Recientes propuestas del cine australiano

25 jul. 2007 - historia que yo haya vivido, sino precisamente una ficción, de co- sas mías sí, de amigos, de gente que he conocido, algo así como un cóctel.”.
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Espectáculos

Página 8/Sección 4/LA NACION

CINE

ESTRENOS DE MAÑANA

Dibujos, dramas, fantasía e historia l LOS SIMPSON, LA PELICULA (EE.UU.). Dir.: David Silverman. En el muy esperado largometraje inspirado en la familia más exitosa de la TV, Homero pone a Springfield al borde de una catástrofe ecológica. l FLANDRES (Francia). Dir.: Bruno Dumont. Con Adelaide Leroux, Samuel Bordin. Jóvenes campesinos se alistan en el ejército para participar de una guerra en un país árabe. l MIMZY, LA PUERTA AL UNIVERSO (EE.UU.) Dir.: Bob Shaye. Con Timothy Hutton, Joely Richardson. Dos hermanos adolescentes hallan una extraña caja mediante la cual descubrirán un mundo de ciencia ficción. l EL BELGRANO, HISTORIA DE HEROES (Argentina) Dir.: Juan Pablo Roubio. Documental que narra las 48 horas que transcurren entre el ataque al crucero y el rescate de los náufragos durante la Guerra de las Malvinas. l FICCION (España). Dir.: Cesc Gay (Ver adelanto en esta página).

Los avances de estos films pueden encontrarse en www.lanacion.com.ar/ entretenimientos

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Miércoles 25 de julio de 2007

Ciclo en la sala Leopoldo Lugones, desde hoy

Recientes propuestas del cine australiano La selección incluye El rastreador, de Rolf de Heer, y el corto Harvie Krumpet, ganador del Oscar de Hollywood El Complejo Teatral de Buenos Aires y la Cinemateca Argentina, con la colaboración de la embajada de Australia, han organizado el ciclo Encuentro con el Nuevo Cine Australiano, que comenzará hoy, en la sala Lugones del Teatro San Martín (Corrientes 1530, entradas a 7 y 4 pesos). La muestra estará integrada por nueve largos y nueve cortometrajes, todos inéditos aquí, seleccionados por el crítico James Hewison, director del Australian Film Institute, que viajó especialmente a Buenos Aires para presentar el ciclo. A mediados de los años 70, jóvenes cineastas australianos (como ya había ocurrido en Alemania al promediar los 60) sorprendieron con una docena de películas que lograron superar fronteras e instalarse en el resto del mundo, un fenómeno que incluso llegó a las tapas de las principales revistas norteamericanas como “el boom del cine australiano”. Nombres como los de Peter Weir (Picnic en las rocas colgantes, La última ola), George Miller (Mad Max), Gillian Armstrong (Mi brillante carrera), Fred Schepisi y Bruce Beresford, entre otros, estuvieron en la primera hora. Algunos fueron seducidos por Hollywood, pero una vez allí nunca dejaron de ser extranjeros; otros, simplemente, no volvieron a registrar éxitos como los de aquellos años. Así y todo, el cine australiano siguió aportando nombres importantes, por ejemplo Philip Noyce (Terror a bordo) y Baz Lurhmann (Moulin Rouge!).

FOTOS: AUSTRALIAN FILM INSTITUTE

David Gulpilil en El rastreador (izquierda), y Anthony LaPaglia, junto a Barbara Hershey, en Lantana (arriba)

Los títulos elegidos son: ● Resplandor (1998), de Rachel Perkins: cuenta la historia de tres mujeres aborígenes que vuelven a su casa natal en la costa rural, convocadas por la muerte de su madre, dispuestas a enterrar fantasmas del pasado. Se verá junto al corto Arbusto verde (2005), de Warwick Thornton (hoy, a las 17). ● Lantana (2001), de Ray Lawrence: toma a cuatro matrimonios en una trama de suspenso, con un detective –Anthony LaPaglia– empeñado en resolver la desaparición de una mujer (hoy, a las 19.30).

● Vida flotante (2003), de Clara Law: muestra cómo los integrantes de una familia de Hong Kong hacen frente al choque de culturas a su llegada a Australia. Se verá con el excelente corto de animación Harvie Krumpet (2003), de Adam Elliot, ganador del Oscar de Hollywood (mañana, a las 17). ● The Boys (1998), de Rowan Woods: recrea la historia de un ex convicto que al regresar a su casa ve las relaciones familiares muy cambiadas, situación que motiva su reacción, escenas violentas e incluso un crimen. El programa incluye los cortos Lengua

materna (2003), de Susan Kim, y Bolsa de petardos (2003), de Glendyn Ivens (mañana, a las 19.30 y 22). ● Dos manos (1999), de Gregor Jordan: tiene a Heath Ledger (Secreto en la montaña) como el portero de un local de strip-tease, cartero de un traficante de drogas, que cae en desgracia cuando le roban el dinero de una transacción. Completa el programa el corto de animación Sala 13 (2003), de Peter Cornwell (pasado mañana, a las 17). ● De frente (1998), de Anna Kokkinos: tiene como protagonista a un

joven griego que de cara a sus padres, en busca de su identidad sexual, vive una de música, drogas y sexo. Lo acompaña el corto Zambullida local (2001), de Sarah Watt, con David Gulpilil (pasado mañana, a las 19.30 y 22). ● El muchacho Yolngu (2001), de Michael Johnson: dos jóvenes de la tribu del título, fuera de la ley, en especial uno de ellos que no acepta vivir en medio de dos culturas. El corto que completa la oferta es El muchacho de cumpleaños (2004), animación 3D de Sejong Park con fondo de la Guerra de Corea, ganador del premio Bafta (el sábado, a las 14.30 y 19.30). ● Alabanza 1998), de John Curran: acerca de dos jóvenes atrapados en la adicción a la heroína y al sexo, se verá acompañado por el corto El proyectorista (1998), de Michael Bates (el sábado, a las 17 y 22). ● El rastreador (2004), del holandés Rolf de Heer (de quien en Mar del Plata se vio Ten Canoes), con David Gulpilil: recurre a una investigación policial como excusa para desenmascarar la discriminación a los aborígenes de su país. Como complemento irá el corto de animación Las misteriosas exploraciones de Jasper Morello (2005), de Anthony Lucas (el domingo, a las 14.30 y 19.30). En el resto de las funciones del domingo y en las del lunes se repetirán los cuatro primeros programas.

Claudio D. Minghetti

Novedad en la cartelera cinematográfica

La crisis de los cuarenta Ficción, la película de Cesc Gay ganadora en Mar del Plata Cesc Gay es un cineasta catalán que apuesta por historias claras y precisas, que transmite sinceridad y un profundo respeto por sus criaturas. Así lo demostró con las propuestas que le dieron el lugar de privilegio que ocupa en el cine español actual, como En la ciudad y Krámpack, acerca de un grupo de amigos de Barcelona y dos adolescentes en un verano, respectivamente, y vuelve a hacerlo ahora con Ficción, la película que CDI y Salsipuedes Cine estrenará mañana, a tres meses de su paso por la competencia oficial del Festival de Mar del Plata, donde recibió –por unanimidad– el Astor de Oro, su premio máximo. Alex, interpretado por Eduard Fernández, es director de cine, está casado y tiene dos hijos. Es un hombre reservado y tímido, un artista que tiene problemas para terminar el guión de su próxima película y decide irse unos días a casa de Santi, interpretado por Javier Cámara, un amigo que vive en un pequeño pueblo del Pirineo. Mientras intenta escribir su guión, conoce a Mónica, la también catalana Montsé Germán, una mujer que, como él, está de paso en el pueblo. Entre cenas, piscinas, paseos a caballo y excursiones, nacerá entre los dos un deseo inexplicable. Este sentimiento irá creciendo sin llegar a expresarse, en secreto, parte de esa sensación de haber recorrido la mitad de la vida y tener que enfrentar el camino que resta, y el desafío que significa descubrir o no qué es a fin de cuentas la felicidad si no arena que se escurre entre los dedos. Un crítico de su país describió a Ficción como una suerte de Perdidos en Tokio a la catalana. Gay, en Mar del Plata poco antes de ser premiado, y Fernández, que hace un mes estuvo en Buenos Aires (cerrando aquí su participación en El vestido, una coproducción argentino-española), conversaron con LA NACION acerca de esta ficción que obsesiona a un cineasta, igual que su autor, en un momento clave de su profesión y de su vida. “El reto era contar algo que no se vive: la andadura de la película fue un no conflicto, el cómo hacer una película donde no hay un conflicto, porque los personajes rehúyen el conflicto que hubiese significado tener una relación”, asegura Gay. “Es una película sobre la renuncia: debía generar una tensión ascendente y llevarla hasta un lugar en el que se libera, pero no para que finalmente se concrete lo que todos pensamos podría ocurrir, sino para mostrar cómo todo puede terminar también así, sin haber hecho otra cosa que avanzar mínimamente”, agrega. “El hecho de que el protagonista sea un director de cine es poner a ese personaje en un lugar cercano –explica Gay–, un poco nada más, porque no es a fin de cuentas una historia que yo haya vivido, sino precisamente una ficción, de cosas mías sí, de amigos, de gente que he conocido, algo así como un cóctel.”

Una propuesta moral “La película se balancea entre lo que vive el personaje y lo que podría contar, lo que te nutre, un trabajo en el que es necesario inventar, y la ficción, a veces, termina siendo tan importante como la vida misma: es

Montsé Germán, Cesc Gay y Eduard Fernández, durante el rodaje FOTOS: CDI

Eduard Fernández, en ascenso

Fernández como Alex

“El reto era contar algo que no se vive: la andadura de la película fue un no conflicto, el cómo hacer una película donde no hay un conflicto” (Cesc Gay) cierto que pasados los cuarenta te pasan cosas que, obviamente, nada tienen que ver con las que vives a los treinta, uno viene cargando muchas cosas encima y de pronto empiezan a pesar y hay que confrontarte a ello y hay quien lo abandona, y hay quien le da un valor. Hay como una propuesta moral frente a ese tema, personajes que no se dejan llevar tan simplemente por lo que pueden hacer, y renunciar a que uno se pueda volver a enamorar cuesta. El problema es que a ninguno de ellos les va mal en lo suyo. El tema es precisamente ése, que a veces nada parece suficiente. Por eso esquivan incluso sus miradas, porque mirarse es, a fin de cuentas, confrontarse.” “Pude hacer esta película porque yo la pienso, la escribo y la dirijo, y porque tuve una productora detrás que irresponsablemente me dio esa libertad de entender un guión en el que de hecho había que imaginar qué era lo que ocurría entre sus protagonistas. No necesito hacer un guión con lujo de detalle, sino un puñado de notas, una partitura. El guión no tiene ningún valor en sí mismo, es parte de un proceso que te lleva a contar una historia: lo importante es lo que viene luego. Además, no me gustan las historias enrevesadas: prefiero escribir para la gente.”

Claudio D. Minghetti

“Había trabajado con Cesc en En la ciudad y teníamos ganas de repetir la experiencia”, asegura Eduard Fernández, ganador de dos premios Goya, a quien el público argentino también conoció como uno de los examinados de El método, de Marcelo Piñeyro, y uno de los personajes de Alatriste. Actualmente forma parte del reparto de Guerrilla, la película acerca del Che Guevara que dirige Steven Soderbergh, estuvo en junio en Buenos Aires y conversó con LA NACION. “Cesc me contó una historia, pero después de un tiempo me dice que no se le ocurría como hacerla y finalmente se apareció con otra que no tenía nada que ver con la anterior”, reconoce Fernández. “Sí, tiene que ver con la historia de Ficción, una ficción que nunca se concretará, que poco a poco va dejando de tener sentido, porque hasta qué punto la propia vida no es una ficción”, confiesa. “En la escena de la montaña, Alex dice algo así como que debería ser valiente y en lugar de un guión debería rodar eso que le está ocurriendo. Cuando ella le pregunta qué, él le responde «dos que suben a la montaña, con sus cosas…». Contar una historia así era un desafío. Hacer una película es riesgoso, hacer una buena película es más riesgoso todavía.” “Trabajamos muy juntos con Cesc y antes de rodar cada escena nos poníamos muy de acuerdo. Las hicimos en forma cronológica, algo que ayudó mucho a la evolución de los personajes. Es que las pocas cosas que aparentemente ocurren son muy importantes como para descuidarlas. En Alex hay un cambio de energía permanente, desde que empieza hasta que termina: tiene algo de crisis existencial, que da igual si eres millonario o pobre, porque hay algunas preguntas del ser humano que son exactamente las mismas para todos, estés donde estés. Hay gente que ha dicho «ésta es una historia de pijos» [N. de la R.: para algunos españoles, una manera despectiva de definir a los integrantes del sector social acomodado]. Quizá tengan razón, pero ¿porqué habría que denostarlos?: no hay que ser clasista”, se justifica.