LA FABRICA DE ALGODÓN

Cuando yo era pequeño iba al campo de mi abuelo a coger algodón. Yo tenía diez años, iba al colegio y los fines de semana me iba al campo. Un día mi abuelo me enseñó a coger algodón. El algodón es blanco y muy suave, por eso me gustaba cogerlo, porque era muy agradable. Mi abuelo tenía una máquina muy grande de cuatro chorros y yo le ayudaba. De la máquina lo pasábamos al camión y del camión lo llevábamos a la fábrica. En la fábrica lo desmenuzaban, el algodón por un lado y el hueso en otro. Cuando el algodón estaba preparado lo metían en sacos y lo vendían a las tiendas. En mi familia utilizábamos el algodón para muchas cosas. Para curar las heridas, para hacer jerséis, bufandas, chaquetas... Un día, como cogíamos tanto algodón, mi abuela decidió hacer su propio taller de costura y tienda de ropa. Vendía jerséis, camisetas, bufandas... todo para hombres, mujeres y niños. Mucha gente compraba en la tienda y mis abuelos ganaron mucho dinero. Un día que hacía mucho frío, mi abuela puso la calefacción para estar calentitos. Estuvimos todo el día trabajando en la tienda y por la noche nos fuimos a casa. Pero qué ruina ¡a mi abuela se le había olvidado apagar la calefacción! Qué horror cuando fuimos a la tienda, estaba todo quemado. Allí estaban los bomberos y la policía. Mi abuela y yo estábamos muy nerviosos y llorando a mares. Habíamos perdido nuestro negocio de toda la vida. ¡Qué pena! después de tanto llorar y llorar, la policía nos dijo que podríamos salvar el negocio si teníamos un buen seguro a todo riesgo. Eso hicimos, gracias a ellos, cuando pasó mucho tiempo, pudimos arreglar el taller de costura. Desde este día los abuelos y él iban a hacer un anuncio para la tele y los periódicos para prevenir los incendios en las casas, diciendo que se acordaban siempre de apagar la calefacción y todos los electrodomésticos peligrosos.