¿Quiénes son Los Trento?

28 oct. 2013 - su Nueva York lo llore sin fronteras artísticas (ver aparte) y sus textos. (escritos, poemas y canciones) sean considerados hoy fieles retratos de.
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espectáculos

Nº 13

| Lunes 28 de octubre de 2013

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LUNES 28 de OCTUBRE

Nº 14

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PróximA ENTREGA LUNES 4 de NOVIEMBRE Válido exclusivamente en el territorio de la República Argentina, excepto en Jujuy, Rosario, Santa Rosa y Concepción del Uruguay.

A los 71 años, murió el poeta salvaje de las grandes ciudades lou reed. Ícono de la cultura rock, el músico

fue uno de los más influyentes de su generación Viene de tapa

Lewis Allan “Lou” Reed nació en Brooklyn el 2 de marzo de 1942, y comenzó a construir su distintiva ruta musical el mismo día en que conoció a John Cale, un músico galés de formación clásica e influenciado por el avant-garde con quien a mediados de los años 60 formó las bandas The Primitives y The Warlocks. Poco después, tras sumar a su proyecto sonoro al guitarrista Sterling Morrison y a la baterista Maureen Tucker, el grupo pasó a llamarse The Velvet Underground y ya nada sería lo mismo. En la convulsionada Nueva York de 1965, el cuarteto cayó en manos de Andy Warhol, el influyente hombre que actuó como una suerte de manager y padrino artístico al mismo tiempo y que les sugirió invitar a la modelo alemana Nico para que cantara con ellos. Dos años más tarde, The Velvet Underground & Nico, el álbum de la banana en la portada, apareció como un cachetazo vicioso en la escena neoyorquina: sadomasoquismo, drogas duras, sexo corrosivo y marginales sin freno fueron el eje de la lírica de un disco estridente que, desde lo sonoro, plantó las semillas de lo que pronto se conocería como música noise y se consideraría piedra fundamental para el movimiento punk. “El primer disco de Velvet Underground vendió 30.000 copias en los primeros cinco años’’, dijo alguna vez Brian Eno. “Creo que cada uno de los que compraron una de esas 30.000 copias armó una banda’.’

Pero ésta sería apenas una, la primera, de las tantas veces que Lou Reed marcaría el camino para las generaciones futuras. Dos discos y tres años más tarde de aquel debut movilizador, Reed dejó la banda e inició una carrera solista que lo convertiría en uno de los poetas urbanos más finos y agudos de la vida en las grandes ciudades. De allí que su Nueva York lo llore sin fronteras artísticas (ver aparte) y sus textos (escritos, poemas y canciones) sean considerados hoy fieles retratos de una época. La década del 70 entonces le depararía a Reed otro encuentro creativo fundamental, y la figura de David Bowie aparecería en su mundo a través de la producción de una de sus mejores placas, Transformer (1972), que incluye clásicos como “Perfect Day”, “Walk On The Wild Side” y “Satellite of Love”, entre otros. Luego llegarían obras como Berlin (1973), una especie de ópera rock conceptual y callejera, o Metal Machine Music (1975), su álbum apreciado al mismo tiempo como “el peor disco de la historia” o su “música más libre y experimental”. Músico prolífico, en los años 80 Reed muestra una faceta más alejada de los excesos, y a fines de la década, con New York (1989), termina de definir el estilo de compositor culto e irónico que lo acompañaría hasta estos días. El cruce decisivo de los años 90 tuvo cara de mujer. Fue entonces cuando conoció a quien fue su com-

“¿Por qué siento el impulso de hacer lo que no se debe?”, se preguntó

pañera inseparable, la artista Laurie Anderson (con quien visitó la Argentina por última vez en 2008, días después de casarse finalmente, para la presentación del espectáculo Homeland). A su lado, Reed ahondó en su camino espiritual, devino en estudioso del tai chi y cultor de la vida saludable. No por eso dejó de ser un artista inquieto, y el nuevo milenio lo encontró con proyectos como The Raven (“releí y reescribí a Poe para hacerme otra vez las mismas preguntas. ¿Quién soy? ¿Por qué siento el impulso de hacer lo que no se debe?”, escribió en el libro interno del álbum) o como el que quedará en la historia como su último disco en vida: Lulu, un álbum doble en el que volvió a acariciar lo áspero junto al grupo Metallica. “Fue una unión celestial”, dijo. Además, trabajó con directores de teatro y cine como Robert Wilson, Wim Wenders y Julian Schnabel, y acompañó en varias performances y proyectos a su esposa Anderson, incluyendo un “concierto para perros”, en una frecuencia que los humanos apenas pueden percibir. A los 70 años, su crítica seguía siendo audaz: “Las canciones han perdido impacto. Incluso las buenas. Están en todas partes, suenan en todas las situaciones, pero muy bajito, sin fuerza. Quiero reivindicar el poder transformador del sonido a mucho volumen, cuando te pega en el estómago y te quita el aliento”, dijo años atrás sobre la situación actual del rock. En abril de este año, Reed recibió un trasplante de hígado y su esposa advirtió en una entrevista con The Times: “Es tan grave como parece. Se estaba muriendo. Uno no hace estas cosas por diversión... No creo que se recupere totalmente de esto, pero sin duda volverá a hacer [cosas] en unos pocos meses. Ya está trabajando y haciendo tai chi. Estoy muy contenta. Es una nueva vida para él”. Ayer, Lou Reed falleció en Southampton, Nueva York, debido a unproblemadesaludrelacionadocon su trasplante, según informó su agente literario, Andrew Wylie. El rock ha perdido a su último salvaje.ß

“Con la muerte de Reed, Nueva York perdió a uno de sus originales”, escribió Susan Sarandon “Mi amigo Lou Reed llegó al final de su canción”, dijo el escritor Salman Rushdie “Le estoy eternamente agradecida por todo”, apuntó la actriz Mia Farrow “La música de Reed es la de su generación”, escribió el actor Samuel L. Jackson “Terrible noticia. Fue un grande, un poeta singular”, afirmó el actor John Cusack “Agradecidos por su música y la influencia que tuvo en mi música”, sostuvo la cantante Cyndi Lauper “Nueva York perdió a unos de sus más grandes regalos”, señaló el productor de hip-hop Russell Simmons

fritz reiss/ap

¿Quiénes son Los Trento?

en el maipo. Esta dupla de actores es una grata revelación de la temporada teatral En Villa María, Córdoba, la tía Estela llevó a sus sobrinos Leonardo y Maximiliano al teatro. Se presentaba una versión de El diario de Ana Frank. Inquietos y traviesos, quedaron cautivados con ese espectáculo. Maxi tenía una linternita y con ella apuntaba a los actores cada vez que las luces bajaban para cambiar la escenografía. Quería saber qué ocurría cuando se oscurecía la sala. Veinte años después y radicados en Buenos Aires, los primos forman un dúo que lleva su apellido: Los Trento. De origen italiano, contagian la alegría de aquellas canzonettas que marcaron su infancia, en la casa de la nonna. Su espectáculo Chiflete, gira tierra adentro fue uno de los centros de atención en la última entrega de los Premios Hugo al Teatro Musical, donde se llevaron la estatuilla

a la mejor actuación en music hall, café concert o varieté (y se impusieron así ante Fátima Florez y Belén Pouchán) y mejor music hall (terna en la que competían con Stravaganza). Esa noche el director de la obra, Alejandro Sáenz, bromeó cuando subió a retirar el premio: “Nadie nos conoce. Todos se preguntan quiénes somos”. Ése fue el motivo principal por el cual el dúo decidió hacer dos funciones especiales en el Maipo (el martes pasado y mañana). Los Trento tienen una personalidad muy definida y año tras año su fama crece. “Hay tres cosas que nos gustan mucho: el teatro, la música y el humor. Somos una fusión de ellas tres. No abordamos conceptualmente un género. Jugamos con la chacarera o la zamba”, dice Maximiliano. En sus espectáculos hay instrumentos, como la guita-

rra, el charango o percusión, pero su formación proviene netamente del teatro. Leonardo se formó con Hugo Urquijo, Adrián Canale, Marcelo Subiotto y Omar Pacheco, mientras que Maximiliano lo hizo en la escuela de Alejandra Boero, con Claudio Tolcachir y con Luciano Suardi. Cordobeses de nacimiento, Los Trento no hacen este tipo de humor, con el chiste y la picardía de la provincia mediterránea. “No nos sale. Nos gusta y nos divierte el humor cordobés, pero hace tanto que vivimos en Buenos Aires que lo que hacemos está teñido por este paisaje. El nuestro es un humor de situación”, explica Maximiliano. Desde 1991 transitan los escenarios como dúo. En 1995 Maximiliano se mudó a Buenos Aires para estudiar teatro y después lo hizo Leonardo.

Desde entonces han actuado en innumerables comerciales y fueron logrando un espacio en el medio, pero hay un período de su vida que recuerdan con emoción. En 1997 fueron elegidos para encabezar el staff del Parque de la Costa, en una tarea y disciplina con la que por entonces contaban con poca experiencia: el clown. “Fuimos unos caraduras. Trabajábamos de lunes a lunes, y de a poco fuimos aprendiendo. Teníamos una rutina sobre el escenario, pero también nos movíamos por el parque, pululábamos e interactuábamos con la gente.” La crisis del país avanzaba y se hizo sentir con furia en 2001, en el Parque. “Veíamos cómo despedían compañeros, que había gente que se quedaba sin trabajo. Así nació una obra autobiográfica, Daganzo de abajo”, recuerda Maximiliano. Otro

episodio que atesoran en su carrera es su paso por Canal 7, cuando hacían Verebó TV. “Hay un tema con el que somos particularmente obsesivos y es el ritmo. En nuestro trabajo en el Parque nos entrenamos para hacer reír a la gente que estaba, por ejemplo, en la fila de un juego. La sorprendíamos. Incorporamos esa mecánica, esa dinámica”, dice Leonardo. Con Varietales de humor y vino recorrieron el país y ahora Chiflete, gira tierra adentro los lleva por ese mismo andar. “Trabajar con él es como jugar con Messi”, dice Leonardo. “Laburar con Leo significa estar siempre en casa y poder abrir las puertas”, opina Maximiliano. “No queremos perder nuestro principio de autogestión, nuestro costado artesanal, pero nos gustaría poder compartir con más personas lo que hacemos”, coinciden los primos.ß

Chiflete, gira tierra adentro Con Los Trento Mañana, a las 22. Maipo Kabaret, Esmeralda 443.

Maxi y Leo Trento