Los Crímenes del Agua: La Sabana Africana Enrique Castellanos Rodrigo
Derechos de Autor Autor: Enrique Castellanos Rodrigo Código de registro: 1704231890995 Fecha de registro: 23-abr-2017 21:54 UTC
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Índice Derechos de Autor Prólogo del Autor Los Crímenes del Agua: La Sabana Africana Epílogo Otros títulos del Autor Títulos de la serie Los Crímenes del Agua publicados individualmente Datos del Autor Biografía del Autor
Prólogo del Autor Como siempre ocurre con todas las ideas de creación artística, la representación del personaje del profesor Ulises Flynn nació al reflexionar en los clásicos que leí años atrás (como los de Chevalier Auguste Dupin de Edgar Allan Poe o los de Sherlock Holmes de sir Arthur Conan Doyle), los contemporáneos del siglo pasado (como el Philip Marlowe de Raymond Chandler o el James Bond de Ian Lancaster Fleming), los clásicos del cine policiaco (como el Sam Spade de Dashiell Hammett o el Lew Harper interpretado por Paul Newman) y, sumando a todo ello, la preocupación actual de la sociedad moderna por la defensa del Medioambiente y el profundo interés personal que tengo por el mundo de la Ecología (que también me llevó tiempo atrás a escribir la serie “Proyecto Hábitat”). Añadiendo a lo anterior, y cómo característica sobresaliente del personaje, el que fuese poseedor de unos profundos conocimientos en el mundo del agua y todo lo que le rodea es, en sí, su marca personal, lo que le diferencia de cualquier otro personaje creado hasta ahora. De hecho el agua estará siempre presente en todos los escenarios, de ahí que sus aventuras comiencen por la sentencia de “Los Crímenes del Agua”. La palabra “Crimen”, lejos de ser exagerada es, por lo pronto, un adjetivo artificioso y al uso, teniendo en cuenta el daño que se sigue haciendo al Planeta ya sea de una manera directa o con una agresión indirecta, como consecuencia del uso que se hace del mismo y de sus recursos. Y, como ingrediente final, el hecho de que este personaje surgiese a través de un acto emocional. Lo es siempre cuando se escribe. Las emociones se amparan en la suma de la dosis de la autobiografía ocultada por la ficción o exagerada por los sueños. Y como aderezo, el binomio forjado a través de la lectura y el visionado del llamado “cine clásico”. Todo esto cierra el círculo. La imaginación hace el resto. Quién lo revive y le da forma es el lector. ¿Y sobre el nombre del profesor? ¿Por qué Ulises? ¿Por qué Flynn? Quizás algún día, bajo el efecto soporífero de dos tazas de café compartidas en una tarde de invierno, cobijados tras el halo de calor del fuego de una chimenea, usted y yo, querido lector, podamos reflexionar sobre ello. Porque, ya lo decía la tradición judía: el nombre siempre define la clase de persona que llegará a ser la criatura nacida bajo los dolores del parto. Y seguro que un servidor necesita de su reflexión para averiguar el significado tras el nombre.
Los Crímenes del Agua: La Sabana Africana El profesor Ulises Flynn era un hombre muy celoso de su intimidad. En circunstancias habituales, nunca hubiese permitido que alguien hubiese vulnerado su privacidad. Sin embargo, el personaje que tenía delante y que se había apostado en su sala de estar, justificaba que, por una vez, se hubiese saltado sus propias normas. Su pragmatismo se hacía añicos cuando el suspense del agua inundaba sus sentidos. Su estricto protocolo se rebajaba ante la necesidad imperiosa de socorrer a quien lo necesitase. Todo esto formaba parte de su personalidad. A estas alturas de su vida esta característica ya era irreversible. Todo esto ocurrió una mañana de Julio. El profesor Ulises Flynn recibió una visita de manera inesperada, sin previa invitación. Tan sorpresiva fue, que el profesor masculló una altisonancia cuando el golpeteó de la puerta le despertó de su mutismo. En ese instante estaba redactando un informe sobre la desastrosa situación que suponía seguir permitiendo que la gran mancha de basura que flotaba a sus anchas por el océano pacífico, no hubiese activado todavía un plan de limpieza por parte de terceros. Era como si las conciencias gubernamentales estuviesen cegadas por intereses aderezados por otros menos ecuánimes, menos honrosos y menos honestos. No obstante, y esperanzado en su trabajo, esperaba que sus notas llegasen hasta la Agencia Medioambiental del Pacífico Sur. Aquella institución poseía cierto poder, relativo y limitado, pero todavía suponía una institución autoritaria para la zona. Nada aseguraba el éxito, pero no intentarlo no era ni siquiera suponerlo. Flynn no era un hombre que se rindiese fácilmente cuando perseguía un objetivo. Aquello no estaba escrito en un papel pero sí en su corazón. Aquella mañana el profesor abrió la puerta sin pensárselo. Observó al variopinto personaje que tenía delante. Entonces un impulso natural de hospitalidad le nació de dentro. Probablemente era más una emoción interesada que un sentimiento de gratuidad. Acto seguido y, después de apostarlo en una de las sillas de su salón, avisó por teléfono a su colaboradora, Karen Grant. Le envió un mensaje electrónico muy claro y contundente: “Por favor, tráigase la cámara y su libro de notas”. Karen, que tenía carta blanca de su periódico para priorizar todos los asuntos que estaban relacionados con el profesor, se personó en el apartamento de Ulises en apenas quince minutos. Hasta que la joven se presentó en la estancia, la atmósfera que se había creado en la casa estaba impregnada de un halo de misterio. Ambos hombres, el profesor y su invitado, no mediaron palabra sino hasta que la colaboradora del profesor se presentó con su cámara colgada al cuello y un libro de notas bajo el brazo. El profesor se limitó a observar a su invitado. Y su huésped esperó a que su anfitrión le diese la palabra. Y como aquello no ocurrió sino hasta que Karen interrumpió aquel vinculo silencioso, los primeros quince minutos le aportaron al profesor mucha más información que lo que escuchó después.
Ulises siempre había tenido claro que una persona dice mucho más sobre lo que realmente es con su aspecto, su ropa, sus gestos, su mirada y su interés hacia las cosas, que las abundantes palabras que pudiera proferir para explicar esto o aquello. El hombre que tenía delante estaba fuera de lo común. Era alto, esbelto, de piel negra, con cuello de jirafa y dientes de rinoceronte. Tenía ojos de azabache, como dos bolas negras encajadas entre los párpados que no paraban de abrirse y cerrarse. Su boca era ancha, con labios carnosos que tapaban parte de su barbilla afilada. Los pómulos, estrechos, con la piel oscura estirada y elástica, se pegaban al hueso. Su frente era desnuda, craneal, huesuda y dura. El africano presentaba un pelo ralo, corto, casi inexistente. Por último el profesor reparó en sus manos. Estaban secundadas por dedos huesudos, delgados y largos, como tentáculos de pulpo y terminados por uñas blancas. Las yemas estaban lijadas, como la estructura de una piedra pómez. La anchura de sus hombros ocupaba el ancho de la silla. Un hombre nacido en áfrica, un hombre nacido de la tierra roja de la Sabana africana. Cuando Ulises le hizo un gesto para que hablase, la magia de las palabras, de las historias ancestrales, llenó su apartamento de luz y de misterio. El hombre empezó a relatar que de la tierra de donde él venía, antes había estado ocupada por un bosque que se extendía sin interrupción hasta las costas occidentales y orientales del continente. Pero que ahora, en la actualidad, una inmensa meseta, la Sabana africana, se asemejaba a un grandioso mar verde y marrón donde el agua pugnaba por conquistar el territorio frente a la extrema calidez del sol. También contó que los torbellinos de agua evaporada engullían las cumbres de las montañas que habían nacido de las entrañas de la meseta. Añadió que poseían alturas de más de cinco mil metros de cumbres que alcanzaban hasta el firmamento. Aquello era una visión espectacular que invitaba a la nostalgia de los tiempos antiguos, de sus ancestros, donde la comunión entre agua y hombre era una simbiosis perfecta. Y aquellas cumbres heladas formaban parte de una frontera silenciosa que separaba las selvas afincadas al Oeste y las Sabanas del Este. Contenida en sus crestas gélidas, se encontraba el glaciar más grande del continente africano, donde el agua se conservaba en estado sólido, incólume a la acción directa del astro rey. La pasión con la que aquel hombre hablaba, embargó de respeto al profesor Ulises Flynn y a su ayudante Karen Grant. El africano prosiguió resuelto a desnudar todas sus emociones. Habló de las montañas de La Luna, con una altura tan descomunal que tenían su propio clima particular, llamadas como “las creadoras de lluvia”. Fueron descritas con rico lenguaje visual. También habló del agua y su simbiosis con la vida: cuando el agua del deshielo descendía por los glaciares, contaba él, esa agua abastecía a la selva cuando llegaba a las laderas. Aquellos restos de los bosques que en su día dominaron el África Occidental. Sin embargo, su voz se volvió de pronto hastía e inconexa. Perdió su alegría, su vivacidad, cuando comenzó a describir las zonas desérticas que cada vez iban más en aumento, devorando los exiguos trozos de selva que aún se conservaban. Todos veían mermadas
Epílogo Han transcurrido ya muchos años desde la desaparición del profesor Ulises Flynn. Tampoco nadie sabe nada sobre el paradero del doctor Randolph Latimer. Hay muchas especulaciones al respecto. Como suele ocurrir en estos casos, hay muchas teorías que intentan explicar el desarrollo de los hechos que tuvieron su cénit en el enfrentamiento final entre ambos. Fuera como fuere, lo único cierto fue que lo que triunfo, por lo menos durante un tiempo, fue el sentido común. Los Tratados Internacionales que llevaron a cabo los gobiernos sobre el Cambio Climático y el uso sostenible de los recursos, en particular el del agua, derivaron en mantener durante décadas la coherencia en el Planeta Tierra. Las generaciones que se sucedieron fueron capaces de mantener esta coherencia mientras la memoria histórica permaneció en alza. Para ello, se creó la Fundación Ulises Flynn. Su presidenta fue durante los primeros años, su más estrecha colaboradora, Karen Grant. Ella llevó a cabo una extensa campaña de concienciación mundial hacia la figura del profesor, sobre su trabajo y su obra. Los libros de texto de todas las escuelas del mundo llevaban su biografía y su historia, en una nueva asignatura creada por las necesidades acuciantes del momento: asignatura sobre El Cambio Climático. Ya nadie ponía en duda que el hombre había influenciado muy directamente en que este se estuviese produciendo, más allá del hecho de que la propia naturaleza fuese capaz de transformar el Clima cuando así lo necesitase. Pero la aceleración de este cambio producida por medios artificiales y no naturales ya era un axioma totalmente contrastado que había dejado de ser una teoría para ser un hecho científicamente constatado. Desde la teoría de la relatividad, ningún otro atestiguamiento científico había revolucionado el mundo con tanta rapidez como el legado que había dejado tras de sí el profesor Ulises Flynn a sus contemporáneos. La Fundación Ulises Flynn, para comenzar con su campaña de propagación de las historias que recogían los hechos y obras del profesor, editó y publicó sus aventuras primeramente por separado para hacerlas disponibles a todo tipo de personas independientemente de sus recursos. Estas historias fueron versiones extendidas con datos adicionales y retazos nuevos que diferían en buen grado de lo que anteriormente ya se había publicado en otros medios. Después recopiló todas ellas en un libro póstumo que tituló “Los Crímenes del Agua: Las Aventuras del Profesor Ulises Flynn”. Sobre la difusión, traducción y publicación de sus obras a todos los idiomas existentes, podríamos, de hecho, abrir un capítulo aparte. Pero lo verdaderamente importante de todo esto es que, si tan solo una de sus historias hubiese sido leída por una sola persona, entonces, sin ningún tipo de dudas, ya se habrían cumplido las palabras del Talmud que dicen "Quien salva una vida salva al mundo entero".
Y saber eso seguro que le dará paz eterna al profesor Ulises Flynn, donde quiera que este, ya sea vivo o muerto.
Otros títulos del Autor El Año del Destierro Revolución Proyecto Hábitat La Cuarta Aldea Ensayos y Proverbios Relatos Cortos Volumen 1 Las Capas del Alma Relatos Cortos Volumen 2 La Adicta Exposición al Mundo Relatos Cortos Volumen 3 Las Identidades Perdidas Cuentos desde la lluvia Manual Para Hablar en Público Guía Rápida para Hablar en Público Guía Rápida para preparar el Archivo de Texto de un Libro Digital Antología Literaria Los Crímenes del Agua: Las Aventuras del Profesor Ulises Flynn
Títulos de la serie Los Crímenes del Agua publicados individualmente Los Crímenes del Agua: Las memorias del profesor Ulises Flynn Los Crímenes del Agua: Los Manglares de Ébano Los Crímenes del Agua: Las Pescadoras de Perlas Los Crímenes del Agua: La Sabana Africana Los Crímenes del Agua: Los Orígenes de Eureka Los Crímenes del Agua: Tratado sobre Aguas Residuales Los Crímenes del Agua: El Secuestro del doctor Jawahary Lal Nehrun Los Crímenes del Agua: El Oro negro de Ramsés Los Crímenes del Agua: Ulises Flynn contra Randolph Latimer Los Crímenes del Agua: El Informe Telemak Los Crímenes del Agua: Las Cumbres de los Alpes Suizos Los Crímenes del Agua: Palabras póstumas dedicadas al profesor Ulises Flynn Los Crímenes del Agua: La resurrección del Profesor Ulises Flynn
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Biografía del Autor Enrique Castellanos Rodrigo (Madrid, 1976) lleva ejerciendo más de dieciséis años en la práctica de la ingeniería en una compañía del sector del agua, pero llegó a la literatura a través de su pasión por la lectura de los clásicos desde su infancia y comenzó a escribir su primera novela temprano en su adolescencia; Horizontes de Esperanza. A esta novela le siguieron otras como El Año del Destierro, Revolución y la serie Proyecto Hábitat. Asiduo escritor de Relatos cortos y Cuentos donde ha ganado dos concursos literarios (IV Certamen literario "Un mundo para todos y todas" de la Ciudad de Coslada Edición 2001 y I Certamen literario de la Ciudad de Pozuelo de Alarcón edición de 1993), sigue con su proyecto literario y como blogguer Freelance profesional en una de las revistas líderes del sector del agua. La recopilación de sus Relatos Cortos y Cuentos han sido publicados como Ensayos y Proverbios, Relatos Cortos Volumen I - Las Capas del Alma, Relatos Cortos Volumen II - La adicta exposición al mundo, Relatos Cortos Volumen III - Las identidades Perdidas y Cuentos desde la lluvia - Volumen I. También ha desarrollado trabajos en el campo profesional con libros como Manual para Hablar en Público. Creador del mítico personaje Ulises Flynn.