La impenetrable frontera húngara

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DOMINGO, 23 OCTUBRE 2016

LA VANGUARDIA 3

Internacional La crisis de los refugiados

La trampa de los Balcanes

Unos 7.000 migrantes llevan meses en Serbia para poder atravesar Hungría

Un grupo de afganos espern su turno para entrar a Hungría por las puertas del paso fronterizo de Horgos, donde solamente pasan 15 personas al día ANNA BUJ Belgrado/Subotica Enviada especial

Ya ha transcurrido un año y medio, pero Hadija todavía sufre ataques de pánico cuando la sobrevuela un avión comercial. Un estruendo, vi­ drios rotos, mucho polvo, sirenas... Una bomba cayó del cielo y destru­ yó su casa en Alepo. Cuando tomó entre sus brazos a su hija pequeña, entonces una bebé recién nacida, estaba cubierta de escombros y pensaba que había muerto. Hasta que arrancó a llorar. “En ese momento decidí venir a Europa. En Alepo había ríos de san­ gre por las calles. Las mujeres des­ aparecían, eran torturadas y viola­ das, y no sabíamos por quién, si el Estado Islámico, si el régimen, na­ da. Mis hijos sólo saben de guerra, y quiero que conozcan la paz”. Hadija empezó su viaje con su madre enferma, su hermana y sus dos hijos. Después del infierno tur­ co se arrastró hacia un pequeño bo­ tedemaderaqueestuvotreshorasa la deriva hasta que voluntarios grie­

gos las sacaron de las garras del Me­ diterráneo. Luego vinieron unos cuantos meses en Idomeni (Grecia) y un largo viaje a pie hasta Serbia, donde los últimos días los pasa en una pequeña tienda de plástico ne­ gro y mantas apelotonadas en el campamento informal de Kelebia. Allí aguarda su oportunidad junto a otras 90 personas ante el muro de la impermeable frontera húngara, un paso imprescindible para llegar a

La impenetrable frontera húngara HUNGRÍA

HUNGRÍA SERBIA BULGARIA MACEDONIA

PASOS FRONTERIZOS Horgoš/Röszke Kelebia/Tompa

GRECIA

TURQUÍA

Subotica

E L I N FI E RN O S I RI O

“En Alepo había ríos de sangre, las mujeres eran violadas; mis hijos sólo han conocido la guerra”

Alemania y a los países nórdicos. El Gobierno de Aleksandar Vucic cifra en más de 7.000 almas las per­ sonas que hoy esperan el sueño eu­ ropeo atrapadas en Serbia, una na­ ciónpobrísimaconun17%deparoy un sueldo medio de 370 euros al mes. El año pasado, 600.000 perso­ nas cruzaron el país balcánico, que pese a sus pocos recursos se ha ar­ mado con 6.000 plazas en centros

RUMANÍA

SERBIA Novi Sad

CROACIA

CAMPO DE REFUGIADOS Krnjaca BELGRADO Km

FUENTE: Google Maps

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de acogida. Pero está llegando al lí­ mite. Ahora, el principal temor es la llegada de las bajas temperaturas. En los próximos meses descende­ rán a siete grados bajo cero. Desde hace un año, la vecina Hungríasóloaceptalaentradatem­ poral de 30 personas al día, 15 por cada una de sus dos puertas de en­ trada. Una está en Kelebia, a veinte minutos de Subotica, la mayor ciu­ dad al norte de Serbia. Allí se en­ cuentran los migrantes de origen árabe, provenientes de Siria o Irak. Los que consiguen entrar por unas terribles compuertas de acero son destinados a unos contenedores de detención donde las autoridades húngaras los interrogan y destinan a diferentes centros para que se apresuren a pedir asilo en otros paí­ ses de la UE. Nadie sabe qué ocurre ahí: según un periodista húngaro, hace tiempo que no admiten la en­ trada de medios de comunicación. Lo normal es que estén detenidos durante días, aunque a veces el pro­ ceso es tan corto que un migrante puede entrar en Hungría por la ma­ ñana y estar en Viena por la tarde. CONTINÚA EN LA PÁGINA SIGUIENTE >>

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INT ERN ACION AL

DOMINGO, 23 OCTUBRE 2016

La crisis de los refugiados

Médicos y activistas denuncian la violencia de la policía húngara

Horgos, esperan los inmigrantes de origen afgano o pakistaní. Tras el cierre de la ruta griega con el acuer­ do turco, ahora son mayoría en Ser­ bia. “No puedo dormir de lo que he visto”, cuenta Mariam, que huyó “porque el EI quería reclutar a su hijo”. La mayoría camina cruzando Irán, Turquía y Bulgaria. Como la ruta es complicada –marchan de noche, sin agua ni comida, entre bosques y montañas–, hay pocas mujeres que consigan terminarla. Algunos aseguran que los trafican­ tes les fuerzan a abandonar a los compañeros que pierden las fuer­ zas. Hakki, un afgano que ha hecho la ruta, ha oído que hay muchos ni­ ños desaparecidos en las montañas. “Es terrible, dejamos ahí a com­ pañeros. Tirados en el bosque”, confiesa Osman Salardet, desplo­ mado. Este estudiante de ingenie­ ría, de 21 años, estuvo diez días in­ tentando cruzar en Horgos, pero enfermó y ahora está recuperando LO S C A M PO S , C O L A P SA D O S

En Belgrado unas 1.200 personas duermen en las calles o en edificios abandonados

ANNA BUJ

Ante los muros de Europa. Un grupo

>> VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR

EncifrasfacilitadasporelGobierno húngaro, el pasado 13 de octubre había 502 personas en diferentes espacios de acogida. “Inshallah (si Dios quiere), ma­ ñana”, responde Hadija con la úni­ ca sonrisa que esbozará en toda nuestra conversación. Ya les han dado turno para traspasar las puer­ tas y sus pocas pertenencias están empaquetando en bolsas de basura. Según el corresponsal de la televi­ sión pública serbia en Subotica, To­ ni Bedalov, las listas de los admiti­ dos se confeccionan teóricamente por orden de entrada y vulnerabili­ dad, lo que provoca que normal­ mente 14 de los 15 afortunados son mujeres, niños o enfermos, y sólo uno de ellos es un hombre soltero. Sin embargo, todo el mundo sabe que la desesperación mueve mon­ tañas y que los más ricos acaban comprando sitios en la lista a los más pobres, que pueden esperar meses ante la alambrada. El tiempo del viaje hacia Europa siempre de­ pende del presupuesto: mientras que la mayoría de los afganos hace un largo viaje de seis meses de jor­ nadasapie,otrospagan3.000euros a las mafias transnacionales y pisan Serbia en 20 días. Uno de los más avezados en las reglas de la frontera es el doctor Momcilo Djurdjevic, de 29 años, emplazado en Subotica con Médi­ cos sin Fronteras (MSF) desde hace 13 meses. Su equipo y otras organi­ zaciones humanitarias como Cruz Roja o Acnur gestionan los dos pe­ queños campamentos informales ante los 175 km del muro húngaro. Como las autoridades no quieren crear un efecto llamada, tienen pro­ hibida la construcción de barraco­

de niños delante de la alambrada que marca la entrada a la UE. Abajo, tres hombres cocinan en

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nes apropiados y hasta han llegado a acumular la basura para romper esperanzas. Según Djurdjevic, hu­ bo un tiempo en que en Horgos, el otro paso fronterizo, sólo permitían el uso de una fuente de agua para las 600 personas que la necesitaban. Un informe de Amnistía Interna­ cional publicado el mes pasado constató la “violencia deliberada” de la policía húngara hacia los gru­

pos de migrantes que intentan cru­ zar ilegalmente. Según Todor Gar­ dos, uno de los autores, la organiza­ ción tiene constancia de que no sólo Hungría aplica castigos penales, si­ no que durante agosto y septiembre de este año utilizaron perros adies­ tradosygaspimientaparadisuadir­ los a volver a Serbia. Fuentes del ga­ binete del primer ministro húnga­ ro, Viktor Orbán, han rechazado

unos edificios abandonados en Belgrado donde duermen los inmi­ grantes que no tienen espacio en los centros de acogida

taxativamente estas acusaciones. “El trabajo de la policía está carac­ terizado por su profesionalidad y proporcionalidad (…). Las alegacio­ nes de las organizaciones civiles que apoyan el flujo ilimitado y des­ controlado de inmigrantes no han sido nunca probadas de manera creíble”, declararon a este diario. Sin embargo, durante los dos me­ ses que ha durado el pico de violen­ cia,eldoctorDjurdjevicaseguraha­ ber tratado a entre 10 y 15 personas con mordeduras de perro de hasta 20 cm, varios hematomas por las porras y cortes de la alambrada. No puede validar el uso de gas pimien­ ta, porque “la rojez de los ojos no es una evidencia médica”. La mayoría de los agredidos fueron hombres, pero también cosió una mordedura a una mujer. En el segundo paso fronterizo, en

Serbia, un “aliado fiable” para la Unión Europea ]En declaraciones a La Van­

guardia, la ministra serbia de Integración en la UE, Jadranka Joksimovic, aseguró que Ser­ bia quiere seguir acogiendo a los migrantes de paso, pero pidió más fondos. “No me gus­ ta llorar como un bebé, pero cuando oyes que Grecia y Bul­ garia reciben miles de millones de euros en ayuda y nosotros

no porque no somos un Estado miembro, me pregunto qué pasaría si no contribuyésemos en esta crisis de refugiados. A Europa le digo que si Serbia cae, tendremos un problema muy gordo a escala regional, pero también lo tendrá la UE. Hemos sido un modelo huma­ nitario, nos hemos ofrecido a aceptar cuotas y queremos

presentarnos como un aliado fiable para Bruselas, pero ne­ cesitamos más ayuda”, dijo. Pese a las diferentes direccio­ nes en cuanto a la política mi­ gratoria, la ministra defendió las “excelentes relaciones bilaterales” con Budapest y aseguró que están trabajando conjuntamente para hallar una solución estable y duradera.

las fuerzas en las calles de Belgrado. Pernocta en un parque a cuatro pa­ sos de la principal arteria comercial delacapital.Elpanoramaesdesola­ dor: duermen abrazados, dos o tres personas, tapadas por una sola manta que distribuyen las oenegés. Incluso hay niños, como Imran y Shebir, de doce años. Uno de ellos viaja solo porque los talibanes ma­ taron a toda su familia. Frente al parque otra furgoneta de MSF atiende patologías cutá­ neas y otras enfermedades causa­ das por la higiene. Stéphane Mois­ saing, el responsable de MSF en los Balcanes, saluda a todo el mundo por su nombre. “El principal pro­ blema es que todos los países de la regiónsepasanlapatatacalientesin encontrar una solución coordina­ da, y ahora mismo Serbia es una olla a presión”, cuenta mientras sorbe su té verde. “Mira, si quieres, te lo enseño”. Caminamos apenas cinco minutos desde este céntrico parque de Belgrado hasta unos edificios abandonadosqueprontorevelansu naturaleza: ejercer de refugio para unostrescientoshombres.Alentrar apenas se puede respirar por la acu­ mulación del humo de las pequeñas hogueras que encienden para coci­ nar y calentarse. “Los van a derruir y tendremos más gente durmiendo en la calle”, explica, con una media sonrisa de resignación. En total, Moissaing calcula que hay 1.200 migrantes durmiendo en las calles de Belgrado. Son los que no caben en los centros de asilo re­ gulados que ya están llenos, como el de Krnjaca. En este lugar viven 1.000 personas, entre ellas 400 me­ nores, en habitaciones con dos lite­ rasdobles.Cadaunalescuestaocho euros por noche. Allí Zahra, su ma­ rido, y sus ocho hijos comparten una sola estancia, y su bebé tiene la cara devastada por las pulgas. Hu­ yeron porque los talibanes cerraron la escuela y “amenazaron con cor­ tarleslacabezasiprotestaban”.Lle­ van seis meses en Serbia tras pasar otros siete en un campo de Atenas. Y ya les empiezan a fallar las fuer­ zas. “Si no pueden ir por mar, irán por tierra; si se cierran los Balcanes irán por el este. Luchar contra la migra­ ción sólo la hace más difícil o más peligrosa”, sentencia Moissaing.c