La cantante que no sólo quería divertirse

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Espectáculos

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Sábado 13 de septiembre de 2008

Todo un estilo De izq. a derecha: la cantante en 1985, en la cima de su popularidad (y de su vestuario esperpéntico) en 1997, de gira junto a Tina Turner, embarazada de nueve meses de su hijo Declyn ; en 2002, en Las Vegas, haciendo de telonera en los conciertos de Cher. Abajo: en concierto durante el True Colors Tour de este año, a beneficio de los derechos de la comunidad gay

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CYNDI LAUPER

La cantante que no sólo quería divertirse II Continuación de la Pág. 1, Col. 5

país su álbum Bring Ya To The Brink, casi enteramente pensado para las discotecas y el primero con canciones nuevas en casi diez años (desde Sisters of Avalon, de 1997), que presentará el 21 de noviembre próximo en el Luna Park y el 23, en el Orfeo Superdomo de Córdoba. Lauper no tiene problemas en reconocer que no es nada tímida en su ambición: volver a ser reconocida por su música y no por su colorida personalidad. “Me cansé de las cosas viejas, de las canciones viejas, quería nuevos tiempos y cosas nuevas. Energía”. Algo que seguramente necesitará para lograr hacerse fuerte en el terreno de su otrora mayor rival, Madonna. Rival a quien alguna vez despachó con un sintético “¿Quién es esa Madonna?” y, en otras ocasiones, con un considerado “Nunca podría hacer lo que ella hace ni llevar su vida”. La vigencia de la Chica Material–y el renovado furor por sus próximos conciertos en nuestro país, sólo quince días después del de la Chica Inusual– pone de relieve las diferencias entre carreras que no solían ser muy distintas. Después de todo, Lauper vendió 16 millones de copias de She’s So Unusual (1984) gracias a “Girls Just Want To Have Fun”, “Money Changes Everything”, “Time After Time” y “She Bop”, canciones que aún hoy siguen siendo versionadas por todo tipo de artistas, con resultados ídem (la juvenil Miley Cyrus es la última en intentar el primer single de Lauper).

Del ring a la pantalla y de ahí a los escenarios Trabajó con Spielberg y participó del catch

Los cortes modernos En estos diez años sin nueva música –pero con dos discos, At Last, de estándares, y The Body Acoustic, con versiones minimalistas de sus éxitos, que le permitieron dar la vuelta al mundo varias veces–, mucho ha cambiado en el mundo y la industria discográfica. Por caso, Lauper, una de las musas de MTV en sus comienzos, cuando la música aún era el centro de su programación, se ha convertido en una fija de VH1, la señal para mayorcitos del conglomerado televisivo que le dio su inicio como directora de videos. “Pero lo más importante que ha pasado en estos años es que las mejoras tecnológicas –enumera la intérprete, que no tiene problemas en confesar que quiso bajarse el último disco de Radiohead de Internet y no supo cómo– han permitido que ningún músico pueda decir, de aquí en adelante, que no puede hacer lo que quiere. Nadie se puede interponer entre nosotros los músicos y el sonido que queremos. Las discográficas ya no pueden decirte, como hacían en mi época: «Si decidís hacés esto, me voy a asegurar de que no vuelvas a grabar un disco en tu vida». Ahora existe ProTools e incluso una versión más barata de ProTools que hasta alguien como yo puede operar. Uno puede hacerlo todo.” Y ella, sin dudas, parece querer intentarlo (ver recuadro). Lauper tampoco es la misma a los cincuenta: su característica pirotecnia capilar ha sido reemplazada por un discreto platinado a pedido de su hijo Declyn, bautizado en honor a su amigo Elvis Costello (“yo sabía que era muy importante para él que mientras le buscara colegio no me apareciera con el pelo verde”, explica)

Lauper con Basement Jaxx (la muy interesante “Rocking Chair”), Digital Dog (“Give It Up”), Dragonette (“Grab a Hold”, oportunidad para que Lauper despliegue su rango vocal en una balada más que elegante) y Kleerup (“Lay It Down”). Y las colaboraciones parecen seguir: luego de la salida del disco, Lauper grabó dos canciones para Here Lies Love, la ópera de David Byrne sobre Imelda Marcos, aquella primera dama filipina famosa por su obsesión por los zapatos (el ex Talking Heads comentaba sorprendido en su blog: “llegó una hora y media tarde, así que esperaba que me viniera con cosas de diva, pero no fue así. No sólo es una cantante maravillosa desde el punto de vista técnico, sino que además puede modular su performance para expresar los estados de ánimo de los personajes. Era exactamente lo que necesitaba para el proyecto”).

Según pasan los años

mientras que su imprevisible estilo, copiado por millones de impresionables jovencitas que terminaron cubiertas de tules y calzas de colores allá por mediados de los años 80, es ahora un parangón de sofisticación neoyorquina –o casi–, a tono con lo que considera un retorno a las fuentes con este nuevo álbum. El disco, grabado mayormente en Europa, cuenta con colaboraciones de

Cómo cambian las cosas Lauper está convencida de que la tecnología ha liberado a los músicos de las ataduras de productores y sellos discográficos: “Ahora, nadie puede decirte, como en mi tiempo, que si no hacías las cosas como ellos querían no volverías a grabar un álbum”.

Pero hay algunas cosas que no cambian con el tiempo y hablar con Cyndi Lauper por teléfono es una experiencia muy semejante e igual de divertida a la que retrataba el video de “Girls Just Wanna Have Fun”, con todos esos teléfonos de colores de cable largo a través de los cuales la cantante se despachaba con larguísimos párrafos que culminaban con un guiño cómplice y un enrulado de mechón con el dedo. Véase, si no, lo que tiene que decir la cantante sobre la génesis de su nuevo disco: “Me hice muy amiga de Alan Cumming cuando hicimos La ópera de tres centavos, de Brecht, en 2006. Cada noche, después de la función,

nos íbamos a bailar por ahí y yo no paraba de pensar en que extrañaba bailar con todos y conmigo misma. Así que me puse a investigar los movimientos y los artistas que estaban dando vueltas por el mundo dance y también del pop. Sabía que la gente del dance es muy innovadora; suelen ser productores además de intérpretes, y por eso nos terminamos comunicando a la perfección, porque están completamente de remate. Es como trabajar con el Sombrerero Loco de Lewis Carroll. Y lo que aprendí con Bring Ya... es que hacer un disco es como un nuevo corte de pelo ¿Viste que cuando te cortás el pelo y salís de la peluquería y te mirás en las vidrieras y te parece que te equivocaste, pero al día siguiente mágicamente todo encuentra su lugar? Eso pasó con el disco: no enseguida, pero sí finalmente.” La grabación del disco incluyó una prolongada residencia europea en busca de un nuevo sonido que fuera clásico y pertinente, explica, y que corrió en paralelo con una obsesiva reescritura de las letras de sus canciones. Obsesión que Lauper sintetiza con un “me convertí en una máquina de escribir. Escribí y escribí. Y viví como vivía antes de hacerme conocida. De hecho, decidí vestirme de negro, pensando que así iba a pasar desapercibida, pero debo reconocer que me veía muy rara. Ahí descubrí que cuando uno es joven, ser excéntrico es adorable, pero cuando uno es mayor, lo que era adorable se torna medio terrorífico. Lo que no fue malo: como la gente me tenía miedo, pude vivir tranquila. Ahora quiero volver”.

La carrera de Cyndi Lauper fuera de la música es, al menos, tan estafalaria como su célebre estilo visual. Bastante lejos de las ansias de reconocimiento crítico de Madonna, lo de Lauper siempre estuvo próximo a lo popular. Véase si no, su participación en la federación de catch norteamericana (WWF) en el pico de su popularidad en los 80, con un personaje recurrente al estilo El Hombre de la Barra de Hielo. La relación, que incluso tuvo especiales para MTV, terminó mal: un luchador la noqueó sin querer en un sketch, y Lauper se despidió de los rings para siempre, aunque muchos creen que su carrera nunca se recuperó (sus esporádicas actuaciones en cine y su colaboración con Steven Spielberg en el film infantil Los Goonies no pasaron a mayores). Lauper pasó buena parte de los años 90 dirigiendo videos, actuando en TV, donde ganó un Emmy por su participación en la serie Mad About You, como la extrañísima novia del primo del protagonista (un papel que no estaba demasiado lejos de la percepción pública de la propia cantante) y participando activamente en favor de los derechos de la comunidad gay, con conciertos como su True Colors Tour y apariciones regulares en todo tipo de programas que requieran su distintiva voz y su sentido del humor, desde Los Simpson a la novela As The World Turns, donde el romance entre dos de sus galanes, inédito en las telenovelas norteamericanas por incluir un apasionado beso en cámara, culminaba con una canción en vivo de Lauper.