¿ESTOY ESCUCHANDO A DIOS? ¿ESTOY RESPONDIENDO A DIOS?
“La conversación quetransform a elcorazón” Por Stanford Orth “Detrás de la desobediencia está la falta de atención” escuché de un respetado maestro. El mismo día leía el profeta Isaías y encontré que ocho veces en un solo capítulo Dios habló de prestarle atención (Is. 48). Leí frases como “ciertamente no se abrió antes tu oído” y “Oyeme, Jacob, y tú Israel”, “¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.” A veces, las palabras del profeta son más duras: “Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia” (Is. 46:12). El salmista suplica: “Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.” (Sal. 78:1). Jesús advirtió la multitud: “Mirad, pues, cómo oís….” (Lc. 8:18) y, de nuevo, “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace….” (Mt. 7:24). Quizás pensamos que escuchamos a Dios, sólo porque un predicador o maestro está hablando o porque estudiamos la palabra de Dios para nuestro ministerio o porque leemos la Biblia cada día. Pero, ¿cuándo fue la última vez que hice una decisión sobre mis prioridades personales o ministeriales porque reflexionaba cuidadosamente en la Palabra? ¿Cuándo reconocí y me arrepentí de un área de rebeldía o la falta de una virtud porque en realidad ponía atención a la palabra de Dios? Puedo señalar un cambio específico en mi corazón que Dios hizo este mes—un móvil purificado, una actitud cambiada, resistencia a la autoridad transformada en sumisión, una relación sanada—porque puse atención y consideraba lo que Dios quería decirme? Aunque Dios tiene, también, otras maneras de impulsar nuestro crecimiento espiritual. Estoy convencido que Dios nos ha dicho cómo escucharle—por medio de meditar en su Palabra. La Biblia es el medio principal que el Espíritu Santo emplea para llevarnos al Padre y transformarnos en la imagen de su Hijo—“útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). Aún es posible que un maestro, pastor o misionero que maneja la Biblia constantemente no camine con Dios y no sea cambiado poderosamente a la imagen de Cristo. Bruce Wilkinson, conocido autor y maestro de la Biblia, confesó en su libro Secretos de la vid, “Yo había llegado a ser un experto en servir a Dios pero en alguna manera me quedé un novato en ser Su amigo”. Un conocido maestro de la Biblia confesó: “Había llegado a ser un experto en servir a Dios pero en alguna manera me quedé un novato en ser Su amigo”. Temo que no hayamos tomado en serio y no hayamos practicado las palabras de Josué 1:8; Salmo 1:2-3; 119:48; Mateo 7:24-27; Santiago 1:25 y otros pasajes semejantes. Estoy convencido que la acción más potente que un cristiano puede tomar para caminar con Dios y para cooperar con él para obrar cambios en su vida es meditar con frecuencia en su Palabra y responderle en las maneras apropiadas.
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¿QUÉ SIGNIFICA LA MEDITACIÓN BÏBLICA? La meditación bíblica es pensar detenidamente, considerar, asimilar, ser confrontado, aplicar, adorar y decidir qué, cuándo y cómo hacer algo con respecto a lo que leemos. J. I. Packer explica en su buen libro Hacia el conocimiento de Dios: La meditación es la actividad que consiste en recordar, en pensar, y en reflexionar sobre todo lo que uno sabe acerca de las obras, el proceder, los propósitos y las promesas de Dios, y aplicarlo todo a uno mismo. Es la actividad del pensar consagrado, que se realiza conscientemente en la presencia de Dios, a la vista de Dios, con la ayuda de Dios, y como medio de comunión con Dios. Tiene como fin aclarar la visión mental y espiritual que tenemos de Dios y permitir que la verdad de la misma haga un impacto pleno y apropiado sobre la mente y el corazón. Se trata de un modo de hablar consigo mismo sobre Dios y uno mismo…. El Dr. Howard Hendricks enseña que la meditación bíblica debe incluir: 1) Reconocer la verdad. 2) Reflexionar sobre la verdad. 3) Responder a la verdad.
¿QUÉ DEBE SUCEDER CUANDO ESTOY MEDITANDO SOBRE UN PASAJE BÍBLICO? Distintos pasajes difieren con respecto a sus temas y énfasis. Sin embargo, la reflexión y aplicación de las Escrituras deben llevar fruto en algunos de los siguientes aspectos, dependiendo del contenido de los versículos. Se recomienda que anotemos lo que la palabra de Dios nos está diciendo y nuestras decisiones y peticiones al respecto. Anotar las ideas nos obliga a ser más concretos y específicos y lo que hemos “oído” de Dios servirá para guiar nuestra respuesta a Dios por medio de la oración. 1) Debo aprender o repasar las verdades que me llevan a dar gracias a Dios, a amarle más, a adorarle y a querer agradarle. Aprenderé más sobre Dios, cómo es él, cómo piensa, cómo obra y cómo se relaciona con mi vida. “En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos” (Sal. 119:15). Me maravillaré vez tras vez de la profundidad de su gracia—Él ha entregado tanto de sí mismo para rescatar a una persona desobediente e indigna. Aprenderé, reflexionaré y me maravillaré de cada bendición espiritual y los grandes privilegios que me otorgó cuando confié en Cristo como mi Salvador. Él quiere que comprenda más su amor, su presencia, sus promesas y su compromiso conmigo. Sabré más de lo que Dios ha hecho para hacer posible la transformación de mi corazón y mi conducta. Mis pensamientos se llenarán de la verdad y de lo que es real, aunque invisible, en el universo y en la vida. Así, yo no creeré las mentiras que Satanás y mi naturaleza pecaminosa susurran en mi oído. 2) Debo permitir que Dios ministre a las necesidades más profundas de mi vida. Es probable que necesite fe y esperanza respecto a las pruebas, sufrimientos, relaciones difíciles o asuntos problemáticos en mi servicio a Dios y a otros. Quizás me haga falta recibir su confort, su consuelo, su ánimo y su paz. Probablemente necesito la paciencia para esperar en Dios y la perseverancia para llegar al final de alguna aflicción o problema. Siempre necesitaré de sus fuerzas para proveer la estabilidad emocional y espiritual y la constancia en una época estresada de mi vida. El pasaje bíblico que estoy meditando y aplicando a mi vida probablemente contiene verdades que me darán entendimiento de mi mismo y confianza
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que los caminos divinos son siempre buenos y sabios. La sabiduría y dirección de Dios deben guiar mis decisiones diarias. Los versículos pueden sugerir los pasos que debo tomar para sanar un relación interpersonal. El pasaje puede relatar la vida de personajes que experimentaron desafíos similares a los míos. Encontraré promesas y enseñanzas que Dios usará para orientar mi corazón y mi conducta. “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido” (Sal. 119:92). 3) Debo ser sensible a todo lo que Dios quiere mostrarme sobre lo que debo ser y hacer. Dios está formando en mi mente y corazón un “perfil” de lo que su pueblo debe ser en lo más profundo del corazón—los afectos, valores, móviles, actitudes, planes y pensamientos. Se aclarará cada vez más lo que significa tener humildad, amor, gozo, contentamiento, paz, paciencia, gentileza, control del hablar, el espíritu de perdón, misericordia, honradez, veracidad, un espíritu de servicio, pureza, coraje, sumisión a otros y mucho más. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente (Ro. 12:2 NVI). Necesito tomar en serio todo lo que Dios me dice al respecto por medio de las exhortaciones y los ejemplos, tanto negativos como positivos. Dios nos cambia “desde adentro para afuera” por medio de la obra del Espíritu. La transformación por dentro produce cambios en nuestro hablar, relaciones y conducta. Meditar en su Palabra permite a Dios la oportunidad de confrontarme con mis móviles egocéntricos, mis actitudes incorrectas, la rebeldía contra lo que sé es su voluntad, el orgullo y la soberbia que influyen tanto en mis prioridades, decisiones y relaciones. Él ilumina el hablar que lastima, influye negativamente y desanima a otros y la conducta que no trae gloria para Dios. Él me lleva a la confesión y el arrepentimiento que inician el proceso de transformación. Me impulsa a comenzar a orar por los cambios y obediencia que el pasaje señala que son necesarios. Me guía para tomar decisiones y hacer planes respecto a la obediencia.El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido (Sal. 51:17 NVI). 4) Debo escuchar lo que Dios me enseña sobre la humildad y la sumisión a él (o la falta de ellas). Esto incluye muchas áreas de mi vida, como a) la obediencia a lo que la palabra de Dios manda, b) la conformidad y el contentamiento en medio de las pruebas, circunstancias y personas que Dios trae a mi vida, c) la disposición y deseo de ser cambiado en mi corazón y conducta, y de formar los “hábitos espirituales” que esto requiere, d) la obediencia a su dirección personal y guía para mi vida y servicio. Una descripción del pecado es que …cada uno seguía su propio camino (Is. 53:6). Si examino el corazón a la luz de la Palabra y con apertura, él iluminará las áreas de rebeldía y otros aspectos de mi vida que necesito someter a sus propósitos. Me guiará y me fortalecerá para que esté contento y aproveche las circunstancias y las personas que él ha ubicado en mi alrededor. La Palabra me dará la perspectiva divina respecto a mis pruebas, tentaciones y desafíos. …les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios….Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta (Ro 12:1-2). 5) Debo escuchar con cuidado lo que Dios quiere decirme con respecto a servirle y servir a otros. ¿Qué está haciendo Dios en mi alrededor? y ¿cuál es la participación que él me asigna cumplir? Él me puede guiar hacia una nueva manera de servir a un miembro de mi familia, de mi iglesia o un amigo no cristiano. El pasaje bíblico puede señalar una responsabilidad de todo cristiano—una responsabilidad que yo no sabia, que había olvidado o que he descuidado. Dios me puede convencer de un pecado relacionado con mi servicio--un móvil egoísta o un descuido. Posiblemente soy impulsado por el activismo, el éxito o la ambición—el “servicio” sin amor. Posiblemente, cumplo mis actividades sin depender humildemente de él, no esperando frutos que sólo se explican como obra divina. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos (Mc. 12:31). Tomemos a Jesús como nuestro ejemplo: Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Mc. 10:45).
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6) Debo poner mucha atención y reflexionar sobre mi necesidad desesperante de depender total y humildemente de Dios. Nuestra naturaleza pecaminosa nos guía a sentirnos capaces, especialmente después de haber tenido experiencia en un ministerio. Probablemente dependemos mucho de Dios al inicio, pero, después, sentimos que somos capaces de cumplir nuestras actividades. Sentimos capaces por nuestra preparación, experiencia, dones, talentos, “éxitos” y confianza personal. Jesús dice que “separados de mi nada podéis hacer”—nada que lleva fruto eterno para Dios y para su gloria (Jn. 15:5). Necesito estar convencido de mi incapacidad para cambiarme hacia la imagen de Cristo, para obedecerle y para confrontar los desafíos de la vida y el servicio. Lo que tiene valor es la obra que Dios está haciendo alrededor de nosotros, en nosotros y a través de nosotros. Cuando no persigo una vida de meditación en la Palabra y de oración, estoy diciendo a mi mismo y a Dios que puedo agradarle sin su sabiduría, guía y poder. Pero sin fe es imposible agradar a Dios…es galardonador de los que le buscan (He. 11:6). Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:3). “Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes (1 P. 5:5). 7) Debo responder a Dios con respecto a los temas que él me ha enseñado hoy. Todo lo que “escucho” de Dios clama para que responda a él con mis decisiones y con mi oración. Debo ser guiado por los temas que he descubierto en el pasaje bíblico y los que he anotado. Estos temas deben llevarme a expresiones de amor, de adoración, de confianza en él y en sus caminos y obras. Me llevan a agradecerle su ministerio a mis necesidades emocionales, físicas, materiales y espirituales. Me llevan a la confesión y el arrepentimiento sinceros. Me impulsan a expresar mi sumisión a él y a otros, la aceptación de su voluntad, la obediencia a sus mandamientos, mis nuevas decisiones y propósitos. Me guían a formular peticiones por los cambios que deseo que él haga en mi corazón y manifestar mi dependencia total de él. Dios, Dios mio eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas….Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán….Y con labios de júbilo te alabará mi boca…porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido (Sal. 63:1-8). He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve….crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí….Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente (Sal. 51:6-12).
Fijémonos muy bien que lo que se describe es un diálogo—una conversación—con Dios. Escuchamos y respondemos. Cada uno de estos mensajes que “escucho” de Dios clama para que le responda en oración. Esta es la conversación que, si la participamos sinceramente, con el corazón abierto, Dios la usa para llevarnos hacia la transformación del corazón.
ESCUCHEMOS EL TESTIMONIO DE UN SIERVO DE DIOS. George Müeller fue conocido por su dependencia total y exclusiva de Dios para las necesidades de los orfanatorios que estableció en Inglaterra. En su autobiografía, él relata cómo aprendió a usar las Escrituras cada mañana: “Entendí que la actividad más importante que tenía que hacer era el entregarme a la lectura de la Palabra de Dios y a meditar en ella, para que así mi corazón fuera confortado, animado, advertido, amonestado e instruido; y que así, mientras meditara, mi corazón entrara en comunión
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experimental con el Señor. Entonces, comencé a meditar en el Nuevo Testamento… temprano en la mañana. Lo primero que hice, después de haber pedido en pocas palabras la bendición del Señor sobre su preciosa Palabra, fue comenzar a meditar en ella: escudriñando en cada versículo para recibir una bendición, no para el ministerio público de la Palabra…sino para obtener el alimento para mi alma. Casi siempre el resultado que encontré fue que después de pocos minutos mi alma fue llevada a la confesión, o a la acción de gracias, o a la intercesión, o a la petición; de manera que, aunque no comencé con la oración, sino la meditación, sin embargo, me volví casi inmediatamente…a la oración”.
RESPONDAMOS A ESTA AMONESTACIÓN. Alexander Whyte, hace muchos años, exhortó con estas palabras fuertes: La mente tiene la capacidad más alta, y la meditación es el uso más alto de la mente; es la raíz verdadera y la savia y la gordura de la fe y la oración y la obediencia espiritual. ¿Por qué están tan marchitadas nuestras mentes y tan estériles en las cosas de Dios? ¿Por qué tenemos tan poca fe? ¿Por qué tenemos tan poco asido de la realidad y nobleza de los asuntos divinos? La razón es clara—pocas veces meditamos. Leemos nuestro Nuevo Testamento, a veces, y escuchamos su lectura, pero no tomamos el tiempo para meditar. Oramos a veces, o pretendemos a orar. Pero, ¿jamás nos intentamos preparar nuestros corazones para entrar al trono de Dios a través de la meditación vigorosa sobre quiénes y qué somos; sobre quién y qué es El a quien pretendemos orar; y sobre lo que hemos de decir, y hacer, y pedir, y recibir?
APRENDAMOS LA PRIORIDAD QUE ENSEÑÓ JESÚS. Ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies del Señor, OÍA SU PALABRA. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres…. Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y MARÍA HA ESCOGIDO LA BUENA PARTE, la cual no le será quitada. Lucas 10:38-42. Énfasis agregado.
¿CÓMO PUEDO MEDITAR EN LAS ESCRITURAS Y, DESPUÉS, RESPONDER AL SEÑOR? 1) Planifique el tiempo, casi cada día, para estar con Dios y conversar con él. Es necesario escuchar a Dios con frecuencia porque… •
Dios tiene mucho que decirnos. “…para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia…. 2 Timoteo 3:16-17
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Nuestra memoria es muy corta. Necesitamos que Dios nos recuerda constantemente. 2 Pedro. 1:12-15
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La cultura secular nos habla a gritos constantemente. ¿Entregamos igual tiempo a Dios? Salmo 1:1-3
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Necesitamos que Dios nos diga lo que no hacemos bien. “…éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era”. Santiago 1:23-24
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El proyecto de Dios de cambiar el corazón es grande y requiere nuestra cooperación constante. 1 Pedro 1:17 “…mirando…como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor….” 2 Corintios 3:18
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Tenemos que estar preparados para desafíos y pruebas frecuentes. “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba…como si alguna cosa extraña os aconteciese”. 1 Pedro 4:12
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Si no permanecemos en Cristo, no llevaremos fruto para Dios. “…separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5
2) Escoja un tiempo y lugar para estar a solos con Dios, sin distracciones, como Jesús dijo y se acostumbraba hacer. Mateo 6:6; Marcos1:35 En la Biblia aprendemos que Dios se encontró a solas con muchas personas para enseñarles, fortalecerles y guiarles en su voluntad: por ejemplo, Enoc, Abraham, Jacob, Mosés, Elías, David, María, Jesús y Pablo. Reflexionemos en los siguientes pasajes en la vida de Jesús: Mateo 14:13, 23; 26:36-46; Marcos 1:35; 6:31; Lucas 5:16; 6:12. Charles Swindoll comenta que, cuando estamos a solas con Dios, él nos da sus mejores pensamientos y nuestras mentes tienen que estar tranquilas y quietas para recibirlos. Dice que el ruido, las voces y los horarios llenos de actividades hacen que nuestros sentidos no sean sensibles. Cierran los oídos al quieto susurro de Dios al reflexionar sobre su Palabra y no estamos concientes de su toque. Otro hombre de Dios escribe: …a menos que pasamos tiempo a solas con Dios es casi imposible mantener una vida espiritual. Estando a solas con Dios comienza cuando escogemos un tiempo y lugar para Dios y sólo para él…Necesitamos designar el tiempo y el espacio para obsequiarle nuestra atención total. En estas ocasiones, el Espíritu Santo, a menudo por medio de la Palabra de Dios, nos vuelve a una perspectiva espiritual, divino y eterno, una perspectiva menos enfocada en el mundo, menos material, menos ambiciosa y menos centrada en el ego.
3) Cultive una actitud de sed espiritual, deseo de disfrutar a Dios, un corazón abierto, expectativa y paciencia.
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Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Salmo 42:1-2 Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Salmo 63:1-2 El amor a Dios motiva nuestro caminar con Dios y nos guía a dirigir nuestros afectos hacia lo bueno. Si no sentimos nuestra necesidad espiritual, debemos pedir que Dios haga crecer el sentir de dependencia de él. Quizás, debemos preguntarnos qué otros “amores” están distrayéndonos del amor a Dios, por qué sentimos autosuficientes y cuáles otras prioridades tienen más importancia para nosotros. 4) Escoja un pasaje bíblico breve y haga preguntas al pasaje. Si la actividad de reflexionar y aplicar a su vida un pasaje de la Biblia es nueva en su vida, considere iniciar en uno de los siguientes libros: Filipenses, 1 Pedro, Santiago, el Evangelio de Marcos, Efesios, Colosenses, 1 y 2 Timoteo, el Evangelio de Juan o los Salmos. Es.mejor sumergirse completamente en unos pocos versículos que tratar de abarcar mucho, a menos que sea un relato que ocupa más espacio. El propósito no es cantidad, sino que el mensaje de Dios nos penetre profundamente. Si el tiempo es limitado, puede seleccionar solo 1, 2 o 3 versículos. En primer lugar, ponga atención en lo que los versículos dicen y significan. Si encuentra versículos o frases que no entiende, tome nota para investigar después su sentido o para pedir que alguien los explique. Ponga su atención en lo que está claro y busque su aplicación para las necesidades de su corazón y vida. Descubrimos más relevancia para nuestra vida cuando hagamos preguntas. Responder a las preguntas nos obliga a concentrarnos, enfocar los pensamientos en el pasaje y descubrir la guía concreta que Dios provee en su Palabra. Por ejemplo: Lea el pasaje repetida y reflexivamente, imaginando la escena. ¿Qué encuentro en los versículos que me enseña y me lleva: 1) a conocer más a Dios, amarlo, adorarle y agradecerle? 2) a confesar y arrepentirme de una rebeldía u otro pecado de omisión o comisión? 3) a someter a Dios alguna área de mi vida o voluntad? a aceptar a las personas o circunstancias que Dios ha puesto en mi alrededor? a obedecer a Dios en un aspecto específico? 4) a orar por y tomar alguna decisión respecto a un cambio que Dios necesita hacer en mí? (Algún aspecto de mi carácter, actitud, motivación, hablar, conducta o relación con otro.)
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5) a aceptar, amar, servir, apoyar o edificar a otra persona, sea cristiana o no cristiana? 6) a depender de Dios en una circunstancia, prueba, tentación, ministerio o desafío en particular? Es importante darse cuenta que los temas en cada pasaje son diferentes y, entonces, generalmente uno no encuentra respuesta a todas las preguntas en el pasaje. Pero, es probable que haya respuesta, por lo menos, a 2 o 3 de las preguntas. Quizás, desea buscar ayuda específica respecto a una necesidad actual en su vida: 1) ¿Cómo me guían estos versículos respecto al problema interpersonal que tengo? 2) ¿Qué aprendo para responder bíblicamente a la prueba que experimento ahora? 3) ¿Cómo me fortalece y me da sabiduría para la tentación que enfrento ahora? 4) ¿Cómo me orienta en la decisión que debo tomar? 5) ¿Cómo orienta mi vida o mis relaciones en el hogar, el trabajo o el ministerio?
Se puede variar las preguntas en otras maneras: 1) ¿Hay una promesa en la cual debo confiar? 2) ¿Tiene la promesa una condición que necesito cumplir? 3) ¿Hay un ejemplo que debo seguir? o ¿Un ejemplo negativo que debo evitar? 4) ¿Encuentro mención de un pecado que debo evitar? 5) ¿Encuentro una exhortación que obedecer? ¿Una virtud que desarrollar? 6) ¿Hay una oración en el pasaje que debo orar? 7) ¿El pasaje enseña una nueva actitud que debo tomar? 8) ¿El pasaje indica algo sobre lo cual debo tomar una decisión?
5) Anote, tal vez en un cuaderno o cartapacio, algunas de sus observaciones, pensamientos, respuestas, decisiones y peticiones de oración respecto a lo que ha descubierto
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Posiblemente quiere hacer sus apuntes en forma de un diario, anotando la fecha, el lugar y la cita del pasaje, lo que aprendió, cómo lo aplicó y las decisiones que tomó. La práctica de anotar las ideas contribuye a nuestra concentración y nos obliga a llegar a pensamientos más claros y decisiones más concretas. También, hace posible repasar lo que hemos encontrado y decidido en días o semanas anteriores para ser constantes y seguir pidiendo a Dios los cambios que se necesitan. El Dr. Bruce Wilkinson, también en el libro “Los secretos de la vid”, dirige una recomendación especial a los varones: Especialmente los hombres necesitan escribir lo que reciben de Dios para crear un sentido de realidad en su relación con Dios quien es invisible. 6) Aparte suficiente tiempo para disfrutarlo con Dios, para entender su mensaje para su vida y para decidir qué hará respecto a lo que Dios le ha mostrado (y, quizás, cuándo y cómo lo hará). Dios quiere expresar su amor, animar, guiar, fortalecer, confrontar y acercarnos a él. Este tiempo no es solo para el estudio de un libro, sino para disfrutar nuestra relación con Dios como persona. Es una oportunidad para conocer más a Dios, crecer en nuestro amor para él y unirnos con él en el cumplimiento de sus propósitos en nosotros y en el mundo alrededor. Cultivar una relación de amor con otra persona exige tiempo pero vale la pena. Dios ha sido más que generoso con nosotros. Ha sido exageradamente bondadoso y deberíamos ser generosos con nuestro tiempo para él. Dietrich Bonhoeffer confesó, “A menudo estamos tan cargados y aplastados con otros pensamientos, imágenes, y preocupaciones que puede llevar un largo tiempo antes que la Palabra de Dios elimine todo lo demás para penetrar en nosotros”. Por eso, comencemos pidiendo a Dios que su Espíritu nos ilumine y nos impacte. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarlo. Santiago 1:25 NVI Basado en Juan 15, Bruce Wilkinson, en una sección llamada “Más por menos” (capítulo 8, páginas 113-115) nos recuerda que podemos llevar más fruto para Dios aunque trabajemos menos por él con el fin de dedicar el tiempo adecuado para la comunión con él. Él explica cuatro razones: a) Seremos guiados por la Palabra para hacer lo que es más importante y en armonía con su voluntad. b) Tendremos los beneficios de los recursos divinos y la sabiduría divina. c) Disfrutaremos períodos de descanso espiritual y emocional que nos renuevan y fortalecen para las tareas por delante. d) Aprovecharemos su promesa que contestará nuestras peticiones cuando permanezcamos en Cristo (Jn. 15:7-8, 16). Conocer sus prioridades y propósitos nos guiarán para pedir lo que es su voluntad.
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7) Use las Escrituras y lo que ha escrito--sus observaciones, sus respuestas y sus aplicaciones--para guiar su oración. Lo que uno ha descubierto es una buena guía para su oración. Al meditar en las Escrituras y al orar, haga decisiones y planes que le llevan a conformarse a la voluntad de Dios. Abra su corazón respecto a sus debilidades, sus problemas, sus pecados, sus propósitos y su amor a Dios y a otros. Lo que encuentra en las Escrituras le guiará a la confesión, adoración y agradecimiento a Dios, sumisión a su voluntad y nuevos propósitos. Expresará su dependencia de la sabiduría y capacidad de él y hará peticiones por los cambios que sabe que Dios desea hacer en su corazón y conducta. Pueden ser cambios en los motivos, actitudes, virtudes, emociones, relaciones, hábitos, temas y maneras de hablar y conducta. La oración respecto a todos estos temas y aspectos de su relación con Dios completan la conversación con Dios que comenzó cuando abrió su Palabra y su corazón y escuchó lo que él quería decirle. 8) Lleve consigo un versículo a través del día. Esta sugerencia se hace en el espíritu del salmista que contó que el hombre que “medita día y noche” en la palabra de Dios tiene su deleite en la ley de Dios, florece y lleva fruto para Dios. Escoja un versículo o dos del pasaje en la cual ha meditado—un versículo que encaja el mensaje principal de Dios para su necesidad. Memorícelo o anótelo en una tarjeta para llevarlo consigo. Repáselo en los momentos cuando sienta necesidad, ratos de espera o de descanso, o antes de acostarse en la noche. Seguirá dándole fortaleza, animo y sabiduría. ¿Le hace recordar un principio o enseñanza que había olvidado? ¿Descubre otra perspectiva del versículo? ¿Tiene oportunidad de compartirlo con otro? Dichoso el hombre…que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan, ¡Todo cuanto hace prospera! Salmo 1:1-3 NVI
¿POR QUÉ ES DIFÍCIL MEDITAR EN LA PALABRA DE DIOS? Una razón es que otras actividades parecen ser más urgentes. Por ejemplo, las responsabilidades del trabajo y de las actividades cristianas llenan nuestras horas. El activismo tiende a proveernos un sentimiento de importancia, de poder y de ser indispensables. Posiblemente estamos tratando de llenar nuestra sed de Dios con participar en muchas actividades. El Dr. Packer en su libro “Keeping Step with the Spirit” analiza el problema del activismo: Nosotros tomamos por sentado que nuestras habilidades y recursos y la buena calidad de nuestros programas así no más llevarán fruto para Dios; hemos olvidado que separados de Cristo—confianza en Cristo, obediencia a Cristo, mirar a Cristo y depender de Cristo—no podemos lograr nada (véase Juan 15:5). Este es el activismo: actividad que ha perdido su propósito porque no está arraigado en una constante desconfianza en nosotros mismos y la
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dependencia de Dios. Pero activismo no es santidad, ni tampoco el fruto de la santidad, y la preocupación del activista con sus propios planes, estrategias y conocimientos tiende a impedir que persiga la santidad o que crezca en la santidad. En Lucas 4:42, cuando la gente buscaba a Jesús porque tenían muchas necesidades. Aún esas personas le detenían para que no se fuera de ellos pero él no fue con ellos. La Biblia dice que Jesús salió y se fue a un lugar desierto. Él tenía el poder para llenar todas esas necesidades de la gente. El cristiano necesita darse cuenta que el regalo más importante que puede obsequiar a otras personas, sean su esposa, sus hijos, su iglesia o su comunidad, es la santidad, la madurez y la tranquilidad que viene por estar a solas con Dios y estar siendo transformado por el Espíritu de Dios y por su Palabra. Otro obstáculo es la agitación, rapidez y presiones de la vida moderna. Éstas hacen más difícil y menos natural la reflexión detenida sobre los temas espirituales. En los tiempos bíblicos y en tiempos más recientes el pastor de ovejas, como David, pasó muchos días a solas. No había luz en la noche, ni libros, ni radio, ni televisión para distraerse. El agricultor de antes trabajaba muchas horas a solas en el campo en actividades repetitivas. Tenía mucho tiempo para reflexionar. Ya no viajamos muchas horas o días a pie o a caballo por caminos desolados. Había tiempo para pensar, recordar, evaluar y planear. Hoy día el cristiano tiene que tomar decisiones dificiles en cuanto a sus prioridades y disciplinarse para apartar tiempo para escuchar la voz de Dios en las Escrituras y dejar que el Espíritu moldee sus pensamientos, actitudes y planes conforme a su voluntad.
¿CULTIVARÁ USTED EL HÁBITO DE MEDITAR EN LA PALABRA DE DIOS? El cristiano que medita fielmente en la palabra de Dios y responde a su mensaje llegará a amar más a Dios y a caminar en comunión con él. Tendrá la grata sorpresa que su corazón y carácter cambian y que está experimentando la transformación de vida que nos lleva hacia la imagen de Cristo. Escuchemos las palabras de ánimo de algunos hombres de Dios que tuvieron muchos años de experiencia en meditar la palabra de Dios y caminar con Dios. ¿Usted hará tiempo para meditar en la Palabra? “O”, dice uno, “quisiera pensar en Dios con todo mi corazón, pero el trabajo de la meditación es un trabajo que lleva tiempo, y no tengo tiempo; mis manos están tan llenas de negocios, y tan llenas de ocupaciones, no tengo tiempo para este trabajo. La meditación no es un pensamiento ligero; es un trabajo de tiempo, y no tengo tiempo”. Entonces, vea lo que dice el Salmo 119, “Inclina mi corazón a tus testimonios”. ¿Cómo? “Aparta mis ojos, que no vean la vanidad”. La manera de que el corazón se incline a los testimonios de Dios, es quitar los ojos de estas vanidades externas. ¿Quisiera meditar en Dios y las verdades de Dios? Entonces tengan cuidado que sus corazones, y sus manos, no estén demasiado llenos del mundo y sus ocupaciones....Amigos, hay un arte, y una habilidad divina de meditación, que ninguno puede enseñar sino sólo Dios. ¿Quisiera tenerla? Vaya entonces a Dios, y ruegue a Dios estas habilidades. William Bridge, 1845
La meditación bíblica, Stanford Orth, 2005, página 12
¿Valdrá la pena el compromiso que requiere la meditación en la palabra de Dios? Es una ayuda al conocimiento; entonces el conocimiento aumenta. Así, la memoria se fortalece. Así, sus corazones se calientan. Así, será librado de pensamientos pecaminosos. Así su corazón será atinado a cada deber. Así crecerá en la gracia. Así llenará los rincones y rajas de su vida, y sabrá invertir su tiempo libre, y mejorarlo para Dios....Así conversarán con Dios, tendrán comunión con Dios, y lo disfrutarán. Y pregunto, ¿no hay suficiente provecho aquí para endulzar la travesía de sus pensamientos en la meditación? William Bridge, 1845
¿Dejará que algún obstáculo le prive de los beneficios de la palabra de Dios? Si yo fuera el diablo, uno de mis primeros propósitos sería detener a las personas de cavar en la Biblia. Sabiendo que es la Palabra de Dios, enseñando a los hombres a conocer y amar y servir al Dios de la Palabra, yo haría todo lo posible para rodearla con abismos, siembras de espinas y trampas para los hombres, para hacer huir a la gente....A todo costo quisiera evitar que emplearan sus mentes en una manera disciplinada para conseguir su mensaje. James I. Packer, 1979
Stanford Orth, 2005 Usado con permiso
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