moda + música

... nacidos entre las juventudes de inmigrantes negros, por lo que su contexto histórico los alejaba en cultura y ...... Punk: From Chaos To Couture. Met Museum:.
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2017 MODA + MÚSICA

Rocío Vargas Palomino Mentora: Nuria Araüna Postgrado en Periodismo y Comunicación de Moda 3.0 23-5-2017

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 3 OBJETIVOS ...................................................................................................... 4 JUSTIFICACIÓN ................................................................................................ 5 MARCO TEÓRICO............................................................................................. 7 Subcultura ....................................................................................................... 8 El bricoleur subcultural ................................................................................ 10 La difusión del estilo ..................................................................................... 11 La moda y los artistas .................................................................................. 12 La moda y la música .................................................................................... 13 CAPÍTULO 1 GOD SAVE THE QUEEN................................................................................. 17 La fashionización de una manifestación del espíritu ................................... 19 De la anarquía a las pasarelas ...................................................................... 21

CAPÍTULO 2 COME AS YOU ARE ....................................................................................... 24 De cuando no arreglarse se hizo moda......................................................... 27 El grunge irrumpe en la pasarela ................................................................. 28 El revival de lo “sucio” ................................................................................... 30 CAPÍTULO 3 DAME MÁS GASOLINA .................................................................................. 34 Cómo viste el reguetón ................................................................................ 37 CONCLUSIONES ............................................................................................ 41 BIBLIOGRAFÍA…………………………………..………………………………… 45 ANEXOS ….…………………………………………………………………………49

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INTRODUCCIÓN Este trabajo tiene como finalidad encontrar la relación que existe entre la música y la moda, a partir de tres casos de estudio: el punk, el grunge y el reguetón. En los dos primeros se analizó a través de los fenómenos sociológicos el nacimiento de estas subculturas, su trascendencia en la moda y su difusión como propuestas comerciales: desde Malcolm McLaren y Vivienne Westwood diseñando la imagen de los Sex Pistols en los años 70s, pasando por la primera e infortunada colección de Marc Jacobs inspirada en el grunge en 1992, hasta nuestros días, cuando precisamente este estilo vive una nueva época dorada. En el caso del reguetón, se aporta a la teoría de este movimiento social, que recién empieza a tener impacto a nivel global, las observaciones de la relación entra la música y la moda presentadas en el análisis del punk y el grunge, teniendo en cuenta el nacimiento de una subcultura, su trascendencia y su difusión como propuesta comercial en la industria de la moda. Esto se logró a través de la revisión bibliográfica, el contraste de información en el análisis de prensa especializada. También a través de entrevistas a expertos y la reformulación de conceptos.

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OBJETIVOS

General: - Estudiar en los fenómenos sociológicos de las subculturas la relación directa que se crea entre la música y la moda, su trascendencia en la industria y su difusión como propuesta comercial.

Específicos: -Investigar a través de la historia un conjunto de movimientos musicales que han sido fundamentales en la inspiración para la moda. -Analizar en profundidad tres casos de estudio: el punk, el grunge y el reguetón, que permitan establecer relaciones amplias entre la moda y música a través del contraste entre diferentes contextos específicos. -Identificar los aspectos sociales clave en la relación entre la moda y la música, y cómo afectan a la identidad de los individuos. -Proponer en el caso del reguetón, casi por primera vez y de manera académica, el estudio del reguetón como movimiento subcultural que influye al mundo de la moda

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JUSTIFICACIÓN

Este trabajo tiene como finalidad encontrar la relación que se crea entre la música y la moda, su trascendencia en la industria y su difusión como propuesta comercial a partir de tres casos de estudio: el punk, el grunge y el reguetón. Lo innovador de este proyecto es que se desarrolla a través de la combinación de métodos como la revisión bibliográfica y de estudios académicos previos con entrevistas a expertos como el historiador de moda colombiano William Cruz Bermeo (profesor en la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín y colaborador en marketing de Indexmoda, la firma asociada a Inditex en Colombia) que le aportará una visión histórica y social que se enriquece con la actualidad de cada movimiento y su lugar en la industria de la moda. Además, la observación de la prensa especializada, específicamente la Revista Vogue (USA, España e Inglaterra) y Fucsia (Colombia), además la sección de moda del fanzine i-d (España e Inglaterra), permitirá concretar cómo se interpretan y manifiestan estos estilos en el contexto contemporáneo mundial y contrastar las lecturas ofrecidas por los expertos desde el lugar en el que se definen las tendencias. Como investigadora, mi condición transcultural me permite observar este fenómeno desde un prisma plural. He experimentado la influencia de estos movimientos subculturales y sus estilos en tanto ciudadana latinoamericana, influida de manera directa y hegemónica por los Estados Unidos, que han sido decisivos para las subculturas juveniles que luego cada contexto local, como mi ciudad, Bogotá, ha adaptado a sus propias tendencias y raigambres. Ahora, viviendo en Europa, puedo observar la forma en la que otra cultura, en el mediterráneo, adapta y moldea las influencias globales a sus necesidades y tradiciones. Esta mirada desplazada me permite ver de cerca y de lejos a la vez, extrañar lo familiar (por ejemplo, el reguetón, tal y cómo se vive en España, es distinto a cómo se vive en Latinoamérica) y entender los fenómenos sociológicos y los aspectos sociales clave en la relación entre la moda y la música, y cómo afectan a la identidad de los individuos, de una forma que tome en cuenta su tránsito entre culturas.

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El reto, por novedoso, del presente trabajo será plantear casi por primera vez de manera seria y académica, con el apoyo de material bibliográfico y de expertos, pero también a partir de la observación y del análisis de la prensa, el estudio del reguetón como movimiento subcultural que influye al mundo de la moda, convirtiéndose en macrotendencia para la industria. Así, en un futuro, quizá el reguetón será tomado en cuenta como una influencia subcultural tan seria como hoy son considerados el rock, el punk, el grunge o incluso el hipsterismo. Porque mientras que hoy estos otros estilos gozan de prestigio y consideración social, el reguetón todavía arrastra la baja consideración que los prejuicios del mundo de la cultura le asignan. A pesar de ello, ha sido un movimiento tan importante para tantos jóvenes, que bien merece una mirada más atenta. Espero que mis observaciones acerca de las influencias del reguetón en la moda puedan ser, por lo menos, un primer paso para que haya referencias de investigación sobre el tema.

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The Sex Pistols, Amsterdam (1977)

MARCO TEÓRICO

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La música y la moda son dos conceptos inseparables a la cultura pop actual; su relación es directa y ha sido estudiada desde diferentes autores bajo muchos puntos de vista que mantienen un hilo conductor: los fenómenos sociológicos que se crean a través de ella. Así, ambas manifestaciones culturales han sido estudiadas en tanto formas de expresión o creación, como definitorias de las identidades juveniles o subculturas, e incluso como manifiestos o piedras de toque en contra de los sistemas sociales que cada generación ha establecido. Desde mitad del siglo XX, en Europa y Estados Unidos la juventud se convirtió en el foco social de las legislaciones y las intervenciones oficiales, esto para cuidar una facción de la sociedad que había ganado poder adquisitivo y posición social, tal y como afirma Dick Hebdige en el libro Subcultura: El Significado del Estilo (1979), como también lo hizo la industria del entretenimiento para seducir a este nuevo sector de público. Así, la juventud se perfilará como la protagonista, tanto desde la creación como desde el consumo, de tendencias e innovación. Este papel de la juventud es reconocible hasta nuestros días; perfilándose como un sector de población referente de los procesos de socialización, ocio y consumo. Gran Bretaña y Estados Unidos, especialmente, verían crecer una nueva generación de la clase obrera que cargada de inquietudes y oposiciones se dividiría en subgrupos, en los que a partir de intereses comunes, accionando una identidad colectiva y en algunos casos ideologías políticas, se manifestarían por medio de la moda y la música. Las subculturas anglosajonas quizá no fueron las primeras pero, en cualquier caso, la incidencia a nivel global de sus producciones musicales y mediáticas llevó a que fueran las más reconocidas a nivel internacional. Los Estados Unidos y el Reino Unido, además, tuvieron la virtud de ser los primeros países en los que se estudió de forma académica y sistemática a estas efervescentes subculturas juveniles.

Subcultura Desde los años cincuenta del siglo pasado y la eclosión del rock’n’roll, la música se convirtió en parte importante de la vida cotidiana de los jóvenes y de sus interacciones y espacios de ocio. Simon Frith, en su libro Sociología del Rock (1978) dedica unas páginas a explicar cómo los jóvenes de la clase obrera de

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Gran Bretaña le daban un uso simbólico y casi ritual a la música. Frith se concentró en grupos que, a través de los diferentes géneros musicales (los mods, los skinheads y los punks, entre otros), tomaban una actitud hacia lo que cada ritmo, la velocidad de las notas, la instrumentación de las piezas y las letras de las canciones les producían. De esta forma, se empieza a considerar de manera seria y documentada el valor simbólico y estructurador de una expresión cultural cotidiana como la música popular contemporánea. A partir de estas prácticas, Frith observa que se desarrolló un comportamiento colectivo que se vio reflejado en el estilismo distintivo de cada grupo, que se establecía en relación a su respectivo consumo musical, lo que para

los

analistas pasaría a denominarse subcultura. Ken Gelder, en su libro Cultural Histories and Social Practice (2007), reduce este término a una definición simple: un grupo de personas con un conjunto de comportamientos y creencias diferentes a los de la cultura dominante. Mientras tanto, Dick Hebdige, en su obra, hoy clásica, Subcultura: El Significado del Estilo (1979) trabaja el término como el rechazo a la hegemonía, dándole un sentido más contracultural. Al nivel de apariencia o reconocibilidad visual, define las subculturas como estilos confeccionados con objetos cotidianos cargados de doble significado. Es decir, un conjunto de signos que se convierten en fuente de valor y se les hace significar como gesto de desafío o repulsa. Con esto, una subcultura no es una simple invención para ser o aparecer con un aspecto determinado, sino que es una forma de comunicación intencionada, casi siempre contestataria ante otra subcultura con una codificación disímil y, por supuesto, contra la cultura dominante. Por otra parte, hay que considerar cómo las subculturas se apropiaban de símbolos que ya existían o estaban en circulación, y los usaban como transformación de lo ya establecido a través de su recontextualización y resignificación, esto es, dándoles un nuevo uso y espacio de relaciones para que reflejara mensajes contrarios a lo que los mismos símbolos significaban en los contextos dominantes. De alguna forma, las subculturas demostraría la tesis de John Berger de que la cultura es un terreno de juego o de batalla contradictorio, donde cada cuál intenta imponer sus propias interpretaciones. Terry Rawlings lo ilustra mejor en Mods: A Very British

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Phenomenon (2000) tomando como ejemplo la rivalidad de los teddy boys y los mods. Los primeros fueron una subcultura británica que se apropió (con una interpretación libre) del estilo de los dandies de la época eduardiana de comienzos del siglo XX, y sus enemigos naturales fueron los mods, que lucían de manera impecable las tendencias que la Europa continental ofrecía, sobre todo los trajes entallados que en Italia se imponían. Los referentes musicales de los teddies se basaban en el rock and roll norteamericano y los de los mods en el jazz.

El bricoleur subcultural A este fenómeno, John Clarke en su ensayo “Estilo”, dentro del libro Rituales de Resistencia (1993), lo ha enmarcado en el concepto del antropólogo estructuralista Claude Lévi-Strauss de bricolage. Según la RAE se entiende como la actividad manual y casera de reparación, instalación y montaje que se realiza sin ayuda; en cambio, Lévi-Strauss afirma en Pensamiento Salvaje (1964) que bricolage es una actividad de pensamiento y valor simbólico que persigue “el reordenamiento y recontextualización de objetos para comunicar nuevos significados, en el contexto de un sistema total de significaciones que incluye significados previos y sedimentados de esos objetos utilizados” (LéviStrauss, 1964: 40). Es decir que el bricoleur subcultural, término usado por Clarke, toma prestados los símbolos de otras etapas o épocas y de distinta índole, los ajusta a su contexto y desarrolla un discurso nuevo con esta multitud de elementos. Para el caso de la moda, el concepto del bricolador puede utilizarse en cuanto éste adapta para sí mismo el estilo de vida de su artista favorito y mezcla objetos o prendas con disímil valor simbólico en un estilo único. Y es aquí cuando debe ser coherente y apelar a una organización simbólica lo suficientemente fuerte para que la relocalización de las piezas u objetos se entiendan como una transformación de lo previo y perfilen una identidad reconocible. Sin embargo, hay que reconocer que el significado

que tiene un estilo se

desdibuja con el tiempo y son solo los innovadores en él los únicos capaces de explicar de manera acertada su fundamento y complejidad. A medida que se

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suman adeptos a una tendencia subcultural concreta, el propósito inicial se pierde y estos rasgos estéticos se van adoptando de forma menos reflexiva y acrítica; esto puede ser porque no fue bien entendido, porque no tiene la fuerza para trascender o porque su difusión comercial no le permite mantenerse como un proceso cultural legítimo o coherente con los principios éticos dictados por el colectivo que le dio forma. De ahí se desprenden otros dos conceptos, trabajados por Clarke en su ensayo, que ayudan a entender la masificación de las estéticas concebidas por las subculturas a partir de la música. Estos conceptos, la difusión y la difuminación, constituyen valores explicativos para el tema central de este trabajo.

La difusión del estilo John Clarke expone en su trabajo que existen dos maneras de extender un estilo: la difusión y la difuminación. La primera, la difusión, se entiende como un proceso cultural natural en el que el discurso o el estilo adaptado, ampliado y transformado por el bricoleur subcultural es aprehendido por un individuo (o varios) que piensa o siente que este conjunto simbólico creado por el bricoleur ha hecho eco a sus pensamientos y valores, además, ha generado una conexión con su estilo de vida. Los que adoptan un estilo, además de lo que puedan sentir a través de ritmos musicales asociados al mismo, cosechan la idea de que éste es su forma personal de expresarse. Perciben que el estilismo y el consumo musical les ofrecen una contestación a lo que por causa del hábito, a través de la tradición familiar, escolar o social, han adquirido e integrado en sus prácticas cotidianas a pesar de no reconocerlo como propio. Es decir que, de alguna forma, las subculturas les proveen con una forma de identificarse y asociarse grupalmente que se distancia de su grupo de pertenencia demográfico. Así, la moda permitiría, como la música y otros consumos culturales, dibujar identidades que los jóvenes no podrían disfrutar sin ellas, y constituye un sistema simbólico que ofrece identificaciones alternativas a las que imponen los grupos familiares y de clase social. Tal y como sostenía Simon Frith en su Sociología del Rock (1978) después de indagar en un grupo de jóvenes acerca de los que quería conocer su relación con la música: “…la música era importante como una

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expresión simbólica de valores solo para aquellos jóvenes que rechazaban sus culturas de clase adquiridas, tanto los de clase media rechazando el éxito académico o los de clase trabajadora rechazando la calle, como los “melenudos” rechazando los valores comerciales” (Frith, 1978: 104). Por otro lado, la difuminación, el segundo concepto que masifica los estilos, tiene que ver de manera directa con el consumo. La difuminación es la extracción de un estilo particular de su contexto resaltando los elementos simbólicos más visibles, la música y la moda, y convirtiéndolos en una propuesta comercial. Nuevamente, el mercado al que se dirige este estilo convertido en comercio, es la juventud, el sector más vulnerable y sensible a estas expresiones, seguramente por la aparente novedad con la que se presentan y su asociación, en la cultura masiva, con las identidades jóvenes. En el libro Rituales de Resistencia (1993), lo expresan así: “…el mercado hacia el cual se dirige el consumo de estilo es concebido como generacional, la identidad de los objetos que se venden es definida por su juventud y no se contempla en función de ninguna clase de base” (Hall y Jefferson, 1993: 288).

Los artistas y la moda El documental hecho por La BBC Oh! You Pretty Things: The History of music and fashion (2014), deja ver como en la sociedad de la Gran Bretaña de los 60s, los conceptos difusión y difuminación se desarrollan de manera simultánea. En la investigación hecha por Lucy Joyner y enriquecida con las apariciones del frontman de The Small Faces y la cantante Cilla Black y citando los grupos musicales que representaban a los rude boys y los rockers, repasan como a través de la popularidad y la fama, adquiridas al convertirse en la voz de un movimiento, lograron acercar un estilo exclusivo a todo el público; diseñadores como Biba, el estilista Stirling Cooper y marcas como Levis, se convirtieron en la plataforma de masificación y sofisticación de los elementos más representativos de las subculturas. Asimismo lo demuestra el periodista musical colombiano Alejandro Marín, en el programa especial, La historia secreta de la música (2016), cuando expone la

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historia del hip hop y su estilo. Ahí revela como el uso de los pantalones anchos se hizo más general entre los seguidores del ritmo al ver a Jay Z usarlos. La anécdota cuenta que el músico, al iniciar su carrera, mantenía aún negocios ilícitos, por eso vestía hasta tres pantalones a la vez y así podía esconder las armas que llevaba encima, pasando desapercibido ante la policía. Algunas veces, el tiempo no era suficiente para cambiarse y Jay Z asistía a sus toques, vestido así. Sucedió que sus fans lo imitaron y el uso de pantalones enormes se generalizó, de la misma forma que, como cuenta Janice Miller en Fashion and Music (2011), la comodidad de los chándales de algodón, las camisetas largas y las gorras fueron replicados por marcas de prestigio como Tommy Hilfiger, Calvin Klein y Ralph Lauren, que contribuyeron a la globalización del estilo. Y quizá también a su descontextualización. De la misma manera, los Sex Pistols, de la mano de Vivienne Westwood, influyeron en la estética de todo el movimiento punk; y Marc Jacobs, Anna Sui y Christian Francis Roth hicieron los suyo con el grunge, aunque no gozaron del mismo éxito que Westwood. Sin embargo, todos ellos ubicaron en el panorama mundial tendencias que se han convertido en iconos de dos generaciones de jóvenes. A partir de estos planteamientos, se desarrollará el siguiente trabajo, teniendo en cuenta los conceptos trazados y la historia que enmarca estas dos corrientes estéticas. También servirán de ejemplo para analizar al reguetón, una tendencia que por su actualidad no ha sido trabajada de manera profunda en cuanto a subcultura. Cabe considerar que cada contexto regional e histórico puede recuperar los elementos estilísticos de la subcultura y asociados a un estilo musical con variaciones o el ensamblaje de elementos locales. Por esta razón, este trabajo se circunscribirá en algunas manifestaciones específicas de estos estilos.

La moda y la música En estudios académicos actuales se plantea que la moda surge como expresión y forma de comunicación. Uno de ellos, hecho por la Escuela de Sociología de

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la Universidad de Costa Rica y titulado Clase social, gusto y moda: una perspectiva sociológica (2016) afirma lo siguiente: “el hecho de vestirse va más allá de la protección contra la intemperie. Reafirmamos por una necesidad investigativa sobre los aspectos simbólicos de la vestimenta, sostenemos que somos lo que vestimos y que eso que vestimos tiene un carácter que va más allá de lo material, sino que también comunica” (Díaz y Vega Valerín, 2016: 8). De hecho, vectores identitarios como la nacionalidad de una marca, la tradición de la empresa o de la moda y el arte de un país determinan la forma de entender el estilo de cada una de ellas, y configuran la identidad de la marca. De ahí que la moda esté ligada a la búsqueda de identidad y a los procesos de diferenciación de las masas por parte de los individuos, que buscan su propia noción de ‘autenticidad’ a través del consumo de marcas específicas. De igual forma sucede con los grupos subculturales que se manifiestan a través de la moda, asociada al consumo musical, como los mods o teddy boys, en la Inglaterra de los años 50 y mencionados previamente, o los que serán objeto de estudio en este trabajo: los punks, los grungers y los reguetoneros.

La doctora en comunicación Lucía Elena Acosta Ugalde, en un estudio hecho sobre la estética, la moda y la representación contemporánea, y publicado por la revista académica Razón y Palabra (2012) de la Universidad de Los Hemisferios en Ecuador, expone a las formas simbólicas del vestir como un complejo de elementos cargados de significado. Para ella,

la moda es un sistema que

emerge de la sociedad contemporánea y sirve como manifestación expresiva que desde la imagen articula rasgos identitarios de un individuo. Lo dice así: “Los objetos tienen un marcado valor simbólico. El vestido pasa de ser un implemento que nos cubre del frío a un objeto que nos sirve para exteriorizar y representar lo que tenemos y, por ende, lo que somos”.

Por eso, la moda se ha convertido en determinante en la dinámica de reconocimiento social en los sujetos,

a través de la cual comunican sus

inquietudes frente a la sociedad y la cultura dominante. En la música, el proceso comunicativo es similar: es la expresión de un sentir, una emoción o una ponencia que define a unos cuantos, según se identifican y el gusto que despierta, y los perfila en una unidad que defiende ciertos valores. Aquí es 14

cuando la asociación entre las dos se hace tan estrecha, además de ser una relación bidireccional. El ensayo Cuerpos Políticos de La Moda, compilado en el documento Creación y Producción en Diseño y Comunicación (2016) de la Universidad de Palermo en Argentina, recoge a través de los ciclos propios del mundo occidental la historia de la moda. Respecto a la música como agente transformador de los estilos, dice lo siguiente: “La música es determinante como nuevo paradigma de la imagen, el disco con su brillo “glam”, en plataformas y afros en interminables noches de excesos contrastan fuertemente con la subversión de lo “normal” del Punk, sujetos con una ideología política anarquista que se expresa en el vestir de sus cuerpos, transgresión de los símbolos sociales, colores extravagantes y connotaciones violentas articulan una imagen que habla sin palabras de “No hay futuro” (Quintero, 2016:48) Así, la moda y la música son un tándem inseparable en las sociedades contemporáneas y la asociación de los estilos de ataviarse con estos movimientos musicales se ha vuelto un elemento central en la definición de las identidades de marca. Esto es así sobre todo en los movimientos contraculturales, de los que se ocupa este trabajo, porque es definitorio que la estética y el sonido que los representan son los pilares de su declaración de intenciones y de existencia ante el mundo. Es verdad que, mirado desde la óptica de estas mismas subculturas o de algunos músicos, su conversión en moda es leída como un efecto banalizador. El músico catalán Gerard Quintana, líder de la banda de rock Sopa de Cabra, afirma que “el sistema engulle todos los movimientos que nacen con el ánimo de transformarlo, y haciendo un eructo, de la contestación hacen una moda, hasta el punto que puedes ver un tío con una cresta y unas chapas y tal, y cuando le dices que es punk y le hablas de Durruti y las barricadas te contesta: ‘¿Qué dices? Me voy a ver la última de la Guerra de las Galáxias’. Es muy bestia, pero es así”1 (Quintana, 2003: 23).

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Traducción del original en catalán por parte de la autora de este trabajo: “El sistema engoleix tots els moviments que neixen amb l.ànim de transformar-lo, i fent un rot, de la contestació en fa moda, fins al punt que pots veure un tio amb una cresta i unes xapes i tal, i quan li dius que és punk i li parles de Durruti i de les barricades et contesta: .Què dius? Me.n vaig a veure l.última part de La guerra de les galàxies.. És tot molt bèstia, però és així.”

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Carles Feixa en De Culturas, Subculturas y Estilos (2014) para La Revista académica para el desarrollo de las ciencias sociales en el Perú, a los estilos aportados por los hippies, los skinhead o los metaleros, entre otros que han trascendido en el tiempo, los define como estilismos espectaculares o permanentes, es decir, esos que se manifiestan de manera muy significativa en la escena pública y que presentan una trayectoria histórica. A partir del origen de dichos estilismos como formas de expresión y comunicación, las tendencias en moda, en cada temporada, se han alimentado de ellos y han sido el punto de partida en la inspiración de los diseñadores para crear sus colecciones. A este aporte específico de la música a la moda, el Colegio Mary Mount de Bogotá, en Colombia, en un proyecto hecho sobre diseño de modas y que responde a la pregunta: ¿qué factores afectan y/o determinan la aparición de una moda o tendencia? (2014), lo encierra dentro del concepto de “macrotendencias”, que define como las “tendencias conceptuales que nacen de eventos o situaciones que cambian la percepción de vida y/o el estilo de vida de los seres humanos y tienen una duración extensa de 40 a 50 años aproximadamente, lo que hace que muchas veces ni siquiera nos demos cuenta de su existencia u origen” (Bedoya Gómez, 2004:10). Actualmente, el grunge vive un revival casi anunciado, y es que a 20 años de su aparición y considerando su peso en la cultura pop actual ya podría considerarse una “macrotendencia”: Los baggy jeans, mom jeans o boyfriend jeans que tanto se ven en la vidrieras de marcas como Zara, Pull & Bear o Stradivarius y en cada esquina de ciudades como Barcelona o Milán, ahora también Bogotá, están inspirados en la figura femenina de los pantalones en los años 90s, que combinados con una camisa a cuadros amarrada a la cintura y unas botas Dr. Martens o unas converse negras completarían el outfit clásico de la grunger de la década, que los vestía con la intención de rebelarse o liberarse de la producción estética desmedida de los años 80 o simplemente porque su artista favorito, el epicentro de este movimiento cultural, Kurt Cobain, lo hací

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1.GOD SAVE THE QUEEN

Karl Lagerfeld para la Casa Chanel. Vogue 2011

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God save the queen She's not a human being And There's no future And England's dreaming Sex Pistols, God Save The Queen (1977)

HARAPIENTOS CON PREMEDITACIÓN Y MUCHO ESMERO Para algunos el punk es una declaración de independencia que trasciende la estética; una cuestión más de espíritu que de actitud, afirmación que se ha colado en diferentes expresiones artísticas como la moda. Algunos diseñadores como Charlotte Olympia, Eddie Borgo o la firma Balmain, por nombrar solo algunos nombres, se han inspirado en algún momento en este movimiento subcultural, que lleva 40 años planteándose y replanteándose en las pasarelas y boutiques del mundo entero. El punk surgió en el Reino Unido, Australia y los Estados Unidos en la mitad de la década de los 70s. Según Jon Savage, en su libro Adolescencia: La Creación de Culturas Jóvenes (2007), el punk es un bricolage de la mayoría de movimientos previos a él desde la Segunda Guerra Mundial. De ahí que influya fuertemente en las manifestaciones artísticas juveniles porque en él converge un cúmulo de oposiciones y expresiones fuertemente relacionadas con el espíritu joven de la época. Según Dick Hebdige, el estilo punk recoge fragmentos de los rastas, quienes a su vez habían adquirido ciertos ideales y símbolos de los rude boys: su música y su estética se referían a ese paraíso, el caribe y las Antillas, que revivían constantemente en su lírica; un ideal de futuro y una evocación del pasado. Esto identificaba a los pioneros del movimiento punk: la inestabilidad de no pertenecer, la idea de un futuro y la añoranza de un pasado. Sin embargo, su situación era diferente a la de los rude boys y los jóvenes pertenecientes al movimiento rastafari, que eran grupos subculturales nacidos entre las juventudes de inmigrantes negros, por lo que su contexto histórico los alejaba en cultura y 18

distancia física a la Inglaterra blanca, de clase trabajadora e inconformista a la que los punks pertenecían. Por eso, al ser una metáfora que no podía prometer un futuro en una suerte de tierra prometida ni volver hacia un pasado que representaba “tiempos mejores”, los punk se caricaturizaron y disfrazaron usando colores etíopes, la cresta era una alegoría a los dreadlocks de los rastas, sustituyeron el hambre de las comunidades negras por mejillas flacas y resituaron su look harapiento entre la elegancia y la indigencia, con premeditación y mucho esmero. Al mismo tiempo, la vestimenta expresaba una condición obrera cargada de agresión, frustración y ansiedad, parodiando al resto de la sociedad con cadenas, correas de perro, cazadoras y posturas rígidas, figurando así la sumisión del sistema. Respecto a esto, el estudio Cómo la estética del movimiento contracultural punk, es cooptado y funcionalizado por el sistema cultural hegemónico (2014) para la Universidad Católica de Ecuador, analiza la manera en que los punkies actuales aún siguen estas formas de manifestación del inconformismo a través de la vestimenta: “se puede nombrar como otros de los símbolos importante de los punk, las “cadenas” que utilizan y que poseen un simbolismo que habla sobre la rebeldía hacia la esclavitud, en todo sentido ya sea político, económico e ideológico. Las cadenas representan muchas veces las ataduras hacia alguna cosa, aunque sea a cuestiones netamente subjetivas

como los “miedos”.”

(Donoso Sánchez, 2014: 58)

La fashionización de una manifestación del espíritu De acuerdo con la historia, la diseñadora inglesa Vivienne Westwood fue la propulsora de la fashionización del punk.2 Su tienda en Londres Let It Rock, más tarde renombrada SEX, su fascinación por Richard Hell, el líder del The Voidoids, y su relación con Malcom Mclaren, el manager de The Sex Pistols, la posicionaron como “la dama del punk”. Fue ella quién vistió a los Pistols para su primer concierto y fue a partir de entonces que se difundió y difuminó la estética de la subcultura más rebelde de los 70s. De esta manera, el punk, a pesar de su 2

Del artículo Una Historia del Punk (y la moda) en el portal de la Revista VOGUE Españo (2013)

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apariencia descuidada, se inaugura ya con una conciencia y preocupación con respecto a las cuestiones del estilo y la moda. Paralelamente, el movimiento se afianzaba en Nueva York; Manic Panic, la tienda fundada por las hermanas Tish y Snooky Bellomo, era el referente estilístico para cualquier punk de la ciudad. En ese lado del atlántico, en lugar de los Sex Pistols, The Ramones eran los que dirigían la masa de inconformistas; la banda emblemática del movimiento.3 Los seguidores de estas bandas y otras muchas que nacieron con el tiempo fueron parte importante en la masificación y apropiación del estilo por parte de amplias capas de la población. Aunque ya se habían establecido unos códigos y una estética propia, fue la propuesta comercial completa, música y moda, la que logró difuminar una forma de expresión a consumismo masivo. Si bien los punks ya habían declarado sus intenciones al mundo tomando elementos simbólicos y significativos de otras subculturas, Westwood les brindó posibilidades y creó un lugar comercial para dirigirlos a todos. De esta forma, el movimiento punk indica como una forma de vestir podía sintetizar muchos significados socioculturales y la moda, por lo tanto, era para este movimiento una forma de comunicarse. Su creación jugaba con todas las posibilidades que ofrecía la moda y las subvertía, y por eso chocaba, sorprendía, al mismo tiempo que encantaba: tomaba referentes culturales como la imagen de la reina de Inglaterra y la distorsionaba con pines metálicos en la nariz. Las camisetas, inicialmente hechas a mano y en casa, luego se cargaban de frases provocativas y desafiantes; otras, en cambio, tenían impresas chicas pin up o cowboys homosexuales,

o

cualquier

compilado

de

imágenes

tabú

que

se

complementaban con accesorios relativos al sadismo, chaquetas de cuero, botas Dr. Martens y jeans entubados. Las hermanas Bellomo, desde Nueva York, completaban el “ajuar” con los tintes para el pelo tan característicos ahora del imaginario del punk.

3

Reseñado el en artículo, 40 años del punk publicado en la Revista EGO, otoño 2016

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Pedro Riera, en su artículo conmemorativo a los 40 años del movimiento punk en la revista Ego del otoño del 2016, se refiere a esta fashionalización de lo punk como un fenómeno social fugaz, en el que las insinuaciones y la rebeldía se vieron rápidamente opacadas por las poses y la originalidad de un grupo de jóvenes se redujo al consumo de masas. Asegura que, en menos de tres años, lo que duró la carrera musical de los Pistols, se había perdido todo el componente de resistencia y destrucción propio del simbolismo punk y había comenzado, en cambio, el negocio; un negocio que, a pesar de sus palabras críticas, defiende al final de su texto como generador de un legado que quedó inspirando a muchos creadores y que actualmente vuelve a ser un sinónimo de insumisión e inconformismo por lo menos desde su vertiente simbólica. Por otro lado, William Cruz Bermeo,

historiador de la moda colombiano,

entrevistado por la autora de este trabajo, defiende la generalización del punk como un aspecto positivo porque él no lo ve como una tendencia, sino como una manifestación del estilo. Y, para él, el estilo es la forma en la que se exterioriza el espíritu; en este caso, el sentir de una época. Es por esta razón que se masifica y perdura en el tiempo o, más bien, retorna a lo largo de los años: “Vuelven a pegar en épocas contemporáneas porque es muy probable que existan tensiones en la actualidad que se parecen a las que esta gente vivía en su momento…”

De la anarquía a la pasarela La estética que resultó del punk fue la antimoda, el do it yourself4, que con la integración de sus elementos en la moda vanguardista y la alta costura llegó a generalizarse de forma aparentemente ‘natural’. Sin embargo, dicho proceso representaba todo lo contrario a lo que intentaban manifestar con su apariencia los pertenecientes a esta subcultura. El choque del simbolismo de lo punk con el de la indústria de la moda lo muestra el estudio titulado Significados de los elementos de expresión de identidad en la moda/vestido de las subculturas (2013), para la Universidad del Área Andina en Colombia, después de entrevistar 4

Memoria de la exhibición Punk: From Chaos To Couture del Museo Metropolitano de Nueva York, 2013

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a un grupo de punkies: “…Respecto a la moda la ven como parte de un sistema capitalista que alienta al consumo, donde el diseñador no se preocupa por las implicaciones sociales y culturales de su práctica, y por estas razones están en contra de la misma y limitan el consumo de prendas de vestir al mínimo, pues crean su propio estilo a partir de ropa regalada o algunas prendas básicas sin marca, para posteriormente modificarla con pinturas, herrajes e intervenciones.” (Uribe Restrepo, 2013:35). Con esto se evidenciaba el salto de actitud que se dio para llegar a la moda comercial con respecto a la de los escenarios musicales. Desde las bandas punk y sus primeros seguidores, la rebelión expresada en letras mordaces y provocadoras en contra de un sistema social que no satisfacía las necesidades de ciertos jóvenes, se visualizaba en una manifestación del estilo. Desde esta perspectiva, la sociedad de consumo quedaba situada en el bando enemigo, aunque luego las estéticas punk terminaran formando parte de esta misma sociedad consumista. En el año 2013, El Museo de Arte contemporáneo de Nueva York le dedicó una exposición completa al movimiento titulada Punk: From Chaos To Couture, presentando a través de su cronología como su estética rompió el paradigma de contracultura. Así, el aspecto punk ha conseguido consolidarse en la sociedad como un “must have”, algo imprescindible y que ha trascendido a los grupos alternativos. Desde que se inició como propuesta comercial, no ha dejado de estar vigente. Los diseñadores ya no promueven un estilo de vida en contravía a la sociedad, el impacto ya no se da desde el pensamiento y las ideas, sino que se da a través de la imagen y el marketing que a partir de ella se pueda trabajar. Los primeros valores han sido olvidados y reemplazados por la apariencia. De ahí que la banalización del punk permite que, en la moda, sólo se incorporen algunos elementos propios del estilo, cambiando significantes como anarquía o revolución por chic o glamouroso. Por eso hemos visto, en las pasarelas, al punk traducirse en varios arquetipos que van desde el amante de Versace para su colección otoño/invierno del 2006, hasta el explorador de Chanel, en una colección de pre-otoño en 2016, pasando por Givenchy, Comme Des Garcons y Martin Margiela, cada uno apostando por

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encontrarse con el punk desde su personalidad de marca. 5 Cuando la industria de la moda, en su afán comercial, se apropia del concepto estético, lo ético pierde significado o se diluye en ello, pues parecería que lo estético deviene ya algo imprescindible para pertenencer a los valores que se le han asignado. Así, el estilo sigue siendo, como fue antes, un importante marcador de la identidad. Hay ciertos caracteres y autoimágenes que harán que algunas personas se sientan más cómodas con chaquetas o pantalones que evocan el estilo punk, aunque estas prendas provengan de tiendas de moda o de escaparates de franquicias de ropa barata. El espíritu del punk, aunque descafeinado y banalizado, puede recuperarse, si el consumidor así lo quiere, en estos ropajes. Con todo, hay que observar que la identidad de las personas punk no se define sólo alrededor de la ropa o, por lo menos, que los miembros de una subcultura son capaces de ‘disimular’ o cambiar sus ropajes según la situación sin sentir que su identidad se pone en cuestión. Así, Monica Sklar y Marilyn DeLong, en su estudio Punk Dress in The Workplace: Aesthetic Expression and Accommodation (2012) concluyen, después de observar a un grupo de personas pertenecientes a la subcultura del punk, que estos logran acomodarse y cumplir con un código de vestimenta adecuado, neutro, que les sirve en ciertos entornos laborales, y que nada tiene que ver con su estilo habitual. Así, aunque estos ‘punks’ no dejan de advertir que por momentos se sienten con límites impuestos a su libre expresión, también admiten que, con respecto a su personalidad, las ropas punk son un complemento y medio accesorio de expresión, y no la esencia entera de quienes se deciden a ser.

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ibidem

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2. COME AS YOU ARE

Grunge and Glory Vogue USA 1992. Por Steven Meisel

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Come as you are, as you were, as I want you to be As a friend, as a friend, as and old enemy Take your time, hurry up, the choice is yours, don't be late Take a rest as a friend as and old memoria Nirvana, Come As You Are (1991)

LA REGLA ES SIMPLE: COMO MÁS DESALIÑADO, MEJOR El grunge fue el sonido que definió los años noventa y la ciudad de Seattle en el estado de Washington, Estados Unidos. Fue la cuna del movimiento musical que marcaría una de las tendencias menos pretenciosas en la moda. Durante los años 80s, la escena rock mundial estaba liderada por corrientes musicales como el punk, el hardrock y el glamrock, que mantuvieron en la cima a bandas como Iron Maiden, MötleyCrëu, Poison, Bon Jovi, y Guns n’ Roses, solo por nombrar algunos de los grupos, que caracterizaron una época de chaquetas de cuero y laca en el flequillo. Estas bandas de reputación internacional tocaban en grandes conciertos por todo el planeta de manera constante, visitando cada tanto aquí y allá. Sin embargo, estos grupos estaban olvidando a Seattle, una ciudad intermedia ubicada en la esquina norte más occidental de los Estados Unidos, solo llegaban hasta San Francisco en el estado de California.6 Así se fue conformando una atmosfera musical independiente en Seattle. Una larga lista de bandas locales empezó a emerger y de alguna manera llenó las expectativas de los ávidos de música en la ciudad, recibiendo el apoyo de público y especialistas. En el libro de Mark Yarm, Everybody Loves Our Town (2011), se describe como este nicho de bandas estaba compuesto por grupos de amigos a los que les gustaba componer y crear, también grabar y producir. Por eso fue fácil encontrar en diferentes grupos un mismo integrante, puesto que los instrumentistas y cantantes se paseaban de banda en banda cuando era necesario. Esto hizo que los sonidos propios de cada formación se fueran

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Hype!: documental hecho sobre el grunge en 1996 y dirigido por Doug Pray

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desdibujando y con la influencia de las que se destacaban en ese momento en mundo entero, se fue consolidando el sonido del grunge. Según el diccionario de la Universidad de Oxford el término grunge es definido como “mugre” o “sucio”, y se le adjudicó a ese conjunto sonoro de guitarras distorsionadas y voces perezosas que comunicaban con rabia pero positivismo un inconformismo introspectivo e individual, ese que se siente en la adolescencia y que se deriva de una búsqueda de identidad constante; en fin, un rechazo a lo establecido, ya sea porque se es más reflexivo o por simple rebeldía. En este sentido se distanciaba del punk, que se expresaba también con rabia, pero negativismo, en contra del sistema. 7 Quizá fue Kurt Cobain, líder de la banda Nirvana, quién mejor supo encarnar este ideal de personalidad grunge, atormentada y vital simultáneamente; individualista pero a la vez comprometido con el mundo, y arrastrar a numerosos músicos y oyentes hacia una nueva forma, más austera, de producir y consumir música. La existencia de este circuito, que además de músicos contaba con salas, programadores y críticos, permitió que se conformara una esfera musical independiente, que con el paso de pocos años se volvería un movimiento mainstream y transnacional, sin duda gracias también al impulso que la entonces joven MTV dio a bandas como Nirvana.

De ahí que los más jóvenes empezaran a identificarse con lo que las letras comunicaban y la música grunge los hacía sentir, sumergiéndolos en un nuevo estilo de vida. En la investigación La Construcción de Identidad A través de la Música (2004) para la universidad Rey Juan Carlos en Madrid lo explican así: “El gusto musical queda condicionado socialmente. Y es precisamente este gusto musical el que creó grupos sociales definidos en torno a una ideología concreta trasmitida a través del medio musical”(Hormigos y Martín Cabello, 2004: 264) Dicho de otra manera, las insinuaciones con pensamientos semejantes y la construcción de visiones de mundo parecidas, los reuniría a todos en una subcultura total8 capaz de reconocerse no solo en el compás de sus melodías, 7

Ibidem Así define Xavi Sancho al grunge en su artículo ‘El Grunge nunca se fue’ para el diario El País, abril de 2011. 8

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también en su aspecto físico, marcado por la estética de bandas como Hole, Nirvana, Pearl Jam o Bush.

De cuando no arreglarse se hizo moda Alejandro Marín, periodista colombiano, en su especial para radio La Historia Secreta de la Música (2016) define el grunge como la antimoda, porque contraria al estilo punk o al glam, no existía ninguna premeditación o intención por parte de los músicos al aparecer en el escenario. De hecho, las tradicionales camisas de leñador a cuadros, los jeans rotos, las franelas alusivas a otras bandas, las zapatillas y las botas hacían parte de su guardarropa habitual, y parecía que no intentaban comunicar nada más. Aun así, la estética de la anti-estética también es un estilo comunicante y transmite la idea que el cuidado para uno mismo, por lo menos en términos cosméticos, es algo irrelevante, excesivo y casi molesto.

Marín, al referirse a sus guardarropas habituales, expone que el estilo grunge se dio gracias a la localización geográfica de Seattle. Al estar al norte de los Estados Unidos, en una región donde el sector maderero era muy relevante, era normal ver a sus habitantes vestidos con camisas a cuadros, una referencia histórica conmemorativa a las mantas escocesas que los inmigrantes ingleses del siglo XIX usaban para abrigarse y que, más adelante, la compañía Pendleton, fabricante de ropa de lana, tomaría como base para producir camisas para los leñadores y pescadores de los Estados de Washington y Oregon. Estas camisas, que inicialmente cargaban con este contenido nostálgico, se volvieron tan comunes que se encontraban en cualquier tienda, convirtiéndose en un básico para todas las edades y adecuado al clima y condiciones de vida de Seattle.

La insospechada integración de este vestuario en la moda internacional sucedió cuando las bandas grunges más destacadas de la escena local seattleista se abrieron paso al escenario mundial: Alice In Chains, Sound Garden, Pearl Jam y Nirvana fueron determinantes en la apropiación del estilo de sus integrantes por parte del colectivo juvenil. Además, el componente visual y la estética de las bandas se estaban convirtiendo, en este contexto, en sumamente importante a

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través de la expansión del vídeo musical y plataformas como MTV, que generalizó el estilo de vida de estos nuevos rockers como regla de atractivo.

Sin embargo y como lo plantea el artículo de Alice Newell Hanson para la revista i-d, ¿Por Qué La Moda se Obsesiona con el Grunge? (2015), “su adopción dentro de la moda fue más bien un síntoma del clima económico de Estados Unidos”, uno en el que muchos sectores estaban quedando marginados del crecimiento económico del país. Alice Newell Hanson llega a afirmar que es irónico ver a “Marc Jacobs contratando a Oribe para que peinara el cabello de las modelos como músicas recién levantadas que no pueden comprar shampoo”. Así, según la periodista, estos nuevos ídolos de masas eran un puñado de pobretones que no tenían modo de comprar atuendos “bonitos”, seguidos por un público de pobretones que tampoco podían comprarse algo bonito. Así y en primera instancia, la solución era ir al Kmart (por nombrar alguna tienda norteamericana) y comprar allí la ropa o aprovechar los mercadillos de segunda mano y conseguir a buen precio lo que necesitaran para verse como ellos querían, es decir, tal y como sus ahora artistas favoritos se veían. En este sentido, más allá de paradojas y contrasentidos, podría decirse que el grunge prometía democratizar el glamour. O, si acaso, acabar con él, que viene a ser lo mismo.

El grunge irrumpe en la pasarela 1992 fue el año en el que el grunge pasó a ser el foco de la industria de la moda (no siempre para bien) y fue Marc Jacobs el primero en darle alta costura a este movimiento, algo que casi atentaba contra el estilo de vida de los artistas grunge aunque, para esta época, la moda ya había trascendido el movimiento musical. Jacobs empezaba en la industria, y fichado por la firma Perry Ellis, se arriesgó a mostrar su primera colección para la primavera de 1993 con aires de desaliño y descuido. Eso sí, todo esto tratado con el mayor cuidado para producirla en telas de miles de dólares y accesorios a la altura, lo que fue su táctica para llevar a la comercialización una estética tan fuera del contexto de la producción de lujo. De hecho fue precisamente el coste de la producción la razón de que la firma nunca dejara salir la colección de la pasarela a las tiendas, puesto que la consideraba

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muy poco aspiracional y que apuntaba a unas ventas mínimas. Los precios de las prendas oscilaban alrededor de los $300, cuando al final, según los directivos de la firma, era un estilo corriente y nada sorprendente.9 Por otro lado, la androginia y la moda unisex que caracterizaba el grunge también causaron rechazo a la propuesta.10 Los planteamientos feministas de Kurt Cobain, el papel de bandas femeninas desaliñadas como Hole y la poco importancia de la diferenciación sexual en el movimiento (en relación con lo que sucedía en otros estilo musicales, como el rock hipermasculinizado) contrastaba con la forma en la que la moda representaba a las mujeres. Los años noventa fue la época de las supermodelos; la feminidad y curvas de Claudia Schiffer, Cindy Crawford o Iman estaban en su punto más álgido y las mujeres, a las que iba dirigida la alta costura, no querían esconder bajo capas de ropa ancha su figura, y mucho menos verse desprolijas o desaliñadas. O por lo menos esta era la prospección que se hizo desde el sector de la moda. Sea como fuere, los temores del sector y las peculiaridades del grunge hacen que en este punto valga la pena recordar a Simon Frith y su libro Sociología del Rock (1979), en el que el autor trabaja el concepto de cultura de masas y de cómo fracasa cualquier expresión al no darse de manera auténtica “La clave crítica es el concepto – autenticidad-; el argumento es que una cultura creada para el provecho comercial carece de autenticidad aunque dramatice -auténticos sentimientos-”.

Aunque Jacobs fue despedido al año siguiente, contribuyó desde el glamour y la belleza de las pasarelas a posicionar en el imaginario colectivo esta subcultura, para bien o para mal. De hecho, el grunge tuvo que enfrentar grandes resistencias desde el sector de la moda, puesto que algunos de sus tótems lo consideraron un estilo intruso o, incluso, un estilo sin estilo. Jean Paul Gaultier expresó en una entrevista dada a Vogue en los años 90 que "El grunge no es

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Del artículo ¿Por Qué La Moda se Obsesiona con el Grunge?, escrito por Alice Newell Hanson para la revista i-d. (2015): https://i-d.vice.com/es_mx/article/por-qu-la-moda-se-obsesiona-con-el-grunge 10

Uno de los aportes de Kurt Kobain a la moda grunge fue su mimetización en ambos sexos. El artículo Why Kurt Cobain Was One of the Most Influential Style Icons of Our Times de VOGUE (2014) repasa su contribución a la estética y al vestuario contemporáneos.

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nada más que una forma de vestir cuando no tenemos dinero" y Suzy Menkes, periodista especializada en moda, lo catalogó de, sencillamente, “horrible”11. La descentralización del movimiento concentrado en Seattle se vio reflejada en la aparición de bandas como Bush, (Inglaterra), Dover (España), Zurdok (México) o Huelga de Hambre (Perú)12, entre otras. En Argentina, el rock chabón aparecía como un estilo que carecería de toda pretensión de voluptuosidad, elegancia y virtuosismo; es decir, las aparentemente mismas pocas intenciones estéticas del grunge.13

De igual forma lo hizo la prensa especializada cuando a pesar del fracaso en pasarelas del estilismo grunge, Steven Meisel le dedicó 10 páginas completas con una editorial fotográfica llamada Grunge And Glory, para Vogue USA en 1992. Los diseñadores Anna Sui y Christian Francis Roth hicieron lo propio el mismo año que Jacobs lanzó su colección. Y el cine tuvo su aporte con películas como Singles (1992) y Reality Bites (1994), iconos fílmicos y mitos generacionales que reivindicaron el fenómeno subcultural que reinó en los 90s.

El revival de lo “sucio” Según el libro El Vestido Habla: Consideraciones Psico-Sociologicas sobre la Indumentaria (1990) la moda es “un conjunto de comportamientos significativos que expresan los valores característicos de una época y entran en decadencia junto a ella… constituye la forma de vestirse, es decir, de mostrar y ocultar el propio cuerpo” (Squiciarino,1990:11), Con esto podría advertirse que el grunge decayó al finalizar la década de los noventa, con el cambio de siglo y todo el afán que esto conllevó: parecía que se volvía a un ciclo de crecimiento económico, se incrementaban las políticas neoliberales y se acentuaba la importancia de la

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Estas declaraciones aparecen reseñadas en el artículo publicado en 2014 Grunge: El despertar de los 90 de la revista colombiana de moda, FUCSIA: http://www.fucsia.co/moda/tendencias/articulo/tendenciagrunge/50214 12

Información tomada del archivo virtual de la Revista Rolling Stone y Revista Axxis Colombia

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Información que pertenece a la ponencia de Daniel Salerno El tiempo pasa… Nos vamos volviendo Tecnos. Música, identidad y juventud. Facultad de Ciencias Sociales. UBA. 2014

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iniciativa individual para el éxito, Internet conectaría al mundo de una forma inimaginable, la información estaba a un clic de distancia 14… y eso generó nuevas formas de mostrarse y expresarse a través del vestido.

William Cruz Bermeo, historiador colombiano, al preguntarle por qué regresan modas como el grunge, afirma que algunas tendencias se vuelven cíclicas porque los valores característicos de diferentes épocas son similares, aunque los contextos hayan variado: “hoy en día uno ve a la gente desganada y se dice que hay una búsqueda de la felicidad completa, pero a la gente la felicidad también le cansa y el exceso de ella conduce a un cierto desprecio por las cosas. Empiezan a tener sentido esas estéticas que son acabadas, destruidas, y que de una manera empiezan a explorar el lado oscuro de la existencia.” 15

Y puede ser entonces que, 20 años después, los hijos de la generación grunge hayan heredado eso que Carles Feixa en su artículo De culturas, subculturas y estilos (2014) denomina ‘culturas parentales’, que se refieren al conjunto de interacciones cotidianas entre varias generaciones con las que un joven elabora un estilo de vida propio, tomando los referentes de sus progenitores o adultos cercanos. Para elaborar su propio estilo de vida, estas ‘culturas parentales’ se mezclan con ‘las culturas hegemonicas’ de su propio grupo de iguales, que son las que reflejan la distribución de poder cultural en la sociedad; en otras palabras, y para el caso del vestido, las propuestas comerciales. Así, el grunge, para nuestro caso, hoy podría cohabitar para algunos jóvenes como cultura heredada de sus adultos o referentes algo mayores, y mezclada con las propuestas estilísticas comerciales mayoritarias. De acuerdo con VOGUE, cuando hace la cronología del grunge en su sección de la ‘voguepedia’, el año 2013 se declara el año del ‘comeback del grunge’. Ese año el diseñador Hedi Slimane, para su segunda colección con la casa Yves Saint Laurent, recupera esta estética. A simple vista, su colección parece un homenaje a la época, pero además en su círculo social se mueven algunas de

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90s: The Last Great Decade. Especial para televisión de National Geographic. (2014)

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La entrevista completa en la sección de ANEXOS de este trabajo.

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las estrellas que aportaron a la construcción original de este estilo de vida, como Courtney Love, cantante de Hole y viuda del emblemático Kurt Cobain, el más icónico de los rockeros de los 90s para este movimiento. Pero el grunge tampoco no lo tuvo tan fácil esta vez. A esta colección nuevamente le salieron detractores como la crítica de moda Cathy Horyn, que la calificaba como desfasada, creada por alguien que había estado alejado de la moda por mucho tiempo. Por su lado, Tim Blanks y Lisa Amstrong16 también mostraron su descontento ante la creación. Aun así, ha sido un éxito en ventas y, el punto de partida para el revival de una tendencia.17 De igual forma, la marca londinense Marqués Almeida, para el otoño/invierno del 2015, en línea con lo que dicen Cruz Bermeo y Scquiciarino, trataron de recuperar a través de vestido una actitud desenfadada para una nueva generación, para eso se inspiraron en el street style y en la forma de vestir de sus hermanos y amigos.18 Por otro lado, Marc Jacobs ha querido reivindicarse como pionero en la introducción del grunge en la moda y se ha aliado con la heredera de toda la estética y estilo de vida grunge, Frances Bean Cobain, la hija de Kurt Cobain, y también su viuda Courtney Love, que ha sido imagen de la campaña primavera/verano ’17. Con todo, el aporte más significativo al revival del estilo grunge lo han hecho los abanderados de la democratización de la moda; es decir, marcas de ropa de consumo como el grupo Inditex, Mango o H&M, que gracias a sus versiones ‘económicas’ de los diseños de las grandes y costosas marcas, ponen a la mano de todos las tendencias que en las grandes pasarelas aparecen. Hasta ahora no se puede decir si este es un revival en todo sentido, pues no se sabe si las angustias, los temores o los cuestionamientos de la juventud actualmente son los mismos o al menos parecidos a los que se vivían en los años 90s. El movimiento grunge pasó de ser un movimiento independiente en

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Cathy Horyn escribe para el New York Times, Lisa Amstrong, para el The Daily Telegraph y VOGUE británica, y Tim Blanks es la voz de Conde Nast 17

Información tomada del portal TRENDENCIAS, en su artículo El grunge, Marc Jacobs y el 'badtiming' (2014): www.trendencias.com/disenadores/el-grunge-marc-jacobs-y-el-bad-timing 18

Ibidem

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Seattle a devenir significativo para un grupo de personas importante en todo el mundo, para luego convertirse en un concepto y un estilo de vida que, a pesar de su austeridad, ha dado mucho material a la industria de la moda, no necesariamente desde las pasarelas. La calle y lo cotidiano son los escenarios naturales y auténticos en los que se encuentra inspiración y la vivencia del estilo grunge.

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3.DAME MÁS GASOLINA

J. Balvin, vestido por Carlos Campos..NY Fashion Week 2017

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Luce tan bien que hasta la sombra le combina Asesina, me domina Anda en carro, motoras y limosinas Llena su tanque de adrenalina Daddy Yankee, Dame Más Gosolina (2004)

BLING BLING, LO IMPORTANTE ES LA APARIENCIA El reguetón es un ritmo latinoamericano que nació en los años 90 en Puerto Rico y Panamá, se deriva del reggae jamaicano y el hip hop de los Estados Unidos con letras en español. Así lo reseña la licenciada Ana Rosa Thrillet en su tesis La representación de la marginalidad por parte de la industria del reggaetón (2006). Cuando se popularizó en toda Latinoamérica, a comienzos de los 2000, nadie se imaginó que sería el ritmo que dominaría las pistas del mundo casi 20 años después. Para muchos, era un sonido pasajero que pasaría sin pena ni gloria y duraría tan solo una navidad.19 Actualmente, uno de los más importantes exponentes de la nueva ola de este género musical, el colombiano J. Balvin, se codea entre los grandes del mundo de la moda y se hace notar, entre otras cosas, como embajador de la New York Fashion Week ’17. Este fenómeno musical ha conquistado todas las esferas sociales, empezando desde abajo. En un principio, el reguetón era escuchado por las clases bajas de las ciudades latinoamericanas, de ahí que fuera recibido con un primer rechazo. Con el tiempo, la simplicidad de sus letras y el ritmo que las acompañaba, una percusión aún más simple, caló en los estratos medios con sus estribillos pegajosos, hasta que finalmente llegó a ser de la música de todos. William Cruz Bermeo declara lo siguiente para el caso de Medellín, en Colombia, que fue proclamada la capital mundial de regueton20: “han pasado 20 años y apenas ahorita es que el reguetón está tocando a una mayoría que ya no se define únicamente por su edad, me explico, a principios de los 2000, en Medellín, los que escuchaban reguetón eran los chicos de los barrios populares, después se fue escuchando en sectores menos populares y luego llego a El Poblado (la zona

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Eso creímos la mayoría de latinoamericanos, jóvenes y adultos, cuando se estrenó la canción “Felina” de Tito y Hector en el 2002. 20 Tomado de los archivos digitales del periódico EL ESPECTADOR

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más exclusiva de la ciudad), y es como si hubiera ascendido de clases pero no lo quiero ver así, lo quiero ver en términos de impacto…”. Este impacto es el que ha hecho que actualmente se refiera al género como una subcultura, aunque no haya nacido de una manifestación en contra de la cultura hegemónica, pues sus visiones de mundo no distan mucho de lo establecido; al contrario, por lo que uno puede analizar en sus letras y videos, utilizan los mismos recursos propios de la cultura dominante –fundamentalmente, el sexo y el poder adquisitivo– para expresarse. Y ya sabemos que estos dos aspectos son los que predominan en la ideología del éxito de la sociedad actual: la posición social y una vida sexual plena. Por eso ha influido de manera tan directa en los más jóvenes y, hay que reconocerlo, los adolescentes actuales son nativos del género, así que no cuesta sorprenderse de que lo prefieran por encima de cualquier otro tipo de música. Con todo, hay que decir que las formas en las que se expresa el reggaeton hacen que, a pesar de su convencionalidad en los valores, suponga una reivindicación de maneras de hablar ‘poco prestigiadas’ u honorables, asociables, quizá, a un orgullo de clase baja. Luis Felipe Victoria en su estudio Análisis de la Construcción de Identidad Cultural Generacional a través del Consumo de Música del Género Reggaeton (2012) para la Universidad Autónoma de Occidente en Colombia, sugiere que la relación de la música con los más jóvenes se da sobre todo por la marca que deja en ellos a través de los medios masivos de comunicación. En los contenidos y mensajes de estos medios, entre los que está la música, los jóvenes encuentran los imaginarios con los que se identifican en momento de su vida muy relevante para el desarrollo de la personalidad. Así, por ejemplo, el reguetón puede formar a los jóvenes en actitudes amorales en el sentido de perseguir sus deseos sin reparos morales: “las actitudes de rebeldía de los adolescentes encajan perfectamente con este modelo de comportamiento donde quien quiere obtener algo lo busca, sin importar el establecimiento social, es ejemplo de esto el comportamiento de Wolfine.21 Sin importar el riesgo que implica el conquistar a la chica del video, lo hace, porque es lo que él desea. Similar a la situación en

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Aquí el autor se refiere al video “Escápate Conmigo”, del reguetonero colombiano Wolfine

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la que se ubica Arcángel22, visto desde un punto de vista moral, lo que hace es de juicio cuestionable, sin importar eso procede hacia aquello que desea obtener. En ninguna de estas dos ocasiones se presenta a estos individuos como villanos.” (Victoria, 2012: 71)

Con esta reflexión se puede concluir que el reggaetón como manifestación cultural influye de manera directa en las decisiones de los jóvenes a la hora de elegir los elementos simbólicos para construir su identidad. Es decir, que las personas jóvenes reproducen parcial o completamente los modelos propuestos por los artistas y lo que sus historias cuentan: si se trata de un mundo de lujo y es reconocible para el joven, lo usará como medio de identificación y expresión –con los límites que le impongan sus propios recursos y posición social. Si se trata de las letras, se apropiará del lenguaje y el mensaje reproducido. Mucho de esto lo aprovechan las marcas; en el caso las de moda, estas marcas, valiéndose de los artistas, construyen su imagen, masifican su estilo y condicionan el comportamiento y la identidad de sus seguidores. Cabe decir que algunas de estas marcas han apelado a comunidades étnicas –por ejemplo, cuando querían llegar a un público reguetonero que asumían que estaba formado por la diáspora latinoamericana en otros países, o al enorme mercado latinoamericano–, aunque el éxito de este estilo musical y sus prácticas de baile y estilo asociadas son ya plenamente transnacionales y transculturales.

Cómo viste el reguetón El reguetón tiene mucho del hip hop, como su configuración musical e incluso su estética. Si se comparan es fácil encontrar un patrón similar en las iconografías propias de ambos géneros musicales: el dinero, las mujeres trofeo, ropas anchas, accesorios muy vistosos y brillantes, hipersexualidad y nociones gansteriles que, en el caso del hip hop, se trasladan a la procedencia de la mayoría de sus artistas originarios: los guetos de ciudades como Nueva York o Los Ángeles. Es difícil decir si los cantantes de reguetón comparten un origen parecido, pero desde sus inicios se han identificado con la subcultura del hip

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Aquí se refiere al video “Me Prefieres a Mí” del neoyorquino Arcángel

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hop. Daddy Yankee y Don Omar, dos de los pioneros de la masificación del género en el mundo, han declarado que sus intereses musicales primarios fueron hacia el rap23, para luego derivar hacia otros estilos musicales. A comienzos del siglo XXI, cuando el reguetón se generalizó en toda América Latina, el estilismo tradicional de sus artistas era igual al de los raperos de los años 90s en Estados Unidos: ropa deportiva y jeans anchos, gorras beisboleras y tenis high top (bambas), también las tradicionales botas Timberland y el famoso bling bling de sus accesorios. Marín, en su especial para radio La Historia Secreta de La Música (2016), relaciona este estilismo con los comienzos delictivos de algunos de los raperos más famosos, que con el tiempo, el éxito y sus adeptos se normalizó. El reguetón, herencia del hip hop, adoptó estas formas de vestir reflejando más de lo mismo, incluso en el mensaje de sus canciones: joyas, bienes y mujeres, replicando en el seguidor o fan latinoamericano aspiraciones de poder y reconocimiento. De ahí que haya sido asimilado en principio por la clase baja. Con los años, el ritmo ha evolucionado, su composición musical ahora incluye una producción más exigente, porque se ha mezclado con el pop y se le han agregado secuencias de EDM24, además ha cruzado el océano atlántico, es decir ha roto las barreras de clases sociales y las culturales. De ahí que sus nuevos representantes, los que se han consagrado a través de esa universalidad, ya no luzcan como los de antes, el estilo hip hoper que se dio a comienzos del siglo se ha superado, de la misma manera que los rapers angloamericanos lo han abandonado. Los videos de artistas como Kanye West, Big Sean o Drake 25 reflejan un cambio significativo en su vestir: los pantalones tienen una figura más fit y son capaces de usar abrigos de piel. De igual forma en los videos y apariciones en público de artistas del reguetón como Maluma, Piso 21, Wisin y Yandel se nota el cambio de imagen: a veces

de traje, jeans ajustados,

chaquetas de cuero y otro tipo de calzado. Ahora, estos artistas y su contraste en el vestir, entre la elegancia y el deporte urbano, marcan la tendencia en la

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Tomado de las biografías de ambos artistas en el portal BIOGRAFIASYVIDAS.COM Así lo explicó Daddy Yankee en una entrevista hecha para la 92.7, emisora con base en Miami en julio de 2016 25 Pueden verse videos como “Bounce Bark” de Big Sean o “Hotline Bing” de Drake 24

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calle. Si uno analiza la evolución de los seguidores del género, puede notar como ha dejado huella también en su ropero. A este cambio Cruz Bermeo le da un significado contextual: el ascenso económico. Es decir, que esta transformación en el vestir, dice Cruz Bermeo, “la veo en términos de ascenso económico. Muchos vivieron una vida precaria y cuando adquirieron dinero empezaron a crear sus líneas de moda como Kanye West, totalmente de lujo, en virtud de lo que ellos aspiraban cuando estaban en una condición precaria”.

El reguetón actual ya no es exclusivamente de una parte de la sociedad y por la forma en que se expresa a través del vestido, tan dinámico, ha encontrado un espacio en la industria de la moda. Aunque actualmente no existan colecciones de firmas de lujo que se hayan inspirado en él, Cruz Bermeo 26 cree que sí tendrá la fuerza para lograr tal influencia, puesto que ya ha llegado al público joven a través de otros canales. Su trascendencia se basa en ese mundo aspiracional de lujo y confort, más que en ideas o pensamientos de tipo más crítico o de reivindicación de más dignidad para las clases oprimidas, y parece que la violencia, la superioridad masculina y la cosificación de la mujer siguen siendo los temas a los que siempre recurre para componer.

Los agentes que protagonizan estas expresiones musicales y que marcan la tendencia del reguetón son los artistas que, manejados por un gran músculo comercial, influyen en los más vulnerables, a veces los más jóvenes. Jaime Hormigos y Antonio Martín Cabello, en su artículo, lo explican así: “Este tipo de música corresponde a un mundo en el que prima la velocidad y la imagen. Junto con esta música nace el consumo de todo lo que rodea a las grandes estrellas del negocio (ropa, bebidas, discos, artículos decorativos, etc.), actividades manejadas por grandes y poderosos intereses económicos… El fenómeno en su conjunto es una clara representación de un mundo cuya finalidad fundamental es el comercio, que establece una constante selección y censura hacia todo aquello carente de valor en el mercado.”(pg. 259)

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La entrevista completa en la sección ANEXOS de este trabajo

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Así, aún con lo controvertido de sus valores y las resistencias de las clases medias y de los diseñadores a incorporarlos, los reguetoneros son los reyes de la pista, y se están colando de a poco en las pasarelas. En el 2006, Daddy Yankee lanzó una línea de zapatos junto a Reebok, al igual que don Omar, que se unió con Umbro para dar luz a una línea especial de ropa y accesorios. 27 En el 2011 la colección otoño-invierno de Lanvin estuvo musicalizada por una de las canciones de Pitbull “I Know You Want Me” y, más recientemente, J. Balvin fue nombrado embajador de la Semana de La Moda en Nueva York, además de asistir como invitado especial a uno de los desfiles de Chanel en París.

Todo esto es evidencia de que el menosprecio al género musical fue engañoso para los que creían que no duraría mucho más de una temporada, que sería una moda pasajera, puesto que, al contener valores tan cuestionables, perdería toda legitimidad en cuanto estos valores se hicieran evidentes. Sin embargo, con el tiempo ha sucedido lo contrario y el reguetón ha ido ganando espacio en la cultura, lo que quiere decir que sus representaciones simbólicas son significativas en la sociedad, se identifican en ellas un grupo notable de personas de muchos lugares del mundo, ya no se puede decir que solo los jóvenes, aunque éstos sí sean los más sensibles a los mensajes. Estas personas, además, reordenan las influencias visuales y letrísticas de esta música en expresiones que los identifican y reagrupan en torno a un estilo de vida. Tristemente, en el de la superficialidad. Aquí es cuando se da la mano con la industria de la moda, o al menos con la industria de la moda que habitualmente dejan ver.

Con todo, como a toda práctica cultural al regueton también le llega la esperanza. Varios colectivos están utilizando este estilo musical y estética en el vestir para lanzar nuevos mensajes que, manteniendo la reivindicación de la clase humilde y el tono grosero, subvierten sus valores machistas y avariciosos.

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Tomado de La Revista PEOPLE en Español

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Nirvana en Saturday Night Live, 1992

CONCLUSIONES

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Como se ha destacado a lo largo de este ensayo, la música popular contemporánea, comúnmente denominada pop –en un sentido amplio que abarca distintos estilos como el rock, el beat, el rap, el punk, grunge o reguetónes un hecho cultural que contribuye a la percepción del mundo. Constituye una forma de expresión plural que se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial, debido a la importancia social y al capital adquisitivo que adquirieron los jóvenes, junto con el tiempo de consumo y ocio que les permitían sus jornadas laborales. De ahí el surgimiento de la música de consumo pero también de las contraculturas y sus manifestaciones creativas de identidad, que ampliaron el espectro de visiones de mundo y de estilos de vida dentro de una misma sociedad. Independientemente de su función comercial, como en el caso del reguetón, estas subculturas vinculadas a estilos musicales ayudan a identificarse con ciertos modos de actuar, ya sean éstos genuinos como la rebeldía en contra de una sociedad injusta, o bien de tipo emancipatorio como el reconocimiento como individuo de un adolescente, o, incluso, narcisistas como la aspiración a una vida cargada de excesos y bienes materiales de lujo que simbolizan el éxito personal. En este contexto, la música y la moda se vuelven vehículos de masificación de una nueva subcultura, proporcionando oportunidades para la diferenciación de los individuos o los grupos. La moda y el diseño, en tanto que industria, ayudan a consolidar estas tendencias conceptuales. Por eso la relación entre la moda y la música es estrecha y, ante la pregunta de cuál define a cual, habría que responder que nacen juntas y caminan siempre de la mano. Esto es así aún cuando el propio universo simbólico de una subcultura aparente ir ‘en contra’ de la moda, como sucedía con el punk, que nació como un estilo plenamente consciente de su formalización y puesta en escena a pesar de intentar disimularlo. Durante los últimos años, el reguetón ha demostrado tener la fuerza suficiente para posicionarse como macrotendencia dentro del mundo de la moda, a pesar del rechazo que sufrió durante sus primeros años de existencia. El caso del reguetón también demuestra el clasismo presente en las industrias de la música y de la moda, que fueron reacias a este estilo por su procedencia de los estratos humildes. Ahora, han pasado 20 años desde su masificación y reconocimiento,

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y durante ese tiempo ha logrado reinventarse; reflejo de ello es su estilismo y su penetración en todas las esferas sociales y ahora culturales. Sin embargo, es importante tener en cuenta que sus bases ideológicas, si las tuviera, no son más que el reflejo de una sociedad consumista y misógina. Son los más jóvenes los más vulnerables a recibir estos mensajes y son precisamente ellos los que más se identifican con esta música. Cabe preguntarse si es la sociedad la que pide este tipo de cosas, o está tan condicionada a los medios masivos y sus reglas de cómo debe ser el mundo que no puede resistir el embate de lo comercial. En cualquier caso, otros estilos musicales más prestigiados desde las elites también conllevan valores conformistas y a menudo machistas. En síntesis, la industria de la moda ha aprovechado los movimientos juveniles que se han dado a lo largo de la historia para construir con ellos tendencias que han sabido llegar al gusto de las personas porque les dicen algo. Es decir, el éxito de las nuevas tendencias grunge o que el punk se mantenga tan vigente en las pasarelas de moda se debe a que consigue que los consumidores se identifiquen, en mayor o menor medida, encontrando en los detalles algo significativo de su personalidad o la nostalgia de sus propias biografías. Al vestirse de tal o cual manera, uno comunica y expresa una frustración o una alegría sin necesidad de explicitar o de declararse seguidor de algún movimiento. A veces, con mucha habilidad, como un bricolador, un diseñador toma diferentes elementos de varias manifestaciones (sub)culturales, y consigue convertirse en pionero o creador de otra tendencia. Finalmente, cabe reivindicar en este punto, como espero que haya quedado claro a lo largo de esta investigación, que la moda no es un concepto frívolo o efímero. Queda demostrado que, en tanto expresión simbólica humana, es una parte importante de la evolución de las sociedades. Por eso, a través de ella se puede contar la historia del mundo. Cada periodo y los símbolos que lo definen a través de la moda se hacen significativos para analizar y entender las sociedades, los valores, los roles que se cumplen y las tensiones por las que se atraviesa. Por eso la moda es cíclica aunque cambiante, porque una tendencia no vuelve exactamente igual a como se dio por primera vez. Como dijo Cruz Bermeo, los miedos y los inconformismos que siente el ser humano en cada década se parecen, porque debemos responder a impulsos similares, aunque los contextos

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hayan variado y nos impongan nuevos retos. El punk, el grunge y el reguetón han servido y sirven todavía como repertorios de símbolos para que los jóvenes puedan situarse en el mundo, identificarse con sus iguales y resolver sus conflictos. Sin duda, quizá también estos estilos puedan conllevar valores negativos, pero cabrá confiar en la capacidad creativa de nuestros jóvenes para subvertir y humanizar, a través del estilo, sus experiencias cotidianas.

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ANEXOS Esta es la entrevista hecha al Historiador de moda Colombiano William Cruz Bermeo profesor en la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín y colaborador en marketing de Indexmoda, la firma asociada a Inditex en Colombia. El cuestionario fue hecho el día 20 de abril de 2017.

¿Se puede contar la historia de la humanidad a través de la moda? Indiscutiblemente se puede contar parte de la historia de la humanidad a través de la moda, sobre todo de la humanidad occidental. La cultura occidental, a partir de los siglos XVII Y XVIII, cuando empieza la expansión de la moda que aunque se centraba en Francia, empieza a tener un impacto internacional que no solo se limita a Europa, también América. Desde esa perspectiva se podría decir que los pueblos latinoamericanos pueden contar parte de su historia a través de la moda. ¿La música ha sido determinante en la historia de la moda? Muchísimo. Especialmente la década del 60 del siglo XX fue un periodo que hizo extremadamente evidente que la música constituía el pilar fundamental para la transformación de la moda, porque los jóvenes adquirieron un poder económico, político y expresivo. A través de la música articulaban estilos de vestir que les llegaban para sentar una posición y a impulsar desde esa posición los cambios en la apariencia. Por eso uno encuentra que en la década del 60 un periodo tan absolutamente democrático en términos de la moda que empiezan a construir variantes de ella. El hipismo es un rompimiento, los mods también. En Latinoamérica tenemos subculturas que también están asociadas a la música y que a través de la experiencia americana como en el caso de los asus o pachucos, que eran inmigrantes mexicanos instalados en Los Angeles que adquirieron las actitudes y la música norteamericana y crearon un estilo distintivo.

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¿La relación es bidireccional o cual es la que influye a cuál? Esta es una pregunta compleja porque es como preguntarse qué fue primero si el huevo o la gallina. Se podría decir que es un asunto que se da de manera paralela, es simultáneo la forma en que las expresiones musicales van configurando expresiones de vestimenta. Esas dos cosas son inseparables, es decir no es que hoy surge el punk y después viene una moda derivada de él, sino que quienes van creando esos estilos musicales tienen unas perspectivas frente a la vida que son distintas y esto incluye cualquier expresión: lo que comen, los sitios a donde van y

la forma en que se visten, es una cuestión

paralela. Ahora hay otro fenómeno que podría estar relacionado con esta pregunta y es cuando la expresión vestimentaria de un grupo subcultural es tomado por la cultura dominante. Es decir la moda la toma, la explota y la lleva a las masas. Por eso uno ve que hay fenómenos como el de finales de los años 50, cuando estaban súper de moda los mods, una contracultura. Hacia mediados de la época del 60, revistas como Elle o Madmoiselle estaban sacando modas mod para mujeres inspiradas en los chicos de Inglaterra, el proceso que se da allí se llama supermercado del estilo en donde van robando de los estilos subculturales para convertirlo en mercancías de masas. Pero no es una crítica negativa, criticar negativamente eso está mal porque el sentido de la moda es básicamente el sentido de la superficie, o sea no le interesa otra cosa o algo más allá. De acuerdo con esto ¿Son todos los estilos subculturales relevantes en la evolución de la moda? Todas han sido completamente significativas porque han logrado permear los modos de vivir, de vestirse y de entender el cuerpo de la gente y de las masas en cada uno de sus momentos. Te pongo un ejemplo si en los años 70 a uno le dicen que Vivienne Westwood estaba tomando la moda punk y llevándola a las pasarelas, hubo una persona que hizo eso de una manera mucho más comercial, Zandra Rodhes hacia vestidos con inspiraciones punk pero para alta costura. Entonces si ha sido una cuestión relevante y yo digo tan relevante que no solamente se debe entender desde la perspectiva de que la moda dominante tome esos estilos si no de la manera en que realmente la gente encuentra estético eso. Como la gente lo encuentra bello. Vogue en la década de los 90 50

ponía tips para que las chicas que se quisieran ver grunge lo pudieran hacer, decían basta una camisa de Marc Jacobs con unos vaqueros de GAP para poder tener un estilo grunge. Aterrizando al grunge y el punk, dos estilos muy significativos ¿Por qué han sido tan determinantes en la moda después de tanto tiempo? Estos dos no son tedencias, yo las determino como manifestaciones de estilo, cuando yo digo que son de estilo es porque el estilo garantiza una permanencia en el tiempo, porque qué es el estilo, son las formas en que se manifiesta el espíritu, el sentir de una época. Por eso, si tu defines el estilo de esa manera y te pones a mirar que era lo que estaba pasando en Londres en la década del 70, de unos chicos de clase media que definitivamente ya no querían nada y que todo les parecía detestable porque la vida estaba solucionada y fuera de eso, después de estar solucionada, habían entrado en una crisis económica, uno entiende que todo lo que se configura ahí y como ese estilo basura es derivado de una forma de la existencia. Vuelven a pegar en épocas contemporáneas porque es muy probable que existan tensiones en la época contemporánea que se parecen a las que esta gente vivía en su momento. La autora Caroline Evans tiene un libro que se llama Fashion At The Edge, allí hace una relación muy interesante sobre como a finales de la década de los noventa se manifestó una ansiedad en el mundo occidental similar a las que había vivido con el cambio de siglo a finales del siglo XIX. Hoy en día uno que empieza a ver a la gente desganada y se dice que hay una búsqueda de la felicidad completa, pero a la gente la felicidad también le cansa y el exceso de felicidad conduce a un cierto desprecio por las cosas, entonces empiezan a tener sentido esas estéticas que son acabadas destruidas que de una manera empiezan a explorar el lado oscuro de la existencia. Con todo lo dicho anteriormente, y actualizando el escenario ¿es posible que el reguetón trascienda en la moda? Claro que sí, perfectamente. El reguetón tiene varias cosas, la primera es que es un movimiento “nuevo” pero entre comillas porque si tú te vas hasta Ivy Queen, estamos hablando de 20 años atrás, pero fíjate que han pasado 20 años y apenas ahorita es que el reguetón está tocando a una mayoría que ya no se 51

define únicamente por su edad, me explico, a principio de los dos miles, en Medellín, los que escuchaban reguetón eran los chicos de los barrios populares, después se fue escuchando en sectores menos populares y luego llego a El Poblado (la zona más exclusiva de la ciudad), y es como si hubiera ascendido de clases pero no lo quiero ver así, lo quiero ver en términos de impacto. El fenómeno está suscitando J Balvin, nombrado embajador de la Semana de la Moda en Nueva York, invitado a la pasarela Dior y Chanel junto a Pharrell. Pero él no encarna el estilo del reguetonero de hace 20 años por obvias razones, el tiempo ha pasado, pero es el juego de como la moda ya le está haciendo caricias porque su música es universal y ya no tiene barreras de clase. Él con su estilo personal o su manera de ver el mundo, podríamos decir está creando una especie de mixtura con lo existente en las casas de moda con lo cual está logrando algo muy interesante y parasitario de los que otros están haciendo, pero este no es un término peyorativo, en este caso. El reguetón de hace 20 años era una mezcla muy particular, yo diría, de las más complejas de las ultimas expresiones urbanas en el siglo XX. Es una cosa que deriva del rap pero bebe también de la salsa, entonces lo que tienes allí es la amalgama del latinoamericano o del hispanoparlante que vive la experiencia latina mezclada con la experiencia angloamericana, la del Bronxs, el hip hop y todo este tipo de cosas que se van configurando en otra forma totalmente distinta. Hay diseñadores que se relacionan directamente con cada estilo o manifestación, Por ejemplo Vivienne Westwood y el punk o Marc Jacobs y el Grunge ¿Existe alguien más que allá hecho lo suyo con otra subcultura? No solo ellos, Versace hizo alusiones al punk; John Galliano para mí es un punketo de espíritu. Actualmente Lanvin está haciendo cosas y usando el reguetón para inspirarse y también musicalizarse. Yo creo que por lo que te decía antes, el reguetón se alimenta de una cantidad de influencias y todavía no se ha definido bien quien pueda ser el abanderado de este estilo, porque si uno mira puede tener tanto de estilo reguetonero Puff Daddy a principios de los dos miles como un J Balvin hoy en día,

en la

exuberancia de sus elecciones. Se ha vuelto importante para él expresar que ciertas cosas que utiliza son de una determinada marca y que de entrada están

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conectadas con el lujo, eso hace parte de la experiencia concreta del mundo del rap, donnde para ellos era importante el tema de las marcas y el bling bling. Respecto al rap, ¿como ves la evolución del estilo? La evolución la veo en términos de ascenso económico. Muchos vivieron una vida precaria y cuando adquirieron dinero e incluso empezaron a crear sus líneas de moda tipo Kenya West, totalmente de lujo, en virtud de lo que ellos aspiraban cuando estaban en una condición precaria

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