Tato, con humor y amor propios

31 jul. 2010 - bía salido de Floresta con clara vocación periodística y algo de cholulismo (y vi- ceversa), al hombre con quien reíamos y pensábamos en la ...
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BIOGRAFÍA HOMENAJE A UN N° 1

PELUCA. Infaltable en la iconografía de Tato, lo mismo que el esmoquin, los anteojos de marco grueso y el habano

La enfermedad y la muerte le impidieron terminar sus memorias. Ahora, ese texto inconcluso se transformó en la columna vertebral de un libro de Carlos Ulanovsky que se completa con memorias, recuerdos y testimonios; entre ellos, el de la jueza que censuró al gran cómico y el de su esposa Berta

ARCHIVO / DANIEL MERLE

Tato, con humor y amor propios POR CARLOS ULANOVSKY Para La Nacion - Buenos Aires, 2010

E

s posible que haya empezado a escribir este libro, allá lejos y hace tiempo, cuando en 1965, en el semanario Confirmado me mandaron a entrevistar a Tato Bores. Es irónicamente real ese dicho periodístico que afirma que “el periodismo es lindo porque se conoce gente”. ¡Y qué gente! Tener frente a mí, todavía un chico que apenas había salido de Floresta con clara vocación periodística y algo de cholulismo (y viceversa), al hombre con quien reíamos y pensábamos en la casa familiar, frente al televisor, siempre en domingo. Así lo conocí a Tato y ese conocimiento se extendió una decena de veces más, en otras excursiones periodísticas para La Opinión, El Ratón de Occidente, Clarín y Página 12. (Escribí sobre Tato en este diario después de su muerte.) Siempre me resultó un placer el encuentro con Tato porque lo admiraba por todo lo que había hecho y hacía en televisión –un medio arrinconado por las reiteraciones y el conformismo– y porque me divertía su inicial estilo de perro bueno pero arisco que después de chumbarme no me dejaba ir y me invitaba a quedarme para tomar un whisky con él. 20 | adn | Sábado 31 de julio de 2010

Cada uno de esos acercamientos me permitieron ir perfilando una noción cabal sobre este gran personaje del espectáculo nacional y de la vida argentina. Y no debe de haber sido una casualidad que en 2002 me eligieran como curador de la Expo Tato, una muestra sobre su trayectoria que convocó a millares de personas en el Centro Cultural Recoleta. Con toda seguridad, si regreso a cada uno de esos rincones del pasado, recupero los borradores que sustentan este libro. Un libro que tiene como columna vertebral las memorias, hasta ahora inéditas, que Tato escribió hasta que el avance de su enfermedad se convirtió en una barrera insuperable. Esos textos –personales al mango, testimoniales en estado puro, particularmente graciosos y agudos– se incluyeron en el libro tal y como salieron de la cabeza de Tato en 1994. La decisión de no introducir correcciones se tomó para, en ausencia del interesado directo, proteger la intención original y conservar la musicalidad específica de su estilo. Según él mismo lo detalla, el actor se proponía hablar de su, a esa altura, extensa trayectoria y de personas a quienes había conocido en ese recorrido. Esto, diría yo, es el tramo menos transitado de la historia del

Entre 1957 y 1993, Tato practicó el humor político bajo diecisiete presidentes: seis elegidos democráticamente, cuatro ungidos de modo provisorio y siete militares llegados al poder a través de golpes de Estado

actor, pero hay un lado b (con b de biografía) que es la amplia y minuciosa investigación que funciona como sabrosa guarnición del otro plato principal. En la exploración se acomodan rastreos de archivos (los de la familia de Tato, que son amplios, numerosos y bien conservados), lectura de notas y de libretos de todas las épocas, la escucha de audios y la inspección de infinidad de videos. A eso hay que sumar el resultado enriquecedor de lo que dijeron más de cuarenta personalidades entrevistadas, desde su esposa Berta –figura central de la saga “tatesca” a quien le dediqué el libro– hasta la jueza Servini de Cubría, famosa desde que en 1992 impidió por un tiempo la salida al aire de 16 segundos de un programa del actor; desde los ex presidentes Menem y Alfonsín, visitantes asiduos en el set de grabación que accedieron a relatar sus experiencias como “actores”, hasta colegas-amigos como Oscar Martínez y Juan Carlos Mesa. De todas estas materias juntas (pero no revueltas) está hecho Tato, memorias inéditas y biografía del Actor Cómico de la Nación. Trabajé arduamente durante tres años y fue tal el grado de celo y obsesividad que todos pusimos en correcciones y lecturas que, en varias ocasiones, pensé que ese libro nunca aparecería.