SUCOT Y LA ENCARNACIÓN Por Shema “Usado con permiso”
Aunque la mayoría del mundo cristiano celebra la navidad recordando la encarnación del hijo de Dios, yo creo que el eterno ya proveyó este concepto en un feriado ordenado por Dios llamado "Sucot." Sucot (Tiendas o Tabernáculos) es el séptimo gran feriado bíblico y ocurre en el séptimo mes, simbolizando cumplimiento de ambas maneras. Comienza en el decimoquinto día del mes, en luna llena. En Sucot, por tercera y última vez en el año, todos los varones judíos deben subir a Jerusalén, a celebrar la plenitud de la cosecha, agradeciendo al Dios de Israel por proveernos de la tierra sobre la cual cultivar semilla para plantar, el sol para brillar sobre ellas, la lluvia para regarlas y fuerza para cosechar. Construimos tiendas y las decoramos con ramas, flores y el fruto de la cosecha y vivimos en ellas durante ocho días. Tomamos ramas de palma, mirto y willow y las agitamos, regocijándonos en la bondad de Dios. Estas cabañas temporales, que se levantan por una semana y se abaten la siguiente nos recuerdan el Éxodo de Egipto y los cuarenta años de deriva en el desierto. Nos recuerdan que la vida en este mundo es temporal; que aquí en la tierra no tenemos un hogar permanente. Pero Sucot nos ayuda también a esperar un Éxodo mayor, un Éxodo de las épocas de tristeza y dolor, sufrimiento, pecado y muerte y la llegada de la edad dorada, el reino milenial, cuando el Rey Mesías retorne a la tierra, a Jerusalén, su ciudad especial, reuniendo en el reino de Dios a los redimidos de todas las naciones. Así como reunimos en la cosecha y vamos a Jerusalén, así, al final de esta era Dios reunirá el fruto de la humanidad en su reino milenial, y comenzaremos a celebrar con él para siempre. Sucot nos enseña que el Dios de Israel es la clase de Dios que quiere construir su Sukkah en medio nuestro. Él desea habitar en medio nuestro, y hacer su hogar entre nosotros. Él no es la clase de Dios que se mantiene alejado de sus criaturas. "¿No soy un Dios cercano?" declara el Señor, "y no un Dios lejano? ¿Puede alguien esconderse, de manera que yo no lo vea?" declara el Señor. "Acaso no lleno los cielos y la tierra?" declara el Señor (Jeremías 23:23-24). Todos los otros seres, incluyendo hombres y ángeles, están restringidos a estar en un sólo lugar a la vez. Cuando están "aquí" no pueden estar "allí." Pero no hay lugar en el universo en donde no pueda estar el creador, Él llena el universo. Él está completamente presente en todo el universo, con sus billones de galaxias y sus trillones de estrellas. Él está todo el tiempo totalmente presente en todas partes, tanto como sino estuviera en ningún otro lugar más. Por supuesto, tiene sentido que el creador infinito, todopoderoso, omnipresente pueda estar en todas partes, porque el creador debe ser mayor que su creación. "¿Habitará Dios en la tierra?" oró el rey Salomón en Sucot hace 3,000 años, durante la dedicacion del primer templo. Salomón continuó orando, "He aquí, el cielo y el más alto cielo no pueden contenerte, cuanto menos esta casa que he cosntruido!" El papá de Salomón, el rey David, sabía también que el Dios de Israel está presente en todas partes. "¿A donde puedo irme de tu Espíritu?" Oró David, "¿O, a donde puedo esconderme de tu presencia? Si asciendo a los cielos, allí estás tú; si hago mi lecho en el Sheol, he aquí, tú estás allí. Si tomo las alas de la aurora, si habito en la más remota parte del mar, aún allí me guiará tu mano, y tu diestra se posará sobre mí. Si digo: seguramente la oscuridad me abrumará, y la luz alrededor mío será noche,' aún la oscuridad no es oscura para ti, y la noche es tan brillante como el día. Oscuridad y luz son lo mismo para tí."
"Debemos entender asimismo que, aunque Dios está presente en cada parte de su creación, esto no significa que está presente de la misma manera en todas partes, y en todas sus criaturas. Su presencia está en armonía con la naturaleza de sus criaturas. Él no habita la tierra como en el cielo, ni en los animales como en el hombre, ni en lo inorgánico como en lo orgánico, ni en el malvado como en el justo. No habita fuera del templo como dentro de él. No habita en la santa comunidad de judíos y gentiles como en el Mesías mismo. Hay una variedad infinita de las maneras en que el Dios viviente está presente en su creación y en sus criaturas" (Systematic Theology, Louis Berkhof, Eerdmans, Grand Rapids, 1939, pagina 61). Por supuesto que el creador está presente en todas partes, pero él desea acercársenos, y que nosotros nos le acerquemos. Es por ello que nos ha creado a su imagen, con mente, inteligencia, voluntad, emociones, y la capacidad de pensar, razonar, hablar y escuchar, de manera que podamos ser sus amigos, y él es nuestro amigo! Él está trabajando en nosotros para que seamos compañeros adecuados para él, para que podamos disfrutar el uno del otro por toda la eternidad. Por ello no es sorprendente que la primera cosa que la Tora revela es a Dios creando el universo, luego este maravilloso planeta y finalmente un lugar muy especial: el jardín del Edén, diseñado específicamente para ser el hogar del hombre. En ese jardín especial, Dios se hizo amigo del hombre. Visitaba a Adán y Eva y caminaba con ellos en el fresco del día. Aún cuando nuestros primeros padres se alienaron de Dios, él aún deseaba habitar entre nosotros. Después de la caída, aunque alienados de él y nuestra amistad estaba hecha jirones Dios mantuvo un "bastión" en la tierra para que su presencia continúe habitando. Por ellos creó a su pueblo escogido. Él prometió al pueblo judío: "Haré mi habitación entre ustedes y mi alma no los rechazará. Caminaré asimismo entre ustedes y seré su Dios y ustedes serán mi pueblo (Levítico 26:11-12). Ésta es también la razón por la cual Dios nos instruyó construir la Mishkan (la tienda de la presencia de Dios). Cuando la Mishkan estaba aún siendo construida, Dios dijo: "Habitaré entre los hijos de Israel y seré su Dios. Yo soy el Señor su Dios que los sacó de la tierra de Egipto para que pueda habitar entre ellos". Por eso fue que él también nos mandó construir el templo en Jerusalén. Allí, en medio de un pueblo santo, servido por un sacerdocio santo, en una tierra santa, en medio de una ciudad santa, había una casa santa. Dentro de ella había un lugar santo, y un lugar santísimo, en donde se manifestaba la Shekina, la gloriosa presencia de Dios, en la tierra. El templo de Jerusalén capacitó al creador a mantener este bastión en este mundo pecaminoso para que él pueda continuar habitando entre nosotros. Sin embargo, aunque el templo de Jerusalén era sólo un bastión, y el acceso a la presencia de Dios estaba severamente restringida. De toda la humanidad, sólo el sumo sacerdote de Israel podía entrar en el lugar santísimo, y ello, una sóla vez al año y sólo después de hacer elaboradas preparaciones, incluyendo el traer la sangre de un sacrificio consigo. Aún entonces, fue necesario que el arca esté cubierta de nubes de incienso, de manera que el sumo sacerdote no pudiera ver la presencia de Dios. La vía hacia la presencia de Dios no estaba disponible para el 99.9999% de los seres humanos. Aunque Dios le dijo a Salomón que el templo era donde él "habitaría entre los hijos de Israel, y no olvidaré a mi pueblo Israel". Sin embargo, por la maldad del pueblo judío, Dios permitió a los babilonios destruir el templo en el año 586 a.C. Los judíos que retornaron de Babilonia reconstruyeron el templo setenta años después. Pero ya no había arca y la Shekina, la gloriosa presencia de Dios, ya no se manifestaba de la misma manera que en el primer templo.
Cerca de 520 años después, Dios manifestó su presencia una vez más, y de manera suprema sobre la tierra. El Hijo de Dios, que vive con el Padre desde la eternidad vino a la tierra. Se encarnó, o sea, tomo un cuerpo, se hizo carne, y habitó entre nosotros. De esta manera, él, figurativamente, construyó su Sukkah y acampó entre nosotros. Al hacerlo, corporizó la presencia de Dios sobre la tierra. Él es el verdadero templo de Dios, el lugar en donde habita Dios. En él la plenitud de Dios habita en forma corporal. "Destruyan este templo," les dijo a un grupo de dirigentes judíos, "y en tres días lo reconstruiré..." hablando por supuesto del templo de su cuerpo. Toda la historia de Dios caminando en el jardín de Edén, la tienda de la presencia de Dios y del templo, es la historia de un hogar para Dios en el mundo, un lugar de habitación para Dios entre los hombres. La llegada de aquel que es llamado correctamente Emmanuel, Dios con nosotros, es la plenitud del deseo de Dios de estar con nosotros y de habitar entre nosotros. Y cuando Yeshua murió, el velo, que alguna vez había bloqueado la vía al lugar santísimo en el templo de Jerusalén, fue rasgado divinamente de arriba hacia abajo. Por la muerte del Mesías, la presencia de Dios se hizo disponible para toda la humanidad por primera vez. Todo lo que uno necesita hacer es confiar en el Mesías y uno está invitado así a acercarse con confianza delante del trono de gracia de Dios y hallar ayuda en el tiempo de necesidad. Cincuenta días después de que él murió, el Mesías resucitado derramó su Espíritu sobre aquellos primeros discípulos judíos, y nos convertimos así en el templo de Dios, el lugar de habitación de Dios sobre la tierra. "¿O no saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?" Los judíos mesiánicos y los cristianos están juntos formando la habitación del Espíritu de Dios. Hoy en día, Dios aún habita en la tierra, pero ahora es en la comunidad santa del Mesías constituida por judíos mesiánicos y gentiles. Nosotros somos el bastión de Dios en este mundo. El creador aún está trabajando reconciliando al mundo consigo mismo, para que él pueda vivir con el hombre, y el hombre pueda vivir con él. Esta es nuestra misión, traer al hombre y a Dios juntos de nuevo en amistad. Cuando el Mesías venga de nuevo, él continuará siendo la plenitud de la presencia de Dios entre los hombres. Allí, en Sión, las naciones serán reunidas para su gran Sukkah. Él reconstruirá el templo, y en Sucot, no sólo el pueblo judío, sino todas las naciones irán a Jerusalén a adorar al Dios de Israel en espíritu y en verdad. ¿Qué ocurrirá después de ello? El libro de Apocalipsis describe a la nueva Jerusalén, el lugar eterno de habitación de Dios y el hombre. No habrá templo allí porque el Señor Dios el todopoderoso y el Mesías sacrificado son su templo. No templo; no casa, no velo, no sacerdotes, no barreras de ninguna clase que separen a Dios del hombre. Absolutamente nada nos impedirá disfrutar de un acceso total a Dios, ni de disfrutar viviendo en su presencia. Dios, Mesías, humanidad, judíos y gentiles, todos viviendo juntos para siempre. Sucot nos recuerda que nuestras vidas aquí en la tierra son temporales. Nos recuerda tanto de la cosecha como de la gran "cosecha de humanidad". Nos recuerda de nuestro Éxodo de Egipto, y de nuestro gran Éxodo del pecado mediante el Mesías. Nos recuerda del deseo de Dios de reconciliarnos consigo mismo, de salvarnos, de manera que él pueda otra vez vivir con nosotros y nosotros con él. Y nos recuerda de los lugares eternos que el Mesías ha ido a preparar para nosotros. En vista de todo ello, ¿Cuál debe ser nuestra respuesta? Aunque vivimos en este universo físico de materia, espacio y tiempo, finalmente vivimos en la presencia de Dios. Vivimos en el universo físico, pero este universo mismo existe en Dios. Moisés entendió ello muy bien cuando declaró: "Señor, tú has sido nuestra habitación en todas las generaciones. Antes que nazcan las montañas,
o dieras vida a la tierra y el mundo, aún desde siempre y hasta siempre, tú eres Dios., El rabino Pablo nos dijo que en Dios "vivimos, y nos movemos y tenemos nuestro ser". Dado que él es nuestra habitación, seamos buenos vecinos con él. Asegurémonos que se sienta cómodo entre nosotros. ¿Cómo lo hacemos? Yeshua prometió: "Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará y vendremos a él y habitaremos con él" (Juan 14:23). Aunque Yeshua pronunció esta promesa hace 2000 años, sabemos que no importa lo que nos trae el nuevo milenio, Dios será el mismo que habita en nosotros. Así que amémosle y mostrémoslo al guardar la palabra de Yeshua. Cultivemos una amistad con Dios. No hagamos cosas que lo apenen. Hagamos las cosas que le agradan. Hagámosle sentirse bienvenido. Acerquémonos a él y dejemos que habite ricamente en nosotros y tendremos la vida más bendecida y fructífera. Eso es lo que es Sucot y la encarnación. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.