Pasajeras de una pesadilla

25 mar. 2010 - Todo lo que La mosca en la ceniza muestra es moneda corriente. Sin em- bargo, todos parecen callar. Y cuando se dice “todos” es más o ...
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Espectáculos

Jueves 25 de marzo de 2010

LA NACION/Página 5

CINE

Pasajeras de una pesadilla La película de Gabriela David conmueve y sacude sin recurrir a lugares comunes Muy buena (((( La mosca en la ceniza (Argentina/2009) Guión y dirección: Gabriela David. Fotografía: Miguel Abal. Con María Laura Cáccamo, Paloma Contreras, Luis Machín, Luciano Cáceres, Cecilia Rossetto, Vera Carnevale, Dalma Maradona,. Presentada por SP Films. Hablada en español. 98’. Para mayores de 13 años, con reservas.

Todo lo que La mosca en la ceniza muestra es moneda corriente. Sin embargo, todos parecen callar. Y cuando se dice “todos” es más o menos así. Ocultos tras simple hipocresía se esconden cientos de casos como éste. Incluso en zonas que, prejuicios de por medio, son impensables, como la del caso real que inspiró a Gabriela David. Dos amigas, Pato y Nancy, engañadas por un futuro prometedor, el de empleadas domésticas en Buenos Aires, llegan a la gran ciudad. Pato, que parece la más dura, ofrece resistencia a ser explotada en un prostíbulo cercano a la esquina

Humor francés que no logra su cometido Una comedia sobre la obsesión de un padre Regular (( La gran fiesta de Coco (Coco, Francia/2009). Dirección: Gad Elmaleh. Con Gad Elmaleh, Pascale Arbillot, Jean Benguigui, Manu Payet y otros. Guión: Gad Elmaleh y Carolina Thivel. Fotografía: Gillles Henry. Música: Sthéphane López. Presentada por Impacto Cine. Hablada en francés. Duración: 95 minutos. Calificación: apta para todo público.

Inmigrante que arrancó de la nada, Coco, a los 40 años, se ha convertido en un exitoso empresario gracias al descubrimiento de un agua con gas que desarrolló con ingenio e inteligencia. Felizmente casado y padre de Samuel, su hijo casi adolescente, este descendiente de judíos e hiperactivo hombre de negocios deberá enfrentar uno de sus más felices momentos cuando se acerca el día en que Samuel será bautizado de acuerdo con los ritos de su religión. Alocadamente, y ante la sorpresa de su mujer, invita a la fiesta a todos sus parientes, empleados y vecinos. Cuando le diagnostican una enfermedad cardíaca, Coco trata de apresurar la celebración. Obsesionado con la preparación de la fiesta, entra en una suerte de locura y no se percata de qué forma está afectando a los que lo rodean y de cuánta

IMPACTO CINE

La familia, eje de este film

desunión comienza a producir en su familia su obsesión por el Bar-Mitzvá de su hijo. La trama, convertida en una disparatada comedia, tentó sin duda a Gad Elmaleh, considerado uno de los cómicos más populares de Francia, quien no sólo se conformó con ser su protagonista, sino que se reservó el papel de director del film y elaboró un guión que nunca escapa a las más absurdas situaciones. El principal responsable de la producción, rodeado por un elenco que se puso a disposición de esta anécdota sin ninguna clase de concesiones, y en el que aparece en un breve personaje la conocida figura de Gérard Depardieu, intentó relatar un entramado familiar visto desde la óptica de la caricatura más absurda, pero su propósito no fue totalmente logrado, ya que las repeticiones y un perpetuo nerviosismo hacen que no logre su principal propósito, es decir, el divertimento, algo que sólo se logra, a veces y con mucho esfuerzo, merced al enconado esfuerzo de Gad Elmaleh, acostumbrado a hacer reír con las más elementales ideas del típico vodevil francés.

Adolfo C. Martínez

de Agüero y Las Heras. Nancy acepta sin chistar las reglas de juego porque piensa que en algún momento encontrará la manera de escapar a esta forma de esclavitud que recuerda las de la Svi Migdal en las décadas del 20 y 30, cuando jóvenes polacas eran traídas al país con falsas promesas y terminaban siendo explotadas en prostíbulos de Once. Ahora las chicas para ser explotadas como esclavas provienen del interior o de países limítrofes donde la precarización social no parece tener límites. David, que ya había demostrado su talento para la narración cinematográfica hace nueve años con Taxi, un encuentro, vuelve a sorprender porque no recurre a formatos reiterados hasta el cansancio por buena parte del cine que pretende ser vanguardia ni cae en los lugares comunes del cine comercial, bien acostumbrado a exponer lo que no puede sugerir, a explicar lo que el espectador debería entender sin necesidad de trazos gruesos. David prefiere abrir, desarrollar y

María Laura Cáccamo, como la pequeña-gran Nancy, y Paloma Contreras, como la “dura” Pato

cerrar su historia tomando como eje la amistad de estas dos chicas muy diferentes entre sí (no sólo las que surgen a simple vista), y lo hace a partir del crecimiento del personaje de Nancy, una interpretación memorable de María Laura Cáccamo. Esta mujer con cuerpo de adolescente, sonrisa cándida y reflexiones inocentes, no obstante esperanzadas, conmueve y sacude a la vez.

Trabajos memorables La composición de Cáccamo no es solamente intelectual, sino principalmente física. Su forma de caminar por los pasillos del viejo edificio destinado a tan oscuros fines, su particular tono de voz, la vuelta una y otra vez sobre la historia de la mosca –esa de que a pesar de ahogada puede resucitar si se la cubre de cenizas– convierte a su personaje en protagonista absoluto. Los encuentros de Nancy con José, el mozo desdentado que la ilusiona, encarnado por Luis Machín, otra oportuna elección de la directora, no tienen desperdicio.

SP FILMS

Es que La mosca en la ceniza se sustenta, más allá del hábil manejo de los climas, la cámara y el montaje, en todas sus actuaciones. El dolor en la mirada de Paloma Contreras, la convicción del resto de las “pupilas” (Dalma Maradona,

Vera Carnevale y Ailín Salas), pero muy en especial el cinismo y la violencia, tan bien transmitidos por Luciano Cáceres y por Cecilia Rossetto, completan una película que logra transmitir lo que se propuso: una historia de amistad, a pe-

sar del horror que significa gritar desesperadamente sin que nadie escuche o, lo que es peor todavía, sin que nadie parezca querer hacerlo.

Claudio D. Minghetti