Te propongo mentirnos una vez más.
Quiero quitarte las dudas, quiero despejar esa mente tuya de hembradas reglas, de promesas innecesarias... Te prometo nada, como la honestidad misma; te prometo mentirle al silencio. Si
has llegado a mí, es porque aún crees en los hombres solos. Yo, siendo un hombre más, te propongo mentirte por el bien de la duda humana. No yo, el que dijo "Te amo", fue aquel; no yo, el que apareció como príncipe moderno a gritos de muda moda, fue aquel; no yo, quien te mintió para arrebatarte el amor puro y de entrega, fue aquel; no soy yo quien habla por mí, eres tú, mujer; mucho menos soy yo el que te escribe correos para buscarte en hembra. Los grandes se debaten por la vida creyendo definir el amor en la poesía... Lo escriben tan suyo... Lo viven en vela. Ya no gasto tinta en ello; solo escribo con el dedo a puntas y a mordidas, despellejando para que el dolor aprenda a amarse a sí mismo. No me hagas decir verdades que no nos llevan a nada, mujer. Deja mentirte una y otra vez más. Porque si te digo que te llevo clavada en mi corazón, bien creerás que era ella, aquella o la otra. Escucha... El hombre no vive de hembra, la hembra no vive de hombre. Mejor quédate así, mentida, creyendo que cada vez que subes la pierna, eres tú quien decide; pensando que cada que vez vistes sexy, eres tú quien fascina. Tú no eres nada si tu mentira es corta, como un hombre no es todo con una verga larga. ¿Por qué desmentirse?, ¿por qué ?... Porque desmentirse es volver a comenzar y mentir es toda una vida sin respuestas. Así que deja de mentirte a solas en tu cuarto cuando no están tus amigas. Aprende a mentir igual que yo, al aire libre y por el mundo. Es esta forma de mentir la que empuja a desnudarse ante cualquier secreto. Discretos mintiéndonos, juntos para dos y para el que se nos esconde tras la pared de la curiosidad. Mentirnos, mentirnos para derrotar a la verdad, esa que divide a todos y a la que describen tanto algunos como "Amor".
©Javier Ceja
Por lo que cuesta contarte un secreto. Debes saber de mí, de mi saber, de haber sabido estar contigo. Ese fue el secreto más íntimo de una vida tan oculta como la mía. Me disculpo: yo tan solo he sido mi soledad. Debí quedarme en casa y llorarle a la lluvia mis mil noches mojadas, pesares de sueños sin ti. No me ocultaré
bajo la cama para espiar tus encantos, mujer. Solo quiero oler una vez más la humedad de tu piel en esta noche tropical; quiero encender una fogata de palapas con unas cuantas ramas sudadas y recién caídas del palmar, en este hermoso paraíso; quiero hacerte un té de flores para saciar tu espíritu alegre y amoroso. Si supieras lo que le cuesta a un hombre realmente mentir; no cuesta mucho, por lo menos. Pido esta noche en secreto; no lo sabrá ninguna de aquellas mujeres que pasaron por mi vida con despiste porque, si así fuera, no estaríamos felices por haber llegado a esta cita frente al mar. Hasta aquí nuestras vidas han ido armando las piezas diariamente para culminar en este único instante, superponiéndose a los eventos más cotidianos, conservando los hitos más dichos y los hechos por amor. Así, por fin hemos quedado suspendidos en el tiempo, frente a frente, con el marisco y la bebida, en plena cena costeña, con un par de iguanas colimenses inclinando sus cabezas reroñosas observando nuestra estancia empedernida, juntos, bajo el pacífico cielo estrellado de tal nostalgia tropical.
©Javier Ceja
Creatura. Ella es amor; amor es madre; yo, su creatura. Recuerda cada noche de todas nuestras noches, pero no recuerda lo que dije de mí. Aquello fue un error no bien planeado. Amor, ¿eres tú siempre? Vienes y vas; te vistes de una y mil formas, como si los ojos estos míos no quisiera n
verme aquí. Desde aquel beso que aún sigue vivo por la justicia de tu gracia, me quedé llorando. Amor, ¿lo explico yo?, ¿lo explicas tú? Amor, confúndete en mí, no vuelvas a ser la de siempre, la que es cada día anterior al otro mismo que fue. Cada una y uno de tus amantes te llevan a mí, amor. Déjame ser tu error de nuevo, ese que nunca se va, porque siempre es tan inalcanzab le como lo es el amor en sí; déjame a mí toda la culpabilidad humana. Tan solo eso, déjame en paz morir, así... Así, como vengo siempre contigo, contigo voy. Déjame, amor, mío, déjame, “Amor”. ©Javier Ceja