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POLITICA
I
TENSION SINDICAL s DURISIMA REACCION DEL
Domingo 4 de marzo de 2012
JEFE CEGETISTA
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mamarracho. ¡Esto es un apriete! Y acá se equivocan cuando creen que me van a apretar ➵
Más bronca docente ante una nueva embestida de Sileoni El ministro dijo que pararían incluso si ganaran “10.000 pesos”; la Ctera se moviliza el martes MARCELO VENERANDA LA NACION
Según Moyano, “el Gobierno está perdiendo el rumbo” El sindicalista criticó a la Presidenta y tildó de “apriete” el avance judicial en su contra No le faltó asunto por criticar. Más combativo que nunca, Hugo Moyano advirtió ayer, sin matices, que el Gobierno “está perdiendo el rumbo”. Así, tensó aún más la desgastada relación con la Casa Rosada justo cuando recibió un renovado impulso una causa judicial en su contra que se instruye en Suiza. Calificó, además, que ese avance es un “apriete”. Ningún funcionario respondió ayer los duros planteos que el líder de la CGT realizó por la mañana. De arranque, en la entrevista con Radio Mitre, confesó que había escuchado “poquito” el discurso de Cristina Kirchner ante la Asamblea Legislativa porque tenía otros compromisos. Esta fue la primera vez que Moyano no asiste a la apertura de sesiones ordinarias del Congreso. No obstante, marcó diferencias con varios tramos de la alocución. Por ejemplo, sostuvo que el Estado debía asumir que es el “máximo responsable” de la tragedia ferroviaria de Once. También se distanció de
los dichos presidenciales sobre los docentes. “Me pareció muy desagradable lo que habló de los maestros”, subrayó. La mandataria había reprobado la actitud de ese sector, en plena discusión salarial y medidas de protesta que impidieron en siete provincias el comienzo de las clases. Ayer, Julio Piumato, sindicalista de judiciales cercano a Moyano, lanzó desde su cuenta de Twitter: “Estaría bueno que la Presi les pida disculpas a los docentes. Mi mamá de 88 años estaría muy contenta”. Volvió, otra vez, a emparentar ciertas expresiones de Cristina Kirchner con la década del 90, como cuando atribuyó a los maestros trabajar cuatro horas por día y tener tres meses de vacaciones. “[Son argumentos] del menemismo, del cavallismo. Cuando no querían reconocer los reclamos legítimos de los trabajadores, hablaban de esa forma”, completó. Las comparaciones de la actual gestión con la de Carlos Menem ya habían irritado al Gobierno: semanas atrás, sostuvo
que el término “sintonía fina” suena a aquella época. Si bien no dio pistas sobre un eventual plan de acción, insistió en su lista de reclamos. Desde el acto que encabezó en Huracán, en diciembre pasado, Moyano pide una suba del tope del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, la universalización de las asignaciones familiares y el desembolso adeudado a las obras sociales sindicales, entre otros puntos. “Vamos a seguir insistiendo”, anticipó ayer.
Sospechas y apriete El camionero explicitó ayer lo que venía mascullando en privado: que intentan condicionarlo con las causas judiciales que lo salpican. Cuando fue consultado si estaba el Gobierno detrás de la respuesta del juez Norberto Oyarbide a los pedidos de informes de la Justicia suiza, no dio rodeos. “Si habla con especialistas en estos temas, le van a decir que esto es un mamarracho, un absurdo. ¡Esto es un apriete! Y
acá se equivocan cuando creen que me van a apretar con eso”, disparó. Contó, además, que había estado dos veces preso durante la dictadura y ni aun así habían logrado amedrentarlo. El expediente que irrita a Moyano se tramita en Suiza. A través de la Cancillería, la justicia helvética había pedido información en abril pasado sobre si la familia del camionero tenía causas abiertas en el país. El requerimiento surgió porque habían bloqueado fondos de una cuenta perteneciente a Ricardo Depresbiteris, director de la empresa de recolección de residuos Covelia, a la que se vinculó varias veces con el jefe de la central obrera. Después de un período de letargo, el juez Oyarbide contestó ese pedido. Moyano fue sugerente cuando le preguntaron si, en definitiva, estaba Cristina Kirchner detrás de ese avance judicial: “Nadie hace una mueca jugando al truco si no se lo autoriza. Con eso está todo dicho”.
La Casa Rosada apuesta al desgaste Creen que el camionero terminará aislado en la CGT; el fracaso del último intento de acercamiento JESICA BOSSI LA NACION Ya no sorprende en el Gobierno la postura cada vez más beligerante del jefe de la CGT, Hugo Moyano. Ayer, ningún miembro del Gabinete respondió los duros planteos del sindicalista y, como otras veces, la estrategia inmediata que se impartió desde Olivos fue el silencio. El camionero abrió el fuego temprano, antes de las 9, con una batería de acusaciones radiales: tildó de “apriete” el renovado impulso que le dio el juez Norberto Oyarbide a la causa que lo involucra en Suiza y vaticinó que el Gobierno, lisa y llanamente, “perdió el rumbo”. En la Casa Rosada, crece la percepción de que Moyano, con los últimos gestos, demuestra que va camino a la ruptura. Ayer, dos funcionarios destacaban que sus reclamos son de índole “personal” –por ejemplo, la preocupación por su situación
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judicial– y no reflejan la postura institucional de la central obrera. Tomaron nota, además, de los escenarios desde donde lanza los disparos: ayer fue entrevistado por Marcelo Bonelli en radio Mitre, emisora del Grupo Clarín. Desde el oficialismo están convencidos de que el camionero pierde poder producto de su propia táctica confrontativa, que le resta aliados hasta de su riñón. Aunque juran que lo acompañarán en su cruzada, incluso sindicalistas cercanos como Omar Plaini (canillitas) y Juan Carlos Schmid (dragado y balizamiento) plantean diferencias internas. En paralelo, el Gobierno usufructuó ese aislamiento y les envía señales a otros dirigentes, como el metalúrgico Antonio Caló, su posible sucesor en la CGT.
Gestiones fallidas El fracaso de los tibios acercamientos durante el verano antici-
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pan un desenlace conflictivo, según coincidieron ante LA NACION fuentes oficiales y gremiales. Hubo emisarios de la Casa Rosada que entablaron contacto con dirigentes cercanos a Moyano, con la intención de bajar el tono de la disputa y, en especial, evitar que se concrete la amenaza de los gremios de denunciar al Estado ante la Justicia por los fondos adeudados a las obras sociales. Las conversaciones se estancaron después de que, a mediados de febrero, la CGT emitió un duro comunicado en el que criticó al Gobierno por reprimir determinadas protestas sociales. Apenas una semana antes, Moyano había vuelto a pisar Balcarce 50 en un acto que encabezó Cristina Kirchner por el conflicto de Malvinas. “Siempre sube la apuesta, así es imposible hablar”, se quejó un funcionario. Otro canal de diálogo provino desde el lugar menos pensado: La Cámpora. La agrupación sub 40
siempre mantuvo línea directa con Facundo Moyano, actual diputado y líder de la Juventud Sindical. Oficia, para los camporistas, como el contrapeso “moderado” de su padre. Con el objetivo de centralizar el vínculo, Máximo Kirchner autorizó como único nexo a Eduardo De Pedro, legislador y miembro influyente de la mesa de conducción. El intercambio nunca arrojó resultados concretos, según pudo saber LA NACION. Esa decisión dejó relegados a dos amigos del propio Facundo, conminados a no dirigirle la palabra: el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde (cuyo padre, Héctor, es abogado y amigo de Moyano), y el secretario de Justicia, Julián Alvarez. Este último lo lamentó, sobre todo, porque mantiene con él una vieja relación. Su estudio jurídico llevaba asuntos legales del gremio de peajes y fue, por ejemplo, su patrocinante en una demanda que le inició al diario Clarín.
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Por si quedaba alguno sin ofender, habló el ministro. Los docentes volvieron a mostrarse descolocados e indignados ante una nueva embestida de la Casa Rosada. Tras las críticas que la Presidenta les dedicó el jueves en el Congreso, ayer fue el turno del ministro de Educación, Alberto Sileoni, quien sostuvo que los maestros harían paro “aunque ganen 10.000 pesos”, y consideró que las protestas respondían a razones políticas más que salariales. Mientras el Gobierno extiende sus críticas y mantiene cerradas las negociaciones paritarias, los alumnos de siete provincias volverán a perder días de clases en la segunda semana del ciclo lectivo. El martes, además, se producirá un paro nacional de la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera), con movilizaciones en todo el país. “Es absurdo. No comprendo cuál es la táctica: no sólo cerraron la discusión salarial, sino que continúan con los ataques”, interpretó la secretaria general de Ctera, Stella Maldonado, tras enterarse de las declaraciones radiales de Sileoni. “Muchos [docentes], o algunos, aunque ganaran 10.000 pesos, también seguirían con prácticas antiguas”, dijo el ministro, en relación con los paros. Las “prácticas antiguas” que planteó Sileoni hablan de un nuevo paso que el Gobierno parece dispuesto a dar en su disputa con los docentes: ubicar en la vereda opositora a gremios afines no sólo a las políticas educativas oficiales, sino al kirchnerismo en sí. “Acá no hay sólo una discusión salarial, sino cultural y política”, sostuvo ayer Sileoni. Los docentes pusieron el grito en el cielo el jueves pasado, cuando la Presidenta les dedicó un duro párrafo del discurso con el que abrió las sesiones legislativas. “Trabajan cuatro horas y tienen tres meses de vacaciones”, dijo Cristina Kirchner, para recordarles luego que, a diferencia de otras actividades, gozan de estabilidad laboral. Lo que pareció un error político aislado fue repetido en los días siguientes por otros funcionarios. “Perdieron el rumbo. La frase de Cristina fue un delay de los 90. Cayó muy mal en los docentes, sus familias y en todos los que conocen las condiciones en que trabajan nuestros maestros”, indicó a LA NACION Roberto Baradel, líder del Suteba. “Pasa que no pueden explicarle a la sociedad por qué no hay 200 pesos para los maestros cuando le aprobaron
un aumento de 15.000 pesos a los legisladores”, agregó. “Creo que tienen otra percepción de la realidad. Vivimos en un país récord en todo, hasta que se habla de los salarios docentes: ahí aparece la crisis mundial”, ironizó Mirta Petrocini, titular de la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB), quien, como Maldonado, postuló un explicación para los ataques del Gobierno: “Buscan por cualquier medio congelar esta paritaria, porque marca una referencia para el resto de las negociaciones salariales”. “Muchachos, no es sólo paro, paro, paro. No es el país de la carpa blanca, de la desaparición del Estado, de la desinversión”, les reclamó ayer Sileoni, en diálogo con Radio 10. Pero buena parte de los gremios criticados se identifican con el kirchnerismo. Desde la CTA, donde se enrolan la Ctera y Suteba, no sólo apoyaron algunas medidas (como la política de derechos humanos o la estatización de las AFJP), sino que impulsaron otras, como la Asignación Universal por Hijo (AUH). En la central obrera recordaban ayer “los esfuerzos” que tuvieron que hacer para “convencer” a muchos funcionarios kirchneristas que hoy hacen bandera con la AUH. “Habrá que ver qué tienen en mente; por qué ahora intentan ponernos en contra de la sociedad”, se preguntaba Baradel.
La huelga Mientras tanto, la Ctera mantiene firme el paro con movilización convocado para el martes en todo el país. Si bien la cúpula gremial está habilitada para levantar la medida ante un oferta, la Casa Rosada no convocó al diálogo tras cerrar su oferta en $ 2800, 200 menos de lo que exigen los maestros. “No hay indicios de que intenten llamarnos”, repetían fuentes consultadas por LA NACION. Durante el resto de la semana, al paro nacional se sumarán otras huelgas y protestas en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, La Pampa, Mendoza, Entre Ríos y Jujuy, donde persisten diferencias entre los gremios y los gobiernos locales. Algunos sindicatos, como la FEB, podrían repetir otras 72 horas de paro. El consuelo de los maestros es que, por ahora, ningún funcionario se animó a repetir el argumento de las “cuatro horas y tres meses vacaciones”, que expresó la Presidenta el jueves. “Ni siquiera Sileoni se animó a decirlo: saben que no van a poder pisar más una escuela”, mascullaban.
Scioli enfrenta una nueva ola de huelgas Tras las protestas y huelgas que docentes, estatales y médicos de hospitales públicos protagonizaron en la última semana, el gobernador bonaerense Daniel Scioli deberá afrontar el paro de los trabajadores judiciales, que vienen reclamando el “enganche” o porcentualidad salarial con respecto a los aumentos que consiguen los jueces. Luego de que la provincia negara esa posibilidad, la Asociación Judicial Bonaerense llamó a un paro con movilización que se concretará entre el próximo miércoles o jueves, según indicó a LA NACION el titular del gremio, Hugo Blasco. Un día antes, pararán maestros y estatales.
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