculo rompiendo los mandatos paternales. Cuando apareció a fines de los setenta con ese rostro andrógino, un vestuario pop, una estética que recordaba al Ziggy Stardust de David Bowie y el himno “Amante bandido”, la burbujeante escena madrileña lo acogió como su nuevo héroe de rebelde inocencia. “Era un momento en que estaba todo muy anquilosado y creo que aparecí como una bocanada de aire fresco que pegó muy bien. Mis letras despertaron cosas que estaban pendientes para nuestra generación, y ahí arrancamos toda una historia nueva en la música española contemporánea”, rememora un Bosé que por esa época estaba fascinado con el rock progresivo inglés, Roxy Music y la nueva ola de cantautores españoles como Aute y Serrat. Su último disco es un repaso por todas sus metamorfosis como artista y esos himnos provocadores que despertaron la libido e imaginación de su público en estos treinta años, acompañado por amigos como Alejandro Sanz, Shakira, Juanes, Ricky Martin, Michael Stipe, de REM, Alaska, Julieta Venegas y Paulina Rubio. “No creo que sea el padre del pop latino porque eso ya estaba inventado antes que yo llegara, pero creo que influencié mucho a esta generación. Este disco es una celebración de mi carrera y una puesta al día de todas esas canciones que me llevaron a ser conocido en la calle. A partir de ese momento «Soy Yo», me inventé un estilo y sigo cambiando. Es algo innato en mí”.
Hijo del torero Dominguín y ahijado de Luchino Visconti, trae al Luna Park los temas de su nuevo CD, Papito, donde participan Ricky Martin y Michael Stipe Por Gabriel Plaza De la Redacción de LA NACION invitaba a las chicas y chicos de su generación a transitar por los siete pecados capitales. Una infancia de novela no hizo más que alimentar el mito Bosé. Creció en un hogar donde Ernest Hemingway, Pablo Picasso y Luchino Visconti (su padrino de bautismo) se sentaban a comer a su mesa, privilegio que acarreaba por la fama de su padre el legendario torero Dominguín y de su madre Lucía Bosé, musa del neorealismo italiano que llegó a filmar a las órdenes de Fellini y Luis Buñuel. Su vida parecía predestinada para el pequeño primogénito, aunque su padre se opuso fervientemente a que cumpliera con su destino. Todavía recuerda aquel episodio transformado en mítico con los años, cuando Luchino Visconti lo convocó con 12 años para un papel en el film Muerte en Venecia. “Es muy gracioso porque todos estos años estuve hablando de una situación que quedó en la nada. Mi padrino de bautismo era Luchino Visconti y cuando monta «Muerte en Venecia» pensó que tenía el físico ideal para su personaje porque no se sabía si era chico o chica, era una especie de ángel andrógino y etéreo. Pero el sueño se acabó rápidamente cuando mi padre le dijo: «Ni hablar, no quiero que el chico interrumpa su curso en la escuela. Y ahí se acabó la anécdota, pero se creó un mito de
PARA AGENDAR
■ Miguel Bosé, presenta los temas de su álbum Papito. Luna Park, Bouchard y Corrientes. Martes 20 de noviembre, a las 21. Desde: $ 60.
La vigilia de Juan Cruz de Urquiza
The Rapture
Muy bueno
✩✩✩✩ Presentación del disco Vigilia, del trompetista Juan Cruz de Urquiza, con Miguel Tarzia, en guitarra; Mariano Otero, en contrabajo, y Daniel Piazzolla, en batería. Próximos shows: los sábados 17 y 24, a las 21.30, en Thelonious, Salguero 1884.
Yendo del punk a la discoteca El grupo norteamericano actuará mañana por primera vez en la Argentina El éxtasis. The Rapture. La cuidada mezcla de dosis exactas de new wave, post punk y música dance que rotularon desde hace casi una década cuatro jóvenes residentes de Nueva York y que mañana destilarán en vivo y en directo por primera vez en Buenos Aires. “Mi primer recuerdo musical es haber pegado mi oreja a la radio mientras sonaba «Another One Bites the Dust», de Queen –asegura Vito Roccoforte, baterista de The Rapture, en diálogo telefónico con LA NACION–. Creo que ya de muy niño me llamaban la atención las canciones con ritmos bien marcados, temas con carácter, fuertes. Hasta que poco después, en cuarto grado, descubrí el punk rock. Crecí en San Diego, California, y por entonces el punk rock californiano era lo más: Black Flag, Suicidal Tendencies, el skate rock y demás. De chico punk pasé a ser un adolescente new romantic; de escuchar sin parar a los Dead Kennedys pasé a escuchar a Tears For Fears y Heart, muchas bandas inglesas y toda la movida new wave... todo eso creó una combinación sonora muy extraña en mi cabeza.”
–¿Y ahora qué música te excita? –La verdad es que en este momento sólo escucho música que proviene de la movida dance, hay varios artistas que me parecen interesantes, pero si tuviera que escoger un solo nombre, podría decir que la música de Daft Punk es algo que realmente disfruto mucho. ¿Se entendió por dónde va el asunto? El tal Vito Roccoforte –y sus variadas influencias musicales– fundó The Rapture junto a su compañero de colegio Luke Jenner –cantante y guitarrista– en 1998, aunque recién una vez reinstalados en Nueva York, a principios del milenio y en sintonía con la euforia por el retro-rock, la banda logró cierta popularidad. “Todo aquel fenómeno mediático del retro-rock estuvo bueno porque puso el foco sobre muchas bandas unPARA AGENDAR
■ The Rapture presentará su segundo álbum, Pieces of the People We Love. Teatro Gran Rex Corrientes 857. Mañana, a las 21.30. Entradas, desde $ 60.
der que estaban dando vueltas por ahí, incluyéndonos –dice–, pero en mi opinión la escena neoyorquina está mucho más interesante ahora. Quizá no se le preste tanta atención, lo cual de alguna forma parece ser algo bueno, pero existen bandas muy diferentes, con ideas nuevas. Los músicos no tratan de sonar como The Strokes o como Interpol, sino que están tratando de hacer su propia música, y eso enriquece mucho más la escena. Definitivamente ahora se está gestando una movida más interesante que la del retro-rock.” The Rapture (El Extasis) llegará por primera vez al país para presentar su segundo álbum, Pieces of the People We Love, en el teatro Gran Rex (quizá por la propuesta bailable de la banda hubiera sido más acorde un espacio en el que el público pudiera mover sus pies más cómodamente), pero la banda ya se encuentra componiendo las canciones de su próximo disco: “Recién estamos empezando a escribir, pero estoy muy excitado con el material que tenemos, todos estamos muy contentos. Es difícil todavía hablar de cómo será, pero seguramente sonará
diferente de los otros dos discos. O al menos eso es lo que buscamos”, asegura, y se disculpa por el tono adormecido de su voz: “Anoche tocamos junto a B-52’s en un concierto especial de Halloween y nos hemos acostado bastante tarde”. –The Rapture y B-52’s... ¡qué buena combinación! –Sí, estuvo muy bueno. En parte aceptamos tocar en esta fecha de Halloween porque estaban ellos. Somos fans de B52’s y nos divierten mucho. Ellos todavía son una gran banda y la pasamos muy bien, hicimos un show divertido y hasta tocamos el tema de Ghostbusters. ¿Lo conoces? “Who you gonna call... Ghost-busters” [canta y luego larga una carcajada]. –¿The Rapture es una banda divertida? –Divertida sí, pero no graciosa. No hacemos bromas mientras tocamos, de hecho no hablamos mucho en los conciertos. Tampoco nos gustan los grupos graciosos como Blink 182, pero sí, creo que hacemos un show divertido sin ser divertidos.
Sebastián Ramos
ma un tono adicional al colectivo. Tarzia trabaja sobre la edificación de atmósferas. En efecto, su labor es clave en el grupo, pues, sin piano, este joven artista construyó desde diferentes sonoridades un marco para Urquiza. Por ejemplo, en “Clifford”, tema dedicado a ese héroe de la trompeta que fue Clifford Brown, Urquiza arranca con una frase que suena a Nueva York; de manera fluida surge la frase, apoyada por la guitarra de Tarzia, que parece subrayar, con acordes, algunos acentos rítmicos que van cambiando y le van dando a esta composición del trompetista un tono moderno, ágil y provocador en algún aspecto. El líder, en tanto, trabajó sobre una serie de ideas enlazadas por
Además de notable instrumentista, Juan Cruz de Urquiza se luce como un compositor de pluma fluida; su música, aunque compleja en sus armonías, suena fresca, diáfana, fácil de apropiársela. Urquiza presentó en Thelonious, se segundo disco, Vigilia, con composiciones propias y del guitarrista Miguel Tarzia. El cuarteto, sin piano, se completa con Mariano Otero, en el contrabajo, y Daniel Piazzolla, en batería. En la música de Urquiza predomina un sentido melódico aferrado de manera indisoluble, al parecer, al sentido rítmico. Hay dos mundos reunidos en su trabajo, de ahí que este grupo pueda abordar tanto composiciones atravesadas por complejos arreglos como “Helter Skelter”, una canción de Lennon-McCartney sin perder MAXIE AMENA por ello la línea Urquiza, trompetista e interesante compositor conceptual. A través de los diferentes temas, Ur- un sentido armónico moderno y que quiza expresó su modo de entender la surgen de una creatividad cincelada construcción de su mundo artístico. con toques clásicos. Hay variedad, aunque siempre con un “Praderas de la nada”, sigue ese catono trompetístico de músico de har- mino de frases “entradoras”, aunque dbop, y una consistencia muy marca- en un contexto melódico menos marda en el ensamble colectivo. cado, más abstracto. Hay un profundo Respecto de la sección rítmica, tanto trabajo de ensamble, en el que a pesar en los temas “Vigilia”, como en “Pra- de llevar Urquiza el liderazgo, la parderas de la nada” o en “Clifford”, el ticipación de los restantes integrantes tándem Otero-Piazzolla mostró una es notoria y resume la esencia de este monolítica adhesión al ritmo, sin por proyecto que, aunque esté a nombre ello, dejar de funcionar como interlo- de Urquiza, tiene en su esencia el escutores ocasionales del trompetista. píritu colectivo. Otero sigue mostrando una pulsión César Pradines “gorda” en el contrabajo, lo cual su-