EXTERIOR
Lunes 3 de mayo de 2010
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DESASTRE EN EL GOLFO DE MEXICO s EL PRESIDENTE VISITO LA ZONA AFECTADA
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FALTAN TRES DIAS PARA LOS COMICIOS
Frenética carrera por los indecisos en Gran Bretaña El 46% de los votantes aún no sabe a quién elegirá; Cameron mantiene la ventaja GRACIELA IGLESIAS PARA LA NACION
REUTERS
En Luisiana, Obama prometió que no ahorrará esfuerzos ni recursos para limpiar la costa del golfo de México
Obama advirtió que el derrame podría no tener precedente El mandatario se defendió de las críticas por su reacción; el sellado tardaría 90 días WASHINGTON.– El presidente Barack Obama visitó ayer la zona afectada por una gigantesca marea de petróleo en el golfo de México, advirtió que el derrame es una catástrofe tal vez sin precedente y defendió a su administración de las críticas sobre la supuesta lentitud del gobierno para reaccionar ante el accidente de la plataforma de British Petroleum (BP), hace casi dos semanas. Desde la costa de Luisiana, Obama supervisó los esfuerzos por combatir el desastre medioambiental generado como consecuencia del hundimiento de la plataforma petrolera. Autoridades locales y ejecutivos de BP detallaron ante el presidente cómo se trata de sellar la fisura por la que escapan, al menos, 800.000 litros de petróleo por día. La marea crece, según BP, de manera constante y ayer obligó a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica a suspender, por los próximos diez días, en toda la zona afectada del golfo, la pesca, in-
dustria vital para la economía del Sur. Junto con BP, la Casa Blanca está desde hace unos días en el blanco de las críticas por su reacción ante el desastre. Numerosos comentaristas compararon ya el posible impacto del derrame con las consecuencias que el huracán Katrina, que arrasó Nueva Orleáns en agosto de 2005, tuvo para su predecesor, George W. Bush. “Quiero enfatizar que, desde el primer día, nos preparamos y planeamos para afrontar lo peor, mientras esperábamos lo mejor”, dijo Obama en Venice, corazón de la industria pesquera de Luisiana, que se verá restringida de realizar operaciones en los próximos días. Como en otras ocasiones en los últimos días, Obama volvió a apuntar contra BP, la cual “es responsable por esta pérdida” y “pagará la cuenta” de los gastos para contener la marea y limpiar el petróleo derramado. El presidente aseguró que para el área afectada por la marea negra
“habrá resarcimientos adecuados”. “Pero, como presidente de Estados Unidos, no ahorraré ni un esfuerzo hasta que se limpie este derrame”, dijo el mandatario. Obama aseguró que su gobierno estuvo preparado desde el principio para afrontar el impacto del derrame, pero varios analistas y críticos de su administración destacaron que pasaron doce días antes de que el presidente viajara a la zona afectada por el derrame. Entre ellos estaba, el gobernador de Luisiana, el republicano Bobby Jindal, que lamentó la muy lenta respuesta de BP y del gobierno federal frente al derrame de petróleo crudo que “amenaza nuestras costas, nuestra cultura y nuestro modo de vida”. Jindal aseveró que hablará hoy con Obama. “Estoy cansado de esperar que BP confeccione un plan y que la Guardia Costera lo apruebe”, precisó Jindal. “Estamos lidiando con un desas-
tre masivo y potencialmente sin precedente”, reconoció Obama, que añadió que “tomará varios días para detenerlo”. Esta afirmación presidencial elevó aún más los temores de los ambientalistas, ya advertidos por los expertos de la dificultad de las operaciones de sellado de un pozo a 1500 metros de profundidad. El secretario del Interior, Ken Salazar, confirmó ayer los peores pronósticos que se evaluaban entre los jefes del operativo cuando dijo que podrían necesitarse tres meses para alcanzar una “solución definitiva” del peor desastre ecológico de las últimas décadas, teniendo en cuenta que casi siete millones de litros de petróleo fueron vertidos al mar.
Agencias EFE, DPA, ANSA y Reuters Fotogalería. Derrame de petróleo en el golfo de México www.lanacion.com.ar/fotos/
LONDRES.– Cuando faltan tres días para las más inciertas elecciones generales británicas de que se tenga memoria, los líderes de los principales partidos políticos están abocados en una frenética carrera por seducir al 46% del electorado, que permanece sumido en la indecisión. La primera serie de debates televisivos en la historia británica parece haber ayudado poco en este sentido, por cuanto todas las encuestas de opinión coinciden en predecir que ningún partido ganará una mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, lo que resultaría en lo que aquí se llama un hung parliament. El candidato conservador, David Cameron, sigue firme en la delantera en la intención de voto (entre 33 y 38%) frente a sus rivales, el laborista Gordon Brown (27 a 29%) y el liberal demócrata Nick Clegg (28 a 31%). Pero Cameron necesita pasar la barrera del 39% para estar en condiciones de formar gobierno. Lo que el poder de la televisión podría estar a punto de impulsar es un realineamiento de las fuerzas de centroizquierda capaz de, por primera vez en casi un siglo, convertir a los liberales demócratas en el principal partido de oposición británico, dejando al laborismo en tercera posición. Esto sería fruto tanto del carisma del líder liberal demócrata Nick Clegg como de la gaffe cometida por Brown al insultar a una simpatizante de su partido a micrófono abierto. Gillian Duffy, la jubilada en cuestión, asestó ayer un nuevo golpe al primer ministro al confirmar que, a pesar de las elaboradas disculpas transmitidas personalmente por Brown, ella rompió el voto postal que tenía previsto enviar a favor de los laboristas.
“Quiso congraciarse conmigo invitándome a visitarlos a él y a su esposa, Sarah, en Downing Street. Si bien no se lo dije, lo primero que pensé fue: «No sé para qué dices eso, porque no te queda mucho tiempo en Downing Street»”, señaló la jubilada en una entrevista con el tabloide conservador Daily Mail. Si los electores no logran decidirse, la mayoría de la prensa británica sí ha tomado claro partido. Lo más sorprendente es el apoyo dado a Nick Clegg por The Guardian y el dominical The Observer, tradicionalmente laboristas. Un respaldo que justificaron en la necesidad de “un verdadero cambio” que –estimaron– sólo sería posible mediante la reforma electoral propuesta por los liberales demócratas. El partidismo abrazado por la prensa ha puesto en tela de juicio el valor de las encuestas encargadas por los medios. El conservador Sunday Telegraph, por ejemplo, proclamó ayer en tapa “la muerte del efecto Clegg”, al asegurar que el laborismo había recobrado la segunda posición mientras los tories se mantenían al frente. En esta atmósfera de incertidumbre, los ánimos han comenzado a caldearse. En las páginas del mismo periódico, Cameron describió a Brown como “una figura desinflada” que, lejos de la imagen de “coloso económico y genio político” que sus allegados le atribuyen, recurre al miedo y a “calumnias desesperadas” para aferrarse “a las llaves de Downing Street”. Brown, en tanto, atacó a su verdadera amenaza, Clegg, caracterizándolo como más idóneo para “presentar un concurso de TV” que para dirigir el país. El líder liberal demócrata retornó el fuego afirmando que el laborismo “ha traicionado” a la clase trabajadora y que su partido es ahora “el único que representa los intereses de la gente de este país”.