Lords of salem sorprendió a propios y extraños (esto es, fans de Rob Zombie y del terror en general) en el pasado festival de Sitges. Un director que en su haber tiene films como La casa de los mil cadáveres, Los renegados del diablo o el remake de Halloween dividía al público hasta el extremismo. Y con Lords of salem no iba a ser menos. Nos encontramos ante una película lenta, que privilegia la forma sobre el fondo, un ejercicio de estilo sobre el cine de terror. Salem es conocida por sus procesos contra la brujería, aunque la mayoría solo hayan sido provocados por religiosos paranoicos contra inocentes. Sin embargo, algunas brujas eran una realidad que maldijeron al pueblo una vez condenadas. Pero Heidi no sabe nada de estas historias antiguas. Ella trabaja en la radio local, aunque empezará a ser relacionada con las leyendas cuando reciba un vinilo misterioso. En esta película Rob Zombie se entrega a un puro ejercicio de estilo. Su narración lenta, reflexiva, por momentos recuerda a La casa del diablo o La semilla del diablo, quizá porque también comparte espacios y recursos similares (la casa como eje del mal, las vecinas como viejas conspiradoras). Lejos han quedado los personajes e historias excesivos que había en su primera película, pero también esas formas de videoclip. Es probable que Zombie haya ido madurando como director y esta sea su rito de iniciación en la edad adulta. Y esto es lo que debe de incordiar a sus fans acérrimos, pero lo hace tan bien que no se le puede poner ninguna pega. Tan solo en la última media hora de película se entrega, de nuevo, a las imágenes oníricas y el montaje brusco y rápido, aunque en un estilo mucho más pop que, de hecho, rodea gran parte de la película. Puede despistar cómo está construida esta narración: usa los días de una semana como capítulos, que funcionan de escenas en las que la vida de Heidi (interpretada por Sheri Moon Zombie, la edad le sienta fenomenal) se verá trastocada hasta el clímax final. Esta estructura le sienta a la perfección a la película, pues no consigue frenarla. Porque Zombie consigue asustar tan solo con la tensión y pequeñas anomalías en la pantalla, figuras que no deberían estar allí. Quedan lejos esas películas cuyo concepto de “susto” es subir el volumen y una sucesión de imágenes rápidas. En definitiva, Lords of Salem es una película superlativa, donde todo está magníficamente hecho. Aun así, tan solo es recomendable para paladares que busquen el terror y la degeneración como diversión absoluta.