Papaíto Piernas Largas Papaíto Piernas Largas es una novela publicada en 1912 por Jean Webster. La novela sigue las aventuras de una jovencita huérfana a quien un misterioso caballero le concede la posibilidad de asistir a la universidad con la única condición de que se convierta en una escritora luego. La novela consta de dos partes: una primera titulada “Miércoles negro”, que abre la historia, sienta las bases del carácter de Jerusha (Judy), nuestra protagonista, dentro del orfanato e introduce la premisa de la novela. Asimismo, este capítulo está titulado en honor al ensayo de Judy que impulsó a dicho síndico a hacerse cargo de su educación. La segunda parte reúne las cartas que ella le envía a su misterioso protector durante los cuatro años que pasó bajo su tutela. Es así que la historia parte de la súbita admiración que despierta la sagacidad y viveza de la escritura de Judy en el benefactor anónimo, a quien ella llama jocosamente “Papaíto Piernas Largas” por el enorme parecido de su sombra con una de estas arañas. Judy no tiene nada que perder al aceptar el trato, por el contrario. Lo que “Papaíto” le ofrece es más que una simple beca universitaria; le da sentido y pertenencia a su vida. Por ello, aún sin conocer a su protector, Judy siente una inmensa gratitud hacia él, así como un infinito cariño. Las cartas que le envía están llenas del cuchicheo propio de una muchacha expresando tal afecto. Judy le escribe a “Papaíto” sobre todo lo que le pasa, lo que aprende, lo que la agobia y la hace feliz, sin esperar nunca respuesta de su parte. Se aferra a él como la única persona parecida a una familia que jamás ha tenido. Y entonces, en sus peores momentos, cuando se siente desesperanzada y sola, unas letras de Papaíto o un gesto suyo la devuelven a la vida. Los años pasan y Judy deja de ser una adolescente para convertirse en una mujer adulta que comienza a tomar sus propias decisiones, trazar su propio camino y expresarse con su propia voz. Hace crítica social con razonamientos discretos, da su opinión sobre asuntos políticos y hasta se enzarza en una discusión o dos con su protagonista sobre su futuro y los límites entre libre albedrío y obediencia filial. También comienza a mostrar cierto interés por los chicos. Finalmente, Judy termina la universidad y toma las riendas de su vida. Entonces se revela la gran sorpresa detrás de la identidad de “Papaíto” para completar el gran cuadro de la novela. Jean Webster nos presenta una escritura ligera y divertida que tiene un resultado acogedor y cautivante. El estilo de las epístolas de Jerusha cambia paulatinamente a medida que va creciendo y desarrollándose. Adopta, a veces, diferentes fórmulas de escritura dependiendo de los temas que esté estudiando en el momento. Sin embargo, sus cartas siempre están
llenas una gran ternura, expresividad y honestidad. Los monólogos que sostiene en ella son fluidos y ligeros, aunque a veces desata una tormenta de reflexiones o peleas por defender o refutar determinadas ideas y situaciones a las que es expuesta. La novela está llena de una ficción muy dulce, de momentos aleccionadores y que le abren los ojos al lector. Aunque comienza en un contexto real y muy triste, la autora logra que sus personajes tomen decisiones que los llevarán a un final especialmente feliz. Jean Webster conocía de primera mano los escenarios que escogió para ambientar su historia, pues ella misma había sido educada en varios colegios y había enseñado en algunos de ellos además. También trabajó con una asociación que ayudaba a las comunidades más pobres de Nueva York. Comenzó a escribir en publicaciones periódicas con contribuciones esporádicas. Mientras viajaba por el mundo escribió varios cuentos cortos y obras de teatro. Su novela más famosa, Papaíto Piernas Largas, fue publicada en 1912 y el dinero que se recaudó de las ventas de muñecas y puestas en escena se destinó a la adopción de huérfanos. Así fue como, gracias a la conjunción de varios aspectos de su vida, Jean Webster creó una historia esperanzadora, de grandes lecciones, retos y logros, con la soltura y la viveza de una novela ligera.