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espectáculos
| Lunes 22 de abriL de 2013
El equipo de parteras de Call the Midwife, la imperdible serie que se ve los lunes, por la BBC HD
Series: la nostalgia está de moda televisión. Tras el éxito de Mad Men, que hoy comienza su nueva temporada, el viaje al pasado
se impuso en la pantalla chica con series como The Americanas, Call the Midwife o Vegas Viene de tapa
Cuando la fantasía y el terror reinan como ahora y los ejecutivos de los canales persiguen al próximo The Walking Dead o a una nueva versión de Game of Thrones, los creadores de la pantalla chica tomaron algunas lecciones de Matthew Weiner y sus criaturas, del inescrutable Don Draper al perfectamente inmaduro Roger Sterling (John Slattery) para atrapar con el pasado al público del presente. Después de algunos intentos fallidos como The Playboy Club y Panam, ubicadas en tiempos y espacios demasiado similares a Mad Men, pero sin el beneficio de sus guiones, pura cáscara color sepia sin sustancia que la acompañara, este año un puñado de series dio con el tono justo para contar el pasado reciente y unas cuantas cosas más. La máquina del tiempo Podría ser un western, pero no lo es. Podría ser una película de mafiosos, pero eso tampoco es. Se parece un poco a un policial, pero ni siquiera ese género que en televisión abarca tanto alcanza para
describir a Vegas, la serie que emite Space (los martes, a las 21). Creada por Nicholas Pileggi, responsable de los guiones de Buenos muchachos y Casino, de Martin Scorsese, la serie comienza en 1960, en el momento exacto en el que los aviones llenos de mafiosos aterrizan en Las Vegas para quedársela. O más bien a arrebatársela de las manos a los vaqueros como Ralph Lamb, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que sólo quiere que lo dejen en paz con su ganado, un negocio familiar que comanda junto con su hermano y su hijo. Claro que su problema es que él y su forma de vida son ya cosa del pasado, reliquias en un mundo cada vez más lleno de casinos y los crímenes que los acompañan. “Hoy son los aviones, mañana van a construir una autopista que pase por el medio de nuestro rancho. ¿Eso es lo que querés?”, le pregunta el sheriff Lamb, interpretado de manera prodigiosa por Dennis Quaid, a su hermano. Y más allá de la respuesta lo que importa, lo que atrapa, es que todos sabemos que eso ya pasó. Que el asfalto conquistó el Oeste y que
el reducto de juego y trampas se transformó en el terreno de la Cosa Nostra primero y en la Disneylandia para adultos que es ahora después. Y porque conocemos el final del cuento es que es tan entretenido volver a ver su principio. Un efecto similar produce ver un capítulo de The Americans (los lunes, a las 23, por FX), una serie de espías como las de antes. En el universo de esta ficción, una de las más entretenidas y exitosas de la nueva temporada, Siberia sigue siendo un lugar al que se envía a los traidores, el presidente de los Estados Unidos es Ronald Reagan y los teléfonos públicos son el único modo de comunicación si uno está en la calle con la urgente necesidad de comunicarse con ese agente infiltrado en la embajada soviética. En estos tiempos de hipercomunicación, WikiLeaks y espionaje virtual, los juegos de disfraces, las pelucas y los pasaportes falsos que son los materiales de trabajo de Elizabeth y Phillip Jennings –personajes que ya cambiaron las carreras de sus actores Keri Russell y Matthew
Serios, pero no trágicos luis novaresio. El periodista rosarino conduce ahora la primera
mañana de La Red y no le teme a este año tan competitivo
Rhys– tienen el encanto de una foto en blanco y negro. Está claro que no todo tiempo pasado fue mejor, pero ciertamente resulta entretenido volver a verlo. O experimentarlo por primera vez en el caso de aquellos nacidos en un mundo en el que la hoz y el martillo son apenas un objeto de memorabilia. Una memoria lejana y casi primitiva como las experiencias de la partera novata que se ven en Call the Midwife, la excelente serie que se ve por BBC HD (los lunes, a las 21). Allí, a partir de los recuerdos de la protagonista, en la voz de Vanessa Redgrave, la enfermera Jenny que en 1957 decidió mudarse al por entonces peligroso barrio del East End londinense asiste en esos partos tan lejos de la asepsia y las costumbres de estos tiempos que parecen ocurrir mucho más lejos que hace 56 años. Tanto cambió en ese tiempo que quien visite el Londres de nuestros días no reconocerá ni una esquina del barrio de trabajadores que más deterioro sufrió durante la Segunda Guerra Mundial, escenario central de la ficción. Como probable-
mente tampoco reconocerían a la Nueva York de los años ochenta que se verá pronto en The Carrie Diaries, la serie que cuenta las aventuras de Carrie Bradshaw, antes de que se convirtiera en la reina de la moda de Manhattan que vimos en Sex and the City. De hecho, para la Carrie adolescente, interpretada por AnnaSophia Robb (Charlie y la fábrica de chocolate), Manhattan es apenas un sueño del que se despierta cada día en su Connecticut natal. Basada, al igual que la exitosa serie de HBO, en el personaje creado por Candace Bushnell, la nueva ficción es un muestrario de vestuario de los ochenta que haría la envidia de cualquier cultora de ferias americanas. Un desfile de brillante ropa vintage, pero a estrenar que –como pasaba el año pasado con Graduados, la respuesta argentina al poder de atracción de la nostalgia– funciona como la puerta de entrada para el recuerdo de otros tiempos. Y así, la ficción televisiva se vuelve máquina del tiempo repleta de espectadores /viajeros felices de darse una vuelta por sus versiones del pasado.ß
Otras formas de mirar El desplazamiento de tiempo casi pasaba inadvertido en The Newsroom. Los episodios que se contaban en la primera temporada del ciclo creado por Aaron Sorkin para HBO habían ocurrido apenas un año o dos antes del momento en que se grabó la serie. Los celulares eran los mismos o muy parecidos a los que usamos ahora, la ropa casi exacta y la carga política de los guiones igual de pertinente. Y, sin embargo, Sorkin y su equipo también utilizaron conocidos hechos pasados para desde el presente darles una nueva perspectiva. Algo que seguirán haciendo cuando se estrene la nueva temporada del cuestionado ciclo. Una comedia romántica, según su autor, aunque los críticos no hayan opinado lo mismo. Claro que para ver cómo sigue la historia del noticiero con más periodistas heroicos e idealistas que haya existido nunca habrá que esperar hasta mitad de año. Por ahora, si se quiere tener una buena dosis de comedia políticamente incorrecta habrá que seguir hoy, a las 22, por HBO, el estreno de la segunda temporada de Veep con la gran Julia Louis-Dreyfus, como la vicepresidente de los Estados Unidos, Selina Meyer.
Sinfónica de Lituania, una orquesta que volvió a vivir teatro coliseo. Esta noche dará comienzo la temporada 2013
de Nuova Harmonia con un programa poco común
Alicia Petti
PARA LA NACiON
“Podemos ser rigurosos o serios, pero no trágicos”, dice Luis Novaresio, abogado rosarino y periodista con destacada trayectoria, tanto en Santa Fe como en Buenos Aires. El año pasado estuvo en Radio 10, y ahora se mudó a La Red, donde conduce uno de los programas más escuchados de la primera mañana: Empezando el día, de lunes a viernes, de 6 a 9. “En Rosario, siempre me ocupaba de hacer la primera o la segunda mañana, así que para mí es un desafío lindísimo. La gente de La Red [AM 910] fue muy generosa al ofrecerme hacer este horario. Así que salvo el madrugón, todo el resto es positivo”, expresa. Sabe que es una temporada fuerte con grandes figuras en ese horario, pero no lo aflige. “Hay una competencia con grandes nombres del periodismo. Es un año electoral, en el que la presión sobre lo que uno hace es todavía mayor. Está todo el condimento como para que uno sienta la adrenalina de la pelea. Es muy interesante –admite–. Quien quiere encontrar opiniones distintas las encuentra. Y el que busca la posibilidad de ver un hecho puntual desde otro punto de vista, está. Nosotros creemos que el que se levanta tan temprano prepara el día y necesita saber las cosas más importantes de la mañana. Apuntamos a acompañar a la gente, para que pueda saber con qué día se va a encontrar. Siempre hay algo nuevo. Creemos que podemos ser rigurosos y serios, pero no trágicos. Acompañar amablemente. Ése es nuestro distintivo.”
Novaresio: veintisiete años frente al micrófono Hace 27 años que trabaja como periodista y posee un estilo dinámico que le impone ritmo al programa. “No creo en la radio del opinador perenne. Me parece que debe haber una opinión y trato de tenerla, pero la de la primera mañana no puede ser una radio de opinión. La diversidad de voces y temas ayudan a armar un mosaico para el que se está levantando”, sostiene. Lo acompañan Rosario Bigozzi, en la información general; Alexis Puig, espectáculos; Coco Ramón, deportes; Cecilia Bazán, locución; Pepe Ciotti, operación técnica, y Marco Diz, Juan Martinelli y Florencia Puyós, en la producción. “Tengo la convicción de que el periodista tiene que recurrir a las clásicas cinco que nos enseñaban en la facultad: qué, cómo, cuándo y
AnibAl greco
por qué [sic]. Creo que el periodista tiene que preguntar críticamente. El periodismo de buenas noticias es propaganda, porque para eso están los secretarios de medios de comunicación. Creo en la mirada crítica y constante, fundamentada. No creo en el periodismo militante, ni de uno ni de otro sector. Creo en la militancia de mis convicciones. Ahí sí milito indeclinablemente”, afirma. Durante la charla, sostiene la importancia de encontrar la mirada lateral de cada tema. “Si hoy la información es una causa por lavado de dinero, me parece interesante ver lo que pasa al costado: a quién afecta, a dónde va el dinero, cómo se hace. La verdad es que estoy muy contento con el grado de libertad con el que puedo trabajar”, concluye.ß
Mstislav Rostropovich, que era un encantador personaje social siempre dispuesto a gentilezas de todo tipo, sólo se ponía escrupuloso e insobornable cuando tenía que juzgar un hecho artístico. Ante este tipo de cosas no flirteaba ni regalaba elogios. En el año 2000, a punto de viajar al Festival de Wiesbaden para un concierto con la Orquesta Sinfónica Nacional de Lituania, se lamentó de que en Europa no se la conociera más, porque, como declaró sin rodeos: “Es una orquesta realmente maravillosa”. Hoy, a las 20.30, el organismo instrumental abanderado de la música sinfónica de Lituania desde hace siete décadas (fue fundado en 1940 por el compositor Balys Dvarionas) subirá al escenario del Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1155) para inaugurar el año de Nuova Harmonia. Como una de las repúblicas integrantes de la Unión Soviética, a partir de 1941, Lituania sufrió la invasión y ocupación del ejécito nazi y sus consecuencias inmediatas que, en el caso de la orquesta, se tradujeron en la pérdida de músicos judíos lituanos y polacos, masivamente enviados a campos de concentración, mientras se nombraba a un director títere al frente del organismo. La sala de la Filarmónica donde actuaba la orquesta, fue cerrada en 1943. Entre 1944 y 1958 tuvo una sobrevida casi silenciosa, más bien vegetativa, mantenida oficialmente a través de la radio, un poco como símbolo de la nostalgia de los tiempos de libertad. Hasta que final-
Los músicos lituanos, antes de su visita mente, en marzo de 1958, resucitó con todas sus fuerzas, nuevamente poblada de jóvenes músicos y de algunos veteranos salvados del incendio, que regresaban a sus atriles. Muchas de las más importantes batutas europeas apoyaron activamente este resurgimiento y, con los años, se sumaron a las actuaciones de la orquesta prestigiándola con sus nombres y sus intervenciones. Krzyszrtof Penderecki, Kurt Masur, Neeme Jarvi, Vladimir Fedoseyev, Richard Hickox, Christoph Eschenbach junto a solistas como Gidon Kremer, Mischa Maisky, Yuri Bashmet, Emil Gilels, Jessye Norman, Monserrat Caballé o Violeta Urmana, reconocieron que, con su especial calidad, actuar con esta orquesta era altamente gratificante.
Para este concierto de presentación en Buenos Aires, los sinfónicos lituanos llegan con un programa no precisamente común. El director invitado para esta gira es el petersburgués Vladimir Lande, de vasta actuación en Rusia y, sobre todo, en Estados Unidos. Dirigirá la Obertura de la opereta El murciélago de Johann Strauss con que se inicia este concierto y lo cerrará con la Cuarta sinfonía, de Brahms. En el centro se escuchará en Concierto en Fa, de George Gershwin, con la solista Xia Yin Wang, una joven pianista china, especialmente celebrada por la crítica en cada una de sus intervenciones, y que hace gala de un amplio espectro programático, porque toca desde Chaikovski hasta algunos creadores del temprano siglo veinte.ß Jorge Aráoz Badí