TRINIDAD Como algunos afirman, esclavos de su error, Que el Espíritu Santo no es algo personal, Sino una “fuerza activa”, negando su valor, Deseo inmensamente mostrarles que andan mal. La Trinidad no implica que adoremos tres dioses, Él es uno tan solo: no lo deben dudar, Sólo que de esas formas, que dices no conoces, Nuestro Señor supremo se suele presentar. Como Padre de todo lo que ha sido creado Sustenta día a día la obra que moldeó. Él todo lo conoce, pues está en todas partes Y juzga rectamente: nunca se equivocó. El Hijo, no lo dudes, es el Padre hecho hombre, Que por nuestros pecados la tierra visitó. En todo fue tentado, mas nunca negó el nombre De su celestial Padre y la muerte sufrió. No importa si madero o cruz fue su destino; Sin dudas lo importante fue su acto redentor. A salvar pecadores fue enviado y vino, Para que no neguemos que Dios es todo amor. ¿Y el Espíritu Santo? Pudieras preguntar, Tú que con iniciales minúsculas escribes Su nombre, que es sagrado, para minimizar Algo que con tu mente finita no percibes. Jesús nos prometió antes de su partida, Cuando ya no estuviera, nuevo Consolador Que nos acompañara el resto de la vida Y que perfeccionara su iniciada labor. Así, de nueva forma, mas con igual esencia, Nuestro Señor supremo hoy con nosotros mora. ¿Por qué entonces te empeñas, hombre escaso de ciencia, En negar al Espíritu el nombre que atesora? A veces por orgullo, otras por ignorancia, Tratamos de explicarnos lo que no importa tanto; Y no nos damos cuenta, ciegos en la arrogancia, Que Dios es Padre, Hijo y es Espíritu Santo. Por Rogelio Pérez Díaz Usado con permiso Este escrito es una contribución de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.