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X Congreso Español de Sociología. Sociología y sociedad en España: hace treinta años, dentro de treinta años. Federación Española de Sociología (FES) Pamplona, 1-3 Julio de 2010. Grupo de trabajo 23. Sociología del conocimiento y de la ciencia y la tecnología

Un análisis socio-histórico de la controversia en torno a las redes P2P para el intercambio de música e imágenes Eduard Aibar* ([email protected]) y Jairo Ares** ([email protected]) Universitat Oberta de Catalunya Abstract Internet ha tenido un profundo impacto sobre muchos aspectos de la colaboración social y la creatividad que descansan en la capacidad de compartir y tratar información. Por un lado, la participación de los usuarios en la creación de software ha erosionado la tradicional distinción entre usuarios y productores. Por otro lado, la aparición de las redes peer-to-peer (P2P) ha aumentado enormemente la capacidad colectiva de intercambio de contenidos culturales y, por tanto, la posibilidad de crear nuevas obras, es decir, de generar nuevos contenidos por parte de los usuarios, en lo que ha sido denominado una cultura del remix. Ambos fenómenos han dado lugar a controversias públicas con profundas implicaciones sociales, económicas, políticas y jurídicas. Este trabajo se centra en el estudio de la evolución histórica de la controversia entorno a los sistemas P2P para compartir archivos de música e imagen. En particular analizamos los efectos de dicha controversia en la evolución técnica de las redes P2P. Intentamos identificar qué cambios de diseño y arquitectura se han producido en los sucesivos sistemas P2P, como resultado o respuesta, precisamente, a la dinámica de la controversia. En contra de la visión determinista estándar, la evolución de estos sistemas es un claro ejemplo de desarrollo multidireccional no lineal en el que los detalles técnicos del diseño son el resultado de la inscripción de factores altamente heterogéneos.

Introducción Desde la irrupción de Napster en 1999, las denominadas redes peer-to-peer (P2P), redes de ordenadores para el intercambio de archivos, han estado en el centro de un acalorado debate que se ha convertido en poco tiempo en una amplia y profunda controversia social, con fuertes ramificaciones políticas e ideológicas, en muchos países. Lo que está en juego, entre otras cosas, es el modelo que nuestras sociedades elijen para la creación, la titularidad, la modificación y la distribución de material creativo sujeto a derechos de propiedad intelectual, como música y películas – sin olvidar el software en general. En medio de esta batalla, que ha llegado a ser conocida en los medios de comunicación como la "guerra de los derechos de autor", parece que, en nombre de la lucha contra la piratería y mediante la criminalización de los internautas, se están poniendo en tela de juicio otros derechos civiles bien establecidos y más fundamentales, como el derecho a *

Profesor agregado del Departamento de Artes y Humanidades. Estudiante de doctorado en el Internet Interdisciplinary Institute.

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la información y a la comunicación, o los derechos que afectan a la privacidad de los datos, o como mínimo se está cuestionando la jerarquía o la importancia relativa entre estos derechos y el derecho a la propiedad intelectual, de origen más reciente. Los titulares de los derechos de autor, o mejor dicho, entidades como la SGAE que representan a una parte importante de esos creadores, están abogando por el derecho, o incluso la obligación de los proveedores de servicios de Internet (ISPs), de analizar el tráfico de Internet con el fin de detectar descargas ilegales y sancionar de alguna manera a sus usuarios individuales. Proveedores de Internet como Comcast, en los Estados Unidos, han tratado de frenar el tráfico P2P para evitar la saturación de sus redes y están intentando introducir tasas por tránsito excesivo; una situación que ha añadido más leña al fuego a la conocida controversia en torno a la "neutralidad de la red" (net neutrality) en la que muchos creen se está jugando el futuro de Internet, sin duda el medio de comunicación más importante de nuestra época. Aunque estas cuestiones son si duda trascendentes en muchos sentidos, el debate de fondo es también un debate tecnológico – aunque este aspecto no es tan conocido por el público y resulta menos presente en los medios de comunicación. El término P2P se utiliza en el ámbito de las redes informáticas para denotar una cierta arquitectura y la forma de interconexión de los ordenadores, independientemente de las aplicaciones que se ejecuten en ellos. En el presente estudio nos centraremos exclusivamente en las redes concebidas con el propósito de compartir e intercambiar archivos que siguen una arquitectura P2P. Al igual que en Schoder et al. (2005), consideramos las redes P2P como entidades constituidas por tres capas diferentes: los protocolos y técnicas de comunicación, las aplicaciones cliente que se ejecutan en los ordenadores de la red, y las comunidades que constituyen los propios usuarios. Las redes P2P se crean normalmente sobre Internet, que originalmente se diseñó a su vez como una red de ordenadores no centralizada y distribuida de manera uniforme. Sin embargo, con el advenimiento de la Web, Internet ha evolucionado hacia una estructura asimétrica en que unos pocos servidores proporcionan el contenido y una multitud de clientes acceden a él y pueden recuperarlo. Las redes P2P constituyen un intento de reempoderar a los equipos individuales y, por tanto, a sus usuarios, cambiando por lo tanto la estructura jerárquica, los patrones de tráfico y el equilibrio de poder en la red. Tanto los ISP como los propietarios de los derechos de autor han tratado de obstaculizar el avance de estas redes aunque, hasta el momento, sus múltiples intentos no han tenido demasiado éxito – y, en opinión de algunos autores, han servido incluso para aumentar la extensión social de su uso. De hecho, la comunidad P2P ha logrado modificar o implementar estas tecnologías en condiciones nuevas y cambiantes, a fin de evitar la persecución - judicial en su mayor parte – de sus usuarios y diseñadores (Benkler, 2006, 429). Cabe decir, igualmente, que los usuarios de las redes P2P han demostrado no ser un grupo monolítico de individuos que comparten, en un grado similar, los mismos objetivos orientados a la comunidad. Así, la aparición y proliferación de “descargadores” - individuos que no comparten archivos propios o que comparten muy poco – así como la emergencia de empresarios que tratan de controlar estas redes para su propio beneficio, ha motivado la introducción de cambios en el diseño de esta tecnología que no responden simplemente a una necesidad intrínseca en su desarrollo,

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como podría ser la conocida exigencia de la escalabilidad o el objetivo de mantener redes horizontales sin una estructura jerárquica de nodos. En conjunto, la imagen resultante es la de una controversia tecnológica pública entre diferentes actores, grupos e instituciones sociales, que interactúa de diversas formas con el desarrollo paralelo de una tecnología en evolución, en que los elementos sociales y técnicos aparecen entrelazados entre sí de forma compleja y dinámica. El principal objetivo de este trabajo es analizar la controversia en torno a estas redes, con objeto de explicar por qué esta tecnología se ha desarrollado bajo diferentes arquitecturas de red y con distintas formas de configuración del usuario, como resultado, precisamente, de la dinámica misma de la controversia pública. Aunque la controversia sobre las redes P2P se ha estudiado desde otros puntos de vista (sobre todo desde el jurídico), que toman el artefacto tecnológico como algo dado y aproblemático por lo que respecta a su propio diseño, nos centraremos aquí precisamente en su configuración técnica y en la evolución que han experimentado desde sus orígenes hasta la actualidad. A nuestro entender un enfoque que combine, sin dicotomías previas y sin prejuicios respecto a su importancia relativa, tanto los aspectos tecnológicos como los sociológicos de la controversia, no se ha llevado a cabo hasta el momento, con excepción de algunos estudios que se han centrado únicamente en alguna de estas redes (Spitz y Hunter, 2003).

Napster Napster suele considerarse la primera red P2P. Fue creada por Shawn Fanning cuando era estudiante de primer año de universidad. Su inspiración vino de los esfuerzos que sus compañeros hacían con el chat (IRC) y la web para descargar música en formato mp3. Su idea básica fue la de conectar los ordenadores directamente sin pasar por un servidor de archivos centralizado. Corría el año 1999 y la burbuja de las .com estaba en pleno auge, así que siguiendo la estrategia típica de aquellos días, dejó sus estudios y empezó a programar compulsivamente para ser el primero en llegar al mercado con su aplicación (Greenfeld et al., 2000). Napster comparte muchas de las características del IRC. Para empezar, la aplicación se construyó en dos partes: un programa cliente que los usuarios tenían que bajarse y un programa servidor controlado por la compañía de Fanning, la Napster Corporation. Los usuarios tenían que inscribirse con un apodo que se convertía en su identidad Napster, era válido para utilizar las salas de chat disponibles a través del programa y resultaba visible durante la subida y bajada de archivos. Al acceder al sistema, el cliente de Napster subía al servidor la lista de archivos mp3 que el usuario estaba dispuesto a compartir. Esto permitía al servidor mantener una lista actualizada de todos los archivos a compartir. Cuando los usuarios querían descargar un archivo, enviaban una consulta al servidor y recibían una lista de los mejores 100 archivos coincidentes, ordenada de acuerdo a una estimación de la distancia más cercana para su descarga. Finalmente el usuario decidía desde donde descargar el archivo y abría una conexión directa DCC con el usuario que lo compartía. El programa original, escrito en su totalidad por Fanning y distribuido en junio de 1999 fue un éxito inmediato: consiguió 10 millones de usuarios en sus primeros nueve meses

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de actividad y 80 millones en los nueve meses que siguieron (Lessig, 2004, 67). Sin embargo, su legalidad fue rápidamente puesta en cuestión por la industria musical. Dado que Napster no almacenaba los archivos mp3, siendo los usuarios los que realmente compartían sus propios archivos, Fanning y sus socios pensaron inicialmente que no serían acusados de infringir el copyright. Sin embargo, la industria se sintió atacada directamente y en diciembre de 1999, la RIAA1 presentó una demanda contra Napster Corporation. Tras una batalla legal de más de año y medio Napster fue finalmente obligada a cerrar sus servidores.

Gnutella Mientras algunos hackers trataron de copiar Napster mediante técnicas de ingeniería inversa Napster, otros, como Justin Frankel, decidieron hacer evolucionar la idea de P2P. Su respuesta a Napster fue una red llamada Gnutella, que desarrolló junto a Tom Pepper, como un pequeño proyecto en una compañía llamada Nullsoft. Además de abrir el sistema a otro tipo de archivos que no fuesen mp3, la innovación más significativa de Gnutella fue la ausencia de un servidor centralizado - lo que imposibilitaba su cierre. En esta nueva red sólo habría nodos conectados entre sí, que colaborarían para encontrar los archivos solicitados. Era, pues, una verdadera red P2P en que sólo se necesitaba un único tipo de software, cliente y servidor al mismo tiempo. Esta nueva arquitectura respondía tanto al punto de vista hacker como a los conocimientos sobre la industria musical de sus creadores. Las especificaciones del programa indicaban que los nodos de la red se denominarían servents (servidores + clientes) y que no habría ninguna jerarquía entre ellos. Un servent se uniría a la red mediante la conexión a uno o más servents existentes. Cuando un servent quisiera buscar un contenido específico en la red, enviaría una consulta a todos los servents conectados que, a su vez, también la reenviarían a todos los servents conectados a ellos, etc. Si un servent dispusiera del contenido solicitado, enviaría, siguiendo la ruta inversa, un mensaje de respuesta con sus datos de contacto. El intercambio de archivos final entre el servent que hubiese puesto en marcha la solicitud y el que hubiera respondido positivamente, se llevaría a cabo fuera de la red Gnutella utilizando una conexión directa vía http. La decisión de enviar los mensajes de búsqueda hacia delante y atrás en la red era una forma deliberada de enviar las consultas de forma anónima, sin identificación del remitente y, por lo tanto, a salvo del espionaje corporativo y de posibles acciones legales. Sin embargo, esta opción tecnológica resultó muy controvertida. Tan pronto como Gnutella comenzó a desplegarse, los usuarios advirtieron que era mucho más lenta que Napster. Como Ripeanu y Foster (2001) explican en su análisis de Gnutella, la combinación de las consultas y el tráfico generado explotó cuando el número de hosts creció, disminuyendo el rendimiento global y la experiencia del usuario, o incluso bloqueando a los usuarios que accedían a la red mediante modem, sin suficiente ancho de banda. Delio (2000) describe la atmósfera de aquellos días, en que muchos programadores se mostraron en desacuerdo con las opciones de diseño de Gnutella. Pero a pesar del 1

Recording Industry Association of America.

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interés de la comunidad hacker en disponer de una red completamente descentralizada, los problemas técnicos y la ambición comercial de algunos empresarios, impulsaron el diseño hacia una estructura más jerárquica. Por ejemplo, una empresa ya desparecida llamada Clip2 construyó una aplicación en forma de "super peer" de Gnutella que ocultaba el tráfico entre algunos servents. Clip2 dejó de funcionar a mediados de 2001, pero la idea de crear dos tipos de nodos persistió y fue tomada por la versión 0.6 del protocolo de Gnutella que se introdujo en 2002 (Klingberg y Manfredi, 2002). Así, a partir de esa versión, Gnutella distinguió entre dos tipos de pares o usuarios: los nodos hoja y los ultrapares. Los nodos hoja sólo podían conectarse con uno o más ultrapares, mientras que los ultrapares podían tener conexiones tanto con los nodos hoja como con otros ultrapares, siendo además responsables de la ruta de las consultas y de mantener viva la red. La decisión de operar en uno u otro modo, se tomaba de forma dinámica para cada usuario, y por tanto se utilizaba el mismo software cliente para todos los nodos. En cualquier versión del protocolo la red carecía de un control central – algo que sus creadores diseñaron meticulosamente con el fin de evitar las acciones legales de la industria de la música y otros titulares de derechos de autor. Esta estrategia fue realmente exitosa contra la primera ola de demandas como la que acabó con el cierre de Napster. Sin embargo, no resultó tan efectiva cuando en un cambio de estrategia, la industria pasó de demandar a las empresas P2P a demandar directamente a los usuarios. En 2002, la RIAA empezó a presionar a los ISP para que les revelasen los nombres de los abonados que intercambiaban archivos e incluso presentó una demanda contra el ISP estadounidense Verizon, que se negaba a colaborar alegando una violación de la confidencialidad. En una acción coordinada, diversos lobbies de la industria demandaron a más de 2.300 instituciones de educación superior en los Estados Unidos, instándoles a colaborar en la detención de intercambio de archivos a través de sus redes y, finalmente, presentaron las primeras demandas contra individuos aislados en septiembre de 2003.

Kazaa y la red FasTrack En 1999, dos antiguos empleados de la compañía de telecomunicaciones sueca Tele2, Niklas Zennström y Janus Friis, invertiendo su propio dinero, contrataron a un equipo de programadores para desarrollar un protocolo que llamaron FastTrack y que contaba con tres ventajas importantes sobre Napster. En primer lugar, permitía el intercambio de todo tipo de archivos, no sólo de mp3. En segundo lugar, no requería una gran granja de ordenadores que creciese exponencialmente con el número de usuarios. Por último, podría reanudar una descarga interrumpida localizando otro par con el mismo archivo. Aunque los detalles del protocolo son un secreto de la empresa, se han descrito algunas de sus partes (Ding et al., 2005). FastTrack puede situarse en un punto intermedio entre Napster, con su búsqueda centralizada, y Gnutella, con las búsquedas completamente descentralizadas. El protocolo se basa en dos tipos de nodos: nodos estándar y supernodos, algo equivalente a la división establecida en Gnutella 0,6. Como en Gnutella, la red es difícil de clausurar, puesto que los pares trabajan con independencia de un servidor central.

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Utilizando este protocolo Zennström y Friis también crearon su propia red llamada KaZaA que contaba con su propio programa cliente – aunque vendieron el protocolo a otras dos empresas, Grokster e iMesh, que también construyeron sus propias redes, que acabaron siendo incompatibles entre sí. El modelo de negocio de los tres proyectos fue incluir publicidad dirigida en el software cliente - algo que suscitó una gran controversia entre los usuarios y desencadenó una serie de proyectos de ingeniería inversa por parte de hackers interesados en desactivar esa función. Las redes FastTrack se convirtieron en la redes P2P más populares durante 2003 y 2004 (Karagiannis et al., 2003) – alcanzando el 76% de todo el tráfico P2P en Internet. Su éxito representó otro golpe para la industria que inició una nueva serie de acciones legales contra las diferentes partes implicadas. Aunque la ausencia de un servidor central hacía a FastTrack, en principio, menos vulnerable que Napster, las tres empresas Grokster, KaZaA y iMesh, fueron demandadas por la industria en los Estados Unidos.

Redes superpuestas estructuradas Una vez que las redes P2P se ganaron el interés del público, diferentes grupos de investigación en universidades y otras instituciones comenzaron a hacer propuestas de nuevas arquitecturas. Un conjunto distintivo de soluciones agrupa a las redes estructuradas, como Pastry, Tapestry, CAN o Chord. Su rasgo distintivo es que los archivos se almacenan en la red de forma predecible y que todos los nodos que contienen archivos se identifican con una clave que los relaciona directamente con sus archivos. La correspondencia entre los archivos y las ubicaciones se mantiene a través de una tabla de hash distribuida (DHT). Como se desprende de su nombre, esta tabla de equivalencias está distribuida, por lo que no requiere un servidor central - que pueda cerrarse. También se basan en las funciones hash, que permiten generar identificaciones únicas para los archivos. Debido a su complejidad y a las limitaciones en la gestión tanto de las búsquedas como del comportamiento dinámico de los usuarios que entran o dejan la red (Taylor y Harrison, 2009), estas redes no llegaron a ser muy populares. Sin embargo, algunas de sus técnicas fueron incorporadas más tarde por otras redes P2P (como Kademlia), alcanzando cierto éxito como parte de sistemas más grandes.

Mojo Nation Aunque Mojo Nation debe considerarse un proyecto fallido por su escaso número de usuarios, representó una importante evolución de las tecnologías P2P. Sus rasgos distintivos se derivaban directamente de la ideología profundamente libertaria de su creador, Jim McCoy. Una de las diferencias más importantes respecto a otras redes P2P es que los archivos no se comparten directamente desde el ordenador del par que los publica, sino que se dividen en trozos que se distribuyen y se replican en otros ordenadores de la red. De esta manera, cuando un usuario P2P quiere obtener un archivo, este no vendrá de un solo lugar sino de varios, y tendrá que volver a ensamblarse antes de poder ser utilizado. Esta técnica, conocida como swarming, fue concebida con la idea de hacer el contenido accesible incluso cuando su proveedor hubiera apagado o desconectado el ordenador. También tenía otro efecto positivo puesto

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que mejoraba notablemente la velocidad de descarga, permitiendo que aumentase el rendimiento de la red. En una conexión estándar entre dos usuarios es muy probable que el proveedor tenga una limitación importante en la velocidad de subida, ya sea debido a la asimetría de la tecnología ADSL, o simplemente por las restricciones impuestas por su ISP. Mediante el swarming el ordenador de descarga puede combinar varios proveedores, cada uno a su velocidad máxima, hasta que se alcance la máxima velocidad de descarga. En cuanto al conflicto con la industria musical, McCoy también previó diversos mecanismos que a su juicio lo mantendrían a salvo de demandas. En primer lugar, la función de búsqueda se traspasaba a los usuarios que estuvieran dispuestos a alojar buscadores de archivos y obtener crédito por eso. Así, al menos en teoría, su compañía Autonomous Zone Industries, no podía ser responsable de proporcionar un servicio como Napster. En segundo lugar, en caso de que un creador de contenidos se quejase por una violación de los derechos de autor, la compañía de McCoy podría marcar los bloques en la red relacionados con ese archivo, como bloques defectuosos y poner fin a su intercambio. Y, en tercer lugar, también previó un mecanismo de “propinas” por el cual los usuarios podrían hacer donaciones a los creadores de contenidos. McCoy esperaba que los sellos discográficos estuvieran dispuestos a utilizar su red como canal de distribución, financiándose mediante las donaciones de los descargadores (Cave, 2000). A pesar de su complejidad, Mojo Nation atrajo bastante interés de los medios de comunicación en el año 2000, aunque la red nunca despegó. Sin embargo, algunas de sus ideas fueron recogidas por Bram Cohen, empleado de Autonomous Zone Industries que dejó la compañía en 2001 para iniciar su proyecto personal, el cliente P2P BitTorrent.

BitTorrent BitTorrent constituye un hito importante en la evolución del P2P, tanto por su gran número de usuarios, como por su aceptación (aunque parcial) por parte de la industria musical y cinematográfica. En un principio, devino muy popular entre los fans de Linux, que utilizaban el programa para compartir y descargar las distribuciones de Linux, y progresivamente fue ganando aceptación entre otro tipo de usuarios. Se ha estimado que entre enero y junio de 2004 la cuota de tráfico mundial de BitTorrent aumentó del 26% al 53%, mientras que Fastrack descendió del 46% al 19% en el mismo período. Desde sus inicios, el proyecto era de código ompletamente abierto y no comercial. Estaba coordinado por su creador, Bram Cohen, y permitía que cualquiera escribiese programas clientes alternativos. Sin embargo, a finales de 2004, Cohen decidió crear una empresa con capital-riesgo para explotar el éxito de su protocolo. En cualquier caso, fiel a su planteamiento hacker, separó la disponibilidad del código fuente de su propia empresa comercial, creando dos nuevas páginas web: www.bittorrent.org para el desarrollo del protocolo en código abierto y www.bittorrent.com, para la empresa BitTorrent Inc.

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BitTorrent incorporaba una idea clave en su protocolo: estaba diseñado para compartir y publicar, más que para sólo descargar; todo lo que no coincidiese con este principio básico quedaba fuera de la forma básica del protocolo. Se llegaba incluso al extremo de no proporcionar ningún mecanismo de búsqueda de contenido que pudiese atraer a los descargadores. Los usuarios debían contactar con un rastreador (tracker) que proporcionaba información sobre la ubicación de un archivo específico y luego recibían instrucciones sobre qué otros pares lo estaban descargando también. Tanto la ubicación del rastreador como los contenidos que albergaba se gestionaban al margen del protocolo, normalmente a través de una búsqueda simple con un navegador o, a veces, mediante métodos más sofisticados como una DHT establecida por la aplicación P2P. El elemento arquitectónico más significativo de BitTorrent es la división de archivos en bloques más pequeños, una idea tomada del swarming de Mojo Nation. La separación entre la función de búsqueda y la de compartir archivos es en sí otro cambio notable de arquitectura que parece satisfacer tanto a los proveedores de contenidos como a los empresarios P2P. Para los proveedores de contenidos, la tecnología deviene ahora neutral. Los empresarios, por su parte, pueden centrarse en la creación de webs que ofrezcan servicios de búsqueda como The Pirate Bay o Mininova, financiados mediante publicidad. Estas webs se convierten, por ello, en el nuevo objetivo de la industria que tratará de utilizar su maquinaria legal para cerrarlos.

eDonkey, eMule y la red eDonkey2000 eDonkey fue la creación original de Jed McCaleb, que tras abandonar sus estudios en Berkeley combinaba un trabajo como programador con sus propios proyectos de software, a menudo publicados como shareware. La red de McCaleb se basaba en clientes y servidores, como Napster, aunque proponía sustituir el servidor central por una serie de servidores independientes que se especializarían en ciertos tipos de contenidos y, por lo tanto, permitirían búsquedas más rápidas y específicas. Sin embargo, lo que no previó fue que muchos operadores conectarían sus servidores entre sí, para crear una red de gran tamaño que iba a ser conocida como eDonkey2000 (ed2k), y que transformó la arquitectura de la red en algo similar a Gnutella o a FastTrack 0.6. Otra mejora que introdujo fue un mecanismo de swarming sencillo para acelerar la descarga de archivos grandes (“pesados”), de ahí el nombre de donkey (burro). Cuando eDonkey empezó a ganar popularidad, su historia fue similar a la de KaZaA y las demás empresas de FastTrack. Para obtener ingresos se ofrecían dos aplicaciones clientes P2P, una gratuita pero con publicidad y, y otra, de clase superior, sin publicidad pero de pago. Esta característica, sin embargo, no fue del agrado de muchos usuarios y un equipo de hackers liderado por Hendrik Breitkreuz decidió crear un cliente mejorado para Windows y en código abierto, que llamaron eMule. eMule sigue siendo utilizada hasta la fecha y su página web afirma que el programa ha sido descargado más de 417 millones de veces. Aunque su protocolo es más lento que el de BitTorrent, muchos usuarios lo prefieren porque da acceso a una selección más amplia de material – incluyendo material más antiguo - que no se encuentra fácilmente en las webs de Torrent.

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Darknets y redes anónimas Las Darknets y las redes P2P anónimas representan un intento más, por parte de los usuarios que quieren comparten archivos, de mantenerse en la clandestinidad frente a la oposición creciente al uso de las P2P. Podemos definir una darknet como una red informática privada, donde todos los usuarios se conocen y confían unos en otros, que puede utilizarse para intercambiar archivos y mensajes de forma confidencial. Tal vez la darknet más popular hasta la fecha es WASTE, un proyecto de código abierto creado en 2003 por el hacker Justin Frankel, creador también de Gnutella. Estas redes suelen estar pensadas para grupos de hasta 50 usuarios, que comparten la misma clave de cifrado pública y pueden acceder a todo el contenido que los otros usuarios quieran compartir. No necesitan un servidor central y, debido a su tamaño, van muy bien para localizar contenidos de interés común para sus usuarios, pero no archivos raros más allá del pequeño mundo que representan. Aunque las darknets son útiles en escenarios relativamente pequeños, no son escalables y por lo tanto carecen de algunas de las ventajas básicas de la redes P2P más convencionales. Como alternativa, sin embargo, hay un creciente número de redes que se están desarrollando con la ambición de convertirse en grandes redes P2P anónimas. Algunas de ellas se derivan de un protocolo llamado Onion Routing que desarrollaron originalmente un grupo de investigadores de la Marina de los EE.UU. (Goldschlag et al., 1999). Otra red alternativa es Freenet, un proyecto surgido a partir de un artículo escrito por el irlandés Ian Clarke, mientras era estudiante de último año en la Universidad de Edimburgo (Clarke, 1999). Freenet es una red descentralizada que permite compartir, no sólo archivos, sino también webs, correo electrónico y foros, de forma completamente anónima. Después de graduarse en 1999, Clarke continuó desarrollándola como proyecto de código abierto e invitó a colaborar a otros hackers. Freenet presenta notables similitudes técnicas con Mojo Nation, aunque generalmente es lenta y los contenidos que se comparten pueden perderse, sin garantía de que puedan volver a encontrase. Freenet fue concebida como una herramienta no comercial para “promover la libertad de expresión”, “defender la democracia” e impedir que los estados pudiesen controlar la comunicación o los intercambios de información entre sus ciudadanos. El proyecto está todavía en desarrollo, pero la red puede utilizarse ya completamente y sus creadores han hecho esfuerzos para ponerla a disposición de los ciudadanos de China, Irán y otros países conocidos por las prácticas estatales de control sobre Internet. Por lo que respecta al conflicto sobre los derechos de autor, Clarke es taxativo: "No se puede garantizar la libertad de expresión y hacer cumplir al mismo tiempo la ley de copyright", y por lo tanto, Freenet "debe evitar la aplicación de dicha ley”.

Discusión La evolución histórica de la tecnología P2P que hemos esbozado, no sigue una trayectoria lineal única hacia formas más eficientes, masivas u horizontales de compartir 9

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archivos a través de Internet. Muchas de las fuerzas y actores que han desempañado un papel importante en la configuración de las redes P2P, muestran intereses diferentes y a veces contradictorios. La controversia se ha desarrollado principalmente alrededor de las descargas de música y películas pero su misma evolución, desde una “guerra” sobre los derechos de autor, a un debate social más amplio sobre la producción cultural y el acceso libre a la cultura, ha sido uno de los elementos clave en la introducción de la mayoría de las innovaciones técnicas que hemos analizado. El esquema simplista y básicamente dualista de la controversia utilizado a menudo por los medios de comunicación no resulta en absoluto adecuado para explicar la evolución histórica de las redes P2P. Por un lado, en la vertiente del diseño, existe una tensión entre quienes están principalmente interesados en potenciar la capacidad de los usuarios para el intercambio de archivos y contenidos a través de Internet y quienes tienen como objetivo prioritario crear empresas rentables en el nuevo entorno de la red. Aunque ambos comparten un interés común en la obtención del mayor número de usuarios de sus sistemas, persiguen objetivos diferentes con prioridades distintas y terminan favoreciendo diseños ligeramente divergentes. Los propios usuarios no son el grupo monolítico, un tanto idealizado, de personas dispuestas a compartir archivos en bien de la comunidad, que ha veces se nos ha presentado. La industria discográfica (y cinematográfica) así como los propietarios de los derechos de autor o las entidades que los gestionan, aunque han manteniendo una posición clara – y a menudo tremendamente beligerante - en contra de las redes P2P, también han cambiado su estrategia a lo largo de la controversia: de demandar a los empresarios y creadores de redes P2P, han pasado a demandar a los usuarios individuales (como ocurre desde hace algunos años en EEUU) y a presionar a los ISP a revelar datos sobre sus clientes, o a fomentar incluso la creación de nuevo software (DRM) para evitar que los archivos sean fáciles de copiar. Pero el principal dato a destacar sobre los usuarios es su número descomunal. Napster llegó a tener 80 millones de usuarios sólo en sus primeros 18 meses de funcionamiento. Las cifras fiables más recientes de usuarios individuales son difíciles de obtener debido a la fragmentación de las redes P2P y al carácter supuestamente ilegal o clandestino de algunos de los intercambios, pero los ISP cifran la tasa mundial del tráfico P2P en algún lugar entre el 37 y el 80% del tráfico total en Internet (Mateus y Peha, 2008), lo cual habla a favor, sin duda, de su persistente popularidad. En segundo lugar, este volumen de usuarios ha sido especialmente resistente frente a las continuas amenazas de demandas judiciales y otras campañas de criminalización acometidas desde la industria, a través de los medios de comunicación. Y por último, pero no menos importante, no todos los usuarios demuestran tener la misma tendencia a compartir sus archivos: los primeros estudios mostraron un alto grado de descargadores y otras formas de conductas poco altruistas en las redes P2P, lo que indica una marcada diferencia entre una gran mayoría de usuarios que puramente "descargan", y una minoría que comparte (Adar y Huberman, 2000; Ripeanu et al., 2006; Pouwelse et al, 2008). Los diseñadores de la mayoría de las redes P2P comparten un perfil muy similar: jóvenes, visionarios y grandes conocedores de la tecnología, a menudo procedentes del mundo universitario, que entendieron muy pronto el potencial de estas redes P2P y que,

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en algunos casos, creyeron ver una forma innovadora y lucrativa de negocio en ellas. No necesariamente buscaron desde el comienzo la confrontación con la industria discográfica o cinematográfica, pero la propia naturaleza de sus actividades les trajo problemas con ellas, y casi todos terminaron en los tribunales. Aquellos que perdieron los juicios, se quedaron con un sentimiento amargo, no sólo por ver morir las criaturas que habían creado después de haber invertido un enorme esfuerzo personal, sino también porque se veían a sí mismos como revolucionarios atropellados y represaliados por la vieja guardia del antiguo régimen, incapaz de aceptar sus innovaciones, a pesar de los muchos millones de personas que certificaban mediante su uso cotidiano, su inmenso valor social. Como empresarios, también han mostrado enfoques diferentes respecto a la creación de valor y a los modelos de negocio. En general, las primeras experiencias sufrieron la enfermedad de la denominada burbuja de las “punto-com” que Porter (2001) describe como "la aplicación de contabilidad creativa en base a indicadores de resultados dudosos, como el número de visitantes o el número de usuarios únicos". Este fue el caso de Napster, que se ofrecía completamente gratis, sin publicidad en la aplicación cliente, y que nunca pudo articular una forma clara de generar beneficios - aunque aún así logró conseguir diversas fuentes de financiación de forma reiterada (Ante, 2000a). Otros empresarios trataron de ser un poco más explícitos acerca de sus planes de negocio y las formas precisas de obtener beneficios. Por ejemplo, KaZaA, cuyos fundadores ya contaban con una experiencia empresarial previa importante, no sólo creó una estructura jurídica compleja diseñada para escapar de la persecución legal a nivel internacional incluso, sino que también incluía publicidad en la aplicación cliente, basada en el análisis de los patrones de búsqueda del usuario, la concesión de licencias tecnológicas y el apoyo a las descargas de contenido de pago con mecanismos de DRM incorporados. Por último, cuando en un momento de la evolución de las redes P2P, las tareas de búsqueda y de intercambio se separaron, los empresarios P2P centraron la prestación de sus servicios en las funciones de búsqueda, mientras que la distribución y los protocolos de intercambio pasaron a verse como productos que no permitían la obtención de beneficios. A pesar de todo, este cambio no alteró sus problemas con los titulares de derechos de autor, que continuaron demandando a los empresarios responsables de iniciativas como Demonoid, Mininova o The Pirate Bay. Dado que las redes P2P son a menudo utilizadas para el intercambio de material digital distribuido bajo la protección de los derechos de autor, han sido sobre todo la industria discográfica, la cinematográfica y la de los video-juegos, las que se han sentido más afectadas por esta práctica y se han convertido en agentes cruciales de la controversia pública, según su propio discurso en un acto de ‘legítima defensa propia’ (Huygen et al. 2009). Sin embargo, la cuestión de si las redes P2P son en último término responsables de la caída en las ventas de música es aún controvertida. En los últimos años varios estudios han tratado de demostrar, refutar o al menos cuestionar la relación entre la caída de las ventas de música y el uso de las redes P2P. Aunque algunos de estos estudios no han encontrado pruebas finales de conexión entre ambos fenómenos (Oberholzer-Gee y Strumpf, 2007), o han hallado incluso una fuerte correlación positiva entre el uso compartido de archivos y la compra de CDs (Andersen y Frenz 2007), existe una cierta evidencia de que al menos parte de las pérdidas de la

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industria de la música están de hecho relacionadas con la distribución de música en línea (Walsh et al., 2003; Huygen et al., 2009) – que, a su vez, se ha convertido en un negocio creciente y una nueva fuente de ingresos para la industria. Sin embargo, resulta innegable que las redes P2P no explican por sí solas todos los problemas de la industria. Leyshon et al. (2005), por ejemplo, apuntan a los cambios en los patrones de consumo, en parte inducidos por la propia industria, en que la música se ha convertido en una mercancía y ha perdido, en cambio, importancia como una experiencia independiente. A través de sus acciones públicas, la industria de la música ha promovido públicamente diversas interpretaciones del artefacto tecnológico P2P, aunque siempre tratando de desacreditarlo en base a sus supuestas consecuencias inevitablemente negativas. El elemento discursivo más importante en esta estrategia mediática ha sido la asociación del concepto de ‘piratería’ con las redes P2P y, por extensión, la calificación de ‘piratas’ a todos sus usuarios. De hecho las asociaciones empresariales del sector han convertido la lucha contra la piratería – que han llegado a calificar como una forma de “terrorismo” – en uno de sus principales objetivos y razones de ser. El término ‘piratería’ implica explícitamente que estas redes son ilegales y sus usuarios, por tanto, pueden ser demandados y procesados legalmente; este ha sido por ejemplo el discurso básico de la RIAA y otras organizaciones similares en todo el mundo, desde el caso Napster. Sin embargo, merece la pena notar que la IFPI2, en cambio, mantuvo el uso del término "no autorizado" para referirse al intercambio de música online a través de redes P2P, hasta 2004; algo que sugiere que la cuestión de la de la supuesta ilegalidad no estaba completamente clara en todo el mundo (cabe recordar en este sentido que en España la descarga de archivos protegidos con derechos de autor no es un delito, de acuerdo con la ley actual, a menos que se haga con fines comerciales; los usuarios individuales, por lo tanto, no puede ser procesado legalmente por el uso de las redes P2P). Al mismo tiempo, el núcleo de su batalla contra las redes P2P se ha desplazado desde los usuarios y empresarios a los ISP, especialmente con la introducción del denominado enfoque de los tres avisos, destinado a fomentar la persecución del intercambio de material no autorizado, bajo la amenaza de la pérdida de conexión a Internet. De hecho, la relación entre los ISPs y las redes P2P no ha sido históricamente fácil. Por un lado, las redes P2P son un elemento importantísimo en la captación de nuevos suscriptores a los servicios de banda ancha para el acceso a Internet (Garetto, et al., 2007) y, de hecho, los proveedores utilizan explícitamente las descargas de música y películas como unos de los reclamos más destacados en sus campañas publicitarias. Sin embargo, la propia naturaleza de estas redes se enfrenta con el modelo económico tradicional en el que los ISP basan su actividad: el "overbooking" y el equilibrio entre usuarios y tránsito. En un esfuerzo por minimizar los efectos no deseados de las P2P, algunos ISPs han adoptado una serie de iniciativas para gestionar el tráfico generado por estas redes, aunque han guardado en secreto este tipo de estrategias y resulta difícil conocer su extensión y aplicación reales. El caso conocido más notorio de un ISP manipulando su propia red para reducir el impacto del tráfico P2P, fue presentado por Comcast, un operador de cable estadounidense, que fue sometido a investigación por parte de las autoridades locales, por haber introducido mensajes falsos en la red para boicotear a aquellos usuarios que utilizasen aplicaciones P2P.

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International Federation of the Phonographic Industry.

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Otra estrategia seguida por algunos proveedores de Internet consiste en mantener copias de archivos P2P populares dentro de la red del ISP y redirigir el tráfico P2P, a los lugares específicos donde se guardan estos archivos. Esta técnica patentada conocida como almacenamiento en “caché P2P” ha sido comercializado por la empresa estadounidense PeerApp aunque su lista de clientes en todo el mundo se mantiene rigurosamente en secreto, principalmente en aquellos países en que las infracciones a los derechos de propiedad intelectual se persiguen con especial vehemencia y en los que la industria de contenidos podría demandar a los ISP por distribuir material protegido por derechos de autor (Garetto et al., 2007). En cuanto a los artistas, tanto los compositores como los intérpretes o ejecutantes no han mostrado una posición ni monolítica ni estable a lo largo de la controversia. Aunque la mayoría de los músicos profesionales se han alineado, al menos públicamente, con la industria, en la oposición a las redes P2P y la lucha contra la supuesta “piratería”, cada vez hay más evidencia de una ruptura clara respecto a esta posición, en un sector creciente de la comunidad de artistas. Recientemente, por ejemplo, en el Reino Unido la Featured Artists Coalition y la British Academy of Songwriters, Composers and Authors (que engloban artistas y grupos tan conocidos como Paul McCartney, Elton John, Robbie Williams, Tom Jones, Blur o Pink Floyd) se han manifestado públicamente en contra de los planes del gobierno británico para introducir la ley de los ‘tres avisos’ que tiene por objeto cortar la conexión a Internet de los usuarios que descarguen contenido protegido. Otros artistas en el panorama internacional se han manifestado igualmente en contra de la posición beligerante de la industria respecto a las redes P2P y se han posicionado a favor del intercambio de archivos a través de Internet. Algunos de ellos, como David Byrne – ex-líder de Talking Heads, proponen abiertamente nuevas estrategias de remuneración al margen de los esquemas tradicionales, entre las cuales destaca la comercialización directa en la Web, una opción que el grupo Radiohead inauguró hace ya algunos años y que otros están siguiendo. En España, también aumenta el número de artistas críticos con la posición de la industria y de las entidades de gestión de los derechos de autor, siendo algunos casos notorios los de Joaquín Sabina, Santiago Auserón, Joan Manuel Serrat, Manu Chao, els Pets o Jorge Drexler. Desde la perspectiva jurídica, la controversia se ha centrado mayormente en considerar si estas redes suponen una infracción a las leyes de propiedad intelectual. En el caso español, por ejemplo, la discusión actual parece situarse en la cuestión de si facilitar enlaces – links – a páginas o repositorios en que se hallen almacenados archivos protegidos, puede considerarse jurídicamente equivalente a facilitar tales archivos. Un debate que se ha agudizado recientemente, debido a la aprobación por parte del gobierno español de la Ley de Economía Sostenible, que ha introducido en su famosa disposición final – conocida entre los internautas como “Ley Sinde” – la posibilidad de bloquear páginas web que ofrezcan enlaces de ese tipo (incluyendo enlaces a una red P2P). La ley ha sido aprobada, a pesar de la fuerte oposición popular manifestada principalmente por las diferentes asociaciones de usuarios de Internet, las opiniones contrarias de numerosos expertos y el informe negativo del Consejo Fiscal, órgano consultivo de la Fiscalía General del Estado, que considera "dudoso" que la protección de la propiedad intelectual "deba ponerse a la misma altura" que otros derechos fundamentales, como el derecho a la información.

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En cualquier caso y como apunta esta última cuestión, la controversia jurídica en torno a las redes P2P también ha evolucionado y se ha extendido a un debate más amplio en que, entre otras cosas, se pone en cuestión la adecuación de las leyes de propiedad intelectual existentes, nacidas en su mayoría en un contexto social y tecnológico muy diferente y ya periclitado, a la actual sociedad de la información profundamente anclada en una nueva infraestructura de auto-comunicación masiva como es Internet, que permite la aparición de nuevos patrones de consumo y producción cultural (Castells, 2009). Lawrence Lessig, por ejemplo, destacado defensor de los cambios en las leyes de derecho de autor, se hace la siguiente pregunta: "cuando entre cuarenta y sesenta millones de estadounidenses se consideran ‘criminales’ bajo la ley, y cuando la ley podría lograr el mismo objetivo, garantizar los derechos de los autores, sin que estos millones se considerasen ‘criminales’, ¿quién es el villano? ¿Los estadounidenses o la ley? "(Lessig, 2004, 2007). Aunque Lessig se manifiesta un acérrimo defensor tanto de los usuarios de Internet como del sistema legal y la protección de los artistas, desaprueba la forma en que los titulares de derechos de autor han presionado durante las últimas décadas al poder legislativo con objeto de ampliar sus derechos y limitar, paralelamente, el "uso justo" (fair use) de su material – cosas, ambas, que han conseguido tanto en los EEUU como en la Unión Europea. La extensión del debate jurídico a parcelas cada vez más básicas del sistema legal, indica que la controversia alrededor de las redes P2P está sobrepasando ya el dominio puramente jurídico para convertirse en un conflicto social y político abierto, en toda regla. De hecho esto está ocurriendo ya de forma explícita, no sólo porque las asociaciones y entidades que defienden el intercambio libre de archivos en la red, han comenzado a hacer llamamientos públicos pidiendo el voto contrario a los partidos políticos que apoyan las iniciativas contra las redes P2P, sino porque en algunos países se han constituido partidos políticos que hacen bandera precisamente de esta cuestión. Cabe mencionar, en este sentido, que una de las organizaciones que recientemente ha alcanzado una cierta notoriedad internacional en la controversia es precisamente el Partido Pirata, una organización política presente en varios países europeos que recibió el 7,1% de los votos en las elecciones europeas de 2009 en Suecia, planteando en su programa, como eje central, la cuestión del derecho de autor y las redes P2P. El rechazo total del artefacto por parte de la industria y las entidades de gestión de los derechos de autor, así como su recurso sistemático a los agentes externos para cerrar el debate, ha tenido como consecuencia el descarte de las redes centralizadas como una solución tecnológica válida para las redes P2P. Ni siquiera es viable ya ofrecer funciones de búsqueda rápida y eficiente mediante un conjunto centralizado de servidores, tal y como hacía Napster. La intensa batalla judicial y el cierre final de Napster, señaló muy claramente a los futuros creadores de redes P2P que cualquier red centralizada había dejado de ser posible en este ecosistema. Así, con algunas pocas excepciones que se produjeron en aquel momento, el resto de redes posteriores ha optado claramente por diferentes arquitecturas descentralizadas. El diseño inicial de Gnutella representaba un giro claro hacia una red igualitaria y completamente horizontal, que respondía al pie de la letra a los principios ideológicos de hackers como Frankel, convencidos de que todo el mundo debe compartir la información en igualdad de condiciones. A pesar de este cambio de rumbo, los empresarios que querían controlar la tecnología a fin de obtener ingresos que pudieran capitalizar sus inversiones, necesitaban mantener

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algún tipo de gestión centralizada. Las primeras propuestas, que intentaron incluir publicidad en el cliente P2P, demostraron ser poco duraderas. Aunque KaZaA y eDonkey trabajaron con publicidad durante algún tiempo, ambas vieron como los hackers desarrollaron aplicaciones alternativas y sin publicidad que, finalmente, acabaron reemplazando a los sistemas oficiales. La segunda propuesta fue la de separar la red de distribución, por un lado, y la gestión de la función de búsqueda, por otro. Este fue el enfoque adoptado por BitTorrent, y también es factible en la red eDonkey 2000. En este esquema, los empresarios pueden controlar un sistema de indexación en forma de un sitio web, mientras que los usuarios son libres de utilizar el cliente de la manera que quieran. Esta solución tiene la ventaja de que en algunos países un servidor de indexación es perfectamente legal, aunque ofrezca enlaces a contenido no autorizado y mientras el contenido no se almacene localmente. La controversia sobre las redes P2P para el intercambio de archivos es, por tanto, doble. Por un lado, los usuarios, los hackers y los empresarios compiten sobre cuál es la forma más idónea (y adecuada a sus respectivos intereses) de diseñar el artefacto. Para analizar esta vertiente de la controversia hemos seguido la evolución histórica de estas redes y hemos mostrado cómo una cierta estabilización se alcanzó alrededor de BitTorrent, aunque otras redes como ed2k siguieron existiendo con cierto éxito. Por otra parte, subsiste – y parece que se agrava con el tiempo - un desacuerdo entre los usuarios de las redes y los propietarios de los derechos de autor, y no hay indicios de que este conflicto esté en vías de solución en el futuro próximo. Además, la insistencia actual de la industria y los propietarios de los derechos en llevar a los políticos y a los ISP al centro del debate, puede tener consecuencias difíciles de preveer. Resulta evidente que la evolución y el estado actual de las redes P2P no puede explicarse sin tener en cuenta la profunda controversia que se ha desarrollado en torno a todas estas diferentes interpretaciones de la controversia. Las cosas podrían haber sido muy distintas si la RIAA hubiese decidido empezar a distribuir comercialmente música en formato digital a través de redes P2P, o si el tribunal que vio el caso de la RIAA contra Napster hubiese decidido que era posible construir un sistema legal de distribución de música con esta nueva tecnología. Sin embargo, este no fue el caso. No debemos olvidar que, incluso antes de que se crearan las primeras redes P2P, la industria ya estaba escudriñando de forma proactiva el tráfico en Internet en busca de infracciones legales; las redes P2P no han hecho más que fortalecer esta tendencia. La controversia ha generado, por otro lado, un amplio abanico de estrategias por parte de los distintos grupos y organizaciones implicadas, a gran escala y a nivel mundial, con el fin de imponer o salvaguardara sus puntos de vista. Estas estrategias se han encaminado en parte a divulgar y establecer públicamente interpretaciones específicas de la tecnología y promover, de esta forma, usos específicos (o no usos) de la misma. Algunas de las acciones más destacadas se han orientado a cambiar el contexto de uso como en el caso del procesamiento judicial de los usuarios o las empresas P2P o en el del alistamiento de las altas instancias políticas con objeto de cambiar el marco legal. Otras han adoptado un carácter semiótico para imponer significados o connotaciones negativas sobre los rivales - como en el uso de términos como 'piratería', 'mafia' o 'terrorismo' - con el fin de desacreditar sus puntos de vista. Pero, paralelamente, algunas estrategias se han encaminado a modificar los diseños técnicos mismos, encastando en ellos interpretaciones, valores y significados específicos con objeto de obligar a los usuarios a seguir, de una manera más implícita y sutil, ciertos patrones de uso – algo

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que se muestra especialmente en los cambios introducidos en BitTorrent, la introducción de los sistemas DRM o los mecanismos de swarming incorporados en Mojo Nation. Aunque el caso de las redes P2P de intercambio de archivos puede ser visto como otro ejemplo más de innovación tecnológica desencadenante de una cierta controversia social pública, hemos intentado poner de relieve la forma en que esa misma controversia, su carácter dinámico, su tendencia a evolucionar hacia cuestiones sociales y políticas más amplias y profundas, así como el comportamiento variable de los diferentes actores sociales involucrados, también ha generado la aparición de nuevos diseños y es muy probable que continúe haciéndolo en los próximos años. Queda por ver si los siguientes capítulos de esta controversia, se escribirán en el código legal de los sistemas jurídicos, en las líneas de código de nuevos programas informáticos, en los programas de nuevos partidos políticos o en nuevas combinaciones híbridas.

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