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SÁBADO
Con su método de doma pacífica, esta suiza descubrió un modelo aplicable al mundo corporativo; hoy dicta talleres para empresarios
Caroline Wolfer. “Los jefes padrillos instalan un modelo falso de liderazgo” Texto Delfina Krüsemann | Foto Diego Spivacow/AFV
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aroline Wolfer salta la tranquera y aterriza en el corral. Vestida con bombachas de campo, zapatillas y boina, esta suiza fija los ojos en un caballo con el que nunca antes había interactuado y apenas un instante después, cuando comienza a caminar, el animal la imita. “En este momento, soy su yegua madre”, explica Caroline a los más de quince asistentes que la miran del otro lado de la valla. “Y ahora me voy a convertir en padrillo”, anuncia. Con apenas un movimiento de su pecho hacia delante, el caballo comienza a trotar en círculos por el corral, a ritmo parejo y estable. “Ya ven, no hice casi ningún gesto, porque la intención nace de acá”, dice,
y lleva una mano a su corazón. Caroline Wolfer inicia así una de sus tantas jornadas de coaching para empresarios que, dos veces al año, realiza en la Argentina –y que también la llevan a los Estados Unidos y a varios países de Europa–. Es que, cuando hace más de diez años desarrolló su propio método de doma de equinos natural y pacífica, descubrió que esa filosofía podía aplicarse también al management corporativo, concretamente al entrenamiento del liderazgo. “En toda tropilla de caballos, hay dos figuras: la yegua líder y el padrillo. La primera va delante del grupo, guiando a paso suave. Los demás la siguen no porque le teman, sino porque ella les inspira confianza y
ideas y personas Julieta Sopeña
La fertilidad intelectual se renueva en arteBA
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o hay nada más seductor que una persona al desnudo. Y lo mismo aplica para las instituciones. Se vuelven irresistibles cuando dejan entrever su cocina. Quizá porque humanizan la perfección con la que se muestran al público. El miércoles pasado tuve la oportunidad de adentrarme en las oficinas de arteBA, a pocas semanas del opening 2014. Y esto es lo que encontré: Ya en la recepción se sentía un clima palpitante. Hombres y mujeres entraban y salían de distintos cuartos como si un reloj imaginario los ensordeciera con el segundero y les recordara la inminente llegada de una nueva edición, la 23a., el 22 de mayo, en La Rural. “Como todas las salas están ocupadas, pasen a la oficina de Julia”, escuché como de una voz en off (se refería a Julia Converti, gerenta general). Entonces caminé por un pasillo angosto, de paredes maduras, que sostenía una obra exquisita y colorida. La oficina de Julia era efectivamente analógica, casi de culto para los tiempos que corren:
repleta de libros, papeles amontonados, post-its pegados en un enorme escritorio y una computadora como del siglo pasado. Ahí me senté, junto a Maia Güemes, gerenta de Galerías y Coleccionismo; Mercedes Corte, gerenta ejecutiva, y Soledad Álvarez Campos, responsable de comunicación. Las tres emanaban un entusiasmo infinito. Mezcla de ansiedad y nerviosismo, quizá. Pero absolutamente cautivante. Casi sin tomar aire entre palabra y palabra, Maia Güemes anunció que este año la feria dará un giro de 180 grados. Las razones me fueron expuestas en una suerte de charla magistral de tres mujeres jovencísimas que parecían saberlas todas. En primer lugar, el surgimiento de tres nuevas secciones, fruto de la evolución de la escena ferial: Cabinet Lan, un sector destacado en el que se exhibirá una o más obras de un único artista; Dixit Petrobras, un espacio en el que un curador invitado organizará una exhibición de obras de distintos artistas y galerías a partir de una hipótesis propia, y Photobooth Citi, un conglomerado
seguridad. En cambio, el padrillo va último, imponiendo con firmeza su autoridad”, describe. En nuestro país, ha capacitado y entrenado a gauchos, veterinarios, equitadores, jugadores de polo, directivos y gerentes, desde Salta hasta Tierra del Fuego. Cuando no es en un paisaje de ensueño, se instala en estancias más cercanas a Buenos Aires, como La Esmeralda, en San Antonio de Areco, donde hoy, por ejemplo, dicta un curso para 15 directivos del Grupo IRSA. –¿Por qué elegiste el caballo para tu teoría del liderazgo? –Lo que yo propongo podría hacerse con otros animales, pero no con todos. El caballo es un animal
de galerías especializadas en fotografía de artistas históricos y contemporáneos. En segundo lugar, la cada vez mayor participación de entidades internacionales, que no sólo valorizan la feria, sino a Buenos Aires en sí misma. Además de la Tate Gallery, el Guggenheim de Nueva York, el Reina Sofía y el Pérez Art Museum de Miami, participarán por primera vez galerías como Brown’s Enterprise y Simon Preston. de Estados Unidos; Ivo Kamm, de Suiza; Maisterravalbuena y ProjecteSD, de España; Chelouche Gallery, de Israel, y Mor Charpentier de Francia. En tercer lugar, una charla inédita y largamente esperada: Guillermo Kuitca, que expondrá sobre su vida y obra. Cuarto argumento: la incorporación de una disciplina complementaria: el diseño. Por último, el giro se debe a un cambio en la semiótica de la industria del arte: el foco estará, como nunca antes, en los curadores, aquellos agentes que comprendieron que su mirada erudita no se contradice con fines comerciales. Por eso el nombre de la sección: Dixit (en latín, “ha dicho”), que los posiciona como la fuente de autoridad del relato. Este listado de novedades coincide con que será la primera edición con Alec Oxenford como presidente de la fundación. Imposible no quedar expectantes frente a tal compendio de información, donde no falta agregar nada para retratar la fertilidad intelectual de arteBA.ß
de huida y por eso se enfoca mucho en la jerarquía: es un especialista en descubrir la autoridad natural. Es también como un espejo de nosotros mismos, porque reacciona a lo que percibe en el otro. Por eso, lo que aprendí en mis inicios como domadora fue que, frente a un animal difícil, era yo quien debía adaptarme a lo que él necesitaba. Sólo después la relación empezaba a fluir y entonces podía cambiar él. A eso yo lo llamo autorresponsabilidad, porque el éxito o fracaso de una doma depende del domador, no del caballo. Éstos son los conceptos que intento transmitir. –¿En qué se basa el liderazgo natural? –Un buen líder percibe rápidamente quién es el otro y se adapta a cada situación. Según los niveles de energía y estados de ánimo, identifica qué tipo de liderazgo debe aplicar: femenino [yegua madre] o masculino [padrillo]. Hombres y mujeres tenemos los dos estilos de autoridad y no hay una sola forma. Un buen líder sabe llegar a la meta de la mejor manera. –¿Hay un estilo mejor que otro? –Se suele pensar que el padrillo es el líder de una tropilla. Lo mismo se aplica al mundo corporativo, lleno de jefes “padrillos” que aplican presión. La mayoría de los trabajos funcionan así, pero estamos frente a un modelo falso de liderazgo. Si todos fuésemos yeguas líderes y el mundo estuviese guiado por ese modelo, el estado de cosas cambiaría muchísimo. Porque la yegua líder basa su autoridad en la sinceridad, la transparencia, la confianza. Y lo hace con claridad, dejando en claro cuál es el objetivo, para que los demás puedan seguirla. Ser yegua líder es generar tanta confianza que la gente se te acumula alrededor. –Pero a veces el modelo del padrillo es necesario... –Exacto. Por ejemplo, si la yegua líder se da cuenta de que hay un integrante rebelde en la tropilla, necesita que el padrillo se posicione atrás, en posición de empuje, pero sin resultar agresivo. Él aplica presión, pero no por egoísmo, sino para garantizar la supervivencia, para que todos puedan seguir. El padrillo instala orden, respeto y toma decisiones que requieren fuerza y convicción. –¿Cuáles son los errores más comunes de los líderes de hoy? –Veo muchos prejuicios que impiden la percepción intuitiva. Confían en las palabras, pero con ellas se puede manipular y mentir. Los líderes actuales no se fijan en el lenguaje corporal ni tienen en cuenta las emociones. Por eso, yo trabajo la percepción del otro. Pasa mucho en el corral que los participantes tratan de acariciar al caballo para entrar en confianza, pero no se dan cuenta de que quizás ese animal se asusta con su mano. Ése es el ego de la persona, que quiere que las cosas sean de determinada manera. –¿Se llega al autoconocimiento por medio de un caballo? –Si te conectás con un caballo, te encontrás a vos mismo porque ellos son pura intuición. Es como entrar en una burbuja del ahora: toda actividad con equinos nos conecta a la tierra, a lo auténtico. El camino que nos puede mostrar el caballo es el más lindo que hay.ß
Estilo
en algún lugar del mundo Hernán Iglesias Illa
El buen negocio del alarmismo cultural
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ace unos años, en el baño de la Glass House, la casa de vidrio de Philip Johnson, me saqué una foto. Dejé la puerta abierta, para que se viera en el espejo el reflejo de las lomitas de Connecticut, esperé a que desapareciera un grupo de turistas alemanas y sostuve el teléfono con el pulso más firme posible. Click: mi primera selfie. Desde entonces me he sacado muchas, en monumentos turísticos y en calles anónimas, en cimas de alegría y valles de aburrimiento. Algunas las publiqué en redes sociales y otras se las mandé a mi mujer o mi familia cuando me preguntaron dónde estaba o qué estaba haciendo. Muchas quedaron olvidadas, nunca vistas. Con la foto grupal de la noche de los Oscar, sacada por el largo brazo de Bradley Cooper y auspiciada por el largo brazo publicitario de Samsung, las selfies se pusieron de moda. Y, especialmente, se puso de moda hablar de ellas, casi siempre en contra. Para el comentarista habitual, sacarse una foto es como mirarse al espejo, admirarse
EXPERIENCIAs
A los 12 años, la llaman “la nueva Kate Moss” MADRID (El País).– ¿Es posible que una niña de 12 años se convierta en objeto de deseo? Si se lo hubieran preguntado al novelista Vladimir Nabokov sin duda su respuesta habría sido que sí. Sin embargo, si la pregunta se la hiciéramos a cualquier madre, o a expertos en psicología, la respuesta sería radicalmente opuesta: los 12 años son una frontera demasiado temprana para que una niña deje de serlo y se convierta en objeto de deseo sexual. Pero eso es justamente lo que ha ocurrido con Thylane Blondeau, una niña francesa nacida en 2001 y que posa en la tapa de la revista para hipsters franceses Jalouse, en actitud seductora y desde donde se la proclama “la nueva Kate Moss”. Hija de Veronika Loubry, una actriz y presentadora de televisión francesa y del ex futbolista Patrick Blondeau, esta jovencísima modelo lleva siendo parte de la industria de la moda desde los cuatro años, cuando protagonizó uno de sus primeros desfiles, para Jean Paul Gaultier. Y sus ojos gatunos y sus labios carnosos hacen que se la
demasiado. Los que se sacan selfies se han vuelto madrastras de Blancanieves que les preguntan a sus espejitos digitales quiénes son los más lindos. Pero sospechando, y eso es lo que los condena, dicen, que en el bosque hay alguien más joven y más hermoso. “Narcisismo”, diagnosticaron los expertos, y se quedaron muy tranquilos, sabiendo que es un diagnóstico que funciona siempre y que no hace falta probar, porque es recibido como un dogma. Si uno detecta una falla moral en la sociedad, un quebrantamiento de sus valores, un abaratamiento de sus costumbres, una barranca abajo hacia la decadencia y la miseria, entonces tiene público asegurado. Al diagnosticador tremendista lo apoyan los conservadores, porque extrañan un mundo más ordenado y más simple; y también lo apoyan los progresistas, porque ven en la decadencia cultural una influencia del capitalismo. En parte por esto es tan buen negocio el alarmismo cultural: porque siempre tiene su
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| Sábado 29 de marzo de 2014
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compare con la Brigitte Bardot de los inicios. Su nombre ya sonó entre gritos de escándalo cuando hace tres años se convirtió en la protagonista de un fotorreportaje dirigido por el diseñador Tom Ford para la revista Vogue Francia. En aquella ocasión, Blondeau, de sólo 10 años, aparecía junto a otras dos niñas con tacones, toneladas de maquillaje y tumbada sobre mantas de leopardo en actitud provocativa. Con acusaciones que iban desde el simple y llano mal gusto hasta la incitación a la pedofilia, aquel reportaje pudo costarle el puesto a la entonces editora de Vogue Francia Carine Roitfeld, que precisamente renunció a su trabajo tras su publicación.ß
público. Como quienes nos sacamos selfies no amamos a Dios ni a las utopías políticas (eso dicen), entonces la única explicación posible es que nos amamos demasiado a nosotros mismos. No estoy convencido, sin embargo, de que la selfie sea individualista. Técnicamente no lo es: una foto se transforma en selfie cuando es compartida, cuando el mensaje llega a destino. Si no la ve nadie, es una imagen sin contexto ni sentido. Compartida, en las redes sociales o con un destinatario específico, la foto adquiere su mensaje y su intención. Y ese mensaje no es sólo “mírenme, acá estoy yo”. El mensaje también es “mírenme, acá estoy yo sacándome una selfie, jugando a posar en una foto, armando una puesta en escena”. La selfie siempre es un poco irónica y un poco actuada, siempre se ríe un poco de sí misma. Es una máscara momentánea, un rol que jugamos frente a nuestros amigos y redes. A los críticos, que suelen tener poco sentido del humor, esto se les escapa. Donde los críticos ven personas vacías y desesperadas por llamar la atención en un mundo dominado por el consumo y la humillación, yo veo personas bastante seguras de sí mismas que se atreven a jugar con distintas personalidades, a tantear los bordes de lo que está permitido y a establecer distintos códigos de confianza con grupos distintos. La última selfie me la saqué el otro día en mi oficina, frente al tráfico de una avenida porteña. Se la mandé a mi mujer, que estaba lejos, pero llega mañana. Quizá no me hagan falta más.ß
Juana Libedinsky
Un debut con la “gimnasia de las zorras” en la Gran Manzana Una cronista se anima al Vixen Workout, una rutina de moda para ejercitarse a través de movimientos sensuales...o ridículos
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nUEVA YORK
werk: dícese del ejercicio de girar las extremidades inferiores de una manera lasciva con la intención explícita de provocar o bien el deseo sexual o bien la risa en el público. El término existe desde hace más de una década en la cultura popular, pero desde que fuera el elemento central de una escandalosa coreografía de Miley Cyrus en la entrega de los premios MTV del
año último, todo el mundo parecería hacer (o, al menos, hablar de) ese movimiento. Era puramente una cuestión de tiempo, entonces, hasta que se convirtiera en la parte central de una clase de gimnasia americana. Pero pocos podían imaginar el éxito arrollador que tendría. Llamado el Vixen Workout –literalmente, la “gimnasia de las zorras”–, esta nueva rutina para estar en forma como una chica mala se
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volvió el hit del momento en Miami, donde fue inventada por Janet Jones, una ex bailarina clásica que hacía las coreografías para el equipo que alienta a los basquetbolistas del Miami Heat. Ahora desembarcó en la Gran Manzana, con The new York Times dedicándole la primera plana de su poderosísimo suplemento de moda, belleza y sociedad. Así que fui a probarlo. inscribirme como alumna para una clase no resultó tan fácil. Llamé y me explicaron que ya no quedaban vacantes, pero con un poco de insistencia y explicando que era para una nota, hicieron la excepción y el martes por la noche me encontré en un estudio de danzas de Midtown rodeada de casi un centenar de señoras y señoritas gritando “Ay papi, sí, papi”, con voz ronca y movimientos pélvicos. La sala estaba totalmente oscura salvo por láseres y luces tipo discoteca. Y la banda de sonido que acompañó toda la sesión era una mezcla de baladas de Beyoncé con hip hop y rap en inglés y castellano de un contenido que podríamos calificar como políticamente incorrecto (“Ay papi, sí, papi” es el único fraseo publicable). Todas parecían saber las letras y eran incentivadas a cantarlas a todo pulmón. Antes de empezar y al terminar, hubo que repetir una suerte de mantra respecto de cuán sexy es una, dando una pequeña caminata estilo Rita Turdero. Luego había que agacharse como para buscar algo en el suelo, pero aprovechando para llamar la atención hacia el trasero (y de paso estirar un poco) cual auténtica Pantera de Mataderos versión Gran País del norte. A las nuevas nos hicieron pasar al frente y Meliza, la profesora, pidió al resto que “grunt to welcome Argentina” algo así como que hicieran gruñidos evidentemente
sexuales para dar la bienvenida a la Argentina mientras nosotras debíamos hacer los movimientos más audaces que se nos ocurriesen para “romper el hielo”. Los movimientos básicos de la clase que se explican en los primeros minutos tenían nombres con doble sentido, como el “batido de leche”, pero lo que se hacía con los brazos, al respecto, dejaba claro a qué se hacía referencia. La vestimenta fue un tema complicado. En el sitio web del Vixen Workout sugieren ir de la manera más sensual y descarada posible. Como mi único ejercicio es el tenis, claramente me faltaban los elementos básicos. Pero una vecina argentina me ofreció lo que definió como sus “calzas espaciales” que usa para clases de zumba. Acepté encantada y le pedí que me acompañara. Las “calzas espaciales” más que imágenes de vida en otras galaxias, como yo las imaginaba, tenían un estampado de cielo altamente amenazante en una tormenta tropical (“soy mitad brasileña”, justificó). Las combiné con una camiseta negra que dejaba ver las tiras del corpiño (emblema de zorra si los hay, creí entender en la adolescencia), un buzo animal print abierto y una faja de lentejuelas. Para los pies, en el sitio web pedían zapatillas con plataformas, pero la snob que hay en mí tras varias temporadas cubriendo la new York Fashion Week me impidió acercarme a ese modelo de calzado. Las alternativas eran mis zapatillas con polvo de ladrillo o las de clases de jazz de siglos atrás...estas últimas me parecieron menos asexuadas. En las instrucciones también sañalaban que las alumnas suelen ir con mucho maquillaje. Temiendo transpiración abundante, sólo me focalicé en los labios y estrené una muestra de rouge fucsia que
Un baile que marca tendencia La rutina nació en Miami de la mano de Janet Jones, una ex bailarina clásica. Hoy es un hit en Manhattan, con récord de inscriptas y The New York Times dedicándole la portada de su suplemento de moda, belleza y sociedad.
me dieron en la farmacia bajo la promesa del “efecto Botox”. Y aquí viene una extraña confesión para alguien que vive en la fitness crazy new York: hasta este momento, era virgen de clases de gimnasia colectivas. Siempre tuve la teoría de que si iba a una clase específicamente a quemar calorías, iba a comer una torta después para compensarlo, y que si iba con el fin de desestresarme, me iba a estresar por no lograrlo. Pero mi amiga es una habitué y su veredicto tras la clase fue el siguiente: “Está muy bueno. Es de muy bajo impacto así que no te lastimás aunque la hagas con plataformas. Y mezcla elementos de las clases tradicionales con el yoga caliente y los incentivos verbales de los profesores como si fueran gurúes del lifestyle que tienen las clases de spinning”. Mi amiga tiene ciática y yo problemas serios en una rodilla (el horror de los 40). Eso no parecía afectar demasiado todo nuestro desempeño en la clase hasta que nos pidieron hacer un twerk contra el suelo. “Las estamos mirando”, alertó la profesora a las alumnas nuevas mientras todas giraban su
cabeza hacia nosotras. La cara de horror de ambas fue interpretada como un adorable pudor de primerizas. Era, en realidad, el pánico a terminar en la guardia del ortopedista que sentíamos. Mi amiga hizo la clase completa. Yo me escapaba con la excusa de que “iba a hacer entrevistas”, cada vez que alguna alumna salía a respirar –la sala se había convertido en una especie de bloque sólido de transpiración porque no abren las ventanas ni prenden el aire acondicionado para que “oscuro y caliente, todo el mundo se relaje”, me explicó la instructora–. A pesar de mi escepticismo inicial, las historias eran increíbles. Una médica oncóloga del Sloan Kentering hacía 40 minutos de viaje para llegar a esta clase. “Te dan unos pasos básicos, pero a partir de eso explorás tu sensualidad a tu criterio. Te divertís y si te toca una flaca espléndida haciendo la clase al lado no te sentís acomplejada porque igual no podés ver nada. Desde que la hago hasta me visto distinto”, subrayó. Había también muchas ejecutivas y madres jóvenes que señalaban la importancia de que en esas clases nadie corrigiese nada, un desahogo frente a las exigencias de perfección de la vida cotidiana. Y, sobre todo, una gran base de empleadas latinas que después de la clase se sacaban selfies y conversaban con Meliza. “Yo no sólo bajé mucho de peso, sino que ahora me siento más segura”, escuché una y otra vez. Meliza, dominicana encantadora, aceptaba posar encantada a la salida y no paraba de sonreír. En fin: la conclusión al final del día es que mi twerk es todavía del estilo que causa más risa que otra cosa, pero ojo: si me prestan las calzas espaciales de nuevo, siempre se puede mejorar.ß
Hábitos
Telegram, el chat discreto que cuida la privacidad Ya supera a WhatsApp en descargas y se destaca porque permite que los mensajes se autodestruyan Sebastián A. Ríos LA nACiOn
De haber usado Telegram en vez de WhatsApp, el periodista Jorge Rial muy probablemente no tendría que haber salido ayer a dar explicaciones públicas acerca de las conversaciones algo subidas de tono que mantuvo con la ex Gran Hermano Marianela Mirra vía WhatsApp. Es que uno de los puntos fuertes de Telegram es que permite “setear” la aplicación para que, a un determinado tiempo de haber sido recibido, todo mensaje se autodestruya en ambos dispositivos (el del que envió el mensaje y el del que lo recibió). Como en Misión imposible, pero sin que salga humo del celular... Telegram ganó terreno hace pocas semanas, cuando WhatsApp estuvo caído durante unas pocas horas tras ser comprada por Facebook. Desde entonces, Telegram comenzó a superar a WhatsApp en número de descargas en el AppStore; llegó a sumar casi 5 millones de usuarios nuevos en cuestión de días, lo que generó incluso la caída transitoria de su servicio, que no se hallaba preparado para soportar una ola tan grande de descargas. Poco antes, cuando se había conocido la compra de WhatsApp, Telegram ya había sumado de golpe unos 8 millones de nuevos usuarios.
A la fecha, según anunció esta semana la compañía a través de su perfil en Twitter, Telegram ya ha superado los 35 millones de usuarios activos mensuales. Un crecimiento del 15.000% en cuatro meses, si se toma en cuenta que en octubre tenía 100.000 usuarios activos al día. Aun así, Telegram todavía está bastante lejos de los 465 millones de usuarios/mes que tiene WhatsApp o de los más de 300 millones de la japonesa Line o la china WeChat. Pero ¿qué es Telegram? Es una aplicación gratuita de mensajería instantánea apta para correr en Android y en iOS, que permite enviar mensajes de texto, pero también fotos, videos y cualquier tipo de archivo a otro teléfono celular o computadora de escritorio en el que corra la aplicación. Ya desde su lema –“Recuperando la privacidad”–, Telegram hace hincapié en asegurar la discreción. Sin rastro en la nube ¿En qué se diferencia de su principal competidor? “A diferencia de WhatsApp, Telegram se basa en la nube y se encuentra fuertemente encriptado. Como resultado, uno puede acceder a sus mensajes a través de diferentes dispositivos (incluso desde computadoras de escritorio) y compartir un número ilimitado
Telegram corre en teléfonos con iOS o Android de fotos, videos y archivos (doc, zip, mp3, etcétera). Gracias a nuestro centro multidatos de infraestructura y encriptamiento, Telegram también es más rápido y más seguro. Pero, por sobre todo, Telegram es gratuito y seguirá siendo gratuito, sin publicidades ni derechos de suscripciones, por siempre”, puede leerse en la página oficial de Telegram: www.telegram.org.
Pero más allá de la gratuidad y la velocidad del servicio (y de brindar una opción para aquellos momentos en que los grandes sistema de mensajería colapsan), Telegram se destaca –junto con otras aplicaciones como Snapchat– por la posibilidad de hacer desaparecer los mensajes enviados, sin dejar rastro en los teléfonos implicados ni en la nube, en la que se almacenan habi-
ShutterStock
tualmente las conversaciones de los canales de chat. Los mensajes enviados por Telegram en modo “secreto”, explica la compañía con sede en Berlín, no pasan a través de sus servidores ni se almacenan en la nube. Por el contrario, van directo de teléfono a teléfono (vía internet) y utilizan un sistema de encriptamiento punto a punto, que sólo puede ser deco-
dificado por el receptor. Además, los mensajes enviados por el chat secreto de Telegram no pueden ser reenviados a otros contactos e incluso pueden ser programados para autodestruirse a determinado tiempo de haber sido recibidos por el destinatario (aun cuando no hayan sido efectivamente leídos). Más allá del uso que pueda darle a esta aplicación todo aquel que entable conversaciones que no quiera que salgan a la luz, Telegram ha crecido alentado en gran medida por las denuncias de Edward Snowden acerca del espionaje que la Agencia de Seguridad nacional norteamericana realiza a través de las grandes firmas tecnológicas como Apple, Google, Microsoft o Facebook. Sin embargo, hay que tener presente que, en materia de seguridad, nada es perfecto. “Telegram puede ser de ayuda cuando se trata de transferencia de datos y de seguridad en la comunicación. Pero, por favor, recuerde que no podemos protegerlo de su propia madre o de cualquier otra persona que tenga acceso físico a su celular”, advierte Telegram en su página web. En el caso puntual de la conversación entre Rial y Marianela Mirra que ayer salió a la luz, el método usado para conservar los mensajes fue realizar capturas de pantalla de la conversación en WhatsApp. Lo mismo podría haber hecho Mirra si la conversación hubiera transcurrido en Telegram, aunque sólo si hubiese tenido el timing como para hacer las capturas de pantalla antes de que los mensajes se autodestruyeran.ß