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Espectáculos

Página 14/LA NACION

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Domingo 28 de marzo de 2010

MUSICA POPULAR (Grabaciones)

(La compactera)

La página de los discos

La Bella y la Bestia, en versión jazzera Dee Dee Bridgewater grabó un personal homenaje a Billie Holiday y Brad Mehldau sumó cuerdas a su piano ¿Llegaron La Bella y La Bestia en versión jazzera a la Argentina? Bueno, algo así. No se trata de ninguna adaptación de la comedia musical de Broadway, sino, simplemente, lo que inspira la edición en nuestro país de dos de los principales lanzamientos discográficos de jazz de 2010: Highway Rider, del pianista Brad Mehldau, y Eleanora Fagan, To Billie With Love, de la cantante Dee Dee Bridgewater. Por un lado, el papel de La Bella está a cargo de Dee Dee, 59 años, oriunda de Memphis, Estados Unidos, que para volver de su fascinante viaje al corazón sonoro de Mali que inició en su anterior CD, Red Earth, decidió virar nuevamente hacia un proyecto más ortodoxo y diseñó un incandescente tributo a Billie Holiday. “Me dio ganas de escuchar las versiones originales”, fue el comentario de un amigo de buen oído que escuchó los doce temas que componen este disco. Lo dijo en tono crítico, claro está, pero, en realidad, esa sensación se transforma en uno de los puntos fuertes de este proyecto. Si la voz y, en especial, la interpretación de Billie la hicieron única entre las vocalistas de jazz de todos los tiempos, no había forma de competir. Dee Dee eligió el camino más riesgoso: abordar a su particular manera el repertorio de Lady Day. Esa manera fue no imitar bajo ningún aspecto a Holiday, sino hacerle honor con su voz potente, cargada de histrionismo (se nota su experiencia actoral e, incluso, que interpretó el papel de Billie en la producción teatral Lady Day en los años ochenta). Y con esos temas que sabemos todos, pero de una forma que no la conocíamos: desde “Lady Sings The Blues”, que abre el CD como una declaración de principios: arranca sincopadamente africana y se estabiliza desarmándose y volviéndose a armar, hasta el final, con un “Strange Fruit” que eriza la piel cuando la Bridgewater termina llorando. No es menor la elección de sus acompañantes: Edsel Gómez en piano, Christian McBride en contrabajo, Lewis Nash en batería y, sobre todo, James Carter en saxo, se sacan chispas con esta verdadera bella del jazz en este bellísimo homenaje. La Bestia, por otra parte, volvió a hacer de las suyas. Highway Rider se llama el nuevo disco doble de Brad Mehldau, quizá el más arriesgado para los cánones actuales del jazz y menos pensado para acomodarse al paladar de sus seguidores habituales. No faltan aquí dos pilares en los que suele descansar el andamiaje sonoro de Mehldau como el contrabajista Larry Grenadier ni el baterista Jeff Ballard (que comparte protagonismo y la percusión en algunos temas con Matt Chamberlain). Pero la cla-

(Publicaciones) De Benjamín Prado

Benjamín Prado es un escritor y poeta español, y además, compañero de correrías y pensamientos desde hace tiempo de Joaquín Sabina. Este libro es el relato del viaje que emprendieron ambos en busca de las canciones de Vinagre y rosas, el último álbum del cantante español. Y tanto es crónica de viaje que el libro está armado en tres partes: “Praga”, que relata la temporada que ambos pasaron en un hotel de la capital checa como primera aproximación hacia lo que sería el álbum; “Rota”, un pueblo de Cádiz que es refugio de artistas y donde continuaron los encuentros, y “Madrid”, la ciudad en la que fueron acercándose hacia el final del álbum, grabación incluida. De esta manera, el relato es tanto un paseo y una radiografía de la creación artística, como una ventana desde la cual mirar y saber cómo es el otro Sabina, no el del escenario, no el de las entrevistas, sino el que también tiene que luchar con demonios internos y desganos atroces (los llamados “perros” que debe mantener a raya). Prado nos permite compartir jergas (“entrar a talleres”, la manera elegante de llamar a la resaca; “jimenear un whisky”, la estrategia de rebajar la bebida para que pase el control de la mujer de Sabina), contraseñas (las treguas y catalas cortazarianas que bailaban para festejar los logros, como cronopios y famas) y los juegos internos (los corralitos que dibujaban en los papeles en los que escribían para encerrar allí las palabras que no consideraban a la altura de la canción pero que insistían e insistían). El tono coloquial, casi de diálogo con el lector (al que hace promesas y entrega confiden-

Con amigos argentinos

Seu Jorge

Luiz Carlos Borges

Trabalhador, América do Norte, Burguesinha, Carolina, É isso aí, Tive razão, Mina do condomínio, Mangueira, Seu olhar, Cuidar de mim, Soy América, Tudo que você podia ser, São Gonça, Pessoal particular. (EMI - CD y DVD)

Princesa, Mi hijo me ha pedido un chamamé, Romance na tafona, Na beira de Aguapey, Guitarra, Enganchado de chamamé, Caminhos, Licoes de rio, entre otros (B&M).

Bandido carioca en Ciudad de Dios, tripulante cantor en Vida actuática, Seu Jorge ha venido ganando popularidad no ya como actor de cine sino como renovador del samba, o mejor: como hábil artífice de su fusión con el funk, el pop y otras variedades afroamericanas. Sea que esté a mitad de camino entre el samba y la negritud norteamericana, o entre Jorge Ben Jor y Stevie Wonder, debe reconocerse que ha cosechado frutos sabrosos y que impuso algunos de los mayores éxitos comerciales de los últimos años en Brasil: de “E isso aí”, grabado con Ana Carolina, y “Tive razão” a la pegadiza “Burguesinha”, difundida hasta el cansancio. Quizá suene hoy menos fresco, pero del contagio que aún genera con su canciones simples, sus apuntes sociales y su ánimo fiestero dan pruebas estos registros en vivo de 2009.

La relación musical entre el sur de Brasil y el litoral argentino siempre fue muy fluída por los paisajes similares pero también por nombres que afianzaron esa relación. El acordeonista brasileño Luiz Carlos Borges es uno de ellos y en este CD provoca un encuentro multicultural trabajando con artistas de este lado de la orilla. En su acordeón a piano se filtra la saudade portuguesa y la cadencia litoraleña. Su toque refleja la sofisticación polirrítmica del chamamé en su dúo con Raúl Barboza y mantiene ese gusto de baile de pueblo en “Enganchado de chamamé” con el Grupo Ñamandú. El lenguaje y la nostalgia litoraleña surge con belleza en “Na beira de Aguapey” con Shana Müller; “Mi hijo me ha pedido un chamamé” con Liliana Herrero; “Vidro dos olhos” con Mónica Abraham; o la última grabación de Mercedes Sosa,“Misionera”. Para descubrir el Mercoson.

Fernando López

Gabriel Plaza

Highway River es el nuevo álbum del pianista

(Tracks)

ve de este proyecto es no sólo la huella indeleble que deja un saxofonista soberbio como Joshua Redman, sino, en especial, la presencia de la orquesta de cámara que dirige Dan Coleman. Porque no se trata de una presencia decorativa ni convencional: en Highway Rider, las cuerdas no acompañan sino que refuerzan e incluso protagonizan una experiencia multigénero, que suena muchísimo más atrapante de lo que puede contarse. Aquí hay un Mehldau en su salsa, lejos de los standards, al borde del jazz, el pop y la música contemporánea, probando y ensayando expandir los límites de lo conocido. No es un disco de digestión rápida, pero sí de esos a los que hay que darles la oportunidad de sonar una y otra vez para apreciar sus matices, sus múltiples capas, sus secretos, en los que parece estar el sello del productor Jon Brion, que ya había acompañado a Mehldau en Largo y que trabajó con Aimee Mann, Fiona Apple, Dido y Keane. Quizá no sea fácil, por ejemplo, la arquitectura orquestal de “Now You Must Climb Alone”, pero es indudable que allí hay una bestia musical como Mehldau en estado puro. Y es sólo una canción entre quince, destinadas a convertirse en una banda sonora de los que piensan que el jazz no sería lo que es sin su esencia: el riesgo.

Ricardo Carpena

Por Adriana Franco

Romper una canción

América Brasil

cias como respondiendo a pedidos y preguntas) lo convierte en un texto llevadero y a la vez, como ya está dicho, inusualmente iluminador acerca del trabajo de creación y que conviene leer con el álbum, y sus letras, a mano, para poder seguir la evolución de cada una de ellas. Editorial Aguilar. Buenos Aires, noviembre de 2009. 224 páginas.

Tras las huellas del capitán Sabina De Christian A. Masello

Si el libro de Prado es la crónica desde adentro de la canción, este otro (editado casi en simultáneo) es exactamente lo opuesto. El intento de asir y definir al cantautor desde el afuera irreductible del fan. El periodista marplatense Christian Masello (que también ha editado un libro sobre Serrat) va rodeando a Sabina, buscando su centro desde los márgenes. Y márgenes quiere decir aquí la gente que lo rodea o lo ha rodeado. En un tono muy personal, y donde no se intenta ocultar al fan, Masello cuenta encuentros, entrevistas y charlas con Ismael Serrano, Luis Eduardo Aute, Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Pancho Varona, Juan Carlos Baglietto, Fernando Samalea, Fena Della Maggiora, Antonio García de Diego, Castello, Olga Román, Pedro Guerra, Jorge Drexler, Iván Noble, Pappo y hasta Maradona (en una inesperada y personal anécdota). El libro es una edición independiente en un bello formato cuadrado, tiene prólogo de Adriana Varela, poemas del autor y un apéndice fotográfico. Y sí, sobre el final, hay un encuentro con Sabina. Bergerac Ediciones, Argentina, diciembre de 2009. 128 páginas.

Dee Dee Bridgewater

Remixes y vinilos. U2 anunció que en mayo saldrá una edición triple en vinilo de remixes, especial para coleccionistas, Artificial Horizon. La banda irlandesa incluirá allí tres tracks inéditos: “I’ll go Crazy If I Don’t Go Crazy Tonight” (Live U2360 Remix); “City of Blinding Lights (Hot Chip 2006 Remix) y “Get On Your Boots” (Fish Out of Water Mix). Se puede encargar en la página (www.u2.com o www.artificialhorizon.u2.com) hsta el 14 de mayo. Segunda parte. Ya está en los quioscos el volumen dos de The Beatles x Badía, que trae dos DVD (incluyen un documental sobre los últimos años de los Beatles, backstage de las películas, videos caseros y la segunda parte de la Trivia para ver cuánto se sabe de la banda de Liverpool, entre otras cosas) y un libro de 64 páginas. Los 40 de Viejas Locas. Universal puso en las bateas Todo sigue igual, un álbum de la colección 40 Obras Fundamentales que, en este caso, está dedicado a Viejas Locas. Los dos CD recorren los éxitos de la banda de Pity Alvarez, desde “Adrenalina” a “Qué vas a hacer tan sola hoy”.

En diciembre, en River

Madonna, de Buenos Aires para todo el mundo “¡Vamos, Buenos Aires!”, grita Madonna, y salta y baila y canta y no para, y pide que no la dejen sola. Es el estadio de River y es diciembre de 2008, aunque estemos en marzo de 2010. Es que el DVD Sticky & Sweet Tour (que llega pasado mañana a las disquerías) nos lleva a volver a vivir aquellos días de fiebre madonniana que acompañó a los cuatro shows porteños en los que Madonna volvió a inventarse a sí misma. En los primeros segundos del DVD, que dura, como el show, dos horas y unos minutos, la cantante norteamericana explica por qué fue Buenos Aires la ciudad elegida esta vez para registrar su gira. Luego todo es dis-

frute: Madonna boxeadora, Madonna saltando la soga, Madonna latina y gitana, Madonna pidiendo por el mundo; Madonna cantando “Don’t Cry For Me Argentina”. El DVD permite ahora ver lo que aquella vez fue demasiado para muchos (y, para los atentos, a Marley cantando emocionado) y ponernos nostálgicos al ver el estadio de River, ahora vedado para recitales. La edición incluye un documental de media hora con escenas de backstage (las audiciones primeras, el festejo por el triunfo de Obama, el número con Justin Timberlake, la despedida) con relatos en off de la cantante y un CD con trece temas del show.

El tango en Nueva York

Pablo Aslán, muy bien acompañado El contrabajista presentó su disco en el Lincoln Center con músicos argentinos y Paquito D’Rivera de invitado Por Alberto Armendáriz

La pasión de Wolfe

Para LA NACION NUEVA YORK.– De la mano del maestro cubano Paquito D’Rivera, y acompañado por músicos llegados especialmente desde Buenos Aires, el talentoso contrabajista argentino Pablo Aslán cautivó este fin de semana al público neoyorquino en el Rose Theater del Lincoln Center con un embriagante espectáculo de fusión tango-jazz, con refrescantes toques guajiros. “Lo lindo de este proyecto para mí es poder ser el director musical y estar creándole el contexto a Paquito para que él realmente entre en este mundo musical del tango, no como extranjero, sino haciéndolo improvisar y traer todos los elementos de lo que hace él”, comentó a LA NACION Aslán, de 47 años, quien lleva dos décadas instalado en Nueva York, ciudad donde es considerado uno de los embajadores del tango moderno, además de ser un constante colaborador de grandes figuras que van desde Yo-Yo Ma hasta Shakira, pasando por inevitables referentes del jazz contemporáneo como Joe Lovano, Ethan Iverson y Gary Burton. La idea original de Tango Salon, como se llamó la serie de conciertos que ofreció Aslán el viernes y sábado, era presentar su nuevo álbum, Tango Grill, que grabó el año pasado en Buenos Aires, junto a una distinguida banda de músicos integrada por Néstor Marconi, Nicolás Ledesma, Abel Rogantini, Ramiro Gallo, Gustavo Bergalli y Daniel Piazzolla. Pero con la incorporación de D’Rivera, surgió la idea de hacer un próximo disco juntos, y varias de las canciones que lo compondrán fueron grabadas este fin de semana en vivo en el Rose Theater.

Aslán y su contrabajo

El escenario elegido no podía ser más acorde, ya que fue diseñado por el arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, en cuya casa de Buenos Aires Aslán solía tocar el bajo tiempo atrás. Hasta aquí vinieron a acompañarlo esta vez Ledesma y Rogantini en piano, Bergalli en trompeta, Piazzolla en batería, Pablo Agri en violín, y Michael Zisman y el virtuoso Raúl Jaurena en bandoneón, completando la cuota rioplatense. Los bailarines Natalia Royo y Junio Cervila aportaron elegancia y frenética energía con sus cuerpos. “Me imaginé esta noche como estar tocando cien años atrás en un íntimo club de tango cerca del puerto de Buenos Aires, al que llega un barco de Cuba con este gran músico cubano”, señaló Aslán después de

N NUEVA YORK.– Entre la audiencia que colmó el Rose Theater del Lincoln Center el viernes pasado para escuchar a Pablo Aslán y Paquito D’Rivera se destacó, con su colorido e impecable traje, el novelista Tom Wolfe, uno de los fundadores del movimiento del nuevo periodismo estadounidense en los años 60’s y 70’s, que no paraba de aplaudir.“Son músicos brillantes, lo disfruté muchísimo”, le comentó a LA NACION Wolfe, de 79 años, quien se declaró un fanático fervoroso del tango. “Yo me acerqué al tango por Astor Piazzolla y fui a Buenos Aires dos veces, exclusivamente por su música. Desde entonces intento no perderme a ningún artista en Nueva York que busca innovar con esa música tan pasional”, explicó.

presentar a D’Rivera, de 61 años, que apareció con su clásica guayabera y pantalones blancos. “Sólo le falta el vestuario correcto, el resto está perfecto”, bromeó Aslán antes de arremeter con una vigorosa versión de “El choclo”, embellecida por el magistral saxo de D’Rivera. Ya con su infaltable clarinete, el músico cubano hizo delirar al público con “Divina” y “Rencor”, ambos temas incluidos en Tango Grill, junto a “El amanecer”, “La payanca”, “Sin palabras” y “El marne”, entre otras canciones. D’Rivera y Aslán se conocieron años atrás colaborando con el grupo de Pablo Ziegler y desde entonces deseaban encarar un proyecto juntos con el grupo experimental que el argentino tiene en Nueva York, Avantango.

“La música que realmente me hizo músico fue el jazz, no sólo el norteamericano sino también el europeo y sobre todo el latinoamericano, como el que hace Paquito. Y cuando descubrí el tango como veta musical empecé una búsqueda de muchos años, de encontrar la manera de que estos estilos se encuentren –destacó Aslán a este diario–. Y esa sensación que uno tiene en el jazz de poder improvisar, poder experimentar, ese ir para acá o para allá de acuerdo a cómo pinta el momento, también existe en el tango, cuando se toca a la parrilla”. Así, justamente interpretaron luego piezas más modernas, como “Verano porteño”, de Astor Piazzolla, y composiciones de los propios músicos presentes, como “Milonguinha” de Rogantini, “Encuentros cercanos del 4º tipo”, de Zisman, o la irresistible “Tanguájira”, escrita por Aslán especialmente para este espectáculo y que resumió perfectamente la esencia del encuentro. Para el bis, deleitaron con una versión tanguera de “Goodbye”, canción con la que Benny Goodman solía acabar sus conciertos. Ya la próxima semana, Aslán y sus músicos argentinos se trasladarán a Washington, para participar del festival de jazz que ofrece el Smithsonian Latino Center como parte del mes cultural argentino en la capital estadounidense, y luego viajarán a Buenos Aires, donde el 19 de mayo presentarán Tango Grill en el Teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza. Para el resto del año, Aslán, que admira y desearía trabajar con su compatriota Gustavo Santaolalla, tiene pensado diseñar un álbum de tango-jazz con influencias electrónicas, que sea “inevitablemente bailable”.