Mirada de una relación “diferente” El tiempo y sus

16 ago. 2009 - las más renombradas y sorprenden- tes de la danza-teatro. Actualmente en gira por Europa, se presentaron en la Puerta del Angel de la Casa ...
2MB Größe 3 Downloads 65 vistas
Espectáculos

Página 6/Sección 4/LA NACION

2

3

Domingo 16 de agosto de 2009

TEATRO (En el mundo )

Por Pablo Gorlero

N Poncela es Edipo. En el teatro roma-

no de Mérida, Eusebio Poncela se mete en la piel de un Edipo intimista en una trilogía imaginaria, dirigida por Georges Lavaudant. Edipo, una trilogía es uno de los espectáculos estrella del LV Festival de Mérida, y está conformado por Edipo rey, Edipo en Colona y Antígona, de Sófocles. En declaraciones a EFE, Poncela explicó que el montaje huye del lirismo propio de la tragedia griega y pretende que “las emociones no sean tan evidentes”, a fin de que sus intérpretes sean presentados ante el espectador desnudos, “sin trampa ni cartón”. En cuanto a la estética, las piezas no guardan relación entre sí y los elementos escénicos varían en cada una; se destaca la recreación de un cine abandonado de los años 50. * * *

Una red humana formada por 54 artistas de La Fura dels Baus, en El latido del bosque, en un festival musical de la capital húngara

EFE

Eusebio Poncela, protagonista de Edipo, una trilogía, en el 55° Festival de Teatro Clásico de Mérida

N Un argentino en Italia. Sergio Aguirre

AFP

es un actor y director argentino que, desde hace 20 años, está radicado en Florencia, donde dirije junto a la actriz italiana Manola Nifosi, el Centro Iniziative Teatrali. Luego de haber realizado montajes con actores de distintas nacionalidades, estrenó allí Galileo Encadenado –en coproducción con el Festival de Zagreb–, un cruce entre Vida de Galileo, de Brecht; y Prometeo encadenado, de Esquilo. Asimismo, mezcla las voces de cantantes líricos, del Teatro Nacional de Rijeka, con las de sus actores.

Williams, dirigida por Rob Ashford. La última aparición de la actriz fue en 2001, en La forma de las cosas, de su amigo Neil LaBute. * * * N La Fura en Hungría. El Sziget Festival

REUTERS

* * * N Blanche DuBois. Esta semana el céle-

bre Donmar Warehouse, de Londres, anunció que Rachel Weisz será la protagonista de la nueva versión de Un tranvía llamado deseo, de Tennessee

de vanguardia creó especialmente El batec del bosc (El latido del bosque), que se representa en un escenario rodeado de bosques. Cuenta con la voz de la cantante húngara Ezter Biro, 16 actores y 54 acróbatas que configuran una red humana y una rueda. El festival atrae anualmente a más de 380.000 espectadores y cuenta con más de 200 eventos culturales diarios en 55 escenarios.

EFE

Rachel Weisz será Blanche DuBois, y Diavolo Dance Theatre deslumbra a los madrileños

es uno de los más importantes encuentros culturales de Europa y su 17ª edición comenzó el miércoles y concluye hoy. Se celebra en la isla de Hajogyar, en el Danubio, en pleno corazón de Budapest. Aunque se trata de un festival musical, el grupo catalán La Fura dels Baus fue invitado y se convirtió en la atracción principal. En forma de ceremonia o rito telúrico, esa compañía

Mirada de una relación “diferente”

* * * N Danza teatro. La compañía Diavolo,

Una escena de Galileo encadenado, el montaje que hizo el argentino Sergio Aguirre, en Florencia, con el cruce de las obras de Brecht y de Esquilo

Desde hoy, en la Sala Leopoldo Lugones

Federico León trabajó durante más de un año y medio para esta producción que hoy se conocerá en Buenos Aires pero que ya recorrió varios festivales europeos

Es inevitable, de Diego Casado Rubio, resulta atractiva por el cruce de disciplinas Buena (((

Es inevitable. Autor: Diego Casado Rubio. Intérpretes: Patrizia Alonso, Estela Garelli, Lorena Viterbo. Cantantes: Josefina Lamarre, Aline Meyer. Músicos: Carlos Agüero, Diego Menge. Maquillaje y vestuario: Vessna Bebek. Luces: David Seldes. Audiovisuales: Diego Casado Rubio. Sonido: Franco Caviglia, Diego Menge. Artista plástica: Trinidad Rubio. Asistencia de dirección: Juan Borraspardo. Coreografía: Daniel Bartra. Dirección: Diego Casado Rubio. En La Carbonera (Balcarce 998). Domingos, a las 20.30. Duración: 70 minutos.

Una trunca historia de amor es el eje de esta producción del español Diego Casado Rubio. Pero no es cualquier historia... O sí, lo es, en verdad. Para cierto sector de la sociedad y para la ley, esa relación tiene sus contras. Se trata de un amor entre lesbianas y las voces que pueden cuestionar a esa pareja también se hacen presentes en la obra. La trama de la experiencia es inquietante. Una mujer llora a la pareja muerta al lado del cajón. Reza y mezcla sus dichos con frases que trasuntan mucho dolor, a la vez que da algunas pis-

tas acerca de su ligazón con el ser amado. El espacio se ampliará luego; otros datos irán completando el mundo interior del personaje (Rosa) y hasta algunas bellas imágenes proyectadas posibilitarán al espectador completar su imaginario. Esta etapa del trabajo –casi una presentación– resulta demasiado extensa. Bellas imágenes completan la trama Es cierto que ayuda a sostener una intriga interesante o, donde la ausencia del otro promueve por lo menos, sorpresiva, pero hasta la recuerdos, dolores y, también, una proaparición de Carmen, la pareja muer- funda reflexión acerca de la soledad preta de Rosa, no se reavivará la acción y sente. ¡Cuánto más en estas relaciones el espectáculo adquirirá mayor vigor. “diferentes”, que la sociedad cuestiona Es inevitable posee una muy buena y la ley no reconoce! Aunque con una estructura dramáfactura visual y tres magníficas intérpretes –Patrizia Alonso, Estela Garelli, tica dispar, Es inevitable resulta un Lorena Viterbo– darán vida a criaturas atractivo proyecto de cruce en el que muy especiales que cruzarán por esta- el teatro, la plástica y el video se dan dios muy particulares, los mismos que la mano de forma muy acabada. se imponen cuando el tránsito obligado debe ser entre la vida y la muerte. Allí Carlos Pacheco

dirigida por Jacques Heim, es una de las más renombradas y sorprendentes de la danza-teatro. Actualmente en gira por Europa, se presentaron en la Puerta del Angel de la Casa de Campo, de Madrid.

MARIANA ARAUJO

El tiempo y sus infinitas capas Federico León estrena Yo en el futuro, trabajo en el que cruza cine y teatro En los ‘50, dos chicos de unos 10 años van a ver un número vivo a un cine de barrio en donde actúa una pianista. Se filman. Llegan a sus casas y se vuelven a filmar junto a sus familiares. Pasan los años, pasan veinte años, toman otra cámara y se filman mirando aquella vieja filmación en el cine con aquella pianista interpretando una melodía clásica. En la actualidad, con sus ochenta pirulos a cuesta, vuelven a grabarse mientras observan a aquel número vivo, mientras observan aquella otra escena filmada en la década del 70, mientras son observados por el público. El universo de espejos no intenta apelar a relatos cronológicos ni a personajes con cargas psicológicas. A lo sumo, ese mundo de capas, de primeros planos, de simultaneidad de proyecciones en sintonía con los actores en escena tomará vida –a partir de hoy– en la sala de cine de arte Leopoldo Lugones, del San Martín. Por estos únicos dos meses de función, el teatro y el cine dialogarán en esta especie de caja de Pandora llamada Yo en el futuro. “En un sentido literal, en un momento dado conviven todos los tiempos. Te conté la obra de una manera cronológica para que sea más fácil. Pero, llegado el momento, quizá no sepas bien quién mira a quién. Si es el presente o si son los actores de ochenta años mirando a los actores que hacen de ellos cuando tenían 30 años y los que hacen de ellos cuando tenían 10 años”, apunta Federico León, el coautor y director de esta nueva aventura escénica. Hay otra forma de contar su obra. “Es como si fuera el proyecto de estos tres ancianos que decidieron filmarse a lo largo de toda su vida. Para eso, contratan a tres chicos y a tres jóvenes parecidos a ellos para que repitan partes de esos videos”, dice. Cada uno de ellos actúan las historias pero también las manipulan. Por ejemplo: “dos de los ancianos se dieron un beso cuando tenían 10 años y, ahora, intentan que sus dobles repitan aquel beso. Como si fuera una suerte de transmisión para que después, cuando mueran, al-

go siga vivo o para que estos chicos sigan repitiendo ese beso. Es como si fuera un proyecto que incluya a todos los tiempos”, sigue Federico desmenuzando la idea del tiempo en medio de un bar del Abasto detenido en el tiempo llamado Roma, ciudad que, dicen, es eterna. Cuenta que todo sucede durante 50 minutos condensados en un acá y ahora permanente. Cincuenta minutos aunque, “¿cuánto, realmente, dura una obra? No sé... –se pregunta y se contesta–. Si puede suceder que algo de una obra te quede dando vueltas en la cabeza durante... ¿Entonces?”. Se podría acotar sin rigor científico alguno: las obras pueden durar mucho tiempo en la mente de uno. Pueden ser tan eternas como Roma misma.

Infinitas capas Yo en el futuro. De Federico León, Marianela Portillo, Julián Tello, Jimena Anganuzzi y Esteban Lamothe. Con Anganuzzi, Elizabeth Bagnes, Oscar Mariano Grilli, Lamothe, Isabella Chiara Longhitano, Dina Minster, Portillo, Belén Abril Pulvirenti y Federico Rosenzvaig. De viernes a domingos, a las 21.30, en el Teatro San Martín.

Si todavía hoy –aquí, ahora– no se callaron los ecos de Cachetazo de campo, de 1500 metros sobre el nivel de Jack o de Estrellas, otros trabajos que llevaron la firma de Federico León. Mientras se toma un café también dice que este nuevo proyecto es una obra abstracta. “La premisa fue no cerrar sentidos”. Pero también agrega que en Yo en el futuro todo es muy concreto. “Los viejos son actores de 80 años. Los chicos tienen 10 años. La pianista del número vivo es una pianista. Y todo gira alrededor de un beso. Todas cosas muy concretas. Sin embargo, la obra tiene la lógica de una pesadilla, o de un sueño. Uno no necesita entender cada una de las asociaciones”, apunta.

En construcción Poner en orden a esta complicada máquina fue un trabajo arduo. “Nunca dibujé nada en mi vida pe-

ro esta vez necesité dibujar mucho para explicar o entender el tema de las capas. Básicamente eran rectángulos adentro de otros rectángulos adentro de otros rectángulos. ¿Se entiende?”, pregunta. En la puesta en escena de esta maquinaria teatral y cinematográfica otra de las patas complejas de definir fue la búsqueda de los actores que demandó unos cinco meses. “A partir de los tres actores jóvenes necesitamos buscar a sus dobles de ochenta años y a sus dobles de 10 años según ciertos parecidos físicos. Eso fue como aplicar a una obra de teatro un procedimiento del cine”, apunta. En todo ese tiempo pasaron casi mil personas. Hubo un casting en Morón, una escena de menos de un minuto con 80 extras filmada como si fuera un largometraje y más de un año y medio de trabajo en concreto. Hasta se ensayó con actores que sabían que no iban a quedar pero que eran necesarios para poner en funcionamiento el complejo engranaje en el cual las imágenes grabadas debían encastrar con el movimiento en vivo sobre el escenario. “No hubo improvisaciones como en el resto de mis obras –reconoce–. La regla de la obra la iba generando la misma obra. Fue todo muy diferente y angustiante a la vez”. Como fue producida por distintos festivales internacionales y por el Complejo Teatral de Buenos Aires, la obra de León ya giró por importantísimos encuentros escénicos (Aviñón, Berlín, Bruselas) a los que volverá después de los dos meses de función en la Lugones. Entonces, capas sobre capas en un dispositivo de múltiples compuertas. Imágenes de cine al servicio de una experiencia teatral que despliega un mundo asociativo durante 50 minutos. U observar la obsesiva reconstrucción de un beso en presente continuo sentadito, quizás, en la misma butaca en donde Federico León, en su versión más joven, se tutea con Fassbinder y con Bergman. De todo esto también se trata Yo en el futuro.

Alejandro Cruz