SANTÍSIMA TRINIDAD POR GUILLERMO THIEM La ... - ObreroFiel

SANTÍSIMA TRINIDAD. POR GUILLERMO THIEM. La Palabra de Dios indica que él es un Dios verdadero, vivo y eterno (Jer 10:10). En nuestro Dios único, hay ...
23KB Größe 5 Downloads 93 vistas
SANTÍSIMA TRINIDAD POR GUILLERMO THIEM La Palabra de Dios indica que él es un Dios verdadero, vivo y eterno (Jer 10:10). En nuestro Dios único, hay una multiplicidad de personas. La palabra hebrea traducida por "uno" en Génesis 2:24 y 11:6 significa una unidad compuesta, y podríamos compararla con Juan 17:22-23. Sus nombres en el Antiguo Testamento indican una pluralidad en unidad, tal Elohim o Adonai, lo que da una demostración que ya desde la antigüedad se reconocía esa pluralidad en la conformación de la persona divina, pluralidad que da la dimensión del ejercicio de una total soberanía y pleno poder. Cuando leemos Juan 4:24, en donde se nos dice que Dios es espíritu, comprendemos lo difícil que es poder conformar una imagen de él. Más que difícil, es imposible. Es que siendo espíritu no puede tener en sí ninguna de las manifestaciones que tiene la materia. La materia se desgasta, se altera, cambia, es mortal, pero Dios es inmutable, invariable y eterno. Por ello jamás podrá ser dividido en su naturaleza, solamente puede ser COMPROBADO en su actividad (2 Co. 3:17; Gá. 4:6 y Jn. 4:14). Para tener un conocimiento cierto sobre qué es un espíritu, debemos buscar la explicación que al respecto de ello hace el Señor a sus discípulos (Lc. 24:39) En el Antiguo Testamento se puede apreciar la Trinidad de Dios. Casi al comienzo de la Escritura, en Génesis 1:26, encontramos a Dios que dialoga con sí mismo pluralizando su naturaleza "HAGAMOS", "NUESTRA IMAGEN", "NUESTRA SEMEJANZA". Estas expresiones son notables, porque muestran con claridad que ese diálogo divino no emerge del compartir la opinión de distintas personas, sino que es el razonamiento de una en sí misma, que está decidiendo y actuando. La expresión podría haber sido "NUESTRAS IMÁGENES" o "NUESTRAS SEMEJANZAS" si se tratara de diversas personas. En Génesis 3:22 y 11:7 pueden apreciarse expresiones similares. Ahora bien, podría uno preguntarse, ¿cuál es la imagen de Dios en la cual fue creado el hombre? La contestación es muy clara y sencilla: En ciencia (Col. 3:10); en justicia y santidad (Ef. 4:20-24). Esto nos lleva a pensar que Dios dota al ser creado de voluntad, de pensamiento y de sentimiento. VOLUNTAD: que da el conocimiento (ciencia) - (cuerpo) PENSAMIENTO: que da la comprensión (justicia) - (alma) SENTIMIENTO: que da la posibilidad de gozar de la comunión con Dios (santidad) - (espíritu) Es decir que el cuerpo, que tiene los sentidos es lo que da "conciencia" del mundo. (Mt. 10:28). El alma, que es el asiento de los sentimientos, da "conciencia" del ego (2 Co. 1:23) El espíritu, que es la conciencia de la existencia de Dios (He. 4:12 – Gn. 2:7)

Este análisis nos lleva a señalar que el hombre es una TRICOTOMÍA (1 Ts. 5:23) y la interrelación de esas tres partes forman lo que se llama el SER, y la disociación es lo que conocemos como muerte física; es una idea que en el fondo muestra la imagen del trino Dios, con la diferencia fundamental que Dios puede manifestarse independientemente en cada una de sus personas. Es recién en el Nuevo Testamento que se define la Trinidad; el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mt. 28:19; Jn. 14:16); es que solamente la experiencia con el Señor y el conocimiento que nos da el Espíritu Santo que mora en nosotros, concretan la acción de la Trinidad (Jn 15:26) Esa imagen de Dios, que es ciencia, justicia y santidad, sólo puede ser reflejada por una mente entregada a su entera voluntad. Por eso la mente debe estar preparada para ello y es la acción del Espíritu en cada uno de nosotros quien la prepara. Cuando el Antiguo Testamento se refiere a alguna de las personas de la Trinidad, no usa para ellas los nombres de Dios el Padre, Dios el Hijo o Dios el Espíritu. Es que no siendo para el hombre visible la persona de Dios, solamente puede ver de él las manifestaciones que éste da a conocer en sus distintas formas. En el pasado Dios se manifestó al hombre en forma visible, y si bien Dios nunca fue visto por el hombre, en cambio éste ha visto esas manifestaciones de Dios, pero nunca ha podido ver a Dios mismo (Ex 24:9-10; 33:18-23; Isa. 6:1). Se manifestó la segunda persona de la Trinidad, el Señor Jesucristo, en distintas oportunidades. Cuando en el Antiguo Testamento se nombra a "un ángel de Jehová" se refiere a un enviado del Señor; pero cuando dice "el ángel de Jehová" se refiere a Dios mismo en una manifestación visible (Gn. 16:7-10 y 16:3; Gn. 21:17-18 y 22:1112; Jue 2:1-2). Otros pasajes notables son: Génesis 18:1-2; 9-10; 13-14 y 16, en donde uno de los tres varones se identifica como Jehová, a Sodoma llegaron sólo dos; ¿quién quedó atrás? El verso 22 dice que Abraham se quedó aún delante de Jehová, es esto bien claro, que manifestado en forma de hombre. Cuando en Génesis 32:28-30 vemos a Jacob luchando con un varón notamos que luego pone a aquel lugar el nombre de Peniel porque dijo haber visto a Dios. En Jueces 13:18 el ángel de Jehová que habla con Manoa dice que su nombre es "ADMIRABLE". ¿Qué predice Isaías 9:6? Admirable o maravilloso es el nombre del Señor, del Cristo que iba a venir. El ángel de Jehová era el Hijo de Dios antes de su encarnación, y debemos tomar como muy significativo el hecho que esa expresión no aparece más en la Biblia después del nacimiento del Señor Jesús. Por eso, a esta altura de este rápido estudio de la divina Trinidad, debemos dejar establecido una vez más el hecho de la unidad de Dios. Él es uno solo y no hay ninguno fuera de él (Dt. 4:35; Is. 43:10 y 45:5; 1 Ti. 2:5). Pero hay en nuestro único Dios tres personas, las que siendo unidad, pueden manifestarse independientemente. Nuestro Dios es UNO en esencia pero a la vez se manifiesta como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y estas tres personas son inseparables. Este perfecto conocimiento sólo lo lograremos el día en que estemos en las mansiones celestiales (1 Co. 13:12); por ahora solamente debemos creer y aceptar lo que Dios ha querido revelarnos. Las tres personas de la Trinidad no obran por sí mismas en forma separada como si fueran tres dioses. La revelación indica que son una sola en tres formas que no se mezclan ni se confunden entre sí. La manifestación de Dios en tres personas, es presentada en forma separada y distinta cada una de ellas, y aún en escala de sujeción, el Padre envía al Hijo (Jn 17:18) y el Hijo envía al Espíritu (Jn 16:17) y este orden nunca es cambiado.

La claridad en la distinción de la obra de cada una de las tres personas de la Trinidad, se observa en el Nuevo Testamento y se destaca en la medida que va avanzando el proceso de la redención. Nuestro Dios tiene cualidades que se llaman "ATRIBUTOS". Por supuesto que no las ha adquirido sino que son lo que es él mismo. Dios es Espíritu (Jn. 4:24); Dios es vida (Jer. 10:10); Dios es en sí mismo (Ex. 3:14); Dios es infinito (Sal. 145:3); Dios es inmutable (Sal. 102:27); Dios es verdad (Jn. 17:3); Dios es amor (1 Jn. 4:8); Dios es eterno (Sal. 90:2); Dios es santo (1 Jn. 1:5); Dios es omnipresente (Jer. 23:23-24); Dios es omnisciente (Sal. 147:4-5); y Dios es omnipotente (Mt. 19:26). Y estos atributos se encuentran en cada una de las tres personas que componen la unidad Divina. Es realmente maravilloso ver que tan grande Dios, creador y sustentador de todas las cosas, es un Dios de amor, de bondad y de misericordia, que está interesado hasta en los más mínimos detalles, pero que su obra más extraordinaria es la salvación eterna que provee al ser humano caído en pecado. Su infinita justicia y santidad le obligan a castigar al culpable. Pero su incomprensible amor provee el medio para saldar esa justicia y ese medio es nada menos que la segunda persona de la Trinidad, el Hijo amado en quien él se complace, quien consuma la obra, y quien es glorificado. Respeta la libertad de elección del ser creado, y le hace totalmente responsable. El hombre tiene que creer en el Señor Jesucristo y en su obra redentora en la cruz del calvario para poder ser salvo por la eternidad. 1 León J. Wood, Los profetas de Israel, Outreach Publications, Grand Rapids, Michigan, 1983, pág. 104. 2 F. F. Bruce, La epístola a los Hebreos, Editorial Nueva Generación, Grand Rapids, U.S.A., 1987, pág. 2. 3 David Wilkerson, La visión, editorial Vida, Miami, 1989, pág. 1. 4 Idem. pág. 108. Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.