Orando por la conversión del mundo - ObreroFiel

Él era obviamente musulmán. Me impresionó la disciplina de aquel hombre, para orar sin preocuparse de ser visto en público por quienes no compartían su fe ...
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ORANDO POR LA CONVERSIÓN DE UN MUNDO EN TINIEBLAS Por Dr. Moisés Mariscal Profesor de Misiones del Seminario Teológico Centroamericano Ciudad de Guatemala, C.A. Minutos después de abordar un avión de la aerolínea Iberia en el aeropuerto Kennedy de Nueva York, con destino a Madrid, algo llamó fuertemente mi atención. Al final del pasillo vi a un hombre corpulento poner su pañuelo en la alfombra y acto seguido, se inclinó hasta poner la frente en el piso, sobre su pañuelo mismo. Nunca antes había visto algo así, por lo que me inquieté algo y pensé acercarme por si el hombre necesitaba ayuda. Algo temeroso decidí llamar a una de las aeromozas y contarle lo que pasaba. Cuando iba a buscar ayuda di un salto de sorpresa pues aquel ser tan corpulento hizo un rápido movimiento y levantando la cabeza y alzando sus manos tan alto como sus largos brazos le permitieron; para en un instante regresar de nuevo a su posición original. Entonces comprendí que aquel hombre estaba orando. Él era obviamente musulmán. Me impresionó la disciplina de aquel hombre, para orar sin preocuparse de ser visto en público por quienes no compartían su fe ni sus costumbres religiosas. Dos años después de este incidente, ya en España, conocí a un hombre irlandés quien es de la raza y religión judía. Le pregunté si era practicante de su fe y respondió lo siguiente: “Yo practico fielmente todas las normas judías y hago oraciones y ayunos según nuestro calendario”. También me dijo: “mi primogénito también ora y ayuna según el mandato ritual de nuestra religión”. Puesto que ellos leen con fluidez el hebreo bíblico, le pedí que leyera el capítulo 53 de Isaías en mi Biblia hebrea. Él accedió y le expliqué como ese pasaje nos hablaba del Mesías. A mí me pareció prudente hacer lo mismo que Felipe y le pregunté: ¿Entiendes lo que lees? Su mirada estaba fija en un punto del texto. De repente y en forma por demás brusca cerró el libro, llamó a su hijo, sin más explicación le ordenó dejar de hacer lo que hacían y salieron de nuestra casa despidiéndose amablemente. Nunca más volvieron a comunicarse con nosotros. Al pensar en estos acontecimientos, un pensamiento me viene a la mente: ellos están orando en completa oscuridad espiritual. Sus oraciones no llegarán a la presencia de Dios. Están perdiendo el tiempo mientras oran. Están hablando al aire y pensando en vano. Están orando en un mundo en tinieblas. Pensando en esto otra vez, doy gracias a Dios porque ha prometido en su palabra, escuchar nuestras oraciones como cristianos. Pero ¿es que nosotros oramos mejor que ellos? Realmente no lo creo. Las oraciones de cualquier religión suelen ser muy bien hechas. La diferencia está en el conocimiento que tenemos de la línea que entra en la presencia de Dios. Es como llamar por teléfono: si usas el número correcto, hablas con quien quieres, si no, siempre hablas con quien no deseas. Otro problema en las oraciones es hablar en el idioma de Dios. En una ocasión hice una llamada telefónica a Paris para hablar con un joven que conocía y habla inglés. El problema es que alguien respondió en francés y yo no podía hacerme entender, pero mi esposa habla ese idioma, así que le pedí traducirme desde otra extensión del teléfono. Ella tradujo para mí y así nos entendimos con la persona que hablaba. Frecuentemente cuando oramos ni siquiera sabemos escoger el tema por el cual oramos, ni la manera en la que presentaremos a Dios. En Romanos 8:26-27, la Biblia dice que el Espíritu Santo nos ayuda intercediendo por nosotros en la oración. Es bueno saber que no sólo tenemos el número correcto para entrar en la presencia de Dios sino que también tenemos el traductor más eficiente para que hablemos en el idioma de Dios. Por un lado resulta maravilloso saber que podemos orar con la seguridad de que no lo hacemos en vano. Por el otro lado resulta muy triste que no tengamos ni siquiera la disciplina que tienen otros hombres paganos. Quizá esta reflexión servirá para animarnos a orar más. Pero sobretodo hagámoslo por aquellos que oran es oscuridad espiritual. Disciplinemos nuestra vida cristiana para que siempre

recordemos la necesidad de orar por la salvación de los no salvos, por la conversión de un mundo en tinieblas. Para encontrar más artículos escritos para FAM, busque en la página web www.famiter.org Usado con permiso. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.