Sonata triste en una cárcel de mujeres

28 ago. 2008 - se pasa de revoluciones (a lo Charly. García) con indudable creatividad, pe- ro que también se deja llevar por sus arrebatos de agresividad.
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Espectáculos

Jueves 28 de agosto de 2008

LA NACION/Sección 4/Página 5

CINE

Sonata triste en una cárcel de mujeres La película de Chris Kraus encuadra a una profesora de piano con pasado oscuro y una presidiaria muy violenta Muy buena

★★★★

UIP

Cuatro minutos (Vier minuten, Alemania/ 2006) Dirección: Chris Kraus. Guión: Chris Kraus. Fotografía: Judith Kaufmann. Montaje: Uta Schmidt. Música: Annette Focks. Con Monica Bleibtreu, Ana Herzsprung, Sven Pippig, Richy Müller, Jasmin Talatabai. Presentada por Alfa. Hablada en alemán. Duración: 113 minutos. Calificación: para mayores de 13 años.

Angelina Jolie, en su versión más sexy, y James McAvoy, como el antihéroe de turno

Una historia vertiginosa, violenta y con adrenalina El film se impone por sus intensos efectos visuales Buena

★★★

Se busca (Wanted, Estados UnidosAlemania/2008). Dirección: Timur Bekmambetov. Con James McAvoy, Angelina Jolie, Morgan Freeman, Common y Terence Stamp. Guión: Michael Brandt, Derek Haas y Chris Morgan, basado en la novela gráfica de Mark Millar y J. G. Jones. Fotografía: Mitchell Amundsen. Música: Danny Elfman. Edición: David Brenner. Diseño de producción: John Myhre. Producción hablada en inglés con subtítulos en castellano y presentada por UIP. Duración: 110 minutos. Apta para mayores de 16 años.

Esta primera incursión en territorio hollywoodense del ruso Timur Bekmambetov –responsable de la exitosa saga de vampiros conformada por Guardianes de la noche y Guardianes del día– tiene todos los elementos para fascinar al segmento de público que disfruta del cine violento, vertiginoso, adrenalínico y de gran despliegue de recursos formales, así como para irritar a aquellos que odian la combinación entre las referencias y los lenguajes propios de la historieta, de los comerciales publicitarios, del videoclip taquicárdico y de las superproducciones a gran escala sustentadas más en los efectos visuales generados por computadora que en un trabajo sostenido y minucioso sobre el desarrollo dramático, la credibilidad de la historia o la psicología de los personajes. Hecha esa aclaración esencial, cabe indicar que Se busca es una película muy sólida, entretenida y placentera dentro de los términos en que está planteada; es decir, si el espectador no se detiene a analizar, por ejemplo, su discurso casi apologético de la violencia o la alarmante precariedad de sus diálogos.

Bekmambetov se supera largamente después de sus profesionales pero intrascendentes producciones en el cine ruso y ratifica no sólo su gran dominio técnico o su virtuosismo para los encuadres sino también una infrecuente capacidad para el uso creativo de los efectos visuales. La trama –basada en una popular historieta– es decididamente elemental y resulta una mixtura de elementos ya vistos en films como El club de la pelea, Matrix y la reciente Hitman-Agente 47. El antihéroe de turno es Wesley (buen trabajo del escocés James McAvoy, visto hace poco en Expiación: pecado y deseo), prototipo del perdedor que ve cómo desperdicia su existencia entre ataques de pánico, los abusos de su jefa de oficina y la infidelidad de su novia. En el peor momento, irrumpe en su vida Fox (Angelina Jolie en su versión más sexy), integrante de La Fraternidad, una milenaria sociedad secreta de asesinos dirigida por una suerte de profeta (Morgan Freeman) en la que supo estar su padre (al que el protagonista nunca conoció) y a la que, luego de un brutal entrenamiento, quedará incorporado. Tras las escenas del adiestramiento, Wesley está listo para sus primeros encargos y para vengarse del asesino de su padre. Se inicia, entonces, un juego de gato y ratón con algunas vueltas de tuerca que intentan redimir sin demasiada fortuna a los tres guionistas. De todas maneras, Se busca logra imponerse por sobre sus carencias y lugares comunes a fuerza de espectacularidad, destreza e impacto. Atributos que los habituales seguidores de este tipo de propuestas sabrán reconocer y disfrutar en toda su dimensión.

Diego Batlle

Cada vez que el cine alemán tiene la suerte de desembarcar en los cines locales, es motivo de festejo. Los últimos años la producción de ese país viene dando sobradas muestras de su calidad, de su rigor narrativo y del talento de sus directores e intérpretes. Por suerte, algunas distribuidoras siguen apostando a la diversidad, y lo estrenan. El caso de Cuatro minutos, el segundo largometraje del periodista, ilustrador y docente Chris Kraus, se inscribe en la lista que incluye propuestas tan disímiles como fueron Los edukadores, Sophie Scholl, La caída y La vida de los otros. La historia tiene como eje a Jenny (Anna Herzsprung), una veinteañera transgresora e hiperviolenta, condenada a prisión. Allí, en medio de una sordidez que ella consigue resistir a fuerza de meter miedo a quienes la rodean, tendrá la fortuna de encontrar a Frau Traude (excepcional Monica Bleibtreu), una refinada –y veterana– profesora de piano (inspirada en un caso real) que descubre su talento, su oído absoluto y su capacidad para interpretar las más complejas partituras de Schumann,

ARCHIVO

Primero aquí: Quantum of Solace atrasó su estreno norteamericano para el 14 de noviembre. Aquí llegará el 6. Así, el nuevo film de James Bond se verá primero en los cines locales.

ALFA FILMS

La joven actriz Ana Herzsprung en un trabajo que la revela como una actriz con un futuro promisorio Mozart y Beethoven, incluso de espaldas al teclado. Eso sí: a las melodías virtuosas, casi siempre, siguen otras que marcan el tortuoso devenir de la vida de esta chica que frente al piano se pasa de revoluciones (a lo Charly García) con indudable creatividad, pero que también se deja llevar por sus arrebatos de agresividad. El triunfo de la joven en una competencia juvenil es un desafío que la veterana asume como propio, acorralada por la idea de redimir una culpa que esconde desde que ella misma, muy joven, vivió un trágico episodio como enfermera en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.

La película tiene un discurrir calmo y a la vez tenso, como guiado por un metrónomo, con alguna sacudida inesperada bien a tono de “historia carcelaria”, y vivisecciona a las dos protagonistas femeninas hasta el último secreto. El desenlace, que ocupa algunos minutos más que los del título, es el mejor y más contundente que podía tener semejante conflicto. No tiene desperdicio. El planteo de Kraus va más allá de la meta de la joven protagonista y el de su mentora, y si bien recurre con demasiada insistencia a los recuerdos (flashbacks), el efecto de paralelo entre una mujer y la otra no parece demasiado forzado. Esa realidad visible y

audible de los últimos cuatro minutos, en la que el triunfo y el drama sin salida se funden hasta convertirse en una misma emoción, marca un momento culminante, que seguramente será recordado como muy valioso por los amantes del cine. La banda de sonido, arreglada por la joven compositora Annette Focks, que va de las armoniosas notas del piano clásico a los golpes más estridentes y desgarradores, incluye excelentes versiones de sonatas (algunas interpretadas por la misma Focks) que son para sacarse el sombrero.

Claudio D. Minghetti