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SOCIEDAD
I
Nochebuena
Sábado 24 de diciembre de 2011
Las Fiestas, según los más pequeños
La cartita a Papá Noel, un momento clave para los chicos. Tomy lleva y trae sombreros, Olivia y Renata se divierten pintando y Francisca está maravillada con la decoración navideña FERNANDO MASSOBRIO
La Navidad, vista con ojos de chicos Continuación de la Pág. 1, Col. 4 guetes. “Además, como vuela, puede dejarle regalos también a los viejitos que están en el cielo. Marta, (la bisabuela), seguro pidió un collar y unos aritos”, dice. Los niños son los grandes protagonistas de la Navidad. LA NACION reunió a cinco chicos para que contaran, desde su mirada, qué esperan y cómo viven esta fecha tan especial. La cita fue en el local de Alparamis en Olivos. Además de cómo hará para entrar en las casas, los pedidos a Papá Noel es otro de los grandes temas que surgen ni bien empiezan a hablar de la Navidad. Francisco, de 4 años, pidió una moto y un muñeco Linterna Verde. Está confiado en que ese señor barbudo con el que se sacó una foto hace tres semanas en un shopping le traerá su pedido porque se portó bien. Acaba de llevarle la cartita que no le pudo entregar antes, pero está preocupado porque Papá Noel no está: “Seguro está terminando de comprar los regalos”, arriesga a modo de explicación. Francisca está ilusionada con recibir un disfraz de la princesa Razpunzel y un cochecito para pasear a sus bebes y compartirlo con su hermanita, Josefina. Pero enseguida se le ocurre una idea mejor: “¿Y si pedimos todos los regalos del shopping? Nahhhh, era un chiste...”, dice ante la expresión de sorpresa (y angustia) de la mamá.
➾ Yo ya vi a un montón de Papá Noel, pero no son los verdaderos, no son los que llevan la bolsa de regalos ➵ RENATA QUAINI 4 AÑOS
➾ Papá Noel, como vuela, puede dejarles regalos también a los viejitos que están en el cielo ➵ FRANCISCA LUCINI 4 AÑOS
Bige, o Papá Noel, se viste para comenzar su recorrida
Tomy tiene tres años y casi no sabe quién es Papá Noel. Pero está encantado con los árboles decorados con luces y adornos. Desde que terminó la Navidad pasada preguntó y preguntó cuándo volverían a armarse los arbolitos. Hace unos meses, para calmar su ansiedad, armó uno chiquito en el living de la casa, que fue desarmado a los pocos días. Finalmente, el 8 de diciembre armó “el real”. Además de que le encantan, Tomy los asocia con la llegada de regalos. “Me gustaría un tractor no muy grande porque si no, no lo puedo manejar”, dice muy seguro, aunque ignora el método tradicional para pedirlo. El no escribió ninguna carta, pero está tranquilo porque su mamá le aseguró que ya le mandó un mail a Papá Noel con su pedido. Olivia, que es la más chiquita con apenas dos años, no sabe siquiera qué es la Navidad, pero se entretiene armando y desarmando el arbolito. Lleva y trae estrellas y varios adornos. Y juguetea con un gorro rojo con piel blanca que intenta ponérselo en la cabeza. “Oli” pidió para Navidad algo que arrancó la sonrisa de sus padres: “Una flor”. Reni fue de las primeras en escribir la carta y mandarla: “La escribió mi mamá porque yo no sé. Pero sí la firmé y le dibujé un corazón. A Santa le pedí un monopatín para mí y un tren para Santi, que le encantan. Mi mamá la mandó por
correo, en uno de esos camiones que pasan por la calle”, contó. Reni confía en que podrá conocer a Papá Noel, “el verdadero”, esta noche. “Yo ya vi un montón de Papá Noel por ahí, pero no son los verdaderos, no son los que llevan la bolsa de regalos”, afirma, muy segura. A su lado, Francisco la mira y parece dudar. Está seguro de que Papá Noel es uno solo, y para confirmarlo dice: “Yo estuve con Papá Noel y me saqué una foto. Hoy le traje la cartita, pero no está porque mi mamá me dijo que tiene mucho trabajo. Además, como tiene tanto trabajo, mi mamá lo ayuda y le compra los regalos a mis primos para que él no trabaje tanto.” “Yo también me saqué una foto con Papá Noel –añade Francisca–. Pero no sé si es el mismo de siempre porque era más grande”, dice, y agrega que quiere hacerle un regalo a Papá Noel porque “es muy bueno”. Pero al rato le surge una duda: ¿Hay una Mamá Noel?” Tomy y Olivia, los más pequeños del grupo, están ajenos al debate y corretean por todo el lugar. Todavía son chiquitos para esas discusiones y se divierten probándose gorros y demás accesorios navideños que llevan y traen por todo el local. La Navidad está cerca. Para ellos, la ilusión de recibir regalos y conocer a Papá Noel se renueva.
➾ Yo quiero un tractor, pero no muy grande así lo puedo manejar ➵ TOMAS LOMBARDI 3 AÑOS
➾ Como Papá
Noel tiene mucho trabajo, mi mamá lo ayudó y le compró los regalos para mis primos ➵
Esta medianoche repartirá regalos en San Isidro; cobrará $ 2400
FRANCISCO IGLESIAS 4 AÑOS
La religión y la leyenda Los cristianos celebran en Navidad el nacimiento de Cristo. Pero, más allá de la religión, con los siglos el festejo fue asimilando otras tradiciones. El personaje de Papá Noel está inspirado en un obispo de origen griego llamado Nicolás, que vivió en el siglo IV en lo que es hoy Turquía. Venerado por los cristianos de la Edad Media, sus reliquias aún se conservan en la basílica de San Nicolás de Bari, en Italia. San Nicolás se transformó en Papá Noel o Santa Claus a comienzos del siglo XVII, cuando los inmigrantes europeos trajeron sus tradiciones a América. Una de las principales celebraciones de los inmigrantes de los Países Bajos era la de Sinterklaas, en honor a un personaje inspirado en San Nicolás de Bari, que traía regalos a los niños. La historia cuenta que Santa Claus vive en las proximidades del Polo Norte –en Laponia o en Groenlandia–, junto con una gran cantidad de duendes que le ayudan a fabricar los juguetes que los niños le piden. En ausencia de chimeneas por donde ingresar para dejar los regalos, Santa Claus puede entrar a los hogares al transformarse en una especie de humo mágico.
Los hermanos Belén y Agustín Olmedo le agradecen su magia FOTOS DE OLIVER KORNBLIHT/AFV
Papá Noel, un trabajo agotador y bien remunerado Cada diciembre, Carlos Bige se transforma en el superhéroe de los niños; recorre la ciudad en remise y puede cobrar hasta $ 100 la hora El es como Bruno Díaz y Batman, o como Clark Kent y Superman. Se llama Carlos Bige, pero su identidad secreta es Papá Noel, el superhéroe navideño que esta noche llevará alegría y regalos a los más pequeños. La primera vez que se calzó el traje rojo y las botas negras fue en 2007, cuando hizo una publicidad para la gaseosa Naranpol. “Estaban buscando alguien con barba que hiciera de Papá Noel y me eligieron. Ahí vi la veta, me hice hacer el traje y empecé a trabajar de Papá Noel”, relata Bige a LA NACION.
En su página web (www.carlosbige. com.ar) detalla las publicidades y sus participaciones en los programas más vistos de la televisión, como ShowMatch. También participa de campañas solidarias y este año visitó a los niños internados en el hospital Muñiz y dio clases de panadería –su oficio– para diversos hogares. Desde que empezó a tener trabajo de Papá Noel, comenzó su transformación. Porque, aun sin el traje, a Bige lo identifican siempre con el personaje: “Me pasa de ir en colectivo y que los chicos me miren fijo. Yo les sigo el
juego, les guiño el ojo y les hago shhhh con el dedo”. A partir de mayo, Bige se deja crecer la barba y el pelo. En octubre se decolora todo, hasta las cejas, para lograr que su pelo se vuelva blanco. Después del 6 de enero se rapa y vuelve a ser Carlos, el profesor que da clases de panadería. “Desde noviembre estoy a full: todos los días tengo algún evento en alguna empresa o alguna publicidad. Hay que aprovechar porque ser Papá Noel me limita para hacer otros trabajos. Puedo actuar de abuelito para alguna
publicidad, pero la verdad es que doy muy Papá Noel.” El año pasado, en diciembre, Bige sacó unos $ 1000 promedio por día. “A los shoppings no voy más porque no pagan tanto: estaban ofreciendo $ 350 por 12 horas de trabajo cuando en realidad, más o menos, se pueden sacar unos 100 pesos por hora”, relata. Lo que se cobra muy bien –entre 800 y 2600 pesos, depende del horario en el que Papá Noel se presente– es ir la Nochebuena, a las 12, a una casa particulares. “Voy, toco el timbre, digo «jo, jo, jo» y reparto los regalos que
me dejan preparados. Ahí estoy más o menos media hora, me saco fotos con los chicos y los grandes, y me voy a otra casa”, cuenta Bige. Su hoja de ruta para hoy a la noche incluye Avellaneda, Liniers y San Isidro. “Lo más complicado es conseguir un remise porque no tengo auto y nadie quiere llevarte. Pero si me resuelven el tema del traslado, no tengo problema. En Navidad no estoy nunca con mi familia, pero con ellos estoy siempre”, dice. Bige no tiene hijos, pero su contacto diario con niños hizo que llegara a
conocerlos muy bien. “Son geniales, en las cartas me ponen que quieren un auto, una bicicleta, una PlayStation y al final me dicen «y para mi hermanito, lo que puedas». Otras veces me ponen a prueba y me dicen que no soy el verdadero Papá Noel porque no tengo renos. También me tiran de la barba para probar que soy falso.” Después del 6 de enero, Bige tiene alguna oferta para ser Melchor. Y cuando el Día de los Reyes Magos pase, se subirá a un avión rumbo a Cuba para descansar y volver a ser simplemente Carlos.