Los mitos sobre la inflación en la Argentina

10 jun. 2010 - Los mitos sobre la inflación en la Argentina. Por Miguel Kiguel. No importa si se lo llama reacomodamiento o tensión de precios, lo cierto es ...
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LA NACION 10/06/2010

Los mitos sobre la inflación en la Argentina Por Miguel Kiguel No importa si se lo llama reacomodamiento o tensión de precios, lo cierto es que la inflación en la Argentina hoy ya es un hecho y todo indica que está para quedarse. Cuando los reacomodamientos son todos en una sola dirección y con tasas de más del 20%, algo están diciendo. La buena noticia, si acaso se la puede llamar buena, es que no se vislumbran peligros de que suframos una hipertensión de precios como la del 89. El proceso inflacionario que estamos viviendo no surgió de la noche a la mañana, y a diferencia del pasado no fue el resultado de emisión monetaria para financiar el déficit fiscal. En realidad la inflación fue subiendo muy lentamente de 4% en 2003 a 12% en 2006 y a 20% en 2007 y 2008. Hubo una pausa el año pasado debido a la recesión y a la baja en los precios de los alimentos en el mundo, pero en el primer trimestre de este año se ha ubicado por encima del 30% anual, y todo indica que en el mejor de los casos rondará el 25% para todo el año. La suba gradual y permanente en la tasa de inflación a lo largo de estos años fue el resultado de políticas macroeconómicas altamente expansivas, que priorizaron el crecimiento por sobre la estabilidad de precios. Esas políticas eran entendibles cuando la Argentina todavía estaba saliendo de la crisis, el desempleo era alto y había gran capacidad ociosa; pero impactaron muy negativamente en la inflación a medida que la economía se fue acercando al pleno empleo. En estos días existen algunos mitos respecto de la inflación. Por ejemplo, algunos dicen que la inflación la generan las empresas subiendo los precios en forma arbitraria. Es cierto que en el mundo actual la mayor parte de los precios los "anuncian" o "establecen" las empresas. Cuando uno va al supermercado o va a comprar una camisa, el precio está fijado en la góndola o en la vidriera. Los precios al público no se fijan como un mercado bursátil o de commodities, en los cuales van cambiando minuto a minuto para equilibrar la oferta y la demanda. Sin embargo, esos precios no se fijan en forma arbitraria, sino que reflejan las presiones de costos de las empresas y la búsqueda de un equilibrio entre la oferta y la demanda. De hecho, las mismas empresas que hoy suben los precios a tasas del 20% anual los bajaban durante la recesión de fines de los noventa. Hay quien argumenta que la inflación es el resultado del poder monopólico u oligopólico que tienen las empresas. Pero ese poder no ha aumentado en estos años. O sea que el cambio de comportamiento no parece reflejar un cambio en la estructura de competencia si no más bien una nueva realidad en las políticas macroeconómicas.

Pero la posibilidad de entender el comienzo del proceso inflacionario no necesariamente ayuda a vislumbrar cómo puede seguir. Lo que ocurre es que ahora la inflación ha tomado vida propia y tiene un componente inercial o de expectativas importante, que le ha puesto un piso a la inflación del orden del 20 al 25% anual. Esto se refleja en las encuestas de expectativas de inflación que publica la Universidad Di Tella, que rondan el 30% anual; en las demandas salariales, que ya están por encima del 30% anual, y en algunas estimaciones privadas, que proyectan cifras similares. Experiencias Las experiencias tanto de la Argentina como del mundo indican que una vez que la inflación llega a estos niveles es muy difícil bajarla y que el proceso tiende a ser asimétrico: puede subir con cierta facilidad en respuesta a una devaluación, un aumento en los precios externos o un "salariazo", pero bajarla es generalmente costoso y lleva tiempo. La inflación, a pesar de que el Gobierno no la reconoce como un problema, está empezando a complicar el manejo de la política económica. Por ejemplo, el temor a que se disparen los precios en respuesta a un aumento en el tipo de cambio está llevando a que, por primera vez en muchos años, surjan temores respecto de un posible atraso cambiario. El ministro Boudou habla de un dólar a 3,95 para fin de año, pero ¿qué implica ese tipo de cambio para la competitividad si la inflación sigue andando al 2% mensual? "Desajustes" Después de mucho tiempo seguramente vamos a observar al Gobierno titubear entre mantener el tipo de cambio alto y los temores que puede generar una rápida depreciación del peso, especialmente dado que puede llevar a un rebrote de la salida de capitales e impactar sobre la estabilidad financiera. Un segundo problema es que aparecen "desajustes" en algunos precios y variables claves. ¿Qué hacer con los precios del transporte y de las tarifas de los servicios públicos? Si se los "reacomoda" puede darse una aceleración en la inflación, pero si no se los ajusta seguramente van a tener que aumentar los subsidios del Estado. El tercer problema es que a mediano plazo es inconsistente tener tasas de interés del 9% y de inflación del 25% anual. Las tasas de interés pocas veces han sido tan negativas en términos reales en la Argentina, y ciertamente con estos rendimientos no hay un incentivo para ahorrar, con lo cual se acelera el consumo y aumentan las presiones inflacionarias. Pero seguramente las tasas de interés seguirán bajas por un tiempo en la medida en que el dólar siga planchado. En este contexto, nada hace pensar que la inflación vaya a bajar. Tampoco es inexorable que la inflación se espiralice. Pero lo cierto es que en la medida en que el Gobierno no reconozca que existe un problema difícilmente haga algo para solucionarlo, y que dada esa realidad lo más probable es que la inflación siga un camino ascendente, lento pero sostenido. .

El autor es economista y socio de Econviews