Taller Literario Rey naldo P é rez Só AÑO 7 / NÚMERO 363 DOMINGO 29 DE OCTUBRE DE 2017
Miguel Hernández, ruiseñor de las desdichas
Edmundo Aray
aire la cigarra hispana, el verde limón, el higo verde. Los altos claveles surten de gracia y paz el aire en celo…. El canario, en la tapia gargantea. ¡Habrase visto tal modo de decir! Responde la cigarra: se hizo verbo la luz. Suyo es el fragor que turba y quema. Luego irá del ¡Ay al ay! por la vida con el corazón a todo instante puesto a prueba. Le sobra, sí, en el pecho el corazón.
I En su adolescencia topó con el rigor familiar, pero no dio lugar a la desesperanza. Oh, amigo, dirá al limón, si te hundo mis dientes me darás un minuto de mar. Crece bajo los negros higos. Mira verter el llanto de ocasión ante la hermanita muerta. Desafía a los limones y a los corazones. En la plaza el toro, acaso la gente elevando toreros a la gloria. Sublévate de tu abatida posición, ordena a la culebra, y le pide la manzana, a él, muchacho de hinojos para oler a los claveles. Cómo escuecen las higueras ¡ay, que sí, cómo escuecen! En el ocaso busca el lucero solitario de la tarde. La luna echa vahos de luz que los árboles azulan, y en la alberca la mujer desnuda, Leda astral, se echa como una joya.
V Fue Miguel, escribirá Marinello, una armazón recia y dinámica, activa y andadora. Campesino andador, que no errante. Vencedor del árbol que crece contra la mordida del páramo y la furia del viento. Alma dolorida y clara. Áspero es, como su tierra. Fértil en toda estación, muy adentro y muy por fuera la savia campesina. «Su comunicación con la tierra, es siempre más inmediata y conmovida que en sus pariguales. Por ello, se emparenta con los maravillosos primitivos de la literatura maternal».En él, como en ninguno los Cancioneros y el Romancero «encuentran cauce ancho, connatural y gozoso». Nadie pudo decir con más razones: Que barro soy aunque Miguel me llame.
II La palabra adquiere un vigor que desplante pareciera. Por botón una elegía al guardameta. A los penaltis nadie más que la red le pone trabas, porque nadie ha cubierto el sitio, vivo, que has dejado, muerto. Si es bella es marítima. La deja el rubio y el azul la toma, pez hembra entre los peces. Lectura de Góngora en el camino. El endecasílabo silba: Movimientos de seda que se anilla / a fuerza de dormir y verde cama / con espíritus de hilo celdas trama, / carcelero, después preso en capilla. Y con la misma los cantares de pueblo. Soledad, que solo estoy / tan solo y en tu compañía. /Ayer, mañana y hoy, / de ti vengo y a ti voy / en una jaca castaña. III «la raíz adusta y encrespada de España se toca mejor en sus poemas», dirá Juan Marinello. Es un poeta encarnizadamente español, agregará. La vida, su brío, el fulgor de su palabra irán confirmándole la estirpe. Perito en Lunas seguirá a los poemas de adolescente. Por epígrafe dos versos de Paul Valery: je m´enfonce au mépris de / tant d´azur oiseaux. Qué importa que hagan caso omiso de su verbo, que no impedirá sierra en sus sienes si de liras el alma se corona, jinete pronto con las luces en batalla, donde tiene serranía pura la luz, categoría. Le acompañan Góngora, Quevedo, Fray Luis, Jorge Guillén en este nuevo entramado de la palabra que clama por su fuero, vértice de amor. Pareciera anunciar los sufrimientos posteriores que le harán leve, libre de lodos, «a batallas de amor, campos de pluma». Aunque púgil combato, domo trigo: / ya cisne de agua en rolde, a navajazos, / yo que sostengo estíos con mis brazos. ¿Quién es ese poeta de decir tan nuevo? Nuevo porque llega con un mundo que resume mediodías, tornaluna de música y sendero. ¡Lunas! Como gobiernas, como bronces, siempre en mudanzas, siempre dando vueltas. Cuando me voy a la vereda, entonces / las veo desfilar, libres, esbeltas.
Así es su poesía, sin florilegio de ocasión ni complacencias de café. Su palabra viene del sol, luna clara, ¡la más clara!, con un sol en sigilo ¿Qué luna es de mejor sabor y cepa?, pregunta. La luz le toma sobre el huerto. El alma relampaguea. IV 1933-1934. Son otros los poemas, pero de la misma tierra viene con el lagarto azul, árbol desnudo. Corporal ya de alma ya te pones espiritual de cuerpo. Así es, Miguel, virtud la anatomía. Abunda la afición por el estío, la finura del viento: aún me duele tu viento. Escribirá un Diario de junio, remitiendo honda y piedra a lana y monte y amor a Galatea. Son los pastores, es él, campesino, pastor que quisiera abandonar el huerto, más no su encarnadura. Vibren las odas: al vino, a la higuera, a los dulces sexos femeninos, abeja y flor, flor de almendro, dulce medicina, pañuelos de olor, suaves mordazas. Torna a mirar, por el
«La gracia de Miguel Hernández es, como la del Romancero, sobria y a punto, espontánea y certera. El hallazgo en el decir y en el imaginar nace de la misma sustancia innovadora y, como su movimiento, esperado. Poesía de carne y hueso —de carne ansiosa y hueso calcinado—» (…) a un tiempo dolor y trino. «Dolor de su gente y trino de su gente. Pocas veces se ha dicho con tanta verdad el oficio del poeta en tierra trágica». Aún estremece a Marinello, y hasta el fin de sus días, la guerra, el holocausto de un pueblo. Aparta de mí este cáliz, gritará Vallejo. Para Miguel un túnel de angustia y escarnio. ¿Qué hice para que pusieran / en mi vida tanta cárcel? Pero siempre mantuvo la fe en medio del hospital de sangre, sometido a encierro hasta sus últimos días, mas no de su tierra escarnecida: Despedidme del sol y de los trigos. VI Miguel es cuerpo presente, fuente de vida como toda estación, urgencia del deseo de porvenir altivo. Acendrado quedó en la memoria del común. Alguna noche de la primavera del 2002, por alguna calle de Salamanca, en medio del jolgorio de los jóvenes, topé con un solar vacío. Alguna vez fue casa, hogar, risa y llanto, piedra palpitante. Al fondo una inscripción: Miguel Hernández vive. ¿Cuántos años estuvo oculto el emblema?, que tal me dije, que tal preguntara a la muchacha de ojos de leve azul, del aire su arquitectura. Vive, me respondió con una sonrisa de suavidad y flores, es el rayo que no cesa.
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LETRAS CCS / CIUDAD CCS / DOMINGO 29 DE OCTUBRE DE 2017
Taller | Literario con Reynaldo Pérez Só
Tener qué decir, cómo decir E
l propósito de escribir
Dos cosas se sugieren al hablar, y por extensión al escribir: la primera, ser parte del colectivo, sentirse o procurar integrarse en él, quizá el mismo movimiento que nos impulsa a opinar en los diferentes contextos, proponer soluciones, mejorar el entorno, combatir lo errado. La segunda, romper la soledad existencial que implica una visión particular, aparentemente incomunicable. Digamos, desde la soledad alcanzar un otro interlocutor posible, hipotético, ideal, que quizá tenga existencia y pueda escuchar que un testigo similar a él percibe la realidad, de modo que la poesía sea el vínculo vital de unión entre el supuesto silencio y aislamiento.
El demonio que llamamos «voz propia»
Nadie, definitivamente, tiene voz propia, somos un producto cultural desde la familia y el ambiente. Quizá haya particularidades del lenguaje de múltiples orígenes. Tal vez una cierta singularidad caracterice a un determinado poeta, pero lo que se llama voz propia totalmente aséptica no existe. Por otra parte esto de la voz propia es una trampa escabrosa, principalmente para los jóvenes y el incauto. He visto textos, y los veo con despliegue formal exuberante, pero de una vacuidad mayúscula. Procurar la propia voz donde no se encuentra es la mayor de las trampas.
El método —personal— de escritura
Nada personal tengo, hasta lo más mínimo del método lo he aprendido y lo sigo aprendiendo. Mi escritura es un regalo de los grandes y los menos grandes poetas. Sin embargo, nunca se me ha dado una forma de abordar la
escritura absoluta. Experimento, escucho, destruyo, puesto que aún no tengo entre las manos lo definitivo. Buscar es para mí lo que me congracia con la vida, descubrir lo no visto hasta ahora como una revelación. Además, si no se aprende la vida de golpe, tampoco de golpe puede nacer el poema.
La relación autor-lector
Lo primero que asumo es que no tengo auditorio, que sólo estoy yo solo con un fantasma alter ego que me acompaña. Nunca me abandona. Nunca exige nada, ni pretende nada. No importa lo que hacemos, disfrutamos el instante de la creación del texto. El lector tardío viene posteriormente, a veces admira, desprecia, busca tus equívocos pero su relación conmigo transciende convertida en pura metafísica. Todavía recuerdo, hace más de cuarenta años, a un estudiante que entrara al autobús con un libro mío bajo el brazo. Me quedé frío y subrepticiamente me senté detrás para observar qué hacía. Una vergüenza extraña me recorrió el cuerpo mientras él repasaba las páginas. Ser un voyeur de mí mismo me espantó. Me hice el loco y empecé a mirar por la ventana, los perros flacos, las gallinas corriendo y me olvidé del lector.
Mito y verdad de la inspiración
Días de sequía hay, y días de producción, qué se le hace. Vicente Gerbasi me susurró hace años como que sí y como que no. En total el poeta no estaba seguro. Yo por mi parte pienso que no existe inspiración alguna, pero a veces me contradigo y creo, tengo la fe absoluta, de que hay un ángel que me lleva la mano, pero con antelación debo comer, escuchar los clásicos, escuchar la gente,
que una cuerda invisible aúne la proximidad. Tener qué decir, cómo decir la substancia que se produce si se vive.
Lecturas íntimas y la angustia de las influencias Cambian según los tiempos. No leo por obligación sino lo que me gusta. Últimamente leo más filosofía que poesía, más cuentos de niño que lírica. No me interesa por lo general el pensamiento lineal. Con todo me voy por Garcilaso, por Cervantes, El Quijote en especial, Gallegos. Me gustan las oraciones que repito y repito. No leo escritores de moda. Me gusta Meister Eckhart, Juan de la Cruz, por lo general los místicos, de aquí y de allá. Las influencias no me producen angustia, pues ni me van ni me vienen. En principio, cada vez que somos tocados por una obra de arte, desde ese momento cambiamos. No hay forma de rehuirlas, del mismo modo que no somos únicos.
El arte de titular
Los títulos de un libro o de un poema son un dolor de cabeza. Vienen como vienen: sin título o partiendo del sujeto básico de la colección. De igual forma los poemas, de haber un título, raro que lo haya, se atiene al sujeto básico. No importa mucho titular, fundamental es lo que el título no contiene.
Citas y epígrafes
Las citas las oculto, me refiero al poema, para que el lector las descubra, pero se puede sospechar que es una referencia. Quedan integradas al texto, vivientes. Ni siquiera les pongo cursivas. Los epígrafes los uso poco en los poemas, pues corrientemente estos pueden prestarse a diversas lecturas y no las ideales.
DOMINGO 29 DE OCTUBRE DE 2017 / CIUDAD CCS / LETRAS CCS
Crítica y autocrítica
La crítica insana muere de muerte natural. No interesa. La sana, ayuda al lector y al autor. El problema consiste en poder distinguir una de otra. La insana proviene del ego herido, de las pasiones, de la ignorancia. La sana también necesita reflexión porque existe la noble elogiosa que se transforma en insana, maligna. También se da la crítica caritativa, parecida a la elogiosa pero termina como la insana, muriendo de muerte natural. Sin embargo la insana con su propia muerte mata a quien la publica. La autocrítica nunca puede ser insana, elogiosa o caritativa, es la crítica del crecimiento, de la humildad, necesaria. De no existir, el poeta deriva a ninguna parte, se queda mascullando el vacío.
El concurso literario
Sirve hacia arriba y hacia abajo. En especial para los jóvenes el reconocimiento es imprescindible. Sin embargo, puede ser una maldición si el ego se encumbra, si ma-
ta la humildad, la espontaneidad, la honestidad. Jamás debería quedar desierto y sin la publicación de los textos.
Enseñar a escribir literatura o la quimera del taller
No sé a quién se le ocurrió la creación de talleres. Cuando surgió la idea me pareció un exabrupto: los poetas no se inventan de la nada. Había sí el concepto de los talleres de lectura que me parecían idóneos. De hecho los practico aún hoy. Es orientación, intercambio, descubrimiento sobre autores pretéritos. Los talleres de literatura enseñan trucos, cascarones pareciendo ser lo que no es, retórica vacua, manías. No obstante, he visto hermosas individualidades nacidas de esos talleres, aunque guiados por escritores de muy noble casta que no permitieron clones cascarones. Si no se lee bien, la escritura late sin vida y la mayoría de los lectores no saben leer más allá de lo aparente, por eso se escribe hacia afuera como los escribanos de las antiguas prefecturas.
Fragmentos de un| portaller Pérez Só | 1. Un poema lleva a Dios, pues un poema es una fuerza de Dios. No es el hombre quien habla, es Dios, solamente Dios por medio del poeta. Salomón no nos cantar el El cantar de los cantares, es Dios, de aquí el misterio del verdadero poema. 3. La primera línea del poema es el poema. La última, reitera con otras palabras la primera. Las líneas centrales son meramente puentes para que la cabeza y la cola se confundan, en circunferencia. 5. La Biblia nunca ha sido asunto de forma para formar el vacío. Los antiguos judíos son de una casta de sabios: El cantar de los cantares habla del hombre, no de formas, imaginaciones, fantasías. Los judíos, generalmente escriben en sus miserias, grandezas; en ellos la imaginación no tiene lugar, porque la verdadera poesía es tocable. Juan de la Cruz, fray Luis de León lo comprendieron, de ahí sus versiones, auténticas, fuera de toda imitación formal, indagaron en lo tangible, vivido. 8. El diablo del poema es la prosa. 24. «Los alimentos del poeta son: vida y sentido», nos dijo Aquilino cuando muriera su hijo más amado. 27. Los equivocados con la poesía terminan a veces como líderes de movimientos poéticos en los asilos llamados Centros de Estudios Poéticos, Asociaciones Internacionales de Poesía, Clubes de la Metáfora Cósmica, etc. Ahí respiran el oxígeno embotellado de las palabras de aliento. 39. Los franceses, tan adictos al racionalismo, llevaron a Mallarmé a decir aquella frase seguida al pie de la letra por tanto letrista poeta: «La poesía no se hace con ideas, sino con palabras». El resultado se advierte en unos textos sólidos como acantilados en donde el poema se suicida. 46. Poetas hay con versos cuyo contenido es de vacua factura, los cuales en ningún momento escapan de la banalidad o, por otra parte, del ejercicio conceptual de la inteligencia, próximos al ensayo, la filosofía, historia, religión, erotismo, música, bajo el artificio de poesía. Ilustrativos son los escritos profusos de Cardenal o Neruda, tan raudos en versos históricos, ideologías, algunos de óptimo frontispicio, peripe-
cias inteligentes y, no obstante, ausentes de la pretensión original. 48. La belleza de un poema parte de la calidad interior del artesano. Esa calidad como Midas conforma belleza. Perdida esa calidad como Midas conforma palabras pero de forma aparente: ideas al aire, sin gravedad, imágenes sin fundamento. 49.«El buen poeta se huele», decía Rubén Darío. Aunque no dijo a qué olía y qué lo diferenciaba, en cuanto al olfato, de los otros. 52. El éxito de un poeta puede obedecer a muchas circunstancias, no todas ellas denuncian buena poesía: moda, cursilería, gusto, edulcorado, relaciones públicas, ideología política, religiosa, relaciones editoriales, burocracia oficial, propaganda, vejez lírica, autopromoción, etc. Lo mejor es no leerlos sino cuando el tiempo pase. De cualquier forma nada sucede sin ellos y todo está contenido en los clásicos. 77. Hay poetas que pulen poemas como quien pule un hueso. De cualquier forma el hueso seguirá siendo hueso, por mucha metafísica que tenga un esqueleto. 85. La poesía debe leerse en sus idiomas originales decía Velarde, o no leerla en traducciones. De hacerlo, seguir el original, según Pound. Mejor sería no leer ninguna traducción, ni seguir a los traductores como hacemos generalmente. Un poeta debería ser una isla, rodeada de mar, que divisa otras tierras, pero nunca convertirse en barco, sujeto a la pérdida total. 117. Los hijos no nos prolongan nuestra finitud, nuestras limitaciones. No seremos inmortales por los descendientes. Igualmente un poeta con sus seguidores no se hace eterno, más bien lo contrario, lo vuelven lugar común o baratija verbal cuando pueden. 131. Si el poema no sale, no sale. Forzar la escritura es lo suficiente como para dar principio al engaño. Posiblemente la imagen del poeta esté en juego, lo que hace que se fuerce, se niegue. La imagen nada agrega al poeta, al hombre. Si nada hay por escibir, no se escriba.
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Texto publicado en Antología poética, de Reynaldo Pérez Só (Monte Ávila Editores, 2003).
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Pienso que no existe inspiración alguna, pero a veces me contradigo y creo, tengo la fe absoluta, de que hay un ángel que me lleva la mano, pero con antelación debo comer, escuchar los clásicos, escuchar la gente, que una cuerda invisible aúne la proximidad.
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Decálogo del escritor 1. Tengo fe absoluta de que la poesía es una, sin lengua definida, sin palabras, a pesar de ellas. 2. No creo en los gustos, el brillo del adjetivo, las elaboraciones de la inteligencia, ni tampoco en los temas fluctuantes del deseo. 3. Tengo fe absoluta de que la poesía no tiene forma tangible, ni semejanza a creencias establecidas. Que su existencia es distinta a la mía, aunque no entienda, cuando presa de la duda aún mi intelecto dicte lo contrario. 4. Tengo fe absoluta de que ella no se manifiesta sin la propia presencia personal, desprovista de cualquier presupuesto o intereses ajenos a la relación mutua. 5. Que la verdad no es mía sino suya. Que suya es también la claridad aunque no comprenda. Que revela sensación pura, temblor, temor a lo expresado. 6. Que desconfío de la explicación, si pienso captarla, si soy yo quien la hace. 7. Que debo de tener presente que la mayor parte de lo escrito es bazofia e igualmente no soy la excepción. 8. Tengo fe absoluta de que es imposible usurpar el tono, las cadencias, la autenticidad, los estados de ánimo, el lenguaje del prójimo sin llegar tarde o temprano al vertedero. 9. Que lo despreciable de lo percibido impropio, procuro no asumirlo como ofrecimiento al otro. 10. Creo con fe completa que la poesía substancialmente no se posee como gracia, sino como despojamiento y depuración.
Reynaldo Pérez Só, nació en Caracas en 1945. Es cofundador y director de una de las publicaciones literarias más relevantes del país, la revista Poesía, de la Universidad Carabobo. Es poeta, médico y traductor. Ha sido un constante propiciador de talleres literarios así como uno de sus pioneros. Su obra poética comprende los libros Para morirnos de otro sueño (1970), Tanmatra (1972), Nuevos poemas (1975), 25 poemas (1982), Matadero (1986), Fragmentos de un taller (1990), Reclamo (1992), Px (1996), Solonbra (1998), Rosa rosarum (2011).
* Lee en nuestra edición del domingo 05 de noviembre: Taller Literario con Juan Calzadilla
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Federico Álvarez
El placer de la pena
Siempre, desde los tiempos más lejanos, se ha penado de soledad, de melancolía, de amor. Y el poeta ha sido siempre el encargado de decírnoslo. En la escena final del Torquato Tasso de Goethe, dice el héroe «Y donde el humano suele enmudecer en su tormento, / un dios me concendió el don de decir cuánto sufro». Lo sorprendente es que esa facultad convierte al sufrimiento en placer, en algo deseado y añorado que no puede dejarse en el silencio; un narcisismo extraño que a Thomas Mann le hacía hablar del «impudor de los poetas». «Oh, deliciosa llaga, que tiernamente hieres…», dice San Juan de la Cruz. Y más de dos siglos después repite Baudelaire (traducción de Mada Carreño): «dolor, tiéndeme tú la mano, ven acá». Freud, que retoma los versos de Goethe sobre Tasso, asegura que «no un dios, sino una severa diosa —la Necesidad— ha impartido la orden de decir sus penas y alegrías… a un cierto género de hombres». Y como Freud no tiene pelos en la lengua dice que ese género de hombres es el de los neuróticos: los que se refugian necesariamente (la diosa Necesidad) en la poesía contra una realidad que no soportan y contra la cual han de sublimar en voz alta su pena. No sé si fue Freud o alguno de sus discípulos quien dijo: «Labios que besan no cantan». El cantar de los labios del poeta es la nostalgia de otra función… Balzac lo había dicho crudamente: «Una mujer con la que nos acostamos es una novela que no escribimos». Y sin embargo… Los griegos fueron los primeros (fueron los primeros en casi todo) en hablar del placer del dolor. El sufrimiento era para ellos una grave disciplina enviada por los dioses para enfrentar la vida daimonon karis, una merced de los dioses. Y Esquilo —recuerda María Zambrano— hablaba de «aprender padeciendo». El que más padece, más sabe (más se sabe a sí mismo). Como dice el Eclesiastés: «quien trae ciencia, trae dolor», y esa ciencia es conciencia, autoconciencia: el dolor acabara siendo «escudo contra el olvido» (Ausias March), «testimonio de nosotros mismos» (Rosseau). Por eso san Benito —según he oído cantar a los frailes en Santo Domingo de Silos— pasó su vida renunciando a todas las posibles felicidades. ¿Qué duda cabe de que la felicidad sólo es posible mediante el olvido (olvido de nuestros afectos perdidos y del dolor del mundo)? En su libro, Plaga de fantasías, Žižek abre un camino de discernimiento tan difícil al distinguir el placer del goce. *Tomado de Vaciar una montaña (2009), de Federico Álvarez Director Freddy Ñáñez Coordinadora Karibay Velásquez. Letras CCS es el suplemento literario del diario Ciudad CCS y se distribuye de forma gratuita | correo-e:
[email protected] | Twitter: @LetrasCcs
La Librería Mediática Marialcira Matute Lecturas, premios, noticias Turquía. Por azar vimos en nuestra biblioteca El Museo de la Inocencia, del Premio Nobel de Literatura, Orhan Pamuk (Estambul, 1952). Ya finalizamos esta novela de 648 páginas publicada en 2008 y traducida al castellano por Rafael Carpintero en 2009, para Mondadori. Con una obsesión amorosa como argumento principal, Pamuk describe a Turquía en diversos puntos de su historia contemporánea. Y es evidente la influencia política que sobre el autor ejercieron las largas temporadas que pasó en EEUU por motivos de estudio o trabajo. A lo largo de la narración que destaca lo amoroso —no sé bien si como crítica a la supuesta indiferencia general que el protagonista de la novela afirma, sienten la mayoría de los turcos por la política, o como un elemento ideológico en la novela— Pamuk coloca en un mismo paquete a quienes apoyan las propuestas de izquierda o de derecha: «No quiero alargar mi relato con los enfrentamientos entre nacionalistas convencidos que se mataban en las calles de Estambul como prolongación de la Guerra Fría… Como a la mayor parte de Estambul, no me interesaba la política en lo más mínimo, pensaba que a nadie le serviría de nada la guerra de aquellos que se mataban por la calle e intuía que la política era el pasatiempo de ciertas personas particulares y despiadadas que se movían en cuadrillas y que no se parecían en nada a nosotros… mencionaba la política como si fuera un desastre natural parecido a los terremotos y a las inundaciones contra el cual los ciudadanos de a pie no podíamos hacer otra cosa que mantenernos lo más alejados posible.» Cuán ajeno nos resulta este razonamiento hoy en Venezuela, donde vivimos en democracia participativa y protagónica, y cómo se nos parece lo que describe Pamuk a la Venezuela de antes de 1999. Por cierto, el Museo de la Inocencia existe. La novela, entonces... ¿es real? El autor juega con sus lectores. Lo conoceremos algún día en Estambul: «tras cada persona obsesionada con recopilar objetos y apilarlos en un rincón subyace un corazón roto, un problema profundo, una herida espiritual difícil de explicar». «Los museos de verdad son los sitios en los que el Tiempo se transforma en Espacio.» Con la etiqueta #UnMinutoParaElLibro hemos ido compartiendo por redes frases destacadas de la novela mientras hacemos nuestra lectura que también reseñamos en radio y Tv. Ya se ha divulgado el veredicto del Premio Nobel de Literatura 2017. El ganador Kazuo Ishiguro, el japonés más inglés que he visto, es el autor de la novela Lo que queda del día, que fue llevada al cine en 1993 por James Ivory. El año pasado había comprado en Montevideo El gigante enterrado, la más reciente novela de Ishiguro, que tenía sin leer. Comentaremos su obra. Las primeras páginas prometen, parece merecer el premio. Es un buen escritor. Venezuela en 100 palabras. Este concurso de www.labicicleta.org emitió su veredicto recientemente. El primer lugar fue para el texto breve «Cartografía sagrad»a de José Negrón Valera, (Trujillo), a quien ya hemos reseñado como autor por la muy leída novela Un loft para Cleopatra, editada sólo en digital por El Perro y la Rana. Negrón está a punto de presentar Reyes y dinosaurios, la primera novela de una trilogía, también publicada en digital. Otro autor que merece ser publicado en papel. Premio. Hemos sido premiados en «Constructores de Utopías 2017, mención Comunicación y Cultura», de la Fundación Editorial Voz Insurgente de Carabobo. Lo agradecemos. También han sido premiados compañeros como José Carlos de Nóbrega, que recibió nuestro diploma por no haber podido nosotros asistir al acto de entrega que fue muy hermoso. Nos informó Ismael Noé Valecillos que estarán junto a Editorial Trinchera en la FILVEN del 9 al 19/11 en el Teresa Carreño, Caracas. Nuestro libro continúa. Ya vamos terminando el segundo tomo de La librería mediática: El libro que presentaremos en enero y detallaremos más adelante. Sólo podremos hacerlo en digital, por ahora, con descarga gratuita desde www.lalibreriamediatica.com y www.tvlecturas.com Aquí el book tráiler https://www. youtube.com/watch?v=oCF3Q9EBMpM&t=4s Ciudad CCS es un periódico gratuito editado por la Fundación para la Comunicación Popular CCS de la Alcaldía de Caracas | Plaza Bolívar, Edificio Gradillas 1, Piso 1, Caracas | Teléfono 0212-8607149 correo-e:
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